Logo
Logo
Logo

Escritos de León Trotsky (1929-1940)

Al Consejo de Redacción de Prometeo

Al Consejo de Redacción de Prometeo

Al Consejo de Redacción de Prometeo[1]

 

 

19 de junio de 1930

 

 

 

Estimados camaradas:

 

Recibimos la extensa carta de ustedes fechada el 3 de junio. Lamentablemente, en lugar de aclarar malen­tendidos sirvió para agravarlos.

1. No existe el menor “contraste” entre mi última Carta abierta y mi respuesta del año pasado a la carta abierta de ustedes. Lo único que las separa son varios meses de intensa actividad desplegada por la Izquierda comunista Internacional. En ese momento, una cierta dosis de ambigüedad en su posición podía haber pare­cido algo circunstancial, incluso parcialmente inevita­ble. Es perfectamente obvio que las condiciones en que se hallaba el camarada Bordiga,[2] el dirigente principal de la fracción de ustedes, podían haber explicado el ca­rácter contemporizador de su posición (sin disminuir, desde luego, sus efectos perjudiciales) Al responder a su Carta abierta, tuve muy en cuenta esta circunstancia tan importante, aunque personal. Conozco y valoro al camarada Bordiga lo suficiente como para apreciar el papel excepcional que desempeña en la vida de su frac­ción. Pero, como ustedes indudablemente reconocerán esta consideración no puede eclipsar a todas las demás:

Suceden acontecimientos, surgen nuevos interrogantes y se necesita respuestas claras. Hoy, la ambigüedad conservadora de la posición de ustedes es un síntoma cada vez más peligroso.

2. Ustedes dicen que en todo este tiempo no se han desviado en un ápice de la plataforma de 1925, a la que caractericé como un documento excelente en varios sentidos. Pero a una plataforma no se la crea para “no desviarse de ella” sino para aplicarla y desarrollarla. La plataforma de 1925 fue un buen documento para el año 1925. En los cinco años siguientes, se produjeron grandes acontecimientos. La plataforma no da respuesta a ninguno de ellos. Querer responder a los interro­gantes planteados por la situación de 1930 con referencias a la plataforma de 1925 es sostener una política ambigua y evasiva.

3. Ustedes atribuyen el no haber participado en la conferencia de París al hecho de que nuestra carta de invitación se extravió en el correo. Si esa fue la única ra­zón, había que plantearlo abiertamente en la prensa. Su grupo no publicó ninguna nota por el estilo en La Verité. ¿Le hizo, quizás, en Prometeo? De la lectura de la carta, empero, surge claramente que no se trata de un error provocado por el correo.

4. Ustedes dicen que “la conferencia careció totalmente de preparación ideológica”. Para mí, esta afirmación no sólo es falsa sino directamente fantasiosa. En Francia, más que en ningún otro lado, la preparación ideológica fue intensa y fructífera (La Verité, La Lutte de Classes, folletos). En el transcurso del año pasado, tuvo lugar en todos los países, una intensa lucha ideológica que nos llevó a separarnos de supuestos “compañeros”. La ruptura con Souvarine y Paz en Francia, con Urbahns en Alemania, con el grupito de Pollack en Checoslovaquia y con otros, fue el elemento más importante en la preparación ideológica de la con­ferencia de auténticos comunistas revolucionarios. Ig­norar esta obra tan importante es enfocar el problema con un criterio sectario, no revolucionario.

5. Considero que su concepción del internacionalis­mo es errónea. En última instancia, ustedes conciben a la internacional como una suma de secciones nacionales o como el producto de la influencia recíproca de seccio­nes nacionales. Esta concepción de la Internacional es, en el mejor de los casos, unilateral, no dialéctica y, por consiguiente, errónea. Si la izquierda comunista de todo el mundo agrupara solamente a cinco individuos, estos tendrían igualmente la obligación de construir una organización internacional simultáneamente con una o más organizaciones nacionales.

Es erróneo considerar que la organización nacional es el cimiento y la internacional el techo. La relación entre ambas es totalmente distinta. Marx y Engels iniciaron el movimiento comunista en 1847 con un docu­mento internacional y con la creación de una organiza­ción internacional. Lo propio ocurrió en la creación de la Primera Internacional. La Izquierda de Zimmerwald recorrió la misma senda al preparar la Tercera Internacio­nal. Es mucho más imperioso seguir esta senda hoy que en la época de Marx. Desde luego, es posible, en la época del imperialismo, que surja una tendencia prole­taria revolucionaria en tal o cual país, pero ésta no puede florecer y desarrollarse en un país aislado; al día siguiente de su creación debe buscar o establecer vínculos internacionales, una plataforma internacional, una organización internacional, porque éste es el único camino que puede garantizar la corrección de la línea nacional. Una tendencia que se encierre en los marcos nacionales durante años, se condena irremediablemente a la degeneración.

6. Ustedes se niegan a responder a la pregunta sobre el carácter de sus diferencias con la Oposición Internacional, con el argumento de que no existe un documento internacional principista. Considero que este enfoque del problema es puramente formal, muerto, ni político ni revolucionario. Una plataforma o programa es el resultado de las amplias experiencias que son fruto de las actividades conjuntas, basadas en una serie de ideas y métodos compartidos. La plataforma de 1925 no nació el primer día que surgieron como fracción. La Oposición rusa elaboró su plataforma en su quinto año de lucha y, aunque apareció dos años y medio después que la de ustedes, también está perimida en muchos aspectos.

Posteriormente, cuando apareció el programa de la Internacional Comunista, la Oposición rusa escribió una crítica al mismo. Esta crítica, que fue - por su esen­cia, no por su forma - fruto de un trabajo colectivo, apareció, igual que la mayoría de los documentos re­cientes de la Oposición, en varios idiomas. En este te­rreno se produjo una importante lucha ideológica (en Alemania, en Estados Unidos). Los problemas de táctica sindical, el “tercer período”, el plan quinquenal, la colectivización, la actitud de la Oposición de Izquierda hacia los partidos oficiales, etcétera: todas estas cues­tiones de principio fueron tema de una seria discusión y elaboración teórica en la prensa comunista internacional. Esta es la única manera de elaborar una platafor­ma o, dicho más correctamente, un programa. Cuando ustedes afirman que no les han ofrecido un “documento programático” ya elaborado y que, por lo tanto, no pueden responder a las preguntas relativas a sus dife­rencias con la Izquierda Internacional, demuestran una concepción sectaria de los métodos y medios para llegar a la unificación ideológica; demuestran lo aislados que están de la vida ideológica de la Izquierda comunista.

7. Los grupos que se unificaron en la conferencia de París no aspiraban al monolitismo mecánico, ni se lo propusieron como objetivo. Pero los une la convicción de que la experiencia viva de los años recientes garanti­za su unidad, por lo menos en la medida en que puedan seguir colaborando organizadamente a escala interna­cional y, en particular, seguir elaborando una platafor­ma en común con todas las fuerzas internacionales a su disposición. Cuando yo preguntaba sobre la profundi­dad de sus diferencias con la Izquierda Internacional no esperaba una respuesta formal sino una respuesta polí­tica y revolucionaría del siguiente tenor: “Si, creemos que se puede empezar a trabajar con los grupos men­cionados, entre los cuales defenderemos nuestras propias posiciones sobre una serie de problemas.”

Pero, ¿cuál fue la respuesta? Dicen que no partici­parán en el Secretariado Internacional hasta que reci­ban un documento programático. Esto significa que otros deben elaborar un documento programático sin su participación, mientras que ustedes se reservan el de­recho a la revisión final. Esto nos parece el colmo de la contemporización, la evasión y el aislamiento nacional.

8. Es igualmente formal la declaración de que los estatutos de la Liga Comunista Francesa les resultan inaceptables porque se solidarizan con los cuatro pri­meros congresos mundiales de la Internacional Comu­nista. Es muy probable que no haya un solo camarada en Francia que considere que todas las resoluciones de los cuatro primeros congresos son infalibles e inmuta­bles. Lo importante aquí es la línea estratégica fundamental. Si ustedes se niegan a construir sobre los ci­mientos puestos por los cuatro primeros congresos, ¿qué les queda?

Por un lado se niegan a aceptar como fundamento las resoluciones de los cuatro primeros congresos. Por otro, rechazan o ignoran olímpicamente el trabajo programático y táctico desarrollado por la Izquierda Inter­nacional en los últimos años. A cambio de eso, ¿qué proponen? ¿acaso la plataforma de 1925? Pero, a pesar de todas sus virtudes, esta plataforma no es más que un documento circunstancial que no responde uno solo de los problemas planteados en la actualidad.

9. Lo que más me extraña en la carta de ustedes es la parte en la que expresan su indignación ante el “in­tento” de crear una Nueva Oposición en Italia. Hablan de una “maniobra”, “un experimento destinado a crear confusión”, etcétera. Por lo que puedo juzgar, se refieren a una nueva ruptura en la fracción centrista dominante en el Partido Comunista Italiano, una de cu­yas alas brega por acercarse a la Izquierda Internacional. ¿Dónde está la “maniobra”? ¿En qué consiste la “confusión”? ¿De dónde surge? El hecho de que un grupo, al separarse de una fracción antagónica, busque unirse a nosotros es una conquista importante. La fusión, naturalmente, sólo puede llevarse a cabo sobre bases principistas, es decir, sobre la base de la teoría y la práctica de la Izquierda Internacional. Los camaradas que pertenecen a la Oposición Italiana me han enviado caras personales y una serie de documentos. Respondí a las preguntas de los camaradas en forma exhaustiva y explícita. Seguiré haciéndolo en el futuro. Yo, por mi parte, también les formulé preguntas. Cuando les pre­gunté, en particular, qué actitud tenían hacia los bordi­guistas, me respondieron que, a pesar de las diferen­cias existentes, consideraban que la colaboración era tan posible como necesaria. ¿Dónde está la “maniobra”?

Por un lado la Oposición Internacional no les merece la suficiente confianza como para participar en su traba­jo colectivo. Por el otro, es evidente que consideran que la Oposición Internacional no tiene derecho a ponerse en contacto con los comunistas italianos que se declaran solidarios con ella. Queridos camaradas, ustedes pier­den todo sentido de la proporción y van demasiado le­jos. Esta es, en general, la suerte que corren los grupos encerrados y aislados.

Naturalmente, podemos lamentar que las relaciones y negociaciones con la Nueva Oposición Italiana se realicen sin la participación de ustedes. Pero la culpa es suya. Para participar en estas negociaciones, tendrían que haber participado en toda la actividad de la Oposi­ción Internacional, es decir, tendrían que haber ingre­sado a sus filas.

10. En lo que concierne al grupo de Urbahns, piden un informe de toda su actividad para poder definir una posición. Y en este sentido recuerdan que la plataforma de la Oposición rusa menciona al grupo de Urbahns como una organización ideológicamente cercana. Sólo me queda lamentar que hasta el momento no hayan considerado su deber definir una posición respecto de una cuestión que agitó a la Oposición Internacional du­rante muchos meses, provocó una ruptura en Alemania y luego condujo a la formación de una Oposición de Iz­quierda Unificada, totalmente separada de Urbahns. ¿Qué está implícito en la mención que hacen del programa ruso? Sí, en su momento defendimos al grupo de Urbahns (como defendimos al de Zinoviev) contra Sta­lin. Sí, una vez creímos que podríamos enderezar la línea política del grupo de Urbahns de conjunto.

Pero la historia no se detuvo. No lo hizo en 1925 ni en 1927. Después de que publicamos nuestra platafor­ma, ocurrieron acontecimientos importantes. Los zinovievistas capitularon. La dirección de la Leninbund Co­menzó a alejarse del marxismo. Puesto que no actua­mos a la ligera cuando se trata de cortar vínculos políticos, escribimos decenas de artículos y cartas para tra­tar de convencer a la Leninbund de que cambiara su po­lítica. Fracasamos. Una serie de acontecimientos nuevos alejó aun más al grupo de Urbahns. Un sector importante de la propia organización rompió con él. La evolución política está repleta de contradicciones. El pasado ha mostrado, y el futuro seguirá mostrando, no pocos casos en que los compañeros o semicompañeros de ayer son los enemigos de hoy. Las causas de la ruptura entre la Oposición Internacional y la Leninbund fueron discutidas públicamente en toda la prensa de oposición. Personalmente, dije todo lo que tenía que decir al respecto en un folleto especial. No tengo nada que agregar, sobre todo porque lo que discutimos aquí son hechos consumados. Ustedes no plantean esta cuestión en relación a los hechos, sino a mi carta esto demuestra una vez más hasta qué punto ignoran la vida política y teórica real de la Oposición Interna­cional.

 

Con saludos comunistas,

 

L. Trotsky



[1] Al Consejo de Redacción de Prometeo. Fourth International, septiembre-octubre de 1947. Fourth International era la revista que expresaba las posiciones del Socialist Workers Party después de que New International fue copada por Burnham y Shachtman en 1940; en 1956 tomó el nombre de International Socialist Review.

[2] Bordiga, que había cedo arrestado por el régimen de Mussolini en 1926 y confinado en una isla remota, había obtenido su libertad en virtud de una amnistía restringida, pero la policía seguía vigilándolo estrechamente.



Libro 1