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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

Resultados del entrismo y las próximas tareas

Resultados del entrismo y las próximas tareas

Resultados del entrismo y las próximas tareas[1]

 

 

6 de octubre de 1937

 

 

 

Trotsky: Creo que sería un grave error dedicar una parte importante del congreso a la discusión de este problema. Ahora el problema será resuelto por la marcha de los acontecimientos, por el proceso. Por otra parte, creo que sería imposible evitar por completo que se expresen opiniones al respecto. Pero debe limitarse a dos declaraciones breves, porque el Comité Nacional está obligado a mencionar en su informe el entrismo en el PS: Permanecimos durante un año, entramos con tales y tales fuerzas, después de un año hacemos el siguiente balance. Podemos considerar que nuestro entrismo fue un éxito. Personalmente, creía que el PS era más fuerte de lo que en realidad era: creía que tenía veinte mil militantes, pero era más débil. Creo que durante nuestra permanencia cometimos algunos errores tácticos: hicimos algunas concesiones innecesarias, como la de suspender el Socialist Appeal y cometimos el error práctico de abandonar nuestra imprenta, posiblemente en vista de una perspectiva a largo plazo. Pero, de conjunto, ganamos esto y aquello. Eso es lo que diría si fuera de la mayoría. “Así y todo, yo repetiría la experiencia y creo que los buenos camaradas de la minoría estaban equivocados y que yo tenía razón.” Si alguien me preguntara, “¿no cree usted que como organización independiente hubiéramos obtenido mayores éxitos?”, yo respondería: “Querido amigo, antes esta cuestión era discutible, pero ahora sabemos por experiencia internacional que no es así.” Los PC crecían, los frentes populares se consolidaban, los PS empezaban a sufrir escisiones grandes y pequeñas. No veo por qué nuestra tendencia hubiera tenido éxito solamente en Estados Unidos, cuando en Holanda, Bélgica y Francia, donde teníamos secciones independientes, no crecimos.

M: ¿Qué me dice sobre Indochina?

Trotsky: No puedo decir nada, porque sé muy poco sobre Indochina.

M: Nuestra sección francesa dice que Indochina es la mejor sección y creció.

Trotsky: Pero en Indochina no hay un gran PC ni un PS por eso aparecen ante la clase obrera como el único partido obrero independiente.

M: Pero eso demuestra que existían otros factores que explican el crecimiento, o falta de crecimiento, de nuestra sección en cada país.

Trotsky: Yo conozco las razones por las cuales nuestras secciones permanecieron estancadas: la “prosperidad” creó las condiciones para los frentes populares en los distintos países, y luego vinieron los procesos de Moscú. Los que dudaban, los que tenían objeciones, inclusive obreros, también tenían dudas sobre nuestra sección. El hecho de que en Estados Unidos estuviéramos en el PS y vinculados al ala izquierda, en el trabajo cotidiano, los convenció de que no podíamos haber tenido vinculaciones con los fascistas. Desde luego que nadie previó ese factor, pero nos ayudó. Negarlo es aferrarse al orgullo y testarudez fraccional. Podemos coincidir en que fue imprevisto. Ahora resulta absolutamente claro que la sección norteamericana fue la única que registró éxitos importantes. Quedó cubierta por el paraguas del PS y Thomas fue miembro del Comité de Defensa, y pudimos conseguir a Dewey y a los demás. Fue una experiencia muy feliz. Lo que ustedes ganaron no vino del mitin en el Hipódromo, sino del PS y quizás también del Hipódromo para el PS y de allí para los “trotskos”.

Dicen que no pudieron ganar personas porque estaban encerrados en el PS. Si es así, ¿por qué Oehler u otros grupos independientes no pudieron ganarlas? ¿Tuvieron una mala política? El POUM tenía una mala política, pero como era el único grupo de izquierda sus filas pasaron de 8.000 a 40-50.000 en dos semanas. No piense usted que estos elementos supuestamente revolucionarios son tan sabios que dijeron de antemano: “Sí, Oehler es independiente, pero está equivocado”, o “Weisbord no es un buen marxista”[2].

¿Significa que yo entraría a otro partido? Sí, si hoy pudiera entrar al PC como partido de la Cuarta Internacional, lo haría.

M: ¿Entonces, dadas las circunstancias imperantes, estamos condenados al estancamiento?

Trotsky: Es posible. No está excluido. Creo que durante algunos meses o un año no duplicaremos nuestras filas, inclusive podemos quedar estancados: antes de hervir, el agua se calienta gradualmente.

En segundo lugar, las razones son distintas, pero se pueden reducir a una razón general: la organización como organización es joven, se desarrolla en circunstancias extremadamente difíciles, posee un número excesivo de elementos no proletarios, con su pensamiento individualista; la experiencia de un pequeño grupo no les da a los dirigentes la posibilidad de ganarse la confianza de los militantes, porque sólo los acontecimientos, el proceso, pueden confirmar la justeza de la línea de la mayoría y afirmar su autoridad. Por mi parte, creo que la autoridad de la dirección es más importante que antes. Los militantes comprenderán que la dirección, a pesar de los errores secundarios, demostró firmeza y capacidad de acción y que fueron incomparablemente superiores a los dirigentes del PS, no sólo en cuestiones de propaganda, sino también en cuestiones basadas en la actividad política del partido.

El partido, naturalmente, debe darle a sus dirigentes un margen considerable. Pero, por otra parte, la dirección no puede obtener crédito de la organización si su autoridad no es confirmada por la propia experiencia, por una buena política y por el éxito. Es necesario acumular este capital, y sólo entonces la dirección contará con el margen necesario para actuar. Para ganar esta autoridad es necesario tener una buena política.

Sería fantasioso pedirle a la dirección que no cometa errores. Lo que le pedimos es que corrija esos errores oportunamente, para que los errores no se vuelvan funestos.

Si la disolución del bloque y la suspensión del periódico se hubieran prolongado por mucho tiempo, eso hubiera significado la muerte de nuestra tendencia. Retrocedió para ganar un respiro y cuando comprendió que no había nada que ganar y si mucho que perder, corrigió su error. Lo considero un error, pero puede considerarse una prueba de la fuerza de la ofensiva, de los planes de los dirigentes. Y una dirección que corrige sus errores oportunamente es una buena dirección.

Es absolutamente necesario gozar de la confianza de las bases. Mencioné la condición más importante para obtener esa confianza: una buena política. La política debe prepararse de manera que la base la entienda. Sucede a menudo que la dirección, que comprende muy bien la situación y ha tomado una decisión acertada, le impone a la organización una acción imperiosa, impulsada por la impaciencia, porque la dirección cree que si iniciamos una discusión de uno o dos meses perderemos un tiempo valioso. La idea puede ser buena, pero al ganar un mes puedo perder un año, porque la base contempla el cambio y la velocidad con asombro; si la política no tiene éxito, la base dice: “La dirección se equivocó; es responsable.” Y así pierdo un año tratando de enmendar los resultados de mi impaciencia.

Por eso es importante, sobre todo para una organización joven, que no se impaciente y que prepare las decisiones. En primer lugar se deben respetar estrictamente los estatutos de la organización: reuniones periódicas de la base, congresos periódicos, el derecho de la minoría a expresar su posición (debe imperar una actitud fraternal y no debe haber amenazas de expulsión).

Usted sabrá que eso jamás, jamás se hacía en el viejo partido [ruso]. La expulsión de un camarada era un acontecimiento trágico y sólo se hacía por razones morales, no porque tuviera una actitud crítica. Después de la revolución tuvimos algunos camaradas opositores. Teníamos camaradas que se convirtieron en especialistas de la crítica, no sobre cuestiones de principio, sino sobre cuestiones secundarias. Estaba Stujov, un hombre inteligente y valiente, que además era ingenioso; en cada reunión partidaria tenía algo que decir, precedido de alguna broma, y lo aplaudían. Imagínese la época de la guerra civil: había muchas cosas para criticarle a la dirección y él lo aprovechaba. Nadie proponía su expulsión, pero de vez en cuando dábamos explicaciones a los militantes y él empezó a perder su audiencia y Stujov se convirtió en un personaje ridículo.

Estaba en la dirección del partido. En todos los organismos había Stujovs. No se trataba de Stujov, sino de la educación de los militantes del partido, educación que rechaza la crítica malsana, la oposición por amor a la oposición. Creo también que es absolutamente necesario que la dirección sea muy paciente, escuche muy atentamente, muy razonablemente las críticas. Pero lo más importante es cambiar la composición social de la organización: convertirla en una organización obrera. Un obrero viene a la reunión; sabe que todo es imperfecto, su salario es imperfecto, sus condiciones de trabajo son imperfectas, su vida es imperfecta; por consiguiente, es más paciente, más realista. Cuando en una reunión de 100 personas hay 60-70-80 obreros, los 20 intelectuales, pequeñoburgueses, son diez veces más cautelosos cuando se trata de criticar. Es un auditorio más serio, más firme. Pero cuando hay 100 intelectuales, todo el mundo tiene algo que decir. La vida partidaria no es más que un periodo de discusión. Por eso la composición social es lo más importante, pero no se lo puede hacer artificialmente. Si usted tiene un partido de 20.000 obreros, los desocupados también son obreros; pero en un partido de 1.000, los desocupados sólo agravan la situación.



[1] Resultados del entrismo y las próximas tareas. Del archivo de James P. Cannon. Con autorización de la Library of Social History. Rae Spiegel, la taquígrafa que realizó esta transcripción, agregó una nota para explicar que la misma era sólo una parte de la discusión en Coyoacán. “El resto de la discusión fue tan informal” que no la transcribió. Los participantes no corrigieron ni verificaron la transcripción taquigráfica.

[2] Albert Weisbord (1900-1977): renunció al PC norteamericano en1930 y fundó la Communist League of Struggle, que proclamó su adhesión a la Oposición de Izquierda Internacional, a pesar de que sus posiciones oscilaban entre las de esta y las de la Oposición de Derecha. La CLS se disolvió en 1937 y Weisbord apoyó al gobierno norteamericano durante la Segunda Guerra Mundial.



Libro 5