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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

El juicio como respuesta a la Comisión Dewey

El juicio como respuesta a la Comisión Dewey

El juicio como respuesta a la Comisión Dewey[1]

 

 

2 de marzo de 1938.

 

 

 

El nuevo Juicio de Moscú está destinado a reforzar con argumentos más impresionantes la debilitada confianza mundial en la “justicia” de Stalin. No hay duda de que, el juicio es la respuesta, en gran parte, dramatizada de Stalin al fallo de la Comisión de Investigación encabezada por John Dewey. Hablaremos de esto en próximos artículos. Ahora nos interesa la prehistoria del juicio.

Por supuesto, la investigación se realizó con un secreto impenetrable. Sin embargo, algunos episodios importantísimos de ella se conocen, en parte por la prensa soviética, en parte por las revelaciones de agentes soviéticos que rompieron con el Kremlin (Reiss, Barmin, Krivitski, etcétera) y por otras fuentes.

En su testimonio ante el tribunal de Moscú, el 24 de enero de 1937, Karl Radek señaló a Nikolai Bujarin como “conspirador”. Desde entonces, éste ha estado en la cárcel. La GPU concertó una reunión entre Bujarin y Radek, quien ha desempeñado el papel de agente del fiscal del estado, Andrei Vishinski. Radek dijo a Bujarin, de quien había sido amigo: “Confiesa todo lo que te exijan y salvarás la vida. Vivo tranquilamente en una villa, tengo mi biblioteca, lo único que me prohiben es ver a otras personas.” Pero estos argumentos no, influyeron sobre Bujarin.

En febrero de 1937, Bujarin, ex dirigente de la Internacional Comunista, y Alexei Rikov, antiguo jefe del gobierno soviético, fueron traídos - ¡hecho sin precedentes en la historia del Partido Bolchevique! - desde la prisión a una de las sesiones plenarias del Comité Central. Allí se les ordenó hacer “confesiones voluntarias” para ayudar a aplastar a los enemigos del partido (Trotsky y sus partidarios).

Rikov lloró en la sección del Comité Central. El dulce Bujarin, por el contrario, se portó agresivamente, acusando a Stalin de fraudes judiciales. Ambos se negaron a asumir el papel vergonzoso. Stalin gritó: “Llévenlos de nuevo a la cárcel. ¡Déjenlos defenderse desde allá!” Bujarin y Rikov fueron devueltos a la prisión por los agentes de la GPU que esperaban en la puerta.

Gracias al gran número de miembros presentes en el plenario los círculos burocráticos de Moscú se enteraron de esto el mismo día.

El acusado Rakovski, ex jefe del gobierno ucraniano y luego embajador en Londres y París, fue detenido en febrero de 1937. El primer interrogatorio en su apartamento duró dieciocho horas sin interrupción. Sus inquisidores trabajaron en relevos, pero Rakovski, de sesenta y cuatro años, estuvo todo ese tiempo sin agua ni comida. ¡Su esposa quiso darle té, pero se lo prohibieron diciendo que podía envenenar a su marido!

Horas y horas de incesante interrogatorio bajo el brillo hipnótico de luces especiales constituye el sistema ordinario de la GPU para debilitar la resistencia. Mrajkovski, fusilado en el juicio Zinoviev-Kamenev, fue interrogado durante noventa horas con muy escasas y breves interrupciones. Esto parece increíble, pero los métodos de la GPU son en general “increíbles”. Reiss, entre otros, reveló el hecho antes mencionado, basado en información recibida de Slutski, una de las figuras centrales de la GPU.[2] Esto también es conocido por algunos periodistas norteamericanos.

Mientras tanto la llamada “purga” continuó, siendo su principal objetivo la preparación del tercer juicio. Docenas y cientos de parientes, amigos, colaboradores y colegas de los acusados fueron detenidos. Con estos arrestos, la GPU trató de encerrar a cada uno de los acusados en un anillo de falsos testimonios de las personas más cercanas a él.

Los candidatos al banquillo no quebrantados por los incesantes interrogatorios y las docenas de falsos testimonios fueron ejecutados durante la investigación misma, sin juicio alguno, simplemente por decisión de la GPU, lo que llanamente significa por orden personal de Stalin.

El 19 de diciembre pasado, cables de Moscú revelaron que el eminente diplomático soviético, Karajan, y el ex secretario del Comité Central Ejecutivo, Abel S. Ienukidze, habían sido ejecutados como “espías”.[3] En todas sus actividades políticas, estaban íntimamente conectados con los acusados de este nuevo juicio. Fueron denunciados como perpetradores de los mismos crímenes.

¿Por qué, entonces no están en el banco de los acusados? Sólo porque la GPU no logró quebrantarlos durante la preparación del caso. Fueron ejecutados para dar una última y definitiva advertencia a los otros.

Debemos añadir que a los arrestados no sólo se les niega la ayuda de abogados defensores, sino que también se les niegan entrevistas con amigos íntimos y parientes. Las excepciones a esta regla de hierro son individuos como Radek, utilizados exclusivamente con el fin de engatusar a los prisioneros para que hagan las confesiones exigidas. De esta forma, los prisioneros fueron “educados” durante los últimos doce meses, algunos de ellos después de padecer años de represión y persecuciones.

El 19 de enero pasado, la prensa mundial anunció que el plenum de ese mes del Comité Central había ordenado la interrupción de la purga en masa. La opinión pública mundial se apresuró a deducir que el asunto tomaba un rumbo más moderado. En realidad detuvieron la purga masiva porque ya se había alcanzado su propósito inmediato; es decir, había sido rota la voluntad de importantes acusados y se había así asegurado la posibilidad de un juicio. Tal fue el método de investigación.

Los agentes extranjeros de Moscú se apresuraron a llamar la nueva mofa un juicio “público”. ¡Como si el aparato legal se volviera “público” sólo porque la inquisición, en un momento dado, levantara la cortina sobre una pequeña parte de su trabajo! El juicio se abre el 2 de marzo. Sin embargo Pravda, el 28 de febrero, ya declaró que los acusados no escaparían a la ejecución.

Pravda es el periódico personal de Stalin. ¿Qué importancia tiene el juicio si Stalin, a través de su periódico, dicta el fallo antes de su apertura? Solamente lacayos como los que declararon recientemente que la constitución de Stalin era “la más democrática del mundo” pueden llamar “público” a este juicio.

En este nuevo juicio podemos esperar alguna mejora sobre los precedentes. En los primeros dos juicios, la monotonía de las confesiones con golpes de pecho de los acusados produjo una impresión sofocante, aun entre los más caracterizados “amigos de la Unión Soviética”. Esa es la razón por la cual posiblemente veamos esta vez que algunos acusados, siguiendo los papeles asignados, nieguen su culpabilidad para confesarla más tarde bajo el interrogatorio. Podemos predecir, sin embargo, que ninguno de los acusados presentará dificultades al fiscal Vishinski en forma obstinada y recalcitrante.

Es posible también otra innovación. En los juicios precedentes causaba asombro la ausencia total de pruebas materiales: documentos, cartas, direcciones conspirativas, revólveres, bombas. Todas las cartas mencionadas habían sido invariablemente “quemadas”. Es muy posible que esta vez la GPU haya decidido fabricar algunos documentos falsos para dar un punto de apoyo a los abogados amistosos y los periodistas extranjeros. El riesgo no es muy grande: ¿quién en Moscú puede comprobar lo hecho por la GPU?

¿Es posible, pese a todo, esperar de los acusados alguna sorpresa desagradable para Stalin y la GPU? ¿Habrá un grito indignado en el torrente de las confesiones: “¡Todo esto es un fraude desde el comienzo al fin!”?

Una sorpresa tal no se excluye. Pero al mismo tiempo es muy improbable. La corte estará llena de agentes bien disciplinados de la GPU, capaces de crear el ambiente adecuado, tanto para los acusados, ya quebrantados moralmente, como para los periodistas cuidadosamente seleccionados.

Además, a cada uno de los acusados se le ha prometido secretamente su vida. La imagen de Radek y su cómoda residencia brillará continuamente ante los ojos de estas víctimas torturadas. Un freno indudablemente más fuerte es el pensamiento de sus familiares y amigos, que inevitablemente perecerán en caso de una protesta franca. Pero no importa cuán suavemente se deslice el juicio en sus aspectos exteriores: explotará en el aire como un absurdo político, moral y psicológico. Hablaremos de esto a su debido tiempo.



[1] El Juicio como respuesta a la Comisión Dewey. New York Times, 3 de marzo de 1938, el cual omitió unas cuantas frases y confundió a Rakovski con Mrajkovski. La versión corregida y completa aparece aquí con permiso de la biblioteca de la Universidad de Harvard.

[2] A. A. Slutski: jefe del departamento extranjero de la GPU. El 17 de febrero de 1938, Slutski fue envenenado con cianuro en la oficina de uno de sus superiores. Se notificó que su muerte se había producido por un ataque al corazón.

[3] Lev Karajan (1889-1937): perteneció a la delegación soviética en 1as negociaciones de la Paz de Brest-Litovsk y más tarde fue embajador en Berlín. Fue fusilado sin juicio a fines de 1937, Abel Ienukidze (1877-1937): secretario del Comité Central Ejecutivo de los soviets de toda Rusia, antes de su ejecución. Trotsky escribió un artículo sobre él, Tras los muros del Kremlin (8 de enero de 1938), que se encuentra en Political Portraits (Pathfinder Press, 1977)



Libro 5