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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

Preguntas sobre las declaraciones de la señora Carmen Palma

Preguntas sobre las declaraciones de la señora Carmen Palma

Preguntas sobre las declaraciones de la señora Carmen Palma[1]

 

 

Julio de 1940

 

 

 

1) El 29 de mayo la señora Carmen Palma le informó al coronel Salazar que ella estaba “completamente segura de que el 23 de mayo se celebró una sesión absolutamente secreta en la oficina de Trotsky, entre él y sus guardias [...]” ¿Cuál es el significado de las palabras “absolutamente secreta”? ¿Cuál fue exactamente la diferencia entre esa conferencia y muchas otras que la precedieron?

2) En la misma deposición, la señora Carmen enumera la participación en la supuesta conferencia por sus nombres y apellidos. ¿Quién hizo esta lista, el investigador o la deponente? ¡No es notable que ella pudiera decir de memoria, ante el juez, los nombres y apellidos de todos los participantes!

3) La señora Carmen dice que la conferencia “duró desde las 3.30 hasta casi las 6 de la tarde”. ¿La hora y extensión de esta conferencia fueron extraordinarias, o fueron exactamente las mismas que las de las conferen­cias ordinarias?

(La realidad es que todas mis reuniones con guardias, visitantes, etcétera, tienen lugar entre las 3.30 y las 6 de la tarde.)

4) La deposición de la señora Carmen se efectuó el 29 de mayo, esto es, seis días después de la supuesta conferencia, y esos seis días estuvieron plagados de hechos inusuales. ¿No cree posible la señora Carmen que su memoria la esté engañando, y que la conferencia en que está pensando haya tenido lugar el 17 o el 20 de mayo?

5) La señora Carmen afirma que “tanto Otto como Charlie estaban visiblemente nerviosos. Aquél más que éste, pues corrían permanentemente de sus cuartos a la oficina de Trotsky y hablaban con éste discretamente, como si algo pasara”. ¿A qué hora tuvieron lugar estas entrevistas? ¿Cómo puede ella decir que Otto y Charlie estaban nerviosos? ¿Qué significa que hablábamos “discretamente”? ¿Desde qué punto privilegiado la señora Carmen contemplaba las entrevistas? ¿Desde dónde oía las conversaciones? Por ejemplo, escuchó tras de la puerta. ¿En qué se diferencian estas conversaciones “discretas” de las ordinarias?

(La diferencia debe de haber sido maravillosa, ya que dice que se retiró a su cuarto “preocupada por lo que había visto”.)

6) La misma mujer afirma que se retiró “a descansar alrededor de las 9, cuando Harold, Robert Sheldon y Jake estaban en los cuartos de los guardias, lo que le pareció extraño”. En esta declaración, la mala fe de la señora Carmen es evidente. Ella sabe muy bien que entre las 9 y las 10 de la noche, dos, tres, cuatro y hasta cinco guardias están en sus cuartos al mismo tiempo, porque el reloj más exacto de la casa, el teléfono, el libro de instrucción, el libro de visitantes, la lista de tareas y compras diarias, el estuche para las armas de fuego, la munición y las herramientas para limpiarlas, las lámparas, los faroles a gasolina, el botiquín de primeros auxilios e incluso la comida para los guardias están ubicados en su chalet. Todas estas cosas son usadas, sacadas y devueltas a su lugar por los guardias docenas de veces al día. En el chalet intercambian observaciones y se reparten su traba­jo durante breves reuniones improvisadas. Cuando la pro­pia señora Carmen quería usar el teléfono, siempre solía encontrar dos o tres guardias en el chalet. Especialmente después de la cena, permanecen allí hasta las 11 para charlar, tomar café o té, discutir cuestiones de seguridad y preparar su trabajo para el día siguiente. Repito que la señora Carmen conoce esto perfectamente bien, y afirmar que la presencia de tres guardias en el chalet “parecía extraño” es una mentira deliberada.

7) Continúa: el turno “le tocó a Harold hasta la 1 de la mañana, en que sería relevado por Robert Sheldon hasta las 4 de la mañana, según el procedimiento establecido”. La afirmación es correcta, pero dónde y cuándo supo ella del "procedimiento establecido" es un misterio. ¿Por qué estaba interesada en el “procedimiento establecido” en la noche del 23 al 24? Como el procedimiento no tenía nada que ver con sus obligaciones, debió haber sentido un interés especial por el mismo. ¿Cuál era ese interés?

8) La señora Carmen agrega que “todavía en su cama, oyó a Trotsky gritarle a Belem,[2] preguntándole si ella había visto a la deponente, y si algo le había ocurrido [...]” ¿Por qué permaneció en la cama después del ataque, cuando todos los demás estaban ya levantados y en la escena de los hechos intercambiando impresiones, etcétera?

9) Y continúa inmediatamente: “[...] a lo que Belem contestó no, pero el señor Trotsky dijo entonces que era su obligación asegurarse de que todo estaba en orden [...]” De estas palabras se puede deducir claramente que la señora Carmen oyó perfectamente lo que se decía en el patio: mi conversación con Belem, mi preocupación por la propia señora Carmen, pero no abrió la boca ni salió de la cama. Todo esto da la impresión de que se sentía avergonzada. ¿Por qué? ¿Tenía ya en ese momento la idea del autoatentado?

10) Declara que pudo “advertir con absoluta certeza una cápsula servida sobre la funda de la almohada del señor Trotsky, y otra en el medio de la cama” aunque en ese momento no le llamó la atención a causa del shock producido por los acontecimientos, pero luego pensó en ello y dijo: “cómo podían estar allí esas dos cápsulas cuando [...] el señor y la señora Trotsky siempre insistieron en que los asaltantes nunca entraron a su dormitorio”. La contradicción se indica aquí correctamente, pero plantea la cuestión de si la misma fue establecida por la propia señora Carmen o le fue sugerida por un tercero. ¿Por quién, para ser precisos? ¿Puede ella manifestar a qué distancia caen las cápsulas de un arma, y si las mismas son de revólver o ametralladora? Dígannos si le preguntó a mi esposa de dónde venían las cápsulas o si permaneció en silencio. ¿Por qué se quedó callada? ¿No habría sido más natural preguntar, averiguar, cambiar impresiones, como lo hicieron los otros? ¿No es el mutismo de la señora Carmen un signo evidente de su confusión interior?

11) La propia señora Carmen dice que “luego pensó en ello”. ¿Cuándo exactamente? ¿Fue el 24 o el 29, día en que hizo la deposición, cuando pensó sobre la contra­dicción entre la presencia de las cápsulas y las decla­raciones de los Trotsky en el sentido de que nadie entró al dormitorio? ¿Dedujo ella por sí sola de esta contradic­ción que el ataque fue un autoataque? Pero el autoataque significa que los propios Trotsky dispararon armas sobre sus propias camas y deliberadamente esparcieron cápsulas por el lugar. ¿Qué razón pudieron haber tenido en ese caso para negar que los atacantes entraron a su dormitorio? Este hecho no prueba la teoría del autoatentado; prueba lo absurdo de la teoría del autoatentado.

12) Dice acerca de mi nieto que “según otras declara­ciones, él había sido herido en el pie por una bala de rebote, pero que ella no había visto ninguna herida” (!) Esta declaración es deliberadamente incompleta y, a causa de sus omisiones, deliberadamente falsa. “Ella no había visto ninguna herida.” ¿Se ocupó ella o no del vendaje de su herida? ¿Acompañó al niño al doctor aunque sea una vez? Si no, ¿cómo pudo haber visto la herida? Pero no pudo dejar de advertir que el niño pasó varios días en el sofá para que no se le abriera la herida, y que se le llevaba diariamente al doctor para su curación. Además, no pudo dejar de advertir que el piso de la biblio­teca estaba lleno de manchas de sangre, que se produjeron cuando el niño corrió desde su habitación a la biblioteca, por el patio, al mirar por la ventana, después de pasar por el comedor. La señorita Belem lavó el piso y, habiendo visto las huellas, no pudo haber dejado de mencionar el hecho a la señora Carmen. Si no mencionó estos hechos, fue por mala fe.

13) Más adelante, la señora Carmen declaró: “Los Trotsky, lo mismo que su nieto, los guardias y la pareja francesa,[3] mantuvieron la más absoluta calma, como sino no hubiera ocurrido un atentado que puso en peligro sus vidas [...]” “Absoluta calma” es una falsa expresión. Después de haber escapado a un peligro mortal, todos estaban algo excitados y aliviados, alterados sólo a causa de la desaparición de Robert Sheldon. Todos se preguntaban acerca de los detalles de lo que había ocurrido, etcétera. Si hubo una “calma” sospechosa fue la de la señora Carmen, que no abandonó su habitación hasta que Belem, y luego mi esposa, la fueron a ver a pedido mío. Esta indiferencia se agrava por el hecho de que después de haber visto las cápsulas vacías no preguntó nada, sino que se limitó a guardar silencio.

14) Añade que “luego, se encontró con el sargento Casas de nuevo y, al discutir la cuestión con él, éste le transmitió su impresión de que había habido un autoatentado, y cuando ella le preguntó qué era, Casas contestó que era un ataque preparado por ellos mismos”.

¿Cuándo hizo Casas esta revelación? ¿Antes de que Carmen reflexionara sobre las cápsulas vacías o después? Si la declaración sobre Casas es cierta, es una acusación muy seria contra el propio Casas. Puede interpretarse que Casas le aconsejó a Carmen: “como nadie murió, podemos decir que se trató de un autoatentado”. El hecho de que Carmen no nos dijera nada acerca de esta desgraciada insinuación de parte de Casas puede ser interpretado como complicidad. Cuando mi esposa le preguntó a Carmen porqué ocultó durante varias semanas la insinuación de Casas acerca del “autoatentado”, contestó que Casas le prohibió hablar de ello. ¿Pero, cómo puede explicarse su obediencia ante esta prohibición de Casas?

Se me ocurre que una confrontación entre el señor Casas y la señora Carmen Palma sería muy importante.

15) A comienzos de junio, cuando la prensa publicó la noticia de que Otto Schuessler y Charles Cornell habían sido arrestados como consecuencia de la declaración de Carmen Palma, la misma manifestó por su propia iniciati­va que ella nunca había dicho nada contra ellos, y que su declaración, que nunca había leído, debe haber sido completamente tergiversada. Hoy resulta claro que la seño­ra Carmen trató de engañar a los miembros de mi casa por la calumnia que transmitía a los investigadores.

16) La señora Carmen dedujo también un “autoatentado” del hecho de que “todos alegaron no haber produci­do los disparos” (la misma deducción, de una manera más general, fue hecha por la señorita Belem). ¿Pero en qué pudo consistir el autoatentado? Evidentemente, en autodisparos efectuados por autotiradores. Si los habitantes de la casa, los “autoatacantes”, no dispararon, entonces, ¿quién disparó? Para darle autenticidad al autoatentado, los guardias deben haber efectuado los disparos. Si no fueron los que lo hicieron, fue porque se vieron imposibilitados de abandonar sus habitaciones bajo el ataque de las ráfagas de ametralladora. Precisamente, el hecho de que los guardias estuvieran paralizados demuestra la gravedad del ataque.

El coronel Salazar y otros investigadores me preguntaron varias veces si sospechaba de la servidumbre femenina. Contesté que no tenía razones personales para tales sospechas, pero que era posible que los stalinistas pudieran haberse hecho pasar por “galanteadores” de la servi­dumbre femenina, como lo hacían con la policía. Por entonces, no estaba al tanto de las declaraciones de la señora Carmen y la señorita Belem. Las leí por primera vez el 5 de julio, cuando recibí copias de las mismas, y las dos declaraciones me impresionaron profundamente, pues ambas son casi idénticas e igualmente deshonestas.

Estas declaraciones no pueden haber sido espontáneas. O la señora Carmen estaba en alguna medida implicada en el atentado o, por lo menos, existe alguna persona que organizó las declaraciones de las dos mujeres. La tarea de la investigación es aclarar el misterio.



[1] "Preguntas sobre las declaraciones de la señora Carmen Palma”. Con autorización de la biblioteca de la Universidad de Harvard. Traducido para este libro del español por Naomi Allen. Carmen Palma era la cocinera de la casa de Trotsky.

[2] Belem Estrada era el ama de llaves en la casa de Protsky.

[3] La pareja francesa eran Albert y Marguerite Thevenet Rossmer, amigos de Trotsky desde la primera guerra mundial, que habían llevado a México al nieto de Trotsky y eran huéspedes de la casa en el momento de producirse el intento de asesinato.



Libro 6