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Clásicos de León Trotsky online

C. Rakovsky y B. Koralov

C. Rakovsky y B. Koralov

Kievskaya Mysl, Nro 294, 23 de octubre de 1915

En la redacción de Berner Tagwacht encontré una sociedad muy variopinta y extraordinaria para los tiempos que corren. Había allí dos redactores berlineses, una militante del movimiento femenino de Stuttgart, dos sindicalistas franceses (el secretario de la Federación del Metal, Merrheim y el de la Federación de Toneleros, Bourderon) el doctor Rakovsky de Bucarest, un polaco y un suizo. Se trataba de los primeros delegados llegados para participar en la conferencia [de Zimmerwald]. Grimm no se encontraba allí (realizaba un pequeño viaje de propaganda y no llegaría hasta la noche). Morgari se encontraba en Londres y se esperaban telegramas de él en cualquier momento anunciando la venida de los delegados británicos.
En la persona de Rakovsky encontré a un viejo amigo. Es una de las más internacionales figuras del movimiento obrero europeo. Es búlgaro de nacimiento, pero súbdito rumano. Es médico francés por sus estudios, pero miembro de la intelectualidad rusa; está atraído por las Bellas Letras (bajo la firma de Insarov ha publicado en ruso toda una serie de artículos periodísticos y un libro sobre la III República); domina todas las lenguas balcánicas y tres lenguas europeas; ha participado en la vida interna de cuatro partidos socialistas (búlgaro, rumano, francés y ruso) y actualmente encabeza el partido rumano.
La política seguida por este último es paralela hasta cierto punto a la del partido socialista italiano. Los socialistas rumanos, luchando por la neutralidad, recibían halagos o reprimendas por parte de los franceses o de los alemanes según las oscilaciones del gobierno rumano que, con cada cambio de política, obligaba a los “neutralistas” a cambiar sus objetivos. Sudekum llegó a Bucarest el pasado otoño para “incitar” a los socialistas rumanos a oponerse a una intervención a favor de los Aliados. Se declinó su ayuda. Pero cuando Charles Dumas, jefe del gobierno de Sembat, se dirigió a Rakovsky exponiéndole el punto de vista francés, el rumano le respondió con el envío de un opúsculo entero, de tono moderado, pero de fondo significativo (El socialismo y la guerra, Bucarest, 1915). Rakovsky desarrolla el tema según el cual los partidos socialistas francés y alemán no se diferencian por su táctica de principios, sino que en ellos se dibujan los signos precursores de concepciones irreconciliables: “No estamos, pues, ante dos tácticas sino en presencia de dos socialismos.”(1)

Khristian Rakovsky

 ¿Harán ustedes la guerra?
 Pregúnteselo a los búlgaros, nos responde Rascovsky. Nuestro gobierno todavía mantiene la neutralidad. Pero existen demasiados motivos para que supongamos que la intervención búlgara hará hundirse la tabla poco segura sobre la que se mantiene el gobierno Bratianu.
(Le recuerdo al lector que estas palabras fueron pronunciadas en septiembre de
1915)
 ¿Harán ustedes la guerra? Le planteé esta pregunta al día siguiente al diputado búlgaro, Basil Koralov, uno de los principales dirigentes del partido de los oprimidos, abogado, oficial de reserva, condecorado por su bravura ante los turcos.
 La haremos, me respondió casi sin dudarlo. La neutralidad observada por Radoslavov es puramente atentista. La cuestión de Constantinopla, tal y como ha sido planteada por la Entente, es un factor decisivo para la orientación de la política búlgara. Por otra parte, las derrotas rusas han animado mucho a los germanófilos, herederos de la tradición estambuliana.
 ¿Eso quiere decir que ustedes lucharán al lado de Alemania?
 Evidentemente. ¿Lo duda usted?
 La prensa francesa mantiene al respecto las ilusiones en la opinión pública…
¿Cuál será la posición de su partido?
 Somos socialistas “estrechos”, lucharemos hasta el final contra la intervención, después contra la guerra. Pero no podemos esperar un éxito inmediato de nuestra resistencia.
 ¿Y los otros socialistas, los “amplios”?
 Siguen más o menos al bloque rusófilo. Pero desde el mismo momento en que Radoslavov ponga a la nación ante el hecho cumplido (la intervención), harán lo mismo que los burgueses rusófilos: so pretexto del interés nacional, de la imposibilidad de desgarrar al país en momentos tan trágicos, etc., etc., se inclinarán ante la política del poder. En este sentido, la prensa gubernamental trabaja sobre la opinión pública.
 De hecho, prosigue nuestro interlocutor, ¿sabe usted que nuestro zar Ferdinand les sonríe a los socialistas “amplios”? Durante las vacaciones se reunió con uno de los líderes de ese partido y se quejó amargamente de que los socialistas no confíen en él, cuando él les es próximo de todo su corazón. El diario del “demócrata” Malinov llama al zar, con una ironía sospechosa y celosa, el “socialista coronado”.
Las predicciones de mi perspicaz interlocutor (actualmente debe encontrarse verosímilmente en las filas del ejército búlgaro en campaña) se realizaron plenamente. Koralov tuvo a penas tiempo para volver a su casa, en Plovdiv, cuando Bulgaria ya decretaba la movilización. Los socialistas “amplios”, en calidad de patriotas, no le plantearon ningún obstáculo a Radoslavov. Los “estrechos” mantuvieron su línea hasta el final. El último número de su diario que me ha llegado, Rabotnichevsky Viestnik, caracteriza las condiciones bajo las que se desarrolla la lucha contra las aventuras del gobierno búlgaro: “Nuestras reuniones están prohibidas, nuestros carteles son confiscados, nuestros oradores y propagandista amenazados, golpeados o arrestados; se secuestran los telegramas que se nos dirigen y que contienen vivas protestas contra el aventurerismo nacionalista y reclaman la paz.”
Rakovsky y Kolarov participaban en la conferencia no sólo en calidad de delegados de los partidos obreros rumano y búlgaro, sino también en tanto que representantes de la Federación Socialdemócrata Balcánica, creada en la Conferencia de todos los Balcanes celebrada el verano pasado en Bucarest.

Vasil Kolarov

La Federación Democrática de la Península de los Balcanes, unión de todos esos estados ligados por condiciones económicas y destinos históricos comunes, marcha bajo la bandera de la unión de los jóvenes partidos overos. Los socialistas de los Balcanes han hecho avanzar este programa durante las dos últimas guerras. Más que nunca están convencidos de que la salvación sólo puede venir de una república federada. Pero para alcanzar ese objetivo la historia no ofrece un camino directo. El baño de sangre europeo engulle también a los pueblos de los Balcanes. Van hacia la unión inevitable a través de una destrucción mutua. ¡Cuántos defensores de la federación han caído durante las últimas guerras! El golpe más sensible asestado a la socialdemocracia de los Balcanes, en general, y a la socialdemocracia serbia en particular, fue la muerte en el campo de batalla de Dmitri Tutsevich, una de las más heroicas figuras del movimiento obrero serbio.

(1) El socialismo y la guerra, Alejandría Proletaria, pág. 23.