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Naturaleza y dinámica del capitalismo y la economía de transición (compilación)

Tesis sobre la industria

Tesis sobre la industria

1. El rol general de la industria en la estructura socialista

Las relaciones mutuas que existen en nuestro país entre la clase obrera y el campesinado se basan en último análisis sobre las relaciones mutuas entre la industria y la agricultura. En última instancia, la clase obrera puede mantener y fortalecer su rol dirigente, no mediante el aparato del Estado o el ejército, sino por medio de la industria que da origen al proletariado. El partido, los sindicatos, las asociaciones juveniles, nuestras escuelas, etc., tienen como tarea la educación y la preparación de las nuevas generaciones de la clase obrera. Pero todo este trabajo resultará construido sobre pies de barro si no tiene como base una industria contínuamente en expansión. Sólo el desarrollo de la industria crea la base indestructible para la dictadutra del proletariado. En la actualidad la agricultura tiene una importancia de primer orden en la vida económica de la Rusia soviética, si bien el nivel técnico sobre el que aquélla se sostiene es todavía muy bajo.
Sólo en la medida en que la industria haga progresos reales y que la industria pesada -que constituyen la única base firme para la dictadura proletaria- se recuperen, y en la medida en que el trabajo de electrificación sea completado, será posible, y en verdad inevitable, alterar la importancia relativa en nuestra vida económica de la agricultura y la industria, y desplazar el centro de gravedad desde la primera a la segunda. El partido debe trabajar sistemáticamente y de modo perseverante, cualquiera sea el sacrificio o el trabajo, para acelerar este proceso, especialmente con respecto a la rápida recuperación de la industria pesada.
Cuánto tiempo durará el período de la importancia predominante de la economía campesina en el sistema económico de nuestra federación dependerá no sólo de nuestro progreso económico interno, que en vista de las condiciones generales mencionadas más arriba no puede ser más que muy gradual, sino también del proceso de desarrollo que tiene lugar más allá de las fronteras de Rusia, esto es, sobre todo de los caminos que tome la revolución en Occidente y Oriente. El derrocamiento de la burguesía en cualquiera de los países capitalistas más avanzados rápidamente imprimiría su marca al ritmo de conjunto de nuestro desarrollo económico, ya que multiplicaría de inmediato los recursos técnicos y materiales para la construcción socialista. Nuestro partido, si bien nunca debe perder de vista esta perspectiva internacional, al mismo tiempo no debe nunca olvidarse o dejar de tener presente ni por un momento la importancia predominante de la economía campesina, cuando estima las consecuencias de cualquier paso que está a punto de dar.
No sólo el hecho de ignorar, sino incluso no prestar una atención lo suficientemente cuidadosa a esta circunstancia, implicaría peligros incalculables, tanto económicos como políticos, ya que esto socavaría o debilitaría inevitablemente la unidad entre el proletariado y el campesinado -ese sentimiento de confianza del campesinado hacia el proletariado que durante el actual período histórico de transición es uno de los apoyos más fundamentales de la dictadura proletaria. La preservación y el fortalecimiento de esta unidad es una condición fundamental para la estabilidad del poder soviético, y representa en consecuencia la tarea más fundamental de nuestro partido.
Es necesario recordar las resoluciones aprobadas por los anteriores congresos del partido, que subrayaban muy justificadamente que el apoyo de los campesinos a los métodos socialistas de producción sólo puede ser conquistado a través de la demostración real visible, durante muchos años, y que tales métodos son económicamente más ventajosos, más racionales, etc. En el terreno de las finanzas, la política de economizar los recursos del Estado, de un sistema correcto de impuestos, de un presupuesto correctamente construido -que ahora hemos adoptado, y el cual debe ser y será apoyado sin pestañear- sólo logrará resultados decisivos a condición de que las industrias del Estado muestren un desarrollo enérgico y ganancias sustanciales.
Debido a la extremada disminución del ejército, ahora reducido prácticamente a sus formaciones básicas, y la consecuente transición gradual a un sistema de milicias, el problema de la defensa nacional se ve reducido a la cuestión del transporte y de la industria de guerra.
En consecuencia, la elaboración de nuestro presupuesto, la política crediticia del Estado, las medidas a tomar con respecto a la protección militar del estado, de hecho, toda la actividad del estado en general, debe otorgar el mayor de los cuidados al desarrollo planificado de la industria estatal.
En vista de la estructura económica general de nuestro país, la recuperación de la industria estatal está estrechamente ligada con el desarrollo de la agricultura. Los medios de circulación necesarios deben ser creados por la agricultura en la forma de un excedente de productos agrícolas que esté por encima del consumo de la aldea antes de que la industria sea capaz de dar un salto decisivo hacia adelante. Pero es igualmente importante que la industria estatal no se quede rezagada detrás de la agricultura, de otra manera se crearía una industria privada sobre la base de esta última, y esta industria privada en el largo plazo se tragaría o absorbería a la industria estatal.
Sólo puede resultar victoriosa una industria así, que rinda más de lo que absorbe. La industria que viva a expensas del presupuesto, esto es, a expensas de la agricultura, no podría ser posiblemente un punto de apoyo firme y duradero para la dictadura del proletariado. La cuestión de crear plusvalor en la industria estatal es el problema que atañe al destino del poder soviético, es decir, del proletariado.
Una reproducción expandida de la industria estatal, que es impensable sin la acumulación de plusvalor por parte del estado, constituye a su vez la condición para el desarrollo de nuestra agricultura en una dirección no capitalista, sino socialista.
Es en consecuencia en la industria estatal donde se halla el camino que lleva a la sociedad socialista.

2. El activo y el pasivo en el primer período de la Nueva Política Económica

El efecto saludable de la Nueva Política Económica sobre la vida económica del país es indiscutible. Está expresado en el resurgir de la actividad industrial, en el aumento de la producción en muchas ramas importantes de la industria, en el aumento de la productividad del trabajo y en la calidad de los productos, en la mejoría indudablemente muy considerable en la posición de los obreros, y sobre todo, en el enfoque mucho más correcto a los problemas económicos tanto fundamentales como en los menores.
Y esta última es la condición básica para su resolución efectiva en el futuro. No obstante, la situación real de la industria sigue siendo muy seria. El resurgir de la industria liviana, lo que naturalmente halla su explicación en el hecho de la restauración del mercado en combinación con una cosecha satisfactoria, está muy lejos de implicar que en todas las empresas y las ramas de la industria liviana se pueda asegurar un desarrollo saludable posterior. A pesar del hecho de que los precios de los productos de la industria liviana son extremadamente altos, especialmente en comparación con los precios de los productos agrícolas, estos altos precios frecuentemente están muy por debajo del precio de reproducción, es decir, ellos no garantizan la expansión de la producción. El aumento en la actividad de todo un conjunto de trusts se ha logrado a expensas de los viejos stocks de materias primas, cuya reposición es en el presente uno de los problemas más agudos de la política económica del estado.
Por otra parte, la industria pesada apenas ha entrado en contacto con el mercado. Esta depende esencialmente de los pedidos hechos por el Estado, y necesita para su recuperación que el Estado realice grandes inversiones, bien pensadas, en ella. Esto también se aplica en una medida considerable a los ferrocarriles y a la red de agua corriente.
Así, como resultado de las condiciones económicas de conjunto, todavía no se ha alcanzado una regulación sana de los precios en la industria liviana. Esto y el atraso de la industria pesada en comparación con la industria liviana representan los items centrales que se computan en el debe del primer período de la Nueva Política Económica. Esto es tanto el resultado de las condiciones económicas generales que existían antes de la Nueva Política Económica, como de la inevitable parálisis de las relaciones económicas durante la transición hacia la Nueva Política Económica.
El logro de una regulación de precios, sobre la base del mercado, que se corresponde mejor con las necesidades del desarrollo industrial, el establecimiento de correlaciones más normales entre las ramas de la industria liviana y aquellas ramas de la industria y la agricultura que la proveen de materias primas, y finalmente la reorganización y el reordenamiento del frente de la industria pesada y liviana; estos son los problemas más profundos del Estado en la esfera de la actividad industrial en el segundo período de la Nueva Política Económica que está comenzando ahora. Estos problemas sólo pueden ser resueltos por una correlación correcta entre el mercado y el plan industrial del estado.

3. Los problemas y los métodos de la actividad industrial planificada

En la Rusia soviética, donde los principales medios de la industria y del transporte pertenecen a un solo dueño, el Estado, la interferencia activa de este último en la industria debe por necesidad tomar la forma de un plan industrial del Estado. En vista del rol preponderante del Estado como propietario y como amo, el principio de un plan uniforme adquiere desde el comienzo una importancia excepcional.
El conjunto de la experiencia previa ha demostrado, no obstante, que el plan de la economía socialista no puede ser establecido a priori de una manera teórica o burocrática. Un plan económico realmente socialista que abarque a todas las ramas de la industria en sus relaciones mutuas y en la relación de la industria de conjunto con la agricultura, es posible sólo como resultado de una experiencia económica preparatoria prolongada sobre la base de la nacionalización, y como resultado de esfuerzos continuos para poner en sintonía práctica a las diferentes ramas de la industria y para evaluar correctamente los resultados alcanzados.
Así, para el período venidero nuestra tarea es determinar la dirección general y es, en una medida considerable, una tarea de carácter preparatorio. Esta no puede ser definida por ninguna fórmula única, sino que presupone una adaptación constante y vigilante del aparato económico de la planificación, de sus tareas básicas, de sus métodos y de su práctica hacia los fenómenos y las condiciones del mercado. Sólo en el estadío final de su desarrollo pueden y deben los métodos de la industria planificada subordinar al mercado, y por este mismo hecho abolirlo.
De aquí que podemos percibir bastante claramente dos peligros que acompañan la aplicación de los métodos del estado de la industria planificada durante la época actual, a saber:
1. Si tratamos de sobrepasar el desarrollo económico por medio de nuestra interferencia planificada, y de reemplazar la función reguladora del mercado por medidas administrativas que no tienen ninguna base real en la experiencia genuina, entonces las crisis económicas parciales o generales son inevitables, tal como sucedió en la época del Comunismo Militar[2].
2. Si la regulación centralizada se retrasa con respecto a la necesidad de ella, que ha madurado claramente, tendremos que resolver las cuestiones económicas por los desgastantes métodos del mercado, en casos donde la interferencia administrativa y económica podría obtener los mismos resultados en un tiempo más breve y con menor gasto de esfuerzos y de recursos.
En la medida en que hemos adoptado las formas de mercado de la economía, el Estado está destinado a garantizar a las empresas individuales la libertad necesaria en la actividad económica en el mercado sin tratar de influir sobre esta actividad libre por medios administrativos. Pero si, por un lado, cada trust, para funcionar exitosamente, debe sentirse libre para orientarse a sí mismo y ser consciente de la plena responsabilidad por su trabajo, el Estado, por otra parte, debe considerar a los trusts y a las otras asociaciones como órganos subordinados a él, por medios de los cuales es capaz de sondear el mercado de conjunto, y así hacer posible la instrumentación de varias medidas prácticas que superen la orientación de mercado de las empresas individuales y las asociaciones. Un órgano central económico puede, por ejemplo, llegar a la conclusión de que es necesario liquidar un trust determinado mucho antes de que la experiencia muestre por sí misma lo impotente que es su posición.
El problema de las relaciones mutuas entre la industria liviana y la industria pesada no puede ser resuelto en absoluto de acuerdo con [la ley de] la oferta y la demanda, ya que esto llevaría en unos pocos años a la destrucción de la industria pesada, con la perspectiva de su subsiguiente restauración como resultado de la presión del mercado, pero en tal caso, sobre la base de la propiedad privada.
De este modo, en contraposición a los países capitalistas, en nuestro país el principio del plan no está confinado a los trusts individuales y a los conglomerados, sino que abarca a la industria en su conjunto; más que eso, el plan estatal debe cubrir las relaciones mutuas de la industria, por un lado, con la agricultura, las finanzas, el transporte, el comercio (tanto interno como exterior), por el otro.
En otras palabras, en la medida en que el Estado sigue siendo no sólo el propietario sino el espíritu guía con respecto a la mayoría de las fuerzas productivas de la industria y del transporte, y con respecto a los instrumentos de crédito, el principio del plan bajo las condiciones de la Nueva Política Económica seguirá siendo en gran medida el mismo que resultó de la época del Comunismo Militar, pero difiere de éste radicalmente en sus métodos. La administración de los jefes de los comités es reemplazada por las maniobras económicas.
En su aplicación administrativa la campaña debe desarrollarse en esta esfera con extremada cautela, a través de un sondeo muy cuidadoso del terreno.
La preparación debe estar basada en la previsión económica y consistir en la trasmisión de instrucciones a los órganos económicos correspondientes con respecto a los distintos fenómenos que o bien inevitablemente o con toda probabilidad surgirán en una determinada coyuntura económica (en relación con la aparición de maíz recién cosechado en el mercado, con el flujo de dinero a la aldea, etc), y en precisar esa previsión lo más que se pueda en su aplicación a las ramas individuales de la industria o a distritos particulares, en publicar modelos de cronogramas que brinden pautas en cuanto a las medidas necesarias que se deben tomar para hacer el mejor uso de la situación esperada.
Es bastante evidente que la planificación fundamental de la industria no puede ser lograda dentro de la industria misma, esto es, por medio del fortalecimiento de su órgano administrativo guía (el Consejo Supremo de la Economía Nacional), sino que debe ser parte de la tarea de una organización separada que está por encima de la organización de la industria y que conecta a esta última con las finanzas, con el transporte, etc. Esta es la función de la Comisión de Planificación del Estado[3]. Es necesario, no obstante, definir más claramente su posición, organizarla más sólidamente, darle derechos y especialmente deberes más definidos e indiscutibles. Debería ser establecido como un principio inamovible que ni una sola cuestión económica que concierne al estado en su conjunto puede ser abordada en los órganos superiores de la república sin consultar a la Comisión de Planificación del Estado. Esta última debe, en todos los casos, sea que tome la iniciativa por sí misma o por algún otro departamento, analizar el nuevo problema, formular algún proyecto o propuesta relacionado con el conjunto del trabajo económico remanente, y por medio de este análisis definir su gravedad y su importancia específica. Es necesario tomar nota de la manera más puntillosa de los intentos de los diferentes departamentos y establecimientos, estén en el centro o en las provincias, para obtener esta o aquella decisión mediante un rodeo con el pretexto de la urgencia, de la presión de las circunstancias, de la improvisación, considerando tales esfuerzos como manifestaciones de falta de previsión económica, y como los más perniciosos remanentes de administrativismo.
Al evaluar el logro en el trabajo de cada departamento, uno debe tomar en gran medida en consideración si éste presenta sus propuestas a tiempo a la Comisión de Planificación del Estado para su elaboración detallada; los logros del trabajo de la Comisión de Planificación del Estado misma deben ser evaluados desde el punto de vista de qué tan a tiempo ésta aborda las cuestiones económicas, de la previsión correcta de lo que sucederá mañana, de con cuánta insistencia aguijonea a los otros departamentos para que hagan una evaluación a tiempo de las formas de colaboración que hay que establecer entre las ramas de su trabajo.
Es necesario luchar por medio de la Comisión de Planificación del Estado contra la creación de todo tipo de comisiones de investigación temporarias y casuales, junto con comités directivos, de asesoramiento y provisionales, que son el mayor mal de nuestro trabajo estatal. Es necesario asegurar el trabajo regular mediante órganos permanentes y normales. Sólo así el mejoramiento de estos órganos y el desarrollo de la elasticidad necesaria se vuelven posibles, mediante su adaptación multifacética a las tareas que les son asignadas sobre la base de la experiencia continua.
Sin decidir de antemano la cuestión de si será necesario conferir a la Comisión de Planificación del Estado -el estado mayor de la economía estatal- este o aquel derecho administrativo, parece ser suficiente para el futuro cercano establecer que de ser necesaria la fuerza compulsiva para obtener la conformidad con el plan decidido, la aprobación de esa coerción debe ser obtenida de los órganos correspondientes del poder central (de cada uno de los comisariados económicos: el Consejo del Trabajo y la Defensa, el Consejo de Comisarios del Pueblo, el Presidium del Comité Ejecutivo Central Pan-Ruso).

4. Los trusts, su papel, y la necesaria reorganización

El Estado es el propietario de los medios básicos de producción y transporte. Cada uno de los departamentos económicos individuales, y dentro de estos departamentos los órganos separados, los establecimientos y las asociaciones (los trusts), dirigen los sectores de la economía estatal a su cargo con el grado de independencia que los requerimientos de la gestión bajo las actuales condiciones de mercado necesitan, y que está determinado desde arriba, esto es, por los órganos superiores del estado.
El derecho del Estado a disponer de toda la propiedad de aquellos trusts que están libres de obligaciones y de los ferrocarriles, etc, sigue siendo absoluto. En la práctica, el límite y la forma de la interferencia estatal con el trabajo actual de los órganos económicos y de estos últimos con el trabajo presente del los establecimientos independientes de los trusts, etc, están determinadas exclusivamente desde el punto de vista de la conveniencia económica, y están regulados por los estatutos (o libros de actas) correspondientes.
La mayor parte de la industria estatal está organizada en forma de trusts, esto es, como asociaciones que están dotadas con una amplia dosis de autonomía económica y que aparecen en el mercado como organizaciones en libre competencia. El problema fundamental de estas organizaciones económicas, así como de las empresas separadas que componen a éstas, es la extracción y la realización de plusvalor con el fin de servir a la acumulación estatal, lo único que puede garantizar el aumento del nivel material del país y la reconstrucción socialista de toda su economía.
Las empresas del estado que trabajan para la inmediata satisfacción de las necesidades más importantes de éste, como por ejemplo, sus necesidades militares, también deben estar completamente subordinadas a los requerimientos del aumento de la productividad del trabajo y del descenso del costo de cada unidad de producción.
En vista del hecho de que la transición misma desde el Comunismo Militar a la Nueva Política Económica se efectuó en una medida considerable según los métodos del Comunismo Militar, el agrupamiento de empresas, su reorganización en trusts, la distribución de medios entre los trusts, tuvo y en gran medida, tiene incluso hasta el día de hoy, un carácter provisional y burocrático. Desde el punto de vista del trabajo económico según el plan, estos no son más que ensayos hechos en borrador, y no es mediante métodos especulativos que ellos pueden y deben ser corregidos y reformulados, sino sobre la base de examinarlos a luz de la experiencia, a la luz de los elementos combinados de la experiencia comercial y administrativa cotidiana.
Las quejas sobre la falta de medios de circulación no hacen más que testimoniar el hecho de que con la instrumentación de la Nueva Política Económica el Estado emprendió la gestión de un número demasiado grande de empresas industriales, de modo tal que su fortaleza fue sobreestimada, debilitada como estaba por los varios años de guerra civil y de bloqueo. Como consecuencia de esto, está la inestabilidad de las empresas, el trabajo que se efectúa a los tropezones, y lo que es más importante todavía, la capacidad del transporte de cargas es insuficiente, lo que a su vez lleva a un gran aumento en el costo de producción, y al estrechamiento del mercado con todas las dificultades económicas que se desprenden de aquí.
La resolución de esta dificultad está en la concentración radical de la producción en aquellas empresas que son técnicamente las más perfeccionadas y que geográficamente están situadas muy convenientemente. Todos los tipos de consideraciones indirectas y secundarias planteadas contra esto, por más esenciales que puedan ser en sí mismas, deben ser hechas a un lado frente al problema económico fundamental, a saber, proveer a la industria estatal con los medios de circulación necesarios, la rebaja del costo de producción, la expansión del mercado y la extracción de ganancias.
La reevaluación de la construcción y la composición del trust, tanto desde el punto de vista comercial como puramente productivo, debe estar completamente libre de los prejuicios de la uniformidad burocrática en la tarea de combinar a las empresas, ya sea según el principio horizontal, o el principio vertical. Debemos guiarnos en nuestra revisión no por consideraciones formales sino materiales con respecto a la relación y a la dependencia mutua de las empresas entre sí, a sus ubicaciones geográficas relativas, y con respecto al transporte y al mercado (fusiones, etc) y así sucesivamente. Si bien debemos hacer a un lado los reclamos locales o a nivel de los departamentos en la medida en que entren en conflicto con el principio de una organización más ventajosa y más redituable de la producción, es necesario al mismo tiempo tomar cuidadosamente en consideración y escuchar atentamente la voz de los trusts involucrados y las fábricas, en la medida en que su experiencia viva ha demostrado la necesidad de retirarnos de algunos de nuestros proyectos organizativos.
La rebaja del costo de producción debe estar orientada con vistas a la regeneración y el desarrollo de la potencia productiva del país y no con el propósito de obtener éxitos efímeros en el mercado.
El modo de cálculo en el cual los precios de las materias primas son falsificados porque son dados tomando cotizaciones vencidas, y que no tiene nada que ver con la rebaja de los costos, debe ser castigado severamente como un derroche de propiedad estatal.
Igualmente incorrecto y pernicioso sería instrumentar una política de rebajas de precios temporarias a expensas de provocar una pérdida directa o indirecta a la industria pesada. Sin la recuperación de esta última, la industria liviana, así como también todo el proceso de construcción económica, se verá privado de sus cimientos. El carbón, la nafta, el metal, estas son las ramas de la industria cuyo desarrollo exitoso asegurará tanto la prosperidad económica de la república como su seguridad externa.
Sólo una guía firme y constante de los trusts por parte del Consejo Supremo de la Economía Popular, que una -en el espíritu de los principios directivos mencionados más arriba- todos los elementos básicos de la industria; que prevea y prepare sus necesarias fusiones; que garantice el uso adecuado, completo y a su debido tiempo de todos los factores de producción en cada etapa (combustible, materias primas, artículos semi-manufacturados, máquinas, la fuerza de trabajo, etc), asegurará un progreso no sólo parcial sino general en el frente industrial.

5. La industria y el comercio

Sin ventas adecuadamente organizadas, el aumento en la producción llevará otra vez a saturaciones parciales, esto es, a crisis de impotencia comercial, que no pueden ser justificadas incluso en el mercado extremadamente limitado con que contamos en el presente. El perfeccionamiento de los eslabones más bajos del aparato comercial, aunque sólo sea capaz de asegurar un número muy pequeño de conexiones genuinas entre la industria y el mercado campesino, es de suprema importancia. La formación de conglomerados en el futuro cercano debe ser conducida con la mayor seriedad y con la debida consideración hacia el estado del mercado y hacia los recursos de los trusts. La transformación de los conglomerados en los “jefes de los comités” comerciales sólo obstruiría la actividad comercial y aumentaría el peso de los gastos adicionales. La fusión obligatoria debe estar económicamente preparada y debe estar justificada en términos comerciales.
El aumento en la independencia operativa de los trusts y las empresas, la actividad más flexible de las asociaciones, y toda la situación de nuestra industria en general exigen una coordinación incomparablemente mayor en cuanto a las relaciones entre las esferas puramente productivas y las esferas puramente comerciales de la actividad. Esto se aplica tanto al comercio interno como al comercio exterior. Sin predeterminar las formas de organización que tomará esta coordinación, ya debería ser establecido que el estudio sistemático de la experiencia que se está acumulando en esta esfera y la elaboración de los métodos prácticos para coordinar la actividad industrial y comercial constituyen un problema vital, cuya solución es posible sólo a través de los esfuerzos conjuntos del Consejo Supremo de la Economía del Pueblo, el Comisariado del Pueblo de Comercio Exterior, el Comisariado de Comercio Interno, y la activa participación de la Comisión de Planificación del Estado bajo la guía general del Consejo del Trabajo y la Defensa.

6. La fábrica

La raíz del éxito o del fracaso en la producción se halla en la unidad industrial básica, esto es, la fábrica. La cuestión, en consecuencia, de organizar adecuadamente cada empresa por separado, y no sólo desde el punto de vista técnico productivo, sino también desde el ángulo comercial, es de una importancia decisiva.
Si bien mantiene en sus manos la guía general de la empresa y centraliza aquellas ramas productivas y comerciales y operaciones que están maduras para esto, el trust debe al mismo tiempo evitar de todas las maneras posibles la suerte de centralización que estrangula, que mata la iniciativa, y debe evitar las intromisiones mecánicas en el funcionamiento de las empresas.
La contabilidad independiente de cada fábrica no sólo debe brindar los medios para determinar sus ganancias y su crecimiento o caída, sino que también debe servir como base general de un sistema de control de calidad estrictamente ajustado a las particularidades de la empresa.

7. El cálculo, el balance y el control

Bajo las condiciones actuales, los resultados materiales constituyen la única verificación empírica seria y confiable de si las relaciones mutuas entre las empresas, los trusts y el estado son satifactorias, y brinda también el único testeo de los logros o de otra manera, de nuestros métodos de gestión económica de conjunto. Sólo a partir de la cuidadosa tabulación de los balances podemos juzgar nuestra situación comercial, ya que sin un sistema correcto de contabilidad que abarque a la economía estatal de arriba a abajo, sin informes contables científicos que muestren el costo real de los productos de la industria estatal, no hay ninguna garantía contra el derroche gradual o el despilfarro de la propiedad nacionalizada, y los trusts en este caso podrían servir como canales para conducir la propiedad del estado hacia manos privadas.
Elaborar métodos de contabilidad uniformes, vigilar que ésta sea realmente llevada adelante y perfeccionada más y más, todo esto debe constituir uno de los problemas más importantes de los principales establecimientos económicos en general y de la Comisión de Planificación del Estado en particular; este trabajo tiene como objetivo obtener un balance real único del cual se pueda estimar la situación de la industria estatal, y más tarde, de toda la economía estatal en general.
El Consejo del Trabajo y de la Defensa debe organizar una auditoría estatal de los informes contables comerciales e industriales y de los balances. La ausencia de un control competente y calificado en este sentido vuelve inútiles a todos los otros tipos de inspección económica, y difunde un sentido de irresponsabilidad que es incompatible con una economía adecuadamente organizada.

8. Los salarios

El sistema de salarios adoptado durante el período que recién ha terminado ha confirmado en su conjunto lo acertado de las decisiones del XI Congreso del Partido y del V Congreso de los Sindicatos[4], así como también de las negociaciones colectivas entre los sindicatos y las organizaciones económicas.
Durante el año que recién ha terminado, se puede registrar un aumento considerable en los salarios para todas las categorías de trabajadores, y esto ha resultado en un aumento considerable de la productividad del trabajo.
La política general de salarios para el futuro debe estar encaminada hacia una mayor o menor nivelación hacia arriba del salario promedio en todas las ramas de la producción con las modificaciones necesarias sobre la base de la capacitación promedio de manera tal que los trabajadores de capacitación equivalente o similar obtengan aproximadamente una remuneración igual en las diferentes ramas de la industria y que sea, en la medida de lo posible, independiente de las fluctuaciones del mercado; al mismo tiempo el salario individual en realidad debería ser proporcional a la producción real. Los órganos correspondientes del Estado deben, codo a codo con los sindicatos, dirigir sus esfuerzos en dirección de conseguir un acuerdo más favorable en una rama dada de la industria, lo que servirá a los intereses de los trabajadores no sólo de esta o aquella rama, sino también a los de la clase obrera en su conjunto, aumentando los ingresos en las ramas atrasadas y, sobre todo, en la industria pesada y el transporte.
Si bien debemos tratar de todas las formas posibles de mejorar las condiciones de la clase obrera, los órganos del Estado y los sindicatos deben al mismo tiempo recordar que una mejoría continua y abarcativa será posible sólo sobre la base de su propio desarrollo en tanto industrias rentables. Desde este punto de vista, las medidas que mantienen funcionando a las empresas pobremente equipadas, o emplean en una fábrica muchos trabajadores que no están en proporción a la productividad real de la empresa, constituyen la forma más irracional y onerosa de seguridad social y van en consecuencia contra los intereses futuros de la clase obrera.
Sobrecargar a las empresas industriales con todo tipo de gastos adicionales que no sean necesarios para la producción misma ni estén establecidos por la ley va en detrimento de las empresas en cuestión y del Estado, independientemente de qué tan importante sea el propósito al cual van destinados, ya que socavan la posibilidad de un modo adecuado de cálculo, e imponen sobre el Estado en una forma semidisfrazada un gasto que bajo las condiciones actuales está más allá de lo que su fortaleza puede soportar. Las prestaciones arbitrarias de parte de los trusts, esto es, prestaciones no autorizadas y no reguladas por el Estado, no son nada más que un derroche de la propiedad estatal y en cuanto tales deben ser castigadas por la ley.
Es necesario llevar adelante una vigilancia estrecha sobre la aplicación práctica del Código de Trabajo y, en general, de todos los estatutos sobre la fuerza de trabajo, los salarios, la duración de la jornada laboral para las diferentes categorías, los descuentos de seguridad social, para las necesidades culturales y educativas, etc, etc, con vistas, por un lado, a satisfacer los intereses de los obreros en el más alto grado que sea compatible con el actual estado de la industria y, por otro lado, para hacer a un lado o cambiar mientras tanto los estatutos que sean manifiestamente irrealizables en las circunstancias actuales. Los directores de las fábricas y los sindicalistas deben cooperar para recolectar, de la manera más objetiva, hechos bien examinados y tamizados que podrán servir de base para los cambios legislativos o las medidas administrativas arriba mencionados.

9. Las finanzas, el crédito y los aranceles

Una condición necesaria para la recuperación y el desarrollo de la industria, especialmente de la industria pesada, es la elaboración adecuada del presupuesto estatal en el sentido de ponerlo en estrecha correspondencia con los recursos reales del Estado y con su gasto según el plan.
Es necesario deshacerse por completo del mayor de nuestros males -que nos es impuesto, es verdad, en medida considerable por las condiciones objetivas- es decir, la falta de unidad y la discrepancia entre nuestros esquemas productivos y aquellos recursos que estaban a nuestra disposición para realizarlos. Esta suerte de división inevitablemente preanunciaba el caos -industrial y financiero- y sacudió terriblemente la estabilidad de los establecimientos económicos más importantes.
Exactamente la misma consecuencia resultó de la práctica del requisamiento de los productos de la industria (principalmente de las industrias mecánica, metalúrgica y del petróleo) por parte del Estado -centralmente para beneficio de los departamentos militar y de transporte, ya sea sin ningún pago en absoluto, o a precios arbitrarios que no cubrían los costos de estos productos.
Si surgieran futuras discrepancias entre los ingresos y las asignaciones estimadas, y si de aquí resultara la necesidad de recortar los gastos, las reducciones deben ser efectuadas no bajo una máscara u otra, sino abiertamente, por medio de la reconstrucción del presupuesto y de reducir las asignaciones de partidas para las empresas industriales y de transporte, el ejército, etc, siempre de acuerdo con un plan definido.
El sistema de brindar crédito industrial constituye no sólo un problema financiero o bancario, sino la parte más importante de actividad en el asunto de organizar y guiar a la industria. Es necesario, en consecuencia, que la financiación de la industria estatal esté concentrada, todo lo posible, en un establecimiento de crédito que debe estar estrechamente conectado con el Consejo Supremo de la Economía del Pueblo.
La creación de impuestos y la imposición de obligaciones aduaneras, en estricta conformidad con la capacidad de pago de la industria y la capacidad del mercado, deben ser estudiados muy de cerca, mientras que se debe considerar cuidadosamente el efecto que puedan tener los aranceles más altos o más bajos que se aplican a los diferentes artículos importados sobre las ramas correspondientes de la industria doméstica (desde el punto de vista de protegerlas).
Las compras y los pedidos realizados en el exterior, incluso a precios que son más bajos que en el mercado interno, deben ser hechas a un lado sin vacilaciones en todos aquellos casos en los cuales no sean absolutamente necesarias, ya que la colocación de pedidos dentro del país puede servir como un impulso considerable para el desarrollo de la rama correspondiente de nuestra industria estatal.
Sólo un sistema de proteccionismo socialista llevado adelante de manera consecuente y resuelta podrá asegurar en el actual período transicional un real desarrollo de la industria en nuestro Estado soviético, rodeado como está por el mundo capitalista.

10. El capital extranjero

La experiencia del año pasado ha confirmado el hecho de que el proceso de la construcción del estado socialista bajo la Nueva Política Económica es bastante compatible (dentro de ciertos límites en absoluto estrechos) con la participación activa del capital privado -tanto externo como interno- en la esfera de la industria. Son necesarias mayores medidas sistemáticas para atraer al capital extranjero hacia la industria en todas aquellas formas que ya se hayan probado convenientes hasta ahora: concesiones, compañías mixtas, leasing. Un estudio cuidadoso de cuáles sectores de la industria y cuáles empresas pueden ser dejadas en manos del capital extranjero y sobre qué principios, con ventajas para el desarrollo económico general del país, es esencial para la elaboración de planes futuros por parte de nuestras organizaciones económicas líderes.

11. Los gerentes de planta, su posición y sus problemas; la educación de una nueva generación de técnicos y de gerentes

Las relaciones mutuas entre los sindicatos y los cuerpos administrativos definidas por las resoluciones del XI Congreso del partido, cuya corrección fue confirmada por la experiencia del año pasado, deben continuar siendo desarrolladas y fortalecidas en el espíritu de esas resoluciones.
El sistema de real unidad de poder debe ser llevado adelante en la organización de la industria de arriba a abajo. La selección de obreros y su transferencia o despido constituyen, en las manos de los órganos administrativos de dirección, una condición necesaria para la orientación real de la industria y para que éstos asuman la responsabilidad por su destino. Las recomendaciones y evaluaciones de los sindicatos deben ser tomadas en consideración completamente y con la debida atención, pero bajo ninguna circunstancia deben despojar a los órganos administrativos de su responsabilidad, ya que los estatutos actuales les otorgan a éstos últimos una completa libertad para realizar las selecciones y las designaciones.
La pesadez, el inmovilismo y la falta de espíritu empresarial constituyen el flanco débil de la industria y el comercio estatal. La razón para esto subyace en el hecho de que el personal directivo está todavía muy lejos de ser el más adecuado para sus tareas, en que le falta experiencia y en que no están suficientemente interesados en el progreso de su propio trabajo. Es necesario tomar medidas sistemáticas y regulares para realizar mejoras en todas estas direcciones. En particular, la remuneración de los gerentes de las empresas debe depender del balance entre el debe y el haber, así como los salarios dependen de la producción.
El desempeño de los trabajadores administrativos en puestos dirigentes (inspectores de corporaciones comerciales, directores de fábricas y acerías, secretarios y miembros de los directorios de los trusts), en la medida en que su tarea consiste en rebajar los gastos de la producción y en extraer ganancias, está plagado de dificultades extremadamente grandes que resultan en conflictos, despidos y transferencias. El administrador enfrenta siempre dos peligros:
1. Que sus estrictas exigencias le pongan en contra suyo a los obreros de la empresa y a sus órganos representativos o a la regional local del partido y los organismos soviéticos.
2. Que siguiendo la línea de menor resistencia en cuestiones que tocan la productividad del trabajo, los salarios, etc, ponga en peligro la capacidad de lucro, y en consecuencia, el futuro de la empresa. No hace falta decir que un director de una fábrica soviética debe tener las mayores consideraciones hacia los intereses materiales y espirituales de los obreros, hacia sus sentimientos y su estructura de pensamiento. Pero al mismo tiempo no debe olvidar nunca que su más alto deber para con la clase obrera de conjunto consiste en aumentar la productividad del trabajo, en rebajar los costos de producción, y en aumentar la cantidad de productos materiales a disposición del Estado de la clase obrera. Es el deber de los obreros del partido y de los sindicatos darle al director soviético su apoyo sincero en este aspecto. La atención, la perseverancia y la economía son la cualidades necesarias de un obrero administrativo soviético. Su más alto homenaje es hacer funcionar a la empresa sobre la base de cuentas saneadas y equilibradas.Debe quedar bien claro para la masa de trabajadores que un director que trata de hacer redituable a una empresa sirve a los intereses de la clase obrera tanto como un obrero sindicalizado que trata de aumentar el nivel de vida del obrero y de salvaguardar su salud.
La preparación de nuevos trabajadores administrativos debe tomar una forma sistemática y, al mismo tiempo, debe ser altamente especializada. Los métodos sumarios, como cuando las instrucciones eran tomadas de apuro, meramente contemplando a los otros realizar sus obligaciones, deben ser reemplazados por un entrenamiento sistemático de acuerdo a un plan exacto, que vaya de la mano con un período de experiencia definido. A los trabajadores asignados a sus puestos en el primer período y que no han tenido aún tiempo de adquirir los conocimientos necesarios se les debe dar la oportunidad de llenar las lagunas más serias.La especialización en diferentes tipos de actividades prácticas, no obstante, debe estar conectada estrechamente con el aumento del nivel teórico y político, y con un contacto más estrecho con el partido; de otro modo la especialización podría revelarse como algo perjudicial para el partido, ya que un conocimiento superficial de todo va en detrimento de cualquier empresa económica.
El partido y los sindicatos deben prestar una atención muy seria a la cuestión de aumentar el número de gerentes obreros en la industria, y especialmente de comunistas en los puestos de dirección en todas las etapas de la jerarquía económica.
El entrenamiento técnico debe ser para la nueva generación no sólo una cuestión de especialización, sino también un deber revolucionario. Bajo las condiciones del Estado obrero todo el entusiasmo de los jóvenes trabajadores que antiguamente estaba dedicado a la lucha política revolucionaria debe estar ahora dirigido hacia un conocimiento profundo de la ciencia y las materias técnicas. Es necesario que un estudiante que descuida sus estudios sea tratado de la misma manera que un desertor o un rompehuelgas eran tratados en la lucha contra la burguesía. La organización de una economía socialista es para la vanguardia proletaria no un método para obtener una carrera, sino una acción heroica.

12. Las instituciones del partido y las instituciones económicas

Sin olvidar por un solo momento sus permanentes problemas de educación revolucionaria, el partido debe darse cuenta claramente que en el período actual de la construcción económica de la revolución, su trabajo más fundamental reside en guiar la actividad económica en los puntos básicos del proceso de construcción soviético. El partido cumplirá su misión histórica sólo si la experiencia económica del conjunto del partido crece junto al aumento y la complejidad de los problemas económicos que el poder soviético tiene que enfrentar.
En consecuencia, el XII Congreso es de la opinión que no sólo una adecuada distribución de los trabajadores, sino también la función de supervisar cada rama importante de la administración económica, debe ser considerada por el partido como su deber supremo, especialmente en vista de la Nueva Política Económica, que crea el peligro de la degeneración de una parte del personal gerencial y de pervertir la línea proletaria de la política en el proceso de la reconstrucción económica. Bajo ninguna circunstancia en absoluto debe esta guía transformarse, en la práctica y como una cuestión de hecho, en despidos o transferencias frecuentes de gerentes, en empantanar el trabajo cotidiano de administración, o en intentos de dirigirlo.
Las directivas con respecto a las cuestiones concretas planteadas por las organizaciones del partido sobre la maquinaria administrativa son inevitables e indispensables bajo las actuales condiciones, pero es necesario tratar constantemente de que esta guía lleve la marca de un plan amplio, que eventualmente llevará a una disminución real en el número de casos donde haya necesidad de una interferencia administrativa directa en problemas especializados o independientes de la práctica corriente.
Cuanto más regularmente proceda el trabajo administrativo y económico del estado en la ejecución de los planes formulados por el partido, más completamente será resguardada la dirección del partido.
El XII Congreso confirma las resoluciones del XI con respecto a la necesidad de una división del trabajo y una delimitación de tareas en la esfera económica entre el partido y los soviets, en particular, e insiste en que esta resolución sea llevada adelante del modo más completo y sistemático tanto a nivel del centro como de la periferia. El XII Congreso hace recordar especialmente que de acuerdo con la resolución del XI Congreso, las organizaciones del partido “resuelven las cuestiones económicas independientemente sólo en aquellos casos y en la medida en que estas cuestiones exijan imperativamente una solución según los principios del partido.”
Uno de los problemas importantes planteados para el partido es dar su apoyo a un acuerdo bajo el cual las organizaciones económicas competentes no sólo tendrían el derecho formal, sino la oportunidad práctica de educar gradualmente a los obreros en puestos administrativos y de aportar a su avance regular a medida que ganan experiencia y que desarrollan sus cualidades. Esto sólo es posible si los obreros son sistemáticamente seleccionados según su experiencia económica tanto en las empresas como en los oficios especializados, y también si dentro de las instituciones económicas se observan los principios de disciplina y de un correspondiente sistema de coordinación y de subordinación entre las diferentes ramas del trabajo y entre los obreros que están a la cabeza de esas ramas.
Pero en vista del trabajo responsable y particularmente importante que recae sobre los trabajadores administrativos en el momento actual, el partido de conjunto y todas sus organizaciones deben darle a ellos su apoyo más sincero y tener sistemáticamente cuidado de crear una atmósfera tal que excluya la posibilidad de que grupos de trabajadores administrativos rompan con el partido.

13. La industria gráfica

La cuestión de poner a funcionar la industria gráfica sobre bases sanas reviste una importancia no sólo económica, sino una importancia cultural inmensa.
El congreso reconoce que el estado actual de la industria gráfica no es satisfactorio y considera necesario tomar medidas decisivas para mejorarlo.
Es necesario primero de todo mejorar la técnica de aquellas publicaciones que son de venta masiva. La cuestión de la organización de los oficios de tipógrafos debe ser resuelta lo antes posible y de manera tal que los establecimientos de publicaciones estatales más grandes y más importantes sean capaces de realizar sus tareas sobre bases amplias, regulares y técnicamente satisfactorias.