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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

Ataques físicos, calumnias y provocaciones

Ataques físicos, calumnias y provocaciones

Ataques físicos, calumnias y provocaciones[1]

 

 

Octubre de 1930

 

 

 

La situación de la fracción stalinista en la URSS y en la Comintern, que se vuelve cada vez más crítica (sus bases ideológicas están socavadas y lo demuestran mas claramente cada día que pasa), y los indudables éxitos logrados por la Oposición de Izquierda comunista, obli­gan a los stalinistas a intensificar continuamente su lu­cha en contra nuestra. Esta lucha asume y asumirá distintas formas, que se reducen a tres principales: a) ataques físicos, b) calumnias y c) provocaciones.

En la URSS, los ataques físicos conducen al asesina­to legal de los bolcheviques leninistas (Blumkin, Silov, Rabinovich) por la GPU, es decir, por los Agabekovs o por los Iagodas, que en nada se diferencian de los Aga­bekovs. En China y Grecia se tienden emboscadas para perpetrar los asesinatos. En otros países no han llegado a asesinar; se limitan a asaltar y golpear (como, por ejemplo, en Leipzig).

Por su parte, las calumnias son de distintos tipos, pero su vileza es invariable. Así, en cumplimiento de la orden de Stalin, Bluecher mencionó el caso de dos “trotskistas” que desertaron del Ejército Rojo en el Lejano Oriente. Los diarios soviéticos publican noticias del sabotaje perpetrado por los “trotskistas” en los ferrocarriles y de los desastres ferroviarios que ocasio­nan. Las noticias de este tipo, confeccionadas bajo la supervisión directa de Stalin (que es sumamente hábil para esta clase de cosas), se difunden sistemáticamente. El propósito es claro: preparar nuevos ataques sangrientos contra los revolucionarios firmes que se niegan a traicionar a la Revolución de Octubre.

En Europa estas calumnias tienen un carácter más circunspecto y general: “contrarrevolucionarios”, “se oponen a la defensa de la URSS”, “apoyan a la socialdemocracia”, etcétera. Al dividir, envenenar y debilitar a la vanguardia proletaria, los stalinistas tratan de impedir la conciliación de la Oposición de Izquierda con la base proletaria del partido, porque esa conciliación, que es esencial para el triunfo del comunismo, sería un golpe mortal para el aparato stalinista. Esto confirma una vez más que el régimen de Stalin se convirtió en el principal obstáculo para el desarrollo de la URSS y de la Internacional Comunista.

La tercera forma de lucha -la provocación- se ve muy facilitada por el hecho de desarrollarse entre militantes del mismo partido. La GPU inunda las célu­las, grupos, colonias de deportados, etcétera, de la Oposición con sus agentes, que luego confiesan o arran­can confesiones a otros. Estos mismos agentes de la GPU descubren en la Oposición “agentes de Wrangel” verdaderos o imaginarios, desertores, provocadores de desastres ferroviarios, preparando así el terreno para los ataques sangrientos.

Es indudable que, a medida que la Oposición Inter­nacional crezca, los métodos de provocación serán apli­cados en escala cada vez más amplia contra las demás secciones nacionales; aquí se origina el peligro mayor. Stalin ha demostrado que en la lucha contra la Oposición de Izquierda está dispuesto a emplear todos los métodos, hasta el punto de formar bloques con los di­plomáticos y las fuerzas policiales burguesas. Las cir­cunstancias de la expulsión de Trotsky a Turquía ha­blan por sí mismas. El acuerdo de Stalin y Thaelmann con el gobierno socialdemócrata para impedir el ingreso de Trotsky a Alemania, las conversaciones de Cachin con Bessedovski y Dovgalevski sobre el mismo tema, el bloque de Stalin con el editor del libro calumnioso de Kerenski, el carácter escandaloso de la expulsión de nuestro amigo Andrés Nin[2], dirigente de los comunis­tas españoles, a la Estonia reaccionaria son sólo unos pocos ejemplos de las muchas hazañas del mismo tipo.

Los stalinistas italianos revelaron a la prensa los nombres clandestinos de los militantes de la Oposición, que de esa manera quedaron expuestos a los ataques de la policía. No es necesario agregar que los Agabekovs, que en la GPU se cuentan de a millares, entrenados en la lucha contra los bolcheviques leninistas, no vacilarán en entregar a los oposicionistas a la policía capitalista; en todo caso, Stalin no los castigará por eso.

De manera que la Oposición está cada vez más ex­puesta a los ataques simultáneos, a veces concertados, de los agentes de Stalin y de la policía burguesa y, en ocasiones, no es fácil identificar al que da el golpe. Por ejemplo, hace muy poco tiempo dos agentes provocadores que se hacían pasar por militantes de la Oposi­ción trataron de infiltrarse en el organismo de dirección de la Oposición, y resulta difícil determinar si están a sueldo de la ojrana polaca, de la policía francesa o de la agencia de Stalin. Seguramente habrá muchos casos más por el estilo.

Nuestros camaradas de Leipzig mostraron un tacto notable al negarse a dar a la policía socialdemócrata los nombres de los que atacaron la casa del camarada Buchner, que se había hecho presente respondiendo a una denuncia de los vecinos. No queremos que los crí­menes de los agentes de Stalin sean juzgados por la po­licía socialdemócrata sino por los obreros comunistas. Pero resulta por demás evidente que silos ataques y provocaciones se vuelven más frecuentes, la lógica inexorable de la lucha, independiente de nuestra volun­tad, los sacará a la luz pública; por no mencionar la posibilidad de que un nuevo Agabekov, al pasarse al ban­do capitalista, dé a conocer a la prensa los complots stalinistas contra la Oposición, así como Bessedovski reveló sus negociaciones con Cachin. No es necesario puntualizar cómo, en definitiva, el veneno que estas actividades inyectan en el movimiento obrero atentan contra los intereses de la URSS y el prestigio de la Comintern.

¿Cómo debe reaccionar la Oposición frente a los ataques físicos, calumnias y provocaciones?

1. No nos debemos guiar en nuestras tácticas por el deseo ciego de vengarnos de la policía secreta de Stalin sino por un objetivo político: comprometer los métodos criminales y a sus autores ante los obreros comunistas.

2. Debemos evitar cuidadosamente toda medida que, aun por culpa de los stalinistas, pudiera crear, directa o indirectamente, prejuicios contra la URSS o la Comintern. Y ni por un instante identificamos a la URSS y a la Comintern con la fracción stalinista.

3. Si bien hacemos todo lo que nos permiten nues­tras fuerzas por impedir que el enemigo de clase apro­veche las atrocidades stalinistas para emplearlas contra la revolución proletaria, es, no obstante, indispensable comunicar a las bases comunistas, oralmente, mediante cartas circulares y en nuestras intervenciones en las reuniones partidarias todos los ataques, calumnias y provocaciones que se hayan podido verificar.

4. Tras cada nueva instancia susceptible de desper­tar la conciencia revolucionaria de los obreros comunis­tas, es indispensable explicar y repetir una y otra vez que la Oposición de Izquierda comunista sólo quiere llevar a cabo una lucha ideológica abierta y fraternal en bien de los intereses de la revolución proletaria, y que la Oposición llama incansablemente a los militantes del partido a implantar métodos de lucha ideológica hones­tos, sin lo cual no se puede educar a los verdaderos revolucionarios.

5. Al elegir los delegados a las conferencias, miem­bros de organismos locales y centrales de la Oposición, directores de periódicos, etcétera, se debe estudiar cuidadosamente la trayectoria del candidato para impedir la infiltración de agentes provocadores. Una de las formas de control más eficaces consiste en realizar una investigación entre los obreros que hayan mantenido un contacto prolongado con la persona en cuestión.

6. Cuando las organizaciones de la Oposición se enteren de que algún agente de Stalin está preparando un nuevo ataque o provocación, deben informar por escrito a los organismos de dirección del Partido Comu­nista, advirtiéndoles que, a la vista de los obreros comunistas, arrojaremos en la cara de los propios diri­gentes la responsabilidad por los crímenes que están preparando.

7. Ante cualquier caso del tipo de los mencionados en el punto anterior, se debe informar inmediatamente al Secretariado Internacional, indicando con precisión todas las circunstancias, nombres de los participantes, etcétera. Eso nos permitirá realizar una campaña a nivel internacional.

No dudamos -y toda la experiencia pasada del movimiento revolucionario lo avala- que si nuestras secciones luchan con firmeza, perseverancia y en actitud vigilante, los métodos ponzoñosos del stalinis­mo se volverán en contra del propio stalinismo y servirán para fortalecer la posición de los bolcheviques leninistas.



[1] Ataques físicos, calumnias y provocaciones. International Bulletin, Oposición de Izquierda comunista, edición en inglés, Nº 2, 1º de marzo de 1931, donde apareció con el título Una advertencia necesaria. Llevaba la firma “Secretariado Internacional” y la fecha 12 de octubre de 1930.

[2] Andrés Nin ( 1892-1937): uno de los fundadores del PC español y secretario de la Internacional Sindical Roja, fue expulsado en 1927 por pertenecer a la Oposición de Izquierda. Fue uno de los fundadores de la Oposición de Izquierda Internacional y dirigió la sección española que rompió con la Oposición de Izquierda Internacional en 1935 para unirse a la Federación Catalana y fundar el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). Durante un breve período fue ministro de justicia del gobierno catalán, pero los stalinistas lo arrestaron y asesinaron.



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