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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

Los capituladores de la Tercera Oleada

Los capituladores de la Tercera Oleada

Los capituladores de la Tercera Oleada[1]

Carta a un camarada ruso

 

 

22 de mayo de 1929

 

 

 

Estimado amigo:

 

1. Los últimos comunicados de la prensa informan que Preobrashenski llegó a Moscú para negociar con el Comité Central. No cabe la menor duda de que a estos capituladores y conciliadores de la tercera oleada los tratarán como a imbéciles. ¿De qué manera, distinta a la de Zinoviev, sueñan con participar en el partido? Zinoviev, marcado como capitulador, agacha la cabeza, tiene miedo de hacer el menor movimiento, no sabe qué esperar. Mientras tanto, nosotros nos preparamos activa aunque lentamente para el futuro, formamos cuadros bolcheviques jóvenes. ¿Qué posición entre nosotros y los zinovievistas piensan ocupar los nuevos capituladores? Es dudoso que ellos mismo lo tengan claro. Tendrán la esperanza de que Iaroslavski les lave el cerebro, para después salir arrastrándose del panta­no y buscar un lugar seco, lo que de ninguna manera les dará más autoridad.

Dicen que prácticamente desaparecieron los desa­cuerdos. ¿Cómo explican la furiosa represión? Que se envíe a los bolcheviques al exilio y al trabajo forzado cuando no existen diferencias profundas e irreconcilia­bles, sólo podría ser obra de bandidos burocráticos totalmente carentes de principios. Esa es, según Radek y otros, la política de los stalinistas. Pero en ese caso, ¿cómo se atreven a sugerir un bloque con los bandidos políticos que, sin la menor causa principista, envían a nuestros camaradas a los trabajos forzados, los conde­nan al exilio y a veces a muerte?

Jamás hicimos la caracterización aniquilante e implacable de los stalinistas que hace Radek a pesar suyo, y sólo porque se perdió en un bosque de tres árboles sale arrastrándose, cae, vacila, trata de ponerse de pie y vuelve a caer. Pensábamos y pensamos aún que los stalinistas no son bandidos políticos irresponsables, porque su implacable persecución a nosotros está moti­vada por razones profundas y principistas. Hay que ser un mal político para hacer trizas una línea, sin pregun­tarse qué elementos la aplican y con qué motivo. Atra­pados en un callejón económico sin salida, los cuadros stalinistas aprietan los dientes para efectuar un viraje a la izquierda que, por la fuerza de las circunstancias y de la propia lucha, es más profundo de lo que ellos mismos desean. El noventa por ciento de esos cuadros sueña con volver en la primera oportunidad a una polí­tica más “sana”, más “normal”, más “nacional”, y nos odia a muerte precisamente porque nuestra actitud inflexible se lo impide. La capitulación de la Oposición significaría: a) autocondenarnos a llevar una vida vege­tal zinovievista - la naturaleza no conoce un estado mas vergonzoso - y b) un inmediato viraje a la derecha de los stalinistas.

2. Los problemas de la Comintern no les interesan en lo más mínimo a los partidarios de la capitulación “en un solo país”. El programa de socialismo nacional de la Comintern no les quita el sueño. Con toda ligereza aceptan la política aventurera que, tanto en Berlín como en Cantón, busca devolverle al centrismo su reputación revolucionaria.[2] Mientras tanto, la persecución conti­nua a la Oposición destruye implacablemente a los cua­dros de la Comintern. La bota burocrática aplasta todo lo que cae debajo de ella. ¿Cómo remediar esta situa­ción? Muy sencillo: capitulando ante la bota.

3. La revolución es una gran devoradora de hom­bres. De la vieja generación queda en la mayoría domi­nante un enorme porcentaje de almas en pena y un por­centaje no menos importante en la Oposición. La reac­ción está en plena marcha en el partido y en la Comin­tern, como reflejo de la nueva relación de fuerzas a escala internacional. En estas circunstancias, las retrac­taciones y capitulaciones se convierten, inevitablemente, en una norma. Entre 1907 y 1910, y nuevamente en­tre 1914 y 1917, el bolchevismo sufrió toda una serie de retractaciones, rupturas, capitulaciones individuales y en grupo. Sólo gracias a esa autolimpieza y autocla­rificación pudo crecer y fortalecerse para la victoria de Octubre. El retiro de camaradas, aun de aquellos cuyos nombres son más “respetables”, no nos asusta en lo mas mínimo utilizaremos el ejemplo de sus vacilaciones para inculcarle constancia a la juventud.

4. ¡Qué falsía lamentable y cobarde revelan los nuevos capituladores al aprobar las declaraciones de Iaroslavski sobre lo ilícito de nuestra utilización de la prensa burguesa! ¿Hacía falta caer en tamaña banalidad? A través de la agencia de noticias TASS, los stali­nistas utilizan la prensa burguesa de todo el mundo para difundir una monstruosa calumnia en contra de nosotros, preparando gradualmente la justificación de sangrientas medidas represivas. ¡¿Que no osemos decir la verdad sobre nosotros mismos en esa misma pren­sa?! Los stalinistas negocian con la policía burguesa y la diplomacia reaccionaria para impedir nuestro in­greso a cualquier país. Obligan a los comunistas norue­gos a liquidar, hombro a hombro con los reaccionarios, el derecho de asilo. Obligan a la prensa comunista ofi­cial a acompañar este acto policial reaccionario con febriles persecuciones y calumnias, que ocupan colum­nas en las páginas de toda la prensa burguesa. ¡Y de­bemos permanecer en modesto silencio, en virtud de una resolución de 1905 que obedecía a las necesidades de un partido revolucionario, no a la obra reaccionaria de una burocracia termidoriana que nos ataca en santa alianza con la policía capitalista de toda Europa!

5. Es evidente que nos aguarda una perspectiva de lucha y trabajo educativo prolongados. Será necesario renovar nuestros cuadros. Que los que no estén a la altura de la tarea, la abandonen. Después de deambu­lar y vacilar algunos volverán a nuestras filas. En el ínterin nos fortaleceremos. Tenemos que educar a una nueva generación en el espíritu de la inflexible intran­sigencia bolchevique. Además del trabajo entre las masas sobre la base de nuestra plataforma, debemos ampliar el trabajo educativo entre la juventud, sin dejar de esforzarnos aunque sea por un solo individuo. Es necesario profundizar el trabajo propagandístico a es­cala internacional. Todo bolchevique serio debe rodearse de gente joven a la que, día a día, iniciará en los pro­blemas fundamentales del marxismo y de la revolución internacional.

6. En la actualidad estoy dedicado principalmente a la preparación de una serie de libros que serán publica­dos simultáneamente en varios idiomas. Este trabajo ocupa actualmente casi todo mi tiempo, y no me permi­te seguir de cerca los problemas del momento. Creo, no obstante, que es el método más económico. En lugar de abordar desde cero cada uno de los problemas, debemos sentar una base ideológica seria y publicar los trabajos y documentos más importantes de la Oposi­ción para que sirvan de referencia en el futuro.

Este trabajo sirve para proteger la herencia de la ideología marxista del bolchevismo frente al revisionis­mo, la calumnia y la vacilación irresponsable. Las épocas de reacción sirven siempre para profundizar la teoría,

7. Es poco lo que puedo informarle sobre las oposi­ciones europea y norteamericana. Estamos ante una gigantesca tarea colectiva de autoclarificación teórica y reagrupamiento de fuerzas en cada país y a escala internacional. Con ese fin tenemos el proyecto de publi­car un boletín internacional, que luego deberá conver­tirse en un periódico que aparezca en varios idiomas.



[1] Los capituladores de la tercera oleada. The Militant, 1º de julio de 1929; las secciones 6 y 7, omitidas en esa versión, fueron traducidas [al inglés] para este volumen [de la edición norteamericana] por Jim Burnett, que las tomó del Biulleten Opozitsi, Nº 1-2, julio de 1929. Sin firma. Los capituladores de la “primera oleada” fueron los zinovievistas, a fines de 1927. Los de la “se­gunda oleada" fueron Piatakov, Antonov - Ovseenko y Krestinski.

[2] La política aventurera de Berlín hace referencia a los acontecimientos del lº al 3 de mayo de 1929, cuando las autoridades socialdemócratas prohibieron los tradicionales desfiles y manifestaciones callejeras del Primero de Mayo. Los sindicatos dominados por los socialdemócratas. que constituían la gran mayoría del movimiento obrero organizado, decidieron celebrar el Primero de Mayo en locales cerrados. El PC Alemán rechazó la propuesta, planteada, en­tre otros, por la Oposición de Izquierda, de que sus militantes concurrieran a esos mitines y trataran de persuadir a los afiliados sindicales de que salieran a la calle. En cambio, llamó a boicotear los mitines sindicales y a “ganar la calle” con una manifestación del PC. Sus dirigentes explicaban esta actitud diciendo: “El Primero de Mayo será, tanto para el proletariado como para la policía, un ensayo general de la inminente guerra civil. Si no conseguimos sacar a la calle a cientos de miles de obreros, pronto se instalara en Alemania un régimen de terror fascista mucho peor que el de Bulgaria e Italia” (The Mili­tant, 1º de julio de 1929). Pese a su retórica sobre el “ensayo de la inminente guerra civil”, el PC no dirigió seriamente las batallas callejeras, en las que los obreros que siguieron su línea fueron sitiados y sometidos a un tiroteo impla­cable. En tres días hubo veintisiete muertos y cientos de heridos, setenta y cinco de gravedad. Nadie puso en duda que la policía dominó totalmente la situación. El PC, que decía contar con el apoyo de la “inmensa mayoría” de los trabajadores alemanes, llamó a una huelga general contra la masacre poli­cial, pero no le respondieron mas de cincuenta mil obreros en todo el país. Luego de ese fracaso, el PC llamó en Berlín a una huelga general de veinticuatro horas en honor a los mártires; al final no hubo paro y sólo concurrieron dos mil personas al funeral. Los acontecimientos de Berlín fueron saludados en toda la Comintern como “una página gloriosa de la historia del movimiento obrero internacional”. En Cantón, el PC Chino organizó en diciembre de 1927 una insurrección, instigado por Stalin, quien en vísperas del Decimoquinto Congreso del PCUS necesitaba una “evidencia” de que su política no había liquidado la revolución china. Como el PC Chino estaba aislado y la insurrec­ción no había sido preparada, la aplastaron en menos de tres días, y costó varios miles de vidas.



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