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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

Una invitación del Comité Dies

Una invitación del Comité Dies

Una invitación del Comité Dies[1]

 

 

28 de noviembre de 1939

 

 

 

Estimados amigos:

No sin cierta sorpresa, debo confesarlo, encontré en vuestras actas de la reunión del 17 de octubre una moción del camarada Kelvin [Burnham] sobre la presen­tación de “Y” [Trotsky] ante el Comité “X” [Dies].[2]

1) Sobre el aspecto puramente formal de la cuestión: me invitaron por teléfono y luego por telegrama. Para no obstaculizar en nada una excelente oportunidad que consideré excepcionalmente favorable desde el punto de vista político, de inmediato contesté afirmativamente. Al mis­mo tiempo les escribí a ustedes pidiéndoles opinión sobre el asunto. Naturalmente, si se hubiera adoptado una reso­lución formal y terminante [por parte de la dirección del SWP] contra mi presentación, la hubiera acatado con una declaración pública explicando las razones políticas de esa decisión. Antes de telegrafiar mi respuesta al Comité consulté con los camaradas que viven conmigo, y todos estuvieron de acuerdo en que se trataba de una oportuni­dad excepcional que teníamos que utilizar.

2) Se puede considerar al Comité desde dos puntos de vista: a) como una comisión investigadora parlamentaria, b) como una especie de “tribunal”, ¿dirá el camarada Kelvin que debemos boicotear el parlamentarismo o la justicia burguesa?

3) El Comité, como todo el parlamento, es reacciona­rio y persigue objetivos reaccionarios; pero cuando parti­cipamos en la actividad parlamentaria lo hacemos con el propósito de combatir estos objetivos reaccionarios. ¿Por qué no podemos seguir la misma política con una comi­sión del parlamento? Si tuviéramos nuestros propios representantes insistirían, por supuesto, en que uno de ellos participara en el Comité para contrarrestar las maniobras reaccionarias. ¿Por qué un testigo no puede jugar el mismo rol?

4) Nosotros mismos creamos un comité de burgueses liberales para investigar los juicios de Moscú [la Comisión Dewey]. Ahora tenemos un comité parlamentario que, por la situación en que se encuentra, se ve obligado a investigar muchas cosas relacionadas con los juicios de Moscú. Los fiscales de estos falsos juicios comparecieron ante el Comité como testigos en contra de nosotros. ¿Por qué no podemos comparecer ante el Comité para estable­cer la verdad? El público de este Comité es miles de veces más numeroso que el de la Comisión Dewey.

5) ¿O dirá el camarada Kelvin que en el primer caso tratábamos con liberales y en el segundo con reacciona­rios? No entraré en la evaluación política de los miem­bros de ambos comités, pero sabemos muy bien que el mismo Dewey hizo todo lo posible para comprometer al bolchevismo en general apoyándose en el trabajo de la Comisión. Lo sabíamos de antemano, pero sabíamos tam­bién que las ventajas que ganaríamos con la investigación serían incomparablemente más importantes que las des­ventajas derivadas de los objetivos políticos de Dewey.

6) Esa severa diferenciación entre burgueses liberales y burgueses reaccionarios me recuerda un poco a la diferen­ciación entre los pactos buenos con la democracia y los pactos malos con los países fascistas, pero no entraré aquí en este terreno más amplio. Cabe agregar tan sólo que, respecto a la composición del Comité Dewey, asumimos la responsabilidad por ella desde el momento que reconocimos plena autoridad a sus resoluciones, mientras que el Comité “X” es una institución estatal que únicamente usamos como tribuna.

 7) Cuando comenzaron las audiencias del Comité “X” aparecieron en Socialist Appeal algunos artículos escritos con mucha negligencia en los que se confundían las deposiciones de algunos renegados con la presentación en general ante el Comité. Este análisis negligente se explica fácilmente por el hecho de que ninguno de nosotros pensó en ese momento en la posibilidad de comparecer ante el Comité para proclamar la posición marxista. Pero sería un crimen aferrarse a algunas formulaciones falsas y perder una extraordinaria posibilidad política.

8) Evitar la tentación y escapar al riesgo de caer en el pecado absteniéndose, no apareciendo, no interviniendo, es propio de un radicalismo puramente negativo, pasivo y estéril. El radicalismo revolucionario consiste en acudir si es necesario al territorio del enemigo y combatirlo con sus propias armas.

9) Lo que más me asombró fue que el autor sea el camarada Kelvin que fue, con pleno derecho, protagonis­ta principal de nuestra acción en favor de la iniciativa del referéndum de guerra,[3] que es una medida puramente parlamentaria.

10) Ni tampoco puedo estar de acuerdo con la posi­ción del camarada Levine de que la presentación de “Y” ante el Comité está al mismo nivel que el hecho de que “T” [Trotsky] escriba en la prensa burguesa, y que nin­gún camarada norteamericano tiene que presentarse como testigo voluntario ante el Comité “X”. Que “T” escriba en la prensa burguesa es por cierto “excepcional” debido a su pasado, etcétera, pero no lo es de ninguna manera la presentación ante el Comité. Creo incluso que el camara­da “Y” debe mencionar en su deposición que varios camaradas norteamericanos son más competentes que él en tal o cual cuestión para dar ocasión al Comité de citarlos. Sería una vía excelente de popularizar a algunos de nuestros camaradas ante un amplio sector de la opi­nión pública.

11) Les ruego considerar esta última idea como una propuesta práctica que someto a la decisión de ustedes.

Fraternalmente,

 

Hansen [Trotsky]



[1] “Una invitación del Comité Dies”. De las minutas del comité político del Socialist Workers Party, 5 de diciembre de 1939 Firmado “Hansen”. Por razones de seguridad, Trotsky utilizó varios seudónimos en esta carta; los nombres verdaderos figuran entre corchetes. En octubre de 1939 Trotsky fue invitado a atestiguar ante el Comité Dies y aceptó. A posteriori de eso, un miembro del comité político del SWP, James Burnham, presentó una moción desaprobando la aceptación de Trotsky, solicitándole que reconsiderara su actitud y se negara a declarar y proponiendo que el SWP públicamente no asumiera la responsabilidad por el hecho y criticara a Trotsky si éste no se avenía a aceptar el planteo. Otro miembro del comité político aprobó la actitud de Trotsky sobre la base de que significaba lo mismo que los artículos que Trotsky escribía para la prensa burguesa, pero quería que se prohibiera a cualquier miembro del SWP atestiguar voluntariamente ante la HUAC. Ambas mociones fueron derrotadas por el Comité político, que aprobó la tesitura de Trotsky de declarar a causa “del valor propagandístico de tales testimonios para nuestro movimiento”.

[2] James Burnham (1905- ): era entonces dirigente del Socialist Workers Party. Rompió con el SWP en 1940, y luego le convirtió en un propagandista del macartismo y de otros movimientos de ultraderecha y en editor de la derechista National Review. Durante el período de la guerra fría se presentó voluntariamente a declarar ante los cazadores de brujas gubernamentales para colaborar con los esfuerzos de los mismos por proscribir a las organizaciones marxistas de Estados Unidos.

[3] El Referéndum sobre la guerra fue la enmienda Ludlow, una propuesta de enmienda a la Constitución de Estados Unidos que requeriría un referéndum popular directo para el caso de declarar una guerra. Tomó su nombre del representante por Indiana, Louis Ludlow, quien primero presentó la resolución al Congreso. La volvió a presentar en 1937, y el senador LaFollette presentó un proyecto similar en el senado. El 10 de enero de 1938 la Cámara rechazó la resolución Ludlow. Con anterioridad, en esa misma semana, la encuesta de opinión publica Gallup había mostrado que el setenta y dos por ciento del pueblo norteamericano era favorable al referéndum. El Socialist Workers Party aprovechó la pro­puesta de Ludlow pues planteaba que encajaba con su programa de demandas transicionales y, utilizando la consigna “Que el pueblo vote sobre la guerra”, llevó a cabo una campaña de agitación en favor del citado referéndum popular.



Libro 6