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Boletín Nº 11 (Febrero 2009)

 "Trotsky en el espejo de la historia"

"Trotsky en el espejo de la historia"

por Andrea Robles

“Trotsky en el espejo de la historia” reúne un conjunto de artículos y ensayos acerca de la vida y la obra del gran revolucionario ruso resaltando el combate que éste dio contra el estalinismo hasta el final de sus días.

En el ensayo introductorio, “El regreso de Trotsky”, el historiador peruano Gabriel García Higueras rescata la labor de las instituciones que se dedican en la actualidad a la historia del trotskismo (entre las que incluye al Institut León Trotsky -que dirigió hasta su muerte, Pierre Broué-, Revolutionary History, el CERMTRI, al igual que nuestro Centro, entre otros) junto a un detallado informe de la actividad que desarrollan las mismas -por lo cual permite numerosas referencias para el estudio del legado de Trotsky y su corriente. En este mismo estudio, el autor encuentra que el interés por la obra del fundador de la IV Internacional surge de la vigencia de sus ideas y su programa. Por ejemplo, frente a las revoluciones políticas contra el estalinismo que se desarrollaron a partir de la década del 50 en el este Europeo, como la revolución húngara de 1956, ya que permiten ver “el vínculo auténtico entre el contenido democrático del programa trotskista de revolución política, las demandas socialistas de las revoluciones del Este y el pensamiento crítico de sus actores políticos”. Del mismo modo, los sucesos de 1989 y la agonía del sistema estalinista, fueron acontecimientos que “otorgaron una nueva dimensión a la trascendencia histórica y política de Trotsky”. En general, para García Higueras el interés por la obra de Trotsky obedece no sólo a que la actividad de éste se encontró asociada a hechos centrales de la primer mitad del siglo XX, sino también a que en “el imaginario social, es un símbolo de la lucha contra la opresión, y representa el ideal de la emancipación del hombre”.

El autor, quien consagró gran parte de sus estudios a la vida y obra de León Trotsky y por lo tanto se define como “trotskólogo”, no trotskista, presenta también una amplia descripción biográfica que se destaca por su seriedad y narrativa. Si bien García Higueras aclara que estos trabajos tienen una perspectiva académica, expresa su profunda admiración por quien encarna “al revolucionario integral cuya trayectoria humana y política trasluce la unidad y coherencia entre pensamiento y vida”, “su papel sobresaliente en la revolución de los soviets de 1917, en la guerra civil rusa y ulteriormente en la oposición que representó ante el régimen de Stalin en la Unión Soviética” y sus aportes al movimiento revolucionario ruso e internacional como insoslayables.

Los estudios biográficos complementan el objetivo principal del libro, la importante investigación que el autor desarrolla sobre la historiografía soviética desde 1917 hasta 1992 en su “Trotsky y el devenir de la historiografía soviética: ideología, política y falsificación histórica”. Este último trabajo, que parte del eje inseparable entre historia y política que rigió en la URSS durante la era estalinista, se centra en las deformaciones y falsificaciones históricas tamizadas por el ejemplo de la figura de Trotsky. El autor muestra cómo los distintos sucesores de Stalin, Jruschov y Brezhnev, mantuvieron a rajatabla dichas deformaciones en la historia de la Rusia soviética, describiendo los períodos que marcaron la asunción de cada uno. Desde Stalin hasta Brezhnev, analiza muchas de las obras oficiales, detallando las omisiones, las mentiras y calumnias de cada una de ellas y que a lo largo de los años le fueron presentadas al pueblo ruso como verdades reveladas.

En el análisis de la historiografía producida a partir de la Perestroika, al que el autor dedica dos terceras partes de su investigación, critica especialmente a los historiadores oficiales Nikolai Vasetsky y Dmitri Volkogonov por su rol de tergiversadores ex profesos de los hechos históricos y por las distorsiones y falsificaciones en sus libros sobre Trotsky. Tomando el consejo del historiador británico Edward Haller Carr (estudiar al historiador antes de los hechos que se trata, ya que éstos llegan refractados por la mente de quien los recoge), García Higueras revela las biografías y los enfoques de historiadores de este período, tantos de aquéllos que denostaron una vez más a Trotsky, como los arriba mencionados, como de aquéllos que intentaron aproximarse a la verdadera historia de la URSS y del rol que le cupo al creador y organizador del Ejército Rojo. Sobre estos últimos casos, el autor rescata entre otros a Aleksandr Podschchekoldin, investigador del Instituto de Marxismo-Leninismo adjunto al Comité Central del PCUS y especialista en historia del partido en la década del 20, quien realizó el prólogo a la nueva edición, 65 años después de la primera, de El Nuevo Curso. Sobre el estalinismo, Podschchekoldin, en palabras del mismo Higueras, “apuntó una interesante y perspicaz observación: ‘En el período en que Stalin vivía, el marxismo-leninismo creativo fue rebajado al nivel de fe, convertido en una religión con sus correspondientes culto, jerarquía y mitología. En aquella religión, como en cualquier otra, encontrábamos a sus dioses (Marx y Lenin), a su profeta (Stalin), sus apóstoles (sus ayudantes), ‘demonios’ de distintos nombres y tamaños y, por supuesto, al ‘diablo’ Trotsky. El modelo stalinista de sociedad fue construido bajo la consigna de la ‘lucha del leninismo contra el trotskismo’ y en esta ‘lucha’ la inquisición stalinista liquidó físicamente al núcleo del partido leninista’”. Esta afirmación, dicha ya no por Trotsky y su corriente, sino por un alto investigador ruso en 1992, nos parece de una profundidad notable ya que reafirma que el estalinismo es la negación lisa y llana del leninismo, afirmación hoy cuestionada incluso por intelectuales que se reivindican trotskistas y que creen encontrar en el bolchevismo el embrión del estalinismo. Otro de los investigadores ruso que Higueras destaca es Vadim Zajarovich Rogovin doctor en Ciencias Filosóficas e investigador principal en el Instituto de Sociología de la Academia Rusa de Ciencias quien dedicó su vida de científico al estudio sobre la Oposición de Izquierda. Rogovin escribió 6 libros que abarcan el período de 1923 hasta 1939, Trotskismo, una mirada hacia atrás, 1923-1927; La Neo Nep de Stalin, 1933-1936, el Partido de la ejecución, 1938-39; Revolución mundial y guerra mundial, 1939, son algunos de sus títulos. En el artículo que cita Higueras, encontramos que este historiador confirma nuevamente el mismo concepto que su condiscípulo anterior, esta vez al analizar las purgas del 1936-37: “éstas no estuvieron dirigidas sólo al exterminio de los abanderados de las ideas de la oposición [de izquierda], sino también al mismo espíritu del Bolchevismo. Las grandes purgas exterminaron cientos de miles del pueblo soviético, pero también decenas de miles de comunistas extranjeros que vivían en la Unión Soviética. Fue tal el golpe contra el mundo comunista entero que nunca fue capaz de recuperarse incluso en el presente”.

A los inicios de la administración de Gorbachov, García Higueras remarca la aparición de un libro que “fustigaba enconadamente a Trotsky” y encuentra que: “La aparición de un libro de esta naturaleza en el primer año de la perestroika revelaba, en líneas generales, la adopción de una postura análoga a la que había caracterizado la época del ‘inmovilismo’ en lo que respecta a Trotsky y su corriente política. Ello por cuanto los objetivos de las reformas soviéticas eran incompatibles con los fines revolucionarios del trotskismo; de ahí que no figurase en la agenda de la clase política develar la verdad del accionar de Trotsky en la Revolución Rusa. Es más, semejante tarea resultaba un despropósito para sus objetivos. Por esto, se hubo de considerar apropiado que las editoriales alentaran publicaciones de tal calibre (…) La condena oficial de la burocracia hacia Trotsky y su oposición al régimen interior del partido sería reafirmada por el propio secretario general del CC del PCUS, en noviembre de 1987.” En la era de la “apertura” y la “transparencia” para el sentido común pudo resultar una paradoja encontrar “sobre Trotsky un torrente de calumnias en al prensa oficial, como no existió desde la época estalinista”, García Higueras destaca un punto que cree central para explicarlo. Por un lado, el momento de la lucha de clases en Rusia, las huelgas mineras y su oposición a las privatizaciones. “Estos hechos suponían para el gobierno una preocupación constante, pues la extensión del movimiento huelguístico podía frenar el avance de las reformas económicas en Rusia orientadas a la constitución de la economía de mercado”. Y por otro, a diferencia de otras personalidades de la historia soviéticas rehabilitadas, “el caso de Trotsky era de suyo tanto más complejo cuanto su ideario político mantenía vigencia y era reivindicado por organizaciones partidistas en el mundo. Y aún más importante: sus demandas políticas cobraban actualidad…”. En la síntesis de ambas cuestiones, toma el análisis de la historiadora marxista Susan Weissman para definir que “La verdadera amenaza para el régimen no es el antiestalinismo de Trotsky, ya que, también ellos, son antiestalinistas, sino el hecho que Trotsky fue un teórico de la clase obrera. El peligro que subyace detrás de la rehabilitación de Trotsky, en medio de una creciente impaciencia de la clase obrera y de una ola de huelgas, es que las ideas de Trotsky representan la crítica proletaria del estalinismo“.

Junto a los trabajos que mencionamos se publican también: “Trotsky, el historiador. Notas para un estudio” y “El día que asesinaron a Trotsky”, entre otros.

“Trotsky, en el espejo de la historia” creemos que es un libro que contribuye a rescatar la figura de uno de los pensadores y dirigentes marxistas revolucionarios más importantes del siglo XX. A su vez permite al lector un vasto conocimiento en hechos, datos y fuentes para acceder a la historia de quien dirigiera junto a Lenin la revolución rusa.