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Naturaleza y dinámica del capitalismo y la economía de transición (compilación)

Enmiendas a la resolución de Rikov

Enmiendas a la resolución de Rikov

I. La desproporción entre la industria y la agricultura y los problemas de política económica

La meta fundamental y al mismo tiempo más urgente de la NEP -después de revivir el interés material del campesino en el desarrollo de su propia granja- era asegurarse el progreso de las fuerzas productivas en general en el campo y, sobre esta base, lograr el objetivo de desarrollar la industria en estrecha conexión con la agricultura. De acuerdo con las formas de mercado tomadas por este nexo entre industria y agricultura, las consignas “Aprenda a comerciar” y “Ahorre cada centavo para la industria” se volvieron parte de la Nueva Política Económica. Al mismo tiempo, el partido propuso un plan para la electrificación en gran escala.
El problema de la smytchka, el nexo entre el proletariado y el campesinado, determinó el contenido fundamental económico de esta política. La meta de las políticas económicas del estado de conjunto es asegurar, sobre la base del crecimiento de las fuerzas productivas, un equilibrio dinámico entre la industria y la agricultura y los elementos socialistas, ganando una predominancia cada vez mayor sobre los elementos capitalistas.
Es bastante obvio que la disrupción de este equilibrio podría ocurrir bajo dos condiciones principales: si el estado, por su política fiscal, presupuestaria, industrial, comercial, etc., tomara de la economía y transfiriera a la industria un porcentaje desproporcionadamente grande del producto anual y de nuestros recursos en general, como resultado de lo cual la industria podría avanzar demasiado, divorciándose así de la base económica nacional, especialmente de la base agrícola, y podría estrellarse contra el obstáculo del poder de compra insuficiente; por otro lado, si el estado, a través de las palancas que controla, tomara una insuficiente porción de los recursos económicos y de su incremento anual, el resultado sería que el suministro de productos industriales quedaría por detrás de la demanda efectiva. Una disrupción de la smytchka es evidente en cualquier caso. Si el desarrollo de la industria es excesivamente forzado, esto impone una carga insoportable en los campesinos y por lo tanto debilita la agricultura. Pero el campesino sufriría una pérdida casi igualmente grande si la industria no pudiera satisfacer suficientemente la demanda que surge de la venta de la cosecha por parte de los campesinos, resultando en unas “tijeras” entre los precios al por mayor y al por menor.
El XIV Congreso del partido decidió que la industrialización del país era su directiva principal. Los medios, métodos y ritmos por los cuales esta directiva se lleva cabo son decisivos no sólo para nuestro progreso futuro hacia el socialismo sino también para el dominio político de la clase obrera en la Unión Soviética.
La principal contradicción en nuestra actual situación económica, y de la misma forma en las relaciones entre la ciudad y el campo, es que la industria estatal está retrasada con respecto al desarrollo de la agricultura. La producción industrial no satisface la demanda efectiva: esto obstaculiza la realización y exportación de la porción vendible de la producción agrícola y mantiene las importaciones dentro de límites muy estrechos, obstaculiza la expansión de la industria y podría incluso llevar a un empeoramiento de la desproporción fundamental. Todos nuestros datos confirman que la cosecha de 1926 va a encontrar a nuestra industria sin reserva alguna de recursos manufacturados. Esto podría significar una repetición de las dificultades actuales en una mayor escala. Bajo estas condiciones, una buena cosecha, es decir, una cantidad potencialmente incrementada de excedentes vendibles en la agricultura, podría convertirse en un factor que no aceleraría el desarrollo económico hacia el socialismo sino que por el contrario desorganizaría la economía y tensaría aún más las relaciones entre la ciudad y el campo, y dentro de la ciudad misma, entre los consumidores y el estado.
Hablando prácticamente, una buena cosecha -ante la falta de bienes industriales- podría significar una mayor utilización de granos para la destilación clandestina de alcohol y mayores colas frente a los negocios en las ciudades. Políticamente, esto significaría una lucha del campesinado contra el monopolio del comercio exterior, es decir, contra la industria socialista. Subestimar tal peligro podría tener serias consecuencias, si no en el cercano futuro, por lo menos en el desarrollo posterior de una tal correlación de factores económicos que tienda a preservar la desproporción entre industria y agricultura o a eliminarla demasiado lentamente. La solución es asegurar la línea correcta en política económica, realmente siguiendo la política de industrialización adoptada por el XIV Congreso. (...)
(...) Las dificultades económicas fundamentales, en consecuencia, resultan del hecho que el volumen de la industria es demasiado pequeño tanto en relación a la agricultura (necesidades personales y productivas de los campesinos) como en relación con las necesidades crecientes de la clase obrera. Esta desproporción debería ser superada sin disminuir el crecimiento de la agricultura ni la satisfacción de las necesidades de la clase obrera, sino desarrollando la industria a un ritmo tal que haría posible eliminar esta desproporción en un número relativamente corto de años.
Esta tarea es tanto más imperativa en tanto que la industria -en su estado actual- no puede ya resolver otros problemas vitales, empezando por la fabricación de los medios de producción para la industria misma, el mantenimiento y el desarrollo del sistema de transporte, y la defensa del país.
En vista de lo mencionado más arriba, el Comité Central instruye al Buró Político:
 Diseñar un programa concreto de desarrollo económico y nuevas construcciones industriales para el próximo período económico (5 a 8 años) en estrecha relación con las perspectivas del crecimiento de la agricultura;
 Diseñar una directiva concerniente a la preparación de todos los programas y planes para 1926-27 que asegure la posibilidad de que haya un progreso significativo en 1926-27 hacia liquidar las desproporciones internas de nuestra economía.
El plan a largo plazo debería basarse en esta hipótesis de trabajo -o sea, que la desproporción fundamental podría ser superada en un período de 5 años (o para alguna otra fecha)- para poder hacer una determinación provisional de cuál va a ser el equilibrio relativo en 1931 entre la oferta y la demanda de productos industriales, bajo condiciones de una política sostenida de rebaja en los precios. Una proyección tal, naturalmente sin pretender ser exacta y definitiva, podría sin embargo ser la brújula para toda nuestra política económica.
Con estas metas, los programas y planes para los años 1926-27 deberían surgir de las siguientes consideraciones:
1. La política impositiva apropiada sobre la agricultura, impuesta a los estratos superiores de las aldeas debería ser una de las palancas más importantes para distribuir correctamente la riqueza acumulada por la economía...
2. No se debería permitir el aumento en los precios minoristas. Al contrario, debería haber una lucha para reducirlos por todos los medios. En cuanto a los precios al por mayor, se debería introducir una política más flexible, adaptada en una forma más específica a las distintas ramas de las industria, calculando que una proporción mayor de la ganancia comercial, termine en manos del estado y las cooperativas.
3. El presupuesto para 1926-27 debería ser elaborado en forma tal que se asigne a la industria una suma lo suficientemente grande que esté por encima de los fondos que son en realidad sólo una redistribución de los recursos propios de la industria, a través del presupuesto estatal. El balance neto arrojado por la industria no debería ser en ningún caso menor a 150 o 200 millones, y se deben hacer todos los esfuerzos tendientes a aumentar este balance neto.
Esto se debe lograr restringiendo estrictamente todos los gastos improductivos, o como mínimo, negándose a aumentarlos en el futuro cercano, teniendo presente que todavía no hemos dejado atrás el estadío de la acumulación primitva socialista.
4. Es necesario reexaminar la cuestión del vodka, basándonos en la experiencia que hemos adquirido, la cual demuestra que la venta de vodka por el estado juega un rol muy insignificante en el flujo de recursos de la aldea a la industria pesada (que era la meta) y que al mismo tiempo toma un porcentaje muy grande de los salarios de los trabajadores.
5. La posibilidad de crecimiento sustancial de los créditos a largo plazo para la nueva construcción industrial tendrá que asegurarse, comenzado en 1926-27... (incompleto en el original, N. del T. inglés).
6. El sistema de amortización de las descuentos impositivos debería ser organizado de una forma tal que la industria automáticamente tenga los medios para mantener su capacidad productiva al nivel actual, usando todos los recursos adicionales para una expansión en el futuro.
7. El plan de exportaciones e importaciones para 1926-27 debería elaborarse en forma tal de asegurar el crecimiento de la capacidad productiva en la industria y un reequipamiento técnico sustancial de ésta, incluyendo la construcción de nuevas fábricas.
8. Toda nuestra política económica debería ser elaborada en forma tal como para asegurar la posibilidad de que en el año 1926-27 se lleve a cabo un programa de construcción importante a un nivel no inferior de mil millones de rublos, en comparación con los 820 millones de 1925-26 (es decir, un incremento de por lo menos un 20%).
9. Los recursos del Banco Industrial deberían ser reforzados para aumentar el fondo central de reserva industrial, el cual mantiene la expansión regular del capital volcado a la industria.
10. Es necesario elaborar y empezar hoy los preparativos prácticos que contribuyan a desarrollar un sistema de medidas capaz de asegurar la próxima cosecha -en primer lugar, a través de la importación suplementaria de materias primas (algodón, lana, caucho, cuero, metales) para incrementar nuestro stock de bienes destinado a los campesinos en el otoño; en segundo lugar, preparándonos para intervenir en el mercado mundial, -lo que puede volverse inevitable- una intervención basada en el principio de que el crédito exterior sea proporcional al volumen de nuestro comercio interno y esté en correspondencia estricta con los intereses y posibilidades de la industria estatal.
11. Es necesario asegurar que el plan para la electrificación del país sea llevado a cabo a un ritmo tan enérgico como sea posible.

II. Problemas de la tasa de desarrollo

La expropiación de las clases no productivas (la aristocracia, la burguesía, el clero y la burocracia privilegiada), la nacionalización de la tierra, la abolición de la renta, y la concentración de los activos de la industria, el transporte, y todo el sistema de crédito en las manos del estado han asegurado, como la experiencia de los años pasados demostró indiscutiblemente, una indudable preponderancia de los elementos socialistas sobre los capitalistas en nuestra economía.
Pero precisamente los tremendos éxitos de nuestra economía, que la han ligado más y más a la cadena del mercado mundial, de la misma manera, han puesto nuestro futuro éxito y, en primer lugar, nuestro ritmo de industrialización, bajo el control relativo de la economía mundial capitalista. Sería radicalmente falso pensar que el socialismo, dentro del cerco capitalista, podría progresar a un ritmo arbitrario. El avance hacia el socialismo sólo puede ser asegurado si la distancia que separa nuestra industria de la de los países capitalistas avanzados -en volumen de producción, relación costo-precio y calidad- disminuye en una forma palpable y evidente, en lugar de aumentar. Sólo bajo estas condiciones puede dárseles a nuestras fuerzas armadas la base técnica capaz de proteger el desarrollo socialista del país.

III. El rol de liderazgo de la industria, y la agricultura.

La resolución del XIV Congreso clara y categóricamente, indicaba el rol de liderazgo de la industria estatal sobre el conjunto de la economía. El deber del partido es claramente entender el completo significado de esta directiva y extraer de ella todas las conclusiones prácticas apropiadas...
Más aún, dado que la agricultura casi ha alcanzado el nivel de preguerra sobre las viejas bases de una tecnología primitiva, todo avance serio en la economía rural en el futuro sólo será posible a través de una industrialización gradual, es decir, de un importante crecimiento en la manufactura de maquinaria agrícola, fertilizantes sintéticos, electrificación, etc. La forma más efectiva de ayuda estatal a la agricultura campesina sería un flujo sustancial de las necesarias herramientas agrícolas producidas por la industria estatal en términos crediticios ventajosos. Esto a su vez presupone un mayor crecimiento en la manufactura de maquinaria agrícola, estrechamente coordinada con las particularidades de las principales regiones agrícolas.

IV. El plan: sus nuevas tareas y métodos

La importancia del principio de planificación ha sido demostrada no sólo en nuestros tremendos éxitos en la construcción económica sino también en nuestras fallas y errores de cálculo. Sería un craso error ver a éstos como un argumento contra el principio de planificación. Al contrario, la misma posibilidad de descubrirlos a tiempo y corregirlos de una forma u otra es brindada por el sistema centralizado de administración económica. Este sistema es inconcebible sin la coordinación de todos los factores esenciales a él, tanto los administrativos como los relacionados con el mercado.
El crecimiento de nuestra economía no solamente requiere un fortalecimiento general del principio de planificación sino que además crea problemas cualitativamente nuevos en este área. Hasta ahora el planificar consistía principalmente en el intento de anticipar el movimiento de los elementos económicos esenciales para el año por venir y coordinarlos por medio de distintas maniobras; es decir, que la planificación estaba limitada a las funciones descriptas en la resolución del XII Congreso. Esta clase de planificación basada en la maniobrabilidad dentro de un marco operativo ya en funcionamiento podría haber sido adecuada durante el así llamado período de la reconstrucción, cuando la industria se estaba desarrollando sobre las bases técnicas heredadas del pasado. Ahora este período está terminando, la necesidad de renovar y expandir el capital fijo de la industria y el transporte enfrenta al partido y al estado con problemas enteramente nuevos, paralelos a los viejos, en el área de la administración planificada.
Hasta hace poco, la industria -con considerables reservas de equipos subutilizados a su disposición- podía rápidamente aumentar su producción sobre las proyecciones del plan, de acuerdo con las necesidades del mercado. Pero de ahora en adelante, sus posibilidades en esta dirección estarán determinadas por las inversiones de capital que la industria sea capaz de realizar anualmente. El volumen y la aplicación de estos gastos de capital tendrán que ser planificados de la forma más concienzuda y rigurosa posible por el estado. La construcción de nuevas fábricas, centrales eléctricas y ferrocarriles, la incorporación de vastas áreas nuevas, el entrenamiento adecuado de trabajadores calificados en todas las categorías y la tarea de coordinar toda esta nueva construcción con las condiciones económicas existentes y con los planes para la industria y la economía como un todo, todo esto no puede ser logrado en un solo año comercial. Estamos hablando acerca de la planificación de unidades muy grandes y de proyectos que se espera que tomen varios años y cuyas consecuencias económicas serán sentidas por un período adicional de años después de eso. El plan anual debe ser visto como parte individual del plan quinquenal total. Por otro lado, los planes quinquenales deben ser corregidos anualmente para adaptarse a los cambios hechos en el actual plan de operaciones.

V. Salarios

Las dificultades económicas no nos permiten en el presente tomar un curso hacia un crecimiento sustancial en los salarios. El partido debería reconocer sin embargo, que el nivel salarial actual es insuficiente y deberían fijarse las siguientes tareas en este área:
a. no permitir que bajen los salarios reales en el futuro cercano;
b. crear las condiciones materiales para un aumento futuro de los salarios, es decir, un aumento suficiente en el volumen de producción industrial en 1926-27 para que los salarios en efectivo sean complementados apropiadamente en especies (del 40 al 45% del presupuesto del trabajador se paga ahora en productos industriales); el reequipamiento técnico sistemático y firme de la industria, es lo único que puede asegurar un aumento sistemático e ininterrumpido del nivel de vida de los trabajadores.