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Boletín Nº 12 (julio/agosto 2009)

El camino de la vanguardia en Francia

El camino de la vanguardia en Francia

León Trotsky

22 de diciembre de 1938

 

Carta a M. Pivert, cuya traducción del ruso fue revisada y publicada con el permiso de la Houghton Library. Trotsky dirige este documento a Rosmer con una carta de acompañamiento que no reproducimos. (Nota original del francés).

Traducción especial para este boletín de Rossana Cortez de “La voie de l’avant-garde révolutionnaire en France” Œuvres N.º 19, octubre-diciembre de 1938, París, Publication de L’Institut León Trotsky, 1979, p. 275-278. Las notas fueron preparadas para esta edición, salvo las que tengan aclaración en contrario.

 

Estimado camarada Pivert:[1]

Reconozco que no sin vacilaciones me he decidido a escribirle esta carta. No solamente porque nuestras opiniones políticas están lejos de coincidir, sino porque incluso la idea de dirigirme desde un país lejano[2] a un militante político de Francia por un tema que involucra a ese país puede parecer fuera de lugar. Sin embargo, he abandonado estas dudas. La situación es tan crítica, la suerte del proletariado de Francia y de toda Europa, e incluso del mundo entero, depende en gran medida del próximo desarrollo de los acontecimientos en Francia, los elementos fundamentales de la situación son tan claros incluso a tanta distancia, que considero inadmisible no hacer el intento de explicarme ante usted, cuando todavía no todo está perdido.

El desarrollo en Francia ha marchado durante los tres o cuatro últimos años más lentamente que lo que se podría esperar en 1934-1935, cuando yo escribí el folleto ¿Adónde va Francia? La realidad viva es mucho más rica en posibilidades, en giros, en complicaciones que el pronóstico teórico. Pero la marcha general de los acontecimientos no me ha aportado, a pesar de todo, nada esencialmente nuevo en comparación a nuestra concepción. No quiero detenerme aquí más abajo, porque he consagrado a esta cuestión mi último artículo: “Se aproxima la hora decisiva”, que, espero, aparecerá muy pronto en francés (se lo adjunto en la copia de esta carta). El desarrollo llega claramente a un desenlace. Como tal, sólo puede existir el establecimiento de una dictadura fascista, en los primeros tiempos prefascista (bonapartista) de tipo militar[3], o la victoria del proletariado. No pienso que, en este tema, estemos en desacuerdo con usted. Tampoco pienso que no haya acuerdo en cuanto a los plazos: un año o dos, según mi opinión, este es el plazo máximo que queda hasta el fin “definitivo”, es decir, irreparable por largos años.

Lo que puede salvar la situación en Francia es la creación de una verdadera organización revolucionaria de algunos miles de hombres que comprendan claramente la situación, completamente liberada de la influencia de la opinión pública burguesa y pequeño burguesa (“socialista”, “anarcosindicalista”, etc.), y dispuesta a ir hasta el final. Esa vanguardia sabrá encontrar el camino hacia las masas. En los diez o quince últimos años hemos visto más de una vez cómo, tras los golpes de grandiosos acontecimientos, los grandes partidos tradicionales y sus agrupamientos se pulverizan, los del tipo Frente de Hierro (sin hierro), Frente Popular (sin pueblo). Lo que no se rompe ni se reduce a polvo es lo que ha sido soldado por ideas revolucionarias claras, precisas, intransigentes.

No he tenido la posibilidad de seguir de cerca la actividad de su partido, no conozco su composición interna, y por eso me abstengo de pronunciar una apreciación. Pero conozco a los demás partidos del Buró de Londres, que existen desde hace mucho más de un año. Me pregunto: ¿su partido puede abordar grandes tareas de la mano de Fenner Brockway[4], Walcher[5], Sneevliet[6], Brandler[7] y otros venerables inválidos, que no solamente no han demostrado su capacidad de orientarse ante los eventos revolucionarios, sino al contrario, han demostrado varias veces su incapacidad absoluta en la acción revolucionaria y, en los años siguientes, su incapacidad no menos absoluta de aprender algo de sus propios errores? El mejor grupo entre ellos fue el POUM. ¿Pero no está claro que el miedo del POUM ante la opinión pública pequeño burguesa de la II y de la III Internacional, y sobre todo, de los anarquistas, fue una de las principales causas del hundimiento de la revolución española?

De las dos cosas una. O bien el proletariado francés, engañado y debilitado por Blum, Thorez, Jouhaux y compañía, será tomado de improviso y aplastado sin resistencia como el proletariado en Alemania, en Austria y en Checoslovaquia… pero es inútil hacer cálculos sobre la base de esta variante: la postración servil no reclama ninguna estrategia. O bien, en este período que queda, la vanguardia del proletariado francés levantará cabeza, reunirá a las masas a su alrededor y será capaz, tanto de resistir como de atacar. Pero esta variante supone un impulso de la esperanza de las masas, de su confianza en ellas, de su pasión, de su ira contra el enemigo, que todo lo que esté en el medio, sea intermedio, informe será apartado y disipado al viento. Solamente los revolucionarios dispuestos a ir hasta el final son capaces de dirigir una verdadera insurrección de masas, porque las masas distinguen muy bien las oscilaciones de ánimo de decisión inquebrantable. A la insurrección de masas le hace falta una firme dirección. Y sin insurrección, la catástrofe es inevitable y en un plazo muy corto.

No veo otro camino a la formación inmediata de una vanguardia revolucionaria en Francia que la unificación de su partido y de la sección de la IV Internacional. Sé que entre las dos organizaciones se están llevando adelante conversaciones sobre la fusión, y está lejos de mí la idea de inmiscuirme en esas conversaciones o dar desde aquí consejos concretos. Abordo la cuestión desde un punto de vista más general. El hecho de que las conversaciones duren y se prolonguen me parece una circunstancia extremadamente alarmante, el síntoma de una discordancia entre la situación objetiva y el estado de ánimo de las filas más avanzadas de la clase obrera. Estaría feliz de saber que me equivoco en esto.

Usted tiene una gran responsabilidad, camarada Pivert, muy parecida a la responsabilidad que pesaba sobre Andrés Nin[8] en los primeros años de la revolución española. Usted puede dar un gran impulso hacia adelante a los acontecimientos. Pero también usted puede jugar el fatal rol de freno. En momentos de crisis política aguda, la iniciativa individual es capaz de ejercer una gran influencia en la marcha de los acontecimientos. Solamente es necesario decidirse a una cosa: ir hasta el final.

Yo espero que usted aprecie en su justo valor los motivos que me han guiado a escribirle esta carta y le deseo calurosamente el éxito en el camino de la revolución proletaria.



[1] Recordemos que desde junio, Marceau Pivert era el principal dirigente de un nuevo partido, el PSOP, nacido de una ruptura de izquierda de la SFIO. (Nota original del francés)

[2] Trotsky en esa fecha ya estaba residiendo en México.

[3] Lamentablemente, el pronóstico de Trotsky se confirmó por la negativa. Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Hitler invade Francia en 1940, se establece el gobierno del mariscal Pétain, colaboracionista con los nazis, y se consolida una dictadura fascista.

[4] Archibald Fenner Brockway era el secretario general del ILP. El ILP era elemento más preciado del “Buró de Londres”, al que el PSOP había adherido poco después de su constitución.

[5] Jakob Walcher (1887-1970), antiguo dirigente del KPD y de la Oposición de derecha, líder del SAP que en 1933 había flirteado con la idea de la IV Internacional, se había unido al Buró de Londres.

[6] Henricus Sneevliet (1883-1942), pionero del movimiento comunista en Holanda, Indonesia y China, secretario general del sindicato rojo NAS, había sido expulsado del PC holandés y había constituido el RSP que en 1933 se había unido a la Oposición de Izquierda. Miembro del SI de la LCI, desde 1935 era secretario del RSAP (nacido de la fusión RSP-OSP).

[7] Heinrich Brandler (1881-1967) Fundador del PC Alemán y su principal dirigente en el momento en que éste no supo aprovechar la crisis revolucionaria de 1923. El Kremlin lo convirtió en su chivo expiatorio y lo removió de la dirección del partido en 1924. El y August Thalheimer (1884-1948) formaron una fracción, la Oposición del Partido Comunista (KPO), que se alió con la Oposición de Derecha dirigida por Bujarin en la URSS; en 1929 fue expulsado del partido alemán y de la Comintern. Los brandleristas continuaron como organización independiente hasta la Segunda Guerra Mundial.

[8] Andrés Nin Pérez (1892-1937), ex dirigente de la CNT, luego de la ISR en Moscú, había dirigido hasta 1935 la Izquierda Comunista y había sido durante mucho tiempo compañero de ideas y había estado personalmente ligado a Trotsky. La ruptura había sido total, no como se repite frecuentemente, en el momento de la fundación del POUM, sino cuando este último, del que era secretario, había apoyado el Bloque de Izquierdas en las elecciones de 1936. (Nota original del francés).

 



La Oposición de Izquierda en Francia