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Teoría de la revolución permanente (compilación)

Teoría de la revolución permanente (compilación)

Teoría de la revolución permanente (compilación)

por Gabriela Liszt y Marcelo Scoppa

El propósito de esta compilación es reunir los textos fundamentales (folletos, libros, artículos, cartas y discursos), donde Trotsky desarrolla la teoría de la revolución permanente. Comenzando por los inicios de la elaboración de la teoría en 1904, hemos llegado hasta las últimas aplicaciones y actualizaciones de Trotsky antes de su asesinato en 1940. Algunos de estos textos son elaboraciones parciales; otros, sus formulaciones más acabadas. Entre estas últimas se encuentran: Resultados y perspectivas (1906) y La Revolución Permanente (1928-29)[1].

La división temática de los textos que hemos realizado, permite ver los distintos momentos por los que pasó la elaboración de la teoría hasta su generalización a los países atrasados así como su aplicación posterior a otros procesos revolucionarios. En estos trabajos el lector podrá notar cómo la teoría de la revolución permanente (a nuestro entender una teoría-programa) se desarrolla en función de los principales acontecimientos de la lucha de clases de su tiempo, como parte de luchas políticas agudas, primero al interior de la socialdemocracia rusa y luego en lucha fraccional contra el stalinismo.

Es así que hemos definido una primera sección como Los orígenes de la teoría de la revolución permanente. Ellos estuvieron marcados fundamentalmente por la discusión con las concepciones de los miembros de la socialdemocracia rusa e internacional de fines del siglo XIX y principios del XX, acerca del carácter y las perspectivas de la revolución rusa y sobre la experiencia práctica de la revolución de 1905. Esta será la base de la polémica de Trotsky a lo largo de estos años con las teorías mencheviques (contra una visión evolutiva y fatalista de la revolución) y con las concepciones bolcheviques (contra la consigna de “dictadura democrática de obreros y campesinos”) hasta la llegada del Febrero-Octubre de 1917, momento en el que confirma plenamente la teoría de la revolución permanente.

Una segunda sección bajo el nombre de La onda expansiva de la revolución rusa muestra la dinámica internacional abierta por la revolución rusa (una nueva confirmación de la teoría), así como la importancia que tenía para los revolucionarios rusos y de otros países, comprender profundamente las enseñanzas de la revolución de Octubre.

En La lucha contra el socialismo en un solo país, la tercera sección, hay una serie de trabajos que son parte de la lucha fraccional dada por Trotsky y los Oposicionistas contra el stalinismo, el que abandonaba la concepción internacionalista que había sido patrimonio del bolchevismo.

Al mismo tiempo, un nuevo hecho de la lucha de clases de la magnitud de la Revolución China, le planteará a Trotsky la necesidad de dar un nuevo salto en la formulación de la teoría. En lucha contra la política stalinista de apoyar las diferentes alas de un partido burgués, el Kuomintang, y frente a los ecos de la reacción burocrática sobre las filas de la Oposición de Izquierda, presentamos una serie de trabajos que culminan en la generalización de la teoría de la revolución permanente a los países atrasados. Esta será la cuarta sección.

Una quinta y última sección bajo el nombre de Vigencia y actualización de la teoría de la revolución permanente en otros países tiene el objetivo de mostrar cómo, frente a nuevos hechos de la lucha de clases, Trotsky continuó manteniendo la mecánica de la teoría de la revolución permanente a la vez que iba enriqueciéndola como teoría-programa frente los nuevos fenómenos políticos de la época: el fascismo, los frentes populares, el nacionalismo burgués, los nuevos agrupamientos centristas.

En los Anexos, hemos incluido El Mensaje a la Liga de los Comunistas de Marx y Engels, con el objetivo de permitir al lector un análisis de la continuidad y ruptura en la teoría-programa de Trotsky en relación a las primeras formulaciones sobre la permanencia de la revolución en el siglo XIX. También incorporamos de la Historia de la Revolución rusa, el Capítulo I y el Apéndice del mismo, donde Trotsky expone extraordinariamente la teoría del desarrollo desigual y combinado, basamento fundamental sobre el que se apoya su teoría.

En los últimos años de su vida Trotsky elaboró documentos en los que realiza nuevas síntesis magistrales de los principales problemas de la estrategia revolucionaria de esos momentos. Especialmente, el documento fundacional de la IV Internacional: el Programa de Transición para la Revolución Socialista Internacional (1938) y el llamado Manifiesto de la IV Internacional sobre la guerra imperialista y la revolución proletaria mundial, conocido como Manifiesto de Emergencia (1940). Partiendo de concebir a la teoría de la revolución permanente como una teoría-programa es que creemos importante recomendar al lector la lectura de estos textos.

La presentación que realizamos a continuación tiene el objetivo de orientar al lector en relación a las distintas secciones en que hemos dividido esta compilación.

 

1. Los orígenes de la teoría de la Revolución Permanente

 

Antes del 9 de enero

 

Trotsky afirma que, en sus rasgos fundamentales, formuló la teoría de la revolución permanente antes de la revolución de 1905[2]. El primer artículo que presentamos en esta compilación, Antes del 9 de enero, fue escrito entre noviembre y diciembre de 1904 y publicado en forma de folleto con un prólogo de Parvus* (A. Helphand), pero recién dio a luz (debido a la resistencia de los mencheviques) luego del 9 de enero de 1905, el “domingo sangriento” que dio inicio al proceso revolucionario. Es en este artículo donde Trotsky plasmará en el papel sus primeras formulaciones sobre la revolución permanente. Sobre la base de sus conclusiones acerca de los acontecimientos desarrollados entre 1903 y 1904 Trotsky hará una predicción muy certera de cómo se desarrollaría la próxima revolución en Rusia. En 1903, al calor del fin del boom económico en Rusia y el surgimiento de una gran oleada de huelgas económicas que rápidamente se transformaron en luchas contra el zarismo, el 3 de julio, el joven proletariado ruso había protagonizado una huelga general. De aquí extrae Trotsky la conclusión de que la transformación de la huelga general del proletariado en insurrección sería el método esencial de la próxima revolución rusa[3]. A fines de 1904, la guerra ruso-japonesa, la expresión más descarnada entonces del inicio de la nueva época imperialista, había acelerado la crisis del estado ruso y con ella comenzaba a manifestarse la crisis en el ejército. El odio de las masas al zarismo iba en aumento. La burguesía liberal demandaba al zarismo a través de los zemstvos, mayores libertades democráticas y la promulgación de una Constitución. Con este objetivo realizó una serie de “banquetes”, que terminaron rápidamente en la negociación con la autocracia zarista. Esto confirma para Trotsky, una vez más, que no era la burguesía la que estaba llamada a dirigir la lucha por las tareas democráticas. Para Trotsky, se necesitaba una fuerza revolucionaria que fuera capaz de unificar ese odio con el objetivo de una tarea colosal: el triunfo de la revolución. Los liberales, más temerosos de la revolución que del zar, ya habían demostrado que su objetivo era desviar a las masas de su lucha revolucionaria. Los intelectuales radicales se habían mostrado impotentes. Sólo el proletariado como fuerza revolucionaria podría aglutinar tras de sí a las masas a través de la huelga general política. La ciudad sería la principal arena de los acontecimientos revolucionarios. Los campesinos debían ser ganados para las manifestaciones en las calles y para que se unan al combate por una Asamblea Constituyente. Esta consigna, junto a la tarea de acabar con la guerra serían las consignas nacionales para unificar la lucha de toda Rusia y para unir al ejército revolucionario con el pueblo e impedir la represión en el momento de la huelga. Era indudable la inminencia de la revolución. “Lo increíble se vuelve real, lo imposible se hace probable” dirá en esa época el joven Trotsky.

Las polémicas entre los marxistas rusos comenzaban a salir del terreno ideológico y a ponerse a prueba en las calles. Todos coincidían aún en el carácter democrático burgués que tendría la revolución por venir. Sin embargo, las diferencias comenzaban a manifestarse alrededor de cuál sería la clase que resolvería las tareas democráticas pendientes. Poco antes, en el Congreso de Londres de 1903 el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso se había dividido en dos tendencias principales: los bolcheviques encabezados por Lenin y los mencheviques encabezados por Axelrod*, Martov*, Zasulich* y el fundador del marxismo ruso Plejanov*. Trotsky en un principio se alineó con los mencheviques pero rápidamente se separó de éstos y mantuvo en esos años una posición independiente frente a las fracciones. La primera ruptura pública de Trotsky con los mencheviques, a mediados de 1904, será alrededor de su actitud hacia la burguesía liberal ya que aquéllos seguían considerando que ésta sería la clase que dirigiría la revolución contra el zarismo.

 

Trotsky describe en Mi Vida su evolución política en aquellos años: “Mi primera empresa en Nikolaiev había sido un primer ensayo provinciano hecho a tientas. Sin embargo, el ensayo no fue estéril. Puede que en ninguno de los años siguientes me fuese dado entrar en tan íntimo contacto con los obreros de base como en Nikolaiev. Entonces no tenía todavía un “nombre” ni nada que me separase de ellos. Allí se me quedaron fijados en la conciencia para siempre los tipos fundamentales del proletariado ruso... En la cárcel me inicié en los estudios revolucionarios comenzando casi por el ABC. Dos años y medio de encarcelamiento y otros dos de destierro me brindaron la ocasión de cimentar teóricamente mis ideas revolucionarias. La primera emigración fue para mi una alta escuela de política. Bajo la dirección de los mejores marxistas revolucionarios aprendí a contemplar a la luz de las grandes perspectivas históricas y bajo el ángulo visual de las relaciones internacionales”. Para ese entonces, Trotsky tenía alrededor de 24 años.

En esta época, la influencia de Parvus sobre Trotsky será decisiva para lo que se se convertiría posteriormente en la teoría de la revolución permanente. Trotsky mantendrá una estrecha relación con el que definió como “uno de los más notables marxistas de fines del siglo XIX”, entre fines de 1904 y principios de 1905, durante su exilio en Munich. En Mi Vida dirá: “Debo a sus trabajos de la primera época el haberme familiarizado con los problemas de la revolución social, y por ellos me acostumbré a enfocar la conquista del poder por el proletariado, que hasta entonces había tenido por una especie de “meta” astronómica, como una aspiración práctica y actual”. El gran aporte de Parvus a Trotsky fue su visión de la existencia de una creciente contradicción entre las fuerzas productivas y los estados. Para Parvus, la guerra ruso-japonesa era el comienzo de una serie de guerras, en las que los estados nacionales, movidos por la competencia capitalista, lucharían por su superviviencia. El desarrollo de la economía mundial era la base que permitiría que en un país capitalista atrasado como Rusia, el proletariado pudiera apropiarse del poder, incluso antes que el de los países avanzados. La conquista del poder por el proletariado había dejado de ser una “meta” astronómica para convertirse en una “aspiración práctica y actual”.

 

En la Introducción a La Revolución Permanente Trotsky recuerda como se planteaba la discusión en ese entonces:

“-Pero, ¿es que considera usted que Rusia está bastante madura para una revolución socialista? Y yo les contestaba invariablemente:

-No, pero sí lo está, y bien en sazón, la economía mundial en su conjunto y, sobre todo la europea. El que la dictadura del proletariado en Rusia lleve o no al socialismo (con qué ritmos y a través de qué etapas) depende de la marcha ulterior del capitalismo en Europa y en el mundo.”[4]

Este punto de vista internacional sobre la revolución rusa le permitió a Trotsky tener una gran superioridad sobre el resto de los marxistas rusos, particularmente la visión de los mencheviques, que seguían repitiendo dogmáticamente las “viejas fórmulas” marxistas sin percibir el gran cambio que se había producido en la economía y política mundiales. Para los viejos marxistas como Plejanov, Rusia debería pasar inevitablemente y como una etapa necesaria por una revolución democrático burguesa dirigida por la burguesía, con el proletariado como “ala izquierda del frente democrático” (como dice Trotsky en la Introducción a La revolución permanente). La revolución socialista estaría separada de la transformación democrática por varios siglos, durante los cuales se desarrollaría el capitalismo. Decían basarse en la “letra” de Marx y Engels, pero sólo hacían un mero esquema de la visión que sostenían éstos, como se podrá ver en el Mensaje a la Liga de los Comunistas. Marx y Engels no veían a la revolución en “etapas” como estos viejos marxistas, sino como una revolución transitoria, es decir, que comenzara por un programa democrático pero que mediante el mecanismo interno de las fuerzas involucradas, se transformaría en revolución socialista. Como dice Trotsky, Marx y Engels fueron los primeros en plantear la idea de revolución permanente. Sin embargo, la falta de madurez de la época histórica impedían que Marx y Engels formularan la teoría de la revolución permanente tal cual fue formulada por Trotsky.

Trotsky también compartirá con Parvus en ese entonces, la visión de que las guerras por venir generarían las condiciones para la revolución proletaria. Este fue el método que le permitió prever no sólo la revolución de 1905 sino más tarde, los acontecimientos de 1917. “La revolución de 1905 surgió directamente de la guerra ruso-japonesa y, del mismo modo, la revolución de 1917 ha sido el resultado de la gran matanza imperialista”[5].

El elemento que diferenciará a Trotsky de las formulaciones de Parvus, estará en los alcances, la dinámica y tareas que tendría que resolver el proletariado una vez que tomara el poder. Para Parvus, el proletariado sólo estaba llamado a instaurar un gobierno obrero pero sin romper los marcos del estado capitalista, un gobierno similar al que existía en Australia en esos años .

 

La revolución de 1905, sus Resultados y perspectivas

 

Con la revolución de 1905, “La comedia de la primavera liberal terminaba; lo que se abría era la tragedia de la revolución”[6]. Las previsiones del joven Trotsky se confirmaban plenamente. Tras su inmediato regreso a Rusia, Trotsky vivirá este proceso revolucionario como protagonista de sus principales sucesos, en especial cuando preside el primer Soviet de la historia: el Soviet de Petrogrado. En el libro 1905[7], del que publicamos varios artículos, entre los que se encuentra el Prefacio que escribió Trotsky para la edición de 1922. Trotsky polemiza a la largo del convulsivo 1905 con los mencheviques, “en torno a los métodos y tradiciones del primer movimiento”[8]. Para ello, parte de un análisis estratégico de las bases económicas de la revolución rusa, sus formas y relaciones de producción, sus clases sociales, las fuerzas sociales que entrarán en acción bajo la influencia de la dinámica revolucionaria, sus acontecimientos más importantes expuestos a través de la narración de los principales hechos, especialmente del momento cúlmine de la revolución: de octubre a noviembre de 1905. Trotsky llega a la conclusión de que, más allá de los flujos y reflujos, la revolución de 1905 abría para el proletariado la perspectiva de la conquista del poder. Por las tareas que tenía que resolver, la revolución rusa continuaba siendo burguesa pero por su fuerza motriz, era proletaria. El relativo triunfo de la huelga de octubre de 1905 había demostrado, a diferencia de las revoluciones de 1789 y 1848, la hegemonía del proletariado en la revolución burguesa, a la vez que la hegemonía de la ciudad en un país eminentemente campesino. Los hechos se sucedieron en un acto único: “La huelga de octubre es la consecuencia inmediata de la manifestación de enero ante el Palacio de Invierno, así como la insurrección de diciembre surge de la huelga de octubre”[9].

En las Conclusiones de 1905 Trotsky plantea que el Soviet de Petrogrado que había dado un rasgo distintivo a la revolución de 1905 no era otra cosa que “el embrión de un gobierno revolucionario”. Sin embargo, la revolución aún no triunfaría no “por defectos en la táctica sino por el decisivo hecho de que la reacción era mucho más rica en fuerzas materiales que la revolución. El proletariado chocó en su insurrección de diciembre, no con errores de estrategia, sino con algo mucho más real: las bayonetas del ejército”[10].

Pero será en la cárcel de Pedro y Pablo, la fortaleza a la cual fue llevado detenido junto a otros dirigentes del Soviet de Petrogrado donde Trotsky escribirá el capítulo final a los escritos de 1905: Resultados y perspectivas (Itogi i perspektivi). En ellos expondrá por primera vez de una forma acabada su teoría de la revolución permanente. En base a las principales conclusiones de la revolución de 1905, Trotsky polemiza especialmente con los teóricos del menchevismo alrededor del carácter, el rol de las clases y el programa, que tendría la próxima revolución rusa, partiendo de la concepción ya adquirida en 1904 sobre la economía mundial. Contra ellos demostraba que, era la debilidad y el atraso del estado ruso como parte de la economía mundial la que justamente hacía posible la revolución proletaria. Secundariamente, Trotsky polemiza con la formulación de Lenin de “dictadura democrática de obreros y campesinos”, partiendo de la imposibilidad de esta “dictadura democrática” ya que el campesinado había demostrado su incapacidad de organizarse independientemente, tanto de la burguesía como del proletariado. Para Trotsky sólo el proletariado podrá acaudillar a las masas campesinas hacia la toma del poder en Rusia, dictadura del proletariado que estaría consagrada en primer lugar a resolver las tareas democráticas (especialmente el problema de la tierra). Una vez en el poder, el proletariado no se detendrá ante los límites de la propiedad burguesa. La profundización de las medidas para resolver las tareas democráticas llevarían inevitablemente a la transformación de la revolución democrática en socialista. Esta visión del proceso revolucionario hacía desaparecer para Trotsky la vieja división que realizaba la socialdemocracia en el terreno programático: “La subdivisión de nuestro programa en uno mínimo y otro máximo es de una principal importancia con la condición de que el poder se encuentre en manos de la burguesía. Precisamente este hecho de que la burguesía esté en el poder, excluye de nuestro programa mínimo todas las reivindicaciones que sean incompatibles con la propiedad privada de los medios de producción. Precisamente estas reivindicaciones son las que dan el contenido a la revolución socialista y su condición previa es la dictadura del proletariado”.[11]

Para Trotsky, lo que sí implicaba el atraso ruso era que, de no desarrollarse la revolución europea, sobre todo la alemana, la dictadura del proletariado en Rusia no podría sostenerse por mucho tiempo: “El proletariado pues, llegado al poder, no debe limitarse al marco de la democracia burguesa sino que tiene que desplegar la táctica de la revolución permanente, es decir anular los límites entre el programa mínimo y el máximo de la socialdemocracia, pasar a reformas sociales cada vez más profundas y buscar un apoyo directo e inmediato en la revolución del oeste europeo”[12]. En este sentido, los acontecimientos en Polonia (si se desarrollaban a favor de la revolución o de la contrarrevolución) serían determinantes para la revolución rusa y la europea.

El principal defecto que tendrá la formulación de Trotsky en esta época será su posición “conciliacionista” frente a la ruptura entre mencheviques y bolcheviques. El corolario de su concepción sobre la revolución permanente debía ser necesariamente un partido tal como lo concebía Lenin ya en esa época. Sin embargo, como explica en su Prefacio de 1919 a Resultados y perspectivas[13], él subestimaba estas divergencias entre mencheviques y bolcheviques y opinaba que los acontecimientos terminarían por unificar a ambas fracciones (una posición similar a la de Rosa Luxemburgo). Esta posición semi-espontaneísta fue fuertemente combatida en esa época por Lenin, a través de una lucha política que Trotsky luego de 1917 reconocerá como absolutamente correcta. Lo que sí se demostraría correcto sería la previsión que formuló Trotsky en Resultados y perspectivas advirtiendo la posibilidad de que el partido más grande y con mayor tradición de la socialdemocracia europea, el partido alemán, por su rutinarismo y conservadurismo, se convirtiese en un obstáculo en la lucha del proletariado por el poder y con ello de la revolución europea[14].

En el artículo Tres concepciones de la revolución rusa, que el lector encontrará al final de esta sección, Trotsky recapitulará sobre las divergencias de estrategia acerca de la revolución (la menchevique, la bolchevique y la propia) que ya se habían delineado en el “laboratorio” de 1905.

 

De los años de reacción y la Primera Guerra Mundial a la revolución de Octubre

 

En los años de la reacción posteriores a 1905, Trotsky se dedica a reafirmar sus estudios sobre la revolución pasada “y a preparar teóricamente el camino para la próxima”.

Trotsky había adquirido un gran prestigio entre los emigrados rusos a la par que en la propia Rusia, reconocido como el más importante dirigente del soviet de Petrogrado y sobre todo por la defensa que hizo de éste y de la insurrección frente a los tribunales zaristas. En 1907 participó en el último Congreso conjunto entre mencheviques y bolcheviques, realizado en Londres con la participación de 350 delegados. En el Congreso se discute alrededor de los problemas centrales de la revolución rusa. Allí, Trotsky plantea sus posiciones, a las que adhiere la representante del Partido Socialdemócrata Polaco, Rosa Luxemburgo (a la cual conocía desde 1904). Lenin (que conocía la trayectoria revolucionaria de Trotsky durante la revolución de 1905), intenta acercar a Trotsky a los bolcheviques al remarcar que su postura sobre la necesidad de la alianza entre los obreros y campesinos era la misma que sostenían aquéllos. El artículo El partido del proletariado y los partidos burgueses en la revolución que forma parte de esta compilación, es un extracto del discurso que pronunció Trotsky en este Congreso, donde critica a los mencheviques por su actitud frente a los partidos liberales.

También forman parte de esta compilación los tres anexos que Trotsky incorpora para la edición de 1922 del libro 1905 que son parte de este período: El proletariado y la revolución (1908), Nuestras diferencias (1909) y La lucha por el poder (1915).

En los dos primeros artículos, Trotsky continúa polemizando fundamentalmente contra el ala derecha de los mencheviques (Cherevanin). En Nuestras diferencias, expone sus divergencias desde el punto de vista de la revolución permanente tanto con la concepción menchevique como con la bolchevique y, aunque sigue considerando que un nuevo proceso revolucionario acercaría a las dos corrientes, establece que “mientras los aspectos antirrevolucionarios del menchevismo se van revelando ya plenamente, los rasgos antirrevolucionarios del bolchevismo amenazan con ponerse de manifiesto sólo en el caso de una victoria revolucionaria”[15]. En La lucha por el poder hará una nueva polémica con los mencheviques. Según afirma en su Prefacio de 1922 a 1905, “trata de demostrar que las relaciones políticas, esbozadas de forma bastante nítida en la primera revolución, debe encontrar su confirmación definitiva en la segunda”. Contra Axelrod, Astrov, Martov y Semkovki, sostiene la imposibilidad de una revolución burguesa nacional en Rusia y en Europa y la necesidad de la lucha por “un gobierno revolucionario”.

Cuando en 1912 Trotsky viaja como corresponsal a cubrir los inicios de las guerras balcánicas, predice claramente las crecientes tendencias a una guerra mundial. En 1914, ya frente a la guerra imperialista, Trotsky verá una nueva confirmación de su teoría: “La guerra de 1914 significa la total liquidación del liberalismo ruso y convierte al proletariado en el único protagonista del combate por la libertad. Transforma la revolución, en Rusia, en la primera etapa de la revolución europea”[16]. La traición de la socialdemocracia alemana al votar los créditos de guerra de su país imperialista y a la que se suma el conjunto de la II Internacional, convierte a la socialdemocracia en social-patriota. Trotsky se opondrá a la política social-patriota. Al igual que Lenin, saca la conclusión de que es necesaria la fundación de una nueva Internacional. Su internacionalismo lo hará confluir con Lenin en la Conferencia de Zimmerwald de 1915, aunque sus posiciones hacia la guerra eran más cercanas a la política semipacifista de Rosa Luxemburgo que a la del líder bolchevique. 

El Febrero ruso de 1917 será el nuevo gran acontecimiento que pondrá a prueba la teoría de Trotsky así como sus concepciones sobre el partido. Los acontecimientos se desarrollarán cuando los derroteros de su exilio lo habían llevado a Estados Unidos. Apenas conoce los sucesos pronuncia una serie de discursos que coincidirán con la misma visión y política que manifestará Lenin a su llegada a Rusia. Por distintos caminos (teóricos y prácticos), Lenin y Trotsky llegarán a la misma conclusión.

Según A. Brossat, aunque en los años que van de 1905 hasta 1917 no hay un salto cualitativo en la formulación de la revolución permanente de Trotsky, habrá un proceso de evolución molecular en su concepción de partido que culminará en su confluencia con Lenin en 1917, luego de que Lenin hiciera girar al partido con las Tesis de Abril[17].

En sus Tesis, Lenin, más allá de las especulaciones sobre si había alguna vez expresado que Trotsky tenía razón con su teoría de la revolución permanente, coincide en los hechos con lo que ésta afirmaba. Las Tesis de Lenin eran una lucha contra aquellos “viejos bolcheviques” que seguían sosteniendo su vieja formulación de “dictadura democrática de los obreros y campesinos” (entre ellos Kamenev y Stalin) como argumento para ubicarse como una “izquierda democrática” que apoyaba “críticamente” al gobierno provisional de Kerensky surgido del Febrero de 1917, negándose a luchar por “¡Todo el poder a los soviets!” o sea, por la toma del poder por el proletariado.

En su primera reunión del 10 de mayo de 1917 luego del regreso de ambos a Rusia, Trotsky y Lenin, acuerdan rápidamente en la lucha contra la unidad con los mencheviques, contra los social-patriotas y por una nueva Internacional. Trotsky reconocerá rápidamente la razón de Lenin en cuanto a la concepción del partido. Lenin afirmaría que, luego de su ingreso al partido, “no hubo mejor bolchevique que Trotsky”.

 

2. La onda expansiva de la revolución Rusa

 

La revolución de Oriente a Occidente

 

La revolución de octubre de 1917, dio por tierra con las teorías mencheviques, demostrando que en un país atrasado como Rusia, el proletariado era capaz de tomar el poder antes que sus hermanos europeos y que las tareas a las que se vería enfrentado el proletariado en el poder lo llevarían rápidamente a la transformación de la revolución democrática en socialista y a su extensión del terreno nacional al internacional. Esta tarea fue realizada contra la oposición activa no sólo de los mencheviques y el Partido Socialista Revolucionario que agrupaba a los campesinos (que tildaron a los bolcheviques de contrarrevolucionarios ya que su aventurerismo contra Kerensky traería nuevamente a la monarquía) sino incluso en contra de un ala derecha surgida en el bolchevismo (Zinoviev, Kamenev, Rikov), que sólo tras una dura lucha política aceptó disciplinarse a la organización de la insurrección.

En todo momento, tanto para Lenin como para Trotsky, la revolución rusa continuaba siendo parte o una faceta de la revolución mundial. El atraso ruso no era impedimento para que el proletariado tomara el poder pero sí para llegar al socialismo y esta tarea era imposible si no se desarrollaba la revolución en los países más avanzados (tal como había planteado Marx). En ese sentido, las condiciones europeas para la revolución hacían que esta postura tomara un carácter absolutamente concreto. Los intentos de fundar una nueva Internacional entre 1915 y 1916 con las Conferencias de Zimmerwald y Kienthal, se concretarían luego de la revolución de Octubre con la fundación de la III Internacional en marzo de 1919. Durante 1918 y 1919, se desarrollaron procesos revolucionarios en el centro de Europa (Alemania, Austria, Italia y Polonia), la simpatía con la revolución se extendía entre la clase trabajadora de todo el mundo, surgían nuevos partidos comunistas y la agitación obrera existía tanto en América como en Oriente. Estos procesos fueron sin embargo derrotados, debido a las traiciones de la socialdemocracia y la inmadurez de los nuevos partidos comunistas para enfrentarlas.

En 1919, desde su tren blindado y mientras dirigía el Ejército Rojo en su combate contra las fuerzas contrarrevolucionarias nacionales y extranjeras, Trotsky escribe En camino: consideraciones acerca del avance de la revolución proletaria (1919). En este artículo, Trotsky vuelve a discutir contra las concepciones mencheviques que negaban la posibilidad de una revolución socialista en los países atrasados.

En este sentido, Trotsky aplica la ley del desarrollo desigual y combinado para demostrar la gran posibilidad de que la revolución proletaria avance del este hacia el oeste. En los países más avanzados, siendo los que contaban con un proletariado más fuerte y más concentrado y, en ese sentido, con mejores condiciones para la dictadura proletaria, las mismas condiciones generadas por su desarrollo precedente, ahora se podían convertir en un obstáculo para superar a “la fuerza más contrarrevolucionaria de la política europea”, la socialdemocracia, especialmente en Alemania. En los países más atrasados, la guerra imperialista había alterado el equilibrio capitalista inestable. El equilibrio de las fuerzas sociales podía ser roto por “la línea que ofrecía la menor resistencia”. Las revoluciones en Hungría y en Baviera, el primero un estado atrasado y el segundo una región atrasada de Alemania del este europeo, eran una demostración de esto. Para Trotsky, así como la revolución rusa había sido una revolución no sólo contra la burguesía rusa sino también contra la europea (especialmente la francesa e inglesa) y por lo tanto había repercutido en las condiciones revolucionarias europeas; las revoluciones del este, por lo tanto, aunque se dieran en países atrasados también golpearían sobre el oeste. Lejos de irse a una posición “mesiánica” u “orientalista” ve las revoluciones en estos países como un camino hacia la revolución europea, de ahí sus expectativas de que el próximo Congreso de la IC se realizara en Berlín o París. En el artículo En Camino..., Trotsky reafirma sus concepciones internacionalistas: “Extendiéndose a escala mundial, el capitalismo estrechó, por lo mismo, las ligaduras que en la época pasada unían el destino de la revolución social con el de uno u otro de los países capitalistas altamente desarrollados. Cuanto más une el capitalismo a los países del mundo entero en un solo organismo complejo, más inexorablemente la revolución social, no sólo en el sentido de su destino común sino también de su lugar y momento de origen, depende del desarrollo del imperialismo como factor mundial, y en primer lugar de esos conflictos militares que el imperialismo debe provocar inevitablemente y que, a su vez, sacuden el equilibrio del sistema capitalista hasta sus raíces”.[18]

Sin embargo, la primera oleada revolucionaria no triunfará y el capitalismo mundial logrará un primer respiro que obligará a la reformulación de la táctica revolucionaria, tal como se expresara en el III y en el IV Congreso de la III Internacional, con la importancia dada a la táctica de frente único en los países capitalistas avanzados y al desarrollo de la revolución en Oriente.

Las devastadoras consecuencias de la guerra imperialista en Europa, la imposibilidad de que ésta resurgiera económicamente en los marcos de las fronteras nacionales y las intenciones de Estados Unidos de “comprar a Europa por unas pocas monedas” ponían a la orden del día la lucha por “gobiernos obreros y campesinos” en el continente europeo o éste caería en el decaimiento y la esclavización por parte del capital norteamericano. Sin embargo, para Trotsky la consigna de “gobiernos obreros y campesinos” debía estar indisolublemente unida con la lucha por los Estados Unidos de Europa. El artículo ¿Es apropiado el momento para la consigna: los Estados Unidos de Europa?, forma parte de esta compilación y fue escrito en 1923 después de la invasión del Ruhr y antes de la revolución alemana de ese año. Trotsky plantea que, luego de una larga discusión, la consigna de los Estados Unidos de Europa fue incorporada ese mismo año al programa de la IC, a la espera de que estallase la revolución alemana y cuando aumentaban las disputas entre las potencias europeas, como consecuencia de la guerra. Para Trotsky la importancia de esta consigna residía en que contenía “la condenación de la idea de la evolución socialista reducida a un solo país”[19]. “Vencer el embrollo europeo por medio de los Estados Unidos Soviéticos de Europa es una de las primeras misiones de la revolución proletaria”[20].

 

De la derrota de la revolución alemana a las Lecciones de Octubre

 

Aunque la guerra civil había prácticamente concluido en 1921, la economía del país se encontraba devastada. Lenin impulsa la llamada Nueva Política Económica (NEP) que en lo esencial buscaba (permitiendo la venta de los excedentes agrícolas a los campesinosy la explotación privada en pequeña escala de la industria liviana y el comercio minorista), utilizar los mecanismos del mercado para revitalizar la alicaída economía soviética al fin de la guerra. Estas medidas estaban acompañadas con el control estatal de la industria pesada, el transporte, parte importante de la industria liviana y el férreo monopolio estatal del comercio exterior. El aislamiento internacional de la URSS, el atraso de la economía soviética y la muerte en la guerra civil de numerosos cuadros y dirigentes del Partido Bolchevique fueron favoreciendo el progresivo asentamiento en el Estado y el Partido del poder de la burocracia. Con Lenin gravemente enfermo, el “triunvirato” que conforman Stalin, Zinoviev y Kamenev toma el control del Partido. Trotsky bregaba por dar más recursos a la industrialización del país, ya que si no, según él, sería imposible evitar la “crisis de las tijeras” o sea, un encarecimiento de los productos industriales en relación a los productos del agro, que llevaría a que los campesinos retuvieran sus productos y no los enviasen al mercado. Poco antes de la XIII Conferencia del Partido, en octubre de 1923, cuarenta y seis importantes dirigentes del Partido, firmarán una declaración que criticaba la inacción del partido en el plano económico y la degeneración burocrática en el régimen partidario. Trotsky, que no había firmado la declaración interviene en este debate a través de la publicación de El Nuevo Curso. El aparato del Partido, respondiendo al “triunvirato”, ataca y persigue a la Oposición . Algunos de sus dirigentes son enviados al extranjero o a ocupar puestos en lejanas regiones. En noviembre, el Partido Comunista Alemán había dejado pasar la oportunidad revolucionaria, evaporándose en lo inmediato la posibilidad de la conquista del poder del proletariado europeo. Será en el marco de esta derrota y del fallido levantamiento en Bulgaria (y de la lucha interna contra los triunviros) que Trotsky redactará las Lecciones de Octubre, como presentación a un tomo con sus escritos y discursos del año 1917.

“El partido es el instrumento esencial de la revolución proletaria”, dice Trotsky en las Lecciones de Octubre.

Y será apoyado en este concepto fundamental, sobre el cual Trotsky escribirá en 1924, una crítica a la política de la Internacional Comunista, debido a su actuación en la revolución alemana. La situación revolucionaria que se había desarrollado en Alemania luego de la ocupación del Ruhr, fue desaprovechada por la dirección del PC alemán.

Era necesario aprender de las condiciones políticas que permitieron el triunfo del Octubre ruso, para no repetir derrotas como en el Octubre alemán. No hacerlo “denota, además, cierto carácter de estrechez nacionalista”.[21]

Según Pierre Broué, en las Lecciones Trotsky, “… elabora un estudio, una especie de denso folleto en el cual, a propósito de Octubre, retoma las ´lecciones´ que le parecen esenciales, reagrupando en este trabajo las ideas principales defendidas por él en lo referente al papel del partido en la revolución en diversas ocasiones y, fundamentalmente, en el transcurso del año 1923.”[22] Analizando las tendencias al interior del Partido Bolchevique en el período que va de Febrero a Octubre, demuestra las crisis que provocan los grandes giros del Partido, principalmente el tránsito a la insurrección. A través de este análisis, Trotsky muestra la importancia central de una dirección capaz de llevar adelante estos giros decisivos, para la victoria de la revolución.

El partido se vuelve aquí, como vemos, irremplazable, se vuelve una necesidad histórica. Sin esta premisa la revolución se perderá indefectiblemente.

 

3. La lucha contra “el socialismo en un solo país”

 

La derrota de la revolución en Alemania en 1923, causada por la pasividad del Partido Comunista, abrió un período de estabilización capitalista en Europa. Esta oportunidad perdida para el proletariado, daba seguridad a la burguesía europea, y mantenía en pie el cerco capitalista en que se encontraba Rusia. Sólo una orientación correcta podía romper el equilibrio capitalista y sacar a la Rusia Soviética del mismo. Sin embargo, la política implementada por la Internacional Comunista desde 1923 guiará al proletariado de Europa a rotundos fracasos. Estos fracasos traerán aparejadas consecuencias de carácter decisivo para la Rusia Soviética: por un lado, la burocracia fortalecerá su dominio sobre el aparato del Partido y del Estado. Como el mismo Trotsky explicaría más adelante en La Revolución Traicionada:

“La burocracia soviética adquiría más seguridad a medida que las derrotas de la clase obrera internacional eran más terribles. Entre estos dos hechos, la relación no es solamente cronológica; es causal; y lo es en los dos sentidos: la dirección burocrática del movimiento contribuía a las derrotas; las derrotas afianzaban a la burocracia.”[23]

Por otro lado, las tendencias pro capitalistas en el campo y la ciudad, que habían comenzado a desarrollarse desde la implementación de la NEP, y como una consecuencia de ésta, se fortalecerán en grado extremo. Los kulaks (campesinos ricos) acrecentarán su dominio económico sobre los campesinos pobres, y reforzarán sus posiciones políticas en los soviets locales. La política pro kulak que realizaba la fracción gobernante, ahora encabezada por Stalin y Bujarin, luego de la ruptura del “triunvirato”, al grito de “¡campesinos enriquecéos!” daba rienda suelta a dichas tendencias a la acumulación capitalista. Proceso similar ocurría en las ciudades con los llamados nepmen. Las penurias del proletariado y de los campesinos pobres se incrementaban. La “soldadura” (smytchka), entre los trabajadores de la ciudad y los campesinos pobres, sobre la que descansaba la dictadura proletaria, se veía amenazada. Los boicots organizados por los kulaks constituían un serio peligro de guerra civil para el proletariado.

Según Trotsky, era necesaria una política de industrialización más acelerada en base a recursos obtenidos con mayores impuestos a los campesinos ricos. Esta política constituía uno de los ejes de crítica de Trotsky sobre la política del bloque de centro-derecha de Stalin y Bujarin.

Dentro de este marco, las tradiciones políticas de Octubre eran tergiversadas por los funcionarios y la nueva burocracia. Ya desde 1923, la “troika” había desatado una campaña de reacción ideológica focalizada en la persona de Trotsky, tomando la forma de la “campaña contra el trotskismo”. La burocracia opondrá de manera caricaturesca, e históricamente deformada la teoría de la revolución permanente a la política de Lenin.

La campaña contra las tradiciones de Octubre, servirá de base para la “teoría” del “socialismo en un solo país”. Esta última fue dada a conocer por Stalin por primera vez en el otoño de 1924, y constituía una revisión absoluta del bolchevismo y del marxismo. Coronando el período de reacción ideológica, esta “teoría“ daba expresión a los intereses de la nueva burocracia del Estado y del Partido, y Stalin se constituía en el mejor portavoz de estos intereses. La lucha entre “el socialismo en un solo país” y la revolución proletaria internacional quedaba desde entonces entablada.

Lenin había concebido la Revolución de Octubre y la dictadura del proletariado en Rusia como el comienzo de un proceso de revolución internacional. La construcción del socialismo sólo sería posible como producto del triunfo de la revolución proletaria al menos en varios países avanzados.

Nadie, tanto en las filas del Partido dirigente en Rusia como en la Internacional, había cuestionado hasta 1924 dichas ideas.

Sin embargo, la reacción encarnada en Stalin-Bujarin, seguidos de cuadros y nuevos dirigentes, muchos de ellos hasta entonces desconocidos o que ocupaban posiciones secundarias, cambia esta posición tradicional sosteniendo que el socialismo era posible dentro de las fronteras de Rusia. Esta “teoría” tenía como consecuencia directa, la desaparición de la perspectiva de la revolución internacional, y fue utilizada como cobertura ideológica para la política errática que tendría en esos años la IC.

Ejemplo de ésta fue la traición en 1926 a la huelga general del proletariado inglés, abandonada a su suerte por el Consejo General de las trade-unions inglesas mientras se encontraba en una alianza con los sindicatos rusos en el Comité Anglo-Ruso. Esta alianza atará de manos al Partido Comunista inglés y será usada como cobertura de su traición por los burócratas sindicales ingleses.

Trotsky enfrenta en decenas de artículos la idea del “socialismo en un solo país”. En 1926, se formará la Oposición Unificada que reunirá a los Oposicionistas de 1923 junto con los seguidores de Zinoviev y Kamenev que habían roto con Stalin.

Para este libro hemos decidido publicar dos discursos de Trotsky dados en el marco de la Oposición Unificada: el Discurso a la XV Conferencia del Partido Comunista Ruso, y el Discurso al VII Pleno (ampliado) del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista.

Separados por apenas un mes, estos dos discursos, constituyen una unidad teórico-política. Fueron pronunciados en los últimos meses de 1926, en momentos en que la burocracia descargaba una violenta persecución contra la Oposición.

Desde mediados de ese año la Oposición Unificada había intentado pasar a la ofensiva. Sus militantes organizaban asambleas en las fábricas, reuniones de las células del partido, etc. A estas reuniones se dirigían sus principales dirigentes, entre ellos Trotsky, para explicar el por qué de la lucha de la Oposición. Sin embargo, la burocracia responderá al golpe.

Recurrirá a su control sobre el aparato del Estado y del Partido, y utilizará métodos represivos y de persecución contra los Oposicionistas y contra todo aquel que se muestre interesado. Organizará grupos de choque para evitar que los jefes de la Oposición tomen la palabra en las asambleas, y amenazará a aquellos obreros y militantes que muestren simpatías con las más duras sanciones. Al cabo de unos meses la Oposición sufre una primera dura derrota. La mayoría del Comité Central amenaza a la Oposición con la expulsión del Partido por violar las resoluciones concernientes a la prohibición de fracciones del X Congreso.[24]

La XV Conferencia del Partido Comunista ruso, y el VII Pleno del Comité Ejecutivo de la Internacional se reúnen luego de estos acontecimientos. Ambas instancias de decisión servirán a la fracción Stalin-Bujarin para golpear duramente a la Oposición. Stalin presentará ante la XV Conferencia y el Pleno de la Internacional, un informe en el que acusará a la Oposición de “fracción socialdemócrata”, y pedirá su condena.

En ambos discursos, Trotsky brinda una exposición del método marxista partiendo del análisis de la economía mundial. Este método guiaba sus análisis desde los primeros años del siglo, y como vimos, constituyó la base para su formulación de la Revolución Permanente.

Analizando la economía soviética, demostrará la subordinación de ésta al mercado mundial. La realidad concreta que constituye el mercado mundial, invalida cualquier análisis de la URSS como un ente aislado, y por ende la posibilidad de su desarrollo autónomo. “La economía mundial no es una abstracción vacía, camaradas, sino una realidad que se ha consolidado cada vez más durante los últimos veinte o treinta años por el ritmo acelerado del desarrollo de los países atrasados y de continentes enteros. Este es un hecho de fundamental importancia, y precisamente por esta razón es fundamentalmente falso considerar el destino económico y político de cualquier país aparte de su relación con la economía mundial de conjunto.”

“¿Qué era Rusia antes de la revolución, antes de la guerra? era parte de la economía capitalista mundial. Este es el núcleo del problema.”[25]

A partir de este método de análisis, el triunfo de la Revolución de Octubre se explica como sigue:

“¡El carácter de nuestra revolución, independientemente de las relaciones internacionales!¿Desde cuándo ha existido este carácter autosuficiente de nuestra revolución? Yo sostengo que nuestra revolución, como sabemos, no existiría para nada si no fuera por dos prerrequisitos internacionales: primero, el factor del capital financiero, que, en su gula, ha fertilizado nuestro desarrollo económico, y segundo, el marxismo, la quintaescencia del movimiento obrero internacional, que ha fertilizado nuestra lucha proletaria. Esto significa que la revolución fue preparada, antes de 1917, por esas encrucijadas donde las grandes fuerzas del mundo chocaron unas contra otras. De este choque de fuerzas surgió la Gran Guerra, y de ésta la Revolución de Octubre. Y ahora se nos dice que nos abstraigamos de la situación internacional y construyamos nuestro socialismo en casa para nosotros. Este es un método metafísico de pensamiento. No hay ninguna posibilidad de abstracción de la economía mundial.”[26]

También hemos incluido en esta sección un artículo correspondiente al mismo período de los discursos: Tesis sobre la Revolución y la Contrarrevolución. Trotsky escribió en los últimos días de noviembre de 1926, cuando la Oposición acababa de sufrir su primer derrota a manos de la burocracia. En el mismo, intenta explicar para su propia comprensión personal los fenómenos que sobrevienen en un país luego del triunfo de una revolución.

Analiza el mecanismo de flujo y reflujo de las clases en los períodos revolucionarios y pos-revolucionarios. La no extensión de la revolución a nivel internacional conlleva a que la clase burguesa intente distintas formas de restauración. La finalidad de dicho análisis era comprender el por qué del golpe sufrido por la Oposición. En 1927, la Oposición intentará un nuevo contraataque incorporando a sus críticas originales el cuestionamiento a los aspectos más burdos de la política de Stalin en China. Sin embargo, la Oposición es derrotada y Trotsky y gran parte de los Oposicionistas expulsados del Partido antes de la realización del XV Congreso. Zinoviev y Kamenev capitulan ante Stalin.

 

La Crítica al programa de la Internacional Comunista

 

En 1928 Trotsky condensará, sistematizará y elevará a un nivel superior las críticas antes planteadas, con ocasión del VI Congreso de la Internacional Comunista.

Dicho Congreso de reunió en Moscú en el verano de 1928, cuando los principales dirigentes de la Oposición Unificada ya habían sido expulsados del Partido. Trotsky había sido llevado en enero de 1928 a la remota ciudad de Alma Ata en Asia Central. Sin embargo, Trotsky logrará organizar desde esta ciudad, y a través de una vasta red de simpatizantes y adherentes, a los centros clandestinos de la Oposición. Su tarea se verá dificultada en gran medida, por la vigilancia y censura de la GPU. Pero a pesar de las persecuciones, entablará contacto a través del correo, con los principales dirigentes y Oposicionistas.

Y será desde esta ciudad perdida en los confines de la URSS, desde donde redactará los principales documentos de crítica al VI Congreso de la Internacional. Este Congreso había sido convocado luego de cuatro años de aplazamientos, y Stalin y Bujarin pretendían que en él se reafirmara como correcta la política de subordinación a la burguesía del Kuomintang, seguida por el Partido Comunista chino en la revolución de 1925-27. Además buscaban que el Congreso aprobara el Proyecto de Programa, del cual eran autores. Trotsky escribirá una crítica demoledora a dicho proyecto, que será conocida con el nombre de Proyecto de Programa de la Internacional Comunista (Crítica de las Tesis fundamentales) o solamente como Crítica del Programa de la Internacional Comunista. Desde entonces hasta el día de hoy, esta crítica permanece como un documento teórico-político fundamental, constituyéndose como uno de los hitos en su formulación de la teoría de la revolución permanente.

En este escrito Trotsky realizará la exposición más detallada de la crítica a la idea del “socialismo en un solo país”. Basado en la experiencia histórica que dejaba la Revolución China de 1925-27, generalizará la mecánica interna de la revolución rusa a los países coloniales.

El documento se divide en tres secciones, tituladas respectivamente ¿Programa de la revolución internacional o programa del socialismo en un solo país? (que forma parte de esta compilación); La táctica y la Estrategia en la época imperialista; y Balance y Perspectivas de la Revolución China: sus enseñanzas para los países de Oriente y para toda la Internacional Comunista.[27]

Por último, hemos incluido un artículo escrito por Trotsky en diciembre de 1933, luego de la traición del Partido Comunista alemán, Contribución a una discusión sobre las concepciones teóricas fundamentales de la LCI. En 1929 Trotsky fue expulsado de la URSS, debiendo exilarse en la isla de Prinkipo (Turquía). En el exilio dedicó gran energía a la organización de la Oposición de Izquierda Internacional, que se consideraba como fracción de la IC. El artículo citado fue redactado con el fin de establecer una polémica con Ladislaus Pforzoli, un simpatizante de la Oposición. Trotsky establece una síntesis de las ideas defendidas en la lucha contra “el socialismo en un solo país”. Sin embargo, esta síntesis tiene en este momento un carácter distinto. La negativa al frente único del Partido Comunista alemán permitiendo el ascenso de Hitler al poder, y la posterior aprobación de esta política como correcta por la Internacional, cambiaba la política de “reforma” de la Internacional que había sostenido la Oposición de Izquierda Internacional (que había adoptado el nombre de Liga Comunista Internacional). La lucha al interior de la IC ya no era posible. Era necesario una nueva internacional.

Las lecciones estratégicas de la Revolución China y de la burocratización en la URSS, debían servir de base al programa de la nueva internacional. La última parte del artículo está consagrada al debate sobre esta nueva internacional.

 

4. La revolución China y la generalización de la Teoría de la Revolución Permanente para los países atrasados

 

La experiencia revolucionaria de magnitudes históricas desarrollada en China durante 1925-27, y la política de subordinación a la burguesía del Kuomintang implementada por el Partido Comunista Chino, a instancias de la IC, servirá a Trotsky para generalizar teóricamente la revolución permanente a los países coloniales.

Para ejemplificar este avance hacia la generalización de dicha teoría, incluimos una serie de cartas en donde Trotsky entabla una polémica acerca de la revolución en China con destacados Oposicionistas, acerca del carácter y la mecánica, las tareas y las clases, los partidos y las consignas. Esta será la polémica fundamental acerca del destino de la Internacional y la revolución en los países coloniales.

Las dos primeras cartas fueron escritas por Trotsky a Karl Radek, entonces Oposicionista y que en 1928 capitulará ante Stalin. La primera de estas cartas fue escrita a mediados de 1926, y en ella Trotsky negará que la opresión nacional o colonial de China deba tener como consecuencia la subordinación del Partido Comunista Chino al Kuomintang, argumento esgrimido entonces por algunos Oposicionistas pero que provenía del arsenal de Stalin. Este había impulsado la disolución del PC Chino en este partido nacionalista burgués y había nombrado a Chiang Kai-shek como miembro asociado del Comité Ejecutivo de la III Internacional poco antes de que este masacrara a los comunistas en Shangai y Cantón.

La segunda carta a Radek, así como la enviada a Alsky fueron redactadas en marzo de 1927, cuando los acontecimientos en China se profundizaban en sentido revolucionario. La fracción gobernante, se encargaba por estos días de ocultar los acontecimientos que ocurrían en dicho país, hecho que dificultaba la comprensión de los acontecimientos que estaban ocurriendo.

En estas cartas Trotsky desarrolla el pensamiento latente en la primera carta a Radek: el Partido Comunista Chino debe ser independiente del Kuomintang: se debe separar a ambas organizaciones para poder liberar las manos de los comunistas chinos y evitar que este partido degenere en el menchevismo.

Trotsky dirá lo siguiente: “para que las masas puedan entender más fácilmente cuán traicionera es la política del Kuomintag, lo que se necesita es un partido completamente independiente, aun pequeño, criticando, explicando, exponiendo, etc.”[28]. Y une el futuro del comunismo en China y de la revolución a la independencia del Partido: “la permanencia del Partido Comunista en el Kuomintang por más tiempo amenaza tener consecuencias horribles para el proletariado y para la revolución; y sobre todo amenaza al propio Partido Comunista chino con una degeneración total hacia el menchevismo.”[29]

Y a continuación justifica esta política en el análisis de la mecánica interna de la revolución en curso: “hay tres campos en China -los reaccionarios, la burguesía liberal, y el proletariado- luchando por la hegemonía sobre los estratos más bajos de la pequeño burguesía y el campesinado.”

“Lo que nosotros debemos salvaguardar en el curso de la revolución es ante todo el partido independiente del proletariado que constantemente está evaluando la revolución desde el punto de vista de tres campos, y es capaz de luchar por la hegemonía en el tercer campo y , a través de esto, en toda la revolución.”[30]

La correspondencia entre Trotsky y Preobrazhensky se desarrolló en 1928. Y será en estas cartas donde Trotsky dará un enorme paso en la generalización de la permanente para China. La Revolución China ya había sido aplastada por la represión de Chiang Kai-shek primero y de Wan Tin-wei luego. El Kuomintang había masacrado al proletariado chino y aplacado militarmente las insurrecciones en el campo. El Partido Comunista había quedado enormemente debilitado. La insurrección de los obreros de Cantón, ocurrida en diciembre de 1927, demostraba al decir de Trotsky como en una prueba de laboratorio, la justeza de su análisis: la futura revolución depositaría en el poder al proletariado.

Cuando la polémica se entabla, los Oposicionistas se encuentran ya en la deportación. Trotsky se encuentra en Alma Ata, y es en esta ciudad donde redacta las cartas que envía a Preobrazhensky y que aquí publicamos.

La discusión fundamental de estas cartas es el carácter y la mecánica interna de la revolución que tuvo lugar en China.

Trotsky sostiene primero que el desarrollo de todo el proceso había demostrado que la dialéctica del proceso revolucionario hace que los fines de la revolución democrática sólo puedan cumplirse a través de la dictadura del proletariado, la cual se enfrentará inmediatamente a las tareas socialistas. De aquí el carácter permanente de la revolución. Preobrazhensky dirá en contra de esta idea que Trotsky comete un error fundamental al determinar el carácter de la revolución sobre la base de qué clase la hace, es decir por su sujeto efectivo, mientras asigna importancia secundaria al contenido social objetivo del proceso. Trotsky contestará que existe una trampa teórica en esta posición ya que: “aunque la mecánica política de la revolución depende en ultima instancia de una base económica (no sólo nacional sino internacional), no puede, sin embargo, deducirse con una lógica abstracta de esta base económica. En primer lugar, la base misma es muy contradictoria y su “madurez” no permite la determinación estadística por sí sola; en segundo lugar, la base económica y la situación política deben enfocarse no en el marco nacional sino en el internacional, teniendo en cuenta la acción y la reacción dialécticas entre lo nacional y lo internacional; tercero, la lucha de clases y su expresión política, desarrollándose sobre bases económicas también tiene su lógica imperiosa del desarrollo, que no puede saltearse”[31]. Luego, completa su explicación mostrando cómo las tareas de la revolución democrática en China (la revolución agraria y la unificación nacional) implicaban una lucha contra el imperialismo mundial que planteaba “objetivamente” la perspectiva de la dictadura del proletariado.

Esta polémica desarrollada entre Trotsky y los Oposicionistas sobre la revolución en China, cuando estos últimos preparaban su capitulación ante Stalin luego de que éste iniciase un “viraje a izquierda”, constituyen el otro pilar teórico-político, junto a su batalla contra “el socialismo en un solo país”, sobre el cual se apoyan los documentos que escribe con motivo del VI Congreso de la Internacional, y a posteriori de éste.

Esta sección también incluye un artículo escrito en diciembre de 1928 que lleva por nombre El marxismo y la relación entre la revolución proletaria y la revolución campesina. Trotsky contrapone la formulación de la revolución permanente de Marx en 1856 con la política con la que el stalinismo había llevado a la derrota a la revolución china, la “dictadura democrática de obreros y campesinos”.

 

La Revolución Permanente

 

La otra obra fundamental del período, junto a la Crítica al programa de la IC, es aquella que lleva por nombre el de la teoría, nos referimos a La Revolución Permanente.

Mientras se hallaba en Alma Ata, Trotsky se había abocado a la redacción de un libro que tenía por finalidad analizar la polémica sobre el carácter y la mecánica de la futura revolución entablada al interior de la socialdemocracia rusa en los años que iban desde 1905 hasta el triunfo de Octubre. A partir de este análisis, y de la experiencia de 1917, intentaba demostrar las deformaciones deliberadas efectuadas por Stalin y Zinoviev. Y cómo estas deformaciones deliberadas, y la lucha contra la revolución permanente que los epígonos efectuaban, servían de base para la política de sabotaje de la revolución en Oriente. Fue entonces cuando comenzó a circular entre los Oposicionistas, un libro escrito por Radek -quien era en ese entonces una de las figuras de la Oposición- en el que éste intentaba contraponer la teoría de la revolución permanente a la política sostenida por Lenin antes de 1917. Es entonces cuando Trotsky decide abandonar su proyecto original y centrar su crítica en el libro de Radek, ya que la renuncia a la teoría de la revolución permanente por parte de éste, constituía un hecho muy peligroso para la misma Oposición, puesto que “el oportunismo en política es tanto más peligroso cuanto más disfrazado aparece.”[32]

Por estos motivos capitales Trotsky comenzará su obra reconstruyendo la teoría de la revolución permanente tal como había sido formulada en 1905. Colocando a la teoría en relación con el pensamiento de Lenin y trazando las diferencias existentes entre ambos. Todo esto a la luz del triunfo de Octubre.

“Aquí me propongo, ante todo, reconstituir la teoría de la revolución permanente tal como fue formulada en 1905, con referencia a los problemas internos de la Revolución rusa; señalo en qué se diferenciaba realmente mi posición de la de Lenin y cómo y por qué en todas las situaciones decisivas mi punto de vista coincidió siempre con el de éste. Finalmente, intento poner de relieve la importancia decisiva del problema que nos interesa para el proletariado de los países atrasados y, por lo tanto, para la Internacional Comunista del mundo entero.”[33] “La teoría antimarxista de Stalin-Radek lleva aparejada consigo la repetición, modificada, pero no mejorada, del experimento del ‘Kuomintang’ para China, para la India, para todos los países de Oriente.”[34]. El libro se compone de siete capítulos, cuya redacción Trotsky comenzó ya a fines de 1928, dos prólogos escritos a posteriori durante 1929 y 1930 y un epílogo.

En el primero de los prólogos, Trotsky expone el método marxista de análisis de la economía mundial en oposición a la idea del socialismo en un solo país. En el segundo desarrolla un análisis de la teoría, tal como fue concebida por él “antes de los acontecimientos decisivos de 1905”, fija su ubicación histórica en relación con la posición oficial al interior del menchevismo y su ubicación con respecto a la postura de Lenin de “dictadura democrática de obreros y campesinos”.

Aquí brinda además una explicación de los llamados tres aspectos de la teoría: el primero de ellos era que “los objetivos democráticos de las naciones burguesas atrasadas conducían, en nuestra época, a la dictadura del proletariado, y que ésta ponía a la orden del día las reivindicaciones socialistas.” De esta forma la revolución democrática devenía en socialista, de allí su carácter permanente.

El segundo aspecto correspondía a la dialéctica misma de la revolución socialista como tal. “A lo largo de un período de duración indefinida y de una lucha interna constante, van transformándose todas las relaciones sociales. La sociedad sufre un proceso de metamorfosis.”

El tercer aspecto incumbe al aspecto internacional de la misma: “La revolución socialista empieza en la palestra nacional, se desarrolla en la internacional y llega a su término y remate en la mundial. Por lo tanto, la revolución socialista se convierte en permanente en un sentido nuevo y más amplio de la palabra: en el sentido de que sólo se consuma con la victoria definitiva de la nueva sociedad en todo el planeta”.

Trotsky concluye el libro, con una serie de catorce tesis, en donde formula de modo compendiado las principales conclusiones a las que se arriba desde el cuerpo del libro. Titula este capítulo ¿Qué es la revolución permanente? (Tesis fundamentales)

Cerrando esta sección incluimos el último artículo escrito por Trotsky sobre la Revolución China. Este artículo lleva el nombre de La Revolución China, y fue escrito por Trotsky como prólogo para el libro The Tragedy of the Chinese Revolution del periodista norteamericano Harold Isaacs, entonces militante del Socialist Workers Party de este país. La primera edición de este libro vio la luz en 1938.

Este artículo pone a la revolución de 1925-7 en la perspectiva histórica de las revoluciones proletarias del siglo XX. Muestra cómo el desarrollo de los países coloniales no puede ser una mera repetición del pasado. No es un artículo de situación, sino que posee una perspectiva histórica más profunda.

 

5. Vigencia y actualización de la Revolución Permanente en otros países

 

Esta última sección está dedicada a demostrar cómo Trotsky, luego de generalizar la teoría de la revolución permanente en 1928-29 se vio confrontado a un conjunto de agudos problemas políticos en los cuales tuvo la oportunidad de poner a prueba sus postulados teóricos así como de enriquecerlos. Como toda teoría científica, la revolución permanente necesitaba de hipótesis adicionales con la ampliación del campo de alcance de la misma, a la vez que actualizaciones de su “letra”, capaces de dar cuenta de los cambios del desarrollo histórico a la vez que mantuviesen lo esencial de sus fundamentos. Los artículos que hemos seleccionado para esta última sección, muestran las elaboraciones de Trotsky en relación con la estrategia revolucionaria en otros países coloniales y semicoloniales como la India y Sudáfrica (desarrollando sus apreciaciones sobre el nacionalismo burgués), así como la aplicación de la mecánica de la teoría a fenómenos que constituyeron un enorme desafío para la estrategia revolucionaria, como el fascismo italiano y la revolución española. En ambos Trotsky enfrenta concepciones que tendían a repetir el punto de vista de la revolución por etapas. En el segundo caso, dará esta batalla enfrentando la nefasta política del Frente Popular que llevará a esta revolución a su derrota. En los artículos incluidos están también presentes las críticas de Trotsky a la política sostenida por el POUM, organización definida por Trotsky como de carácter centrista.

En los doce años que van desde la última generalización de la revolución permanente hasta su asesinato, los acontecimientos de la lucha de clases internacional fueron altamente convulsivos. Trotsky, desarrolló ante ellos una vasta producción en donde se encuentran consagradas adquisiciones esenciales para la política marxista revolucionaria. Sus escritos sobre el nazismo alemán, la situación política francesa (con el ascenso al gobierno del Frente Popular y la gran oleada de tomas de fábrica de junio de 1936), el análisis de la consolidación de la degeneración burocrática de la URSS, la revolución española, las tendencias que llevaban a la Segunda Guerra Mundial, su posterior estallido y la política de los revolucionarios en la misma, el desarrollo de la clase obrera norteamericana, el análisis de los bonapartismos sui generis en las semicolonias a partir de la experiencia vivida con el gobierno de Cárdenas en México, son parte de los fenómenos fundamentales al calor de los cuales Trotsky fue enriqueciendo la teoría-programa de la revolución permanente.

En respuesta a estos fenómenos, Trotsky y sus compañeros de lucha fueron desarrollando un amplio bagaje teórico y programático que sustentó la fundación de la IV Internacional en sus documentos fundamentales, especialmente, como señalamos al comienzo de esta presentación, el Programa de Transición y el Manifiesto de Emergencia.

 

NOTAS

 

[1] Entre estos textos también se encuentra la Crítica al programa de la Internacional Comunista (1928), aunque sólo publicamos aquí su primera parte.

 

[2] L. Trotsky, Prefacio de 1919 a Resultados y perspectivas e Introducción a La revolución permanente.

 

[3] L. Trotsky, Prefacio de 1922 a 1905.

 

[4] L. Trotsky, La revolución permanente, p. 415 de esta edición.

 

[5] L. Trotsky, Prefacio de 1922 a 1905, pág. 35 de esta edición.

 

[6] L. Trotsky, Prefacio de 1909, 1905, Tomo 1, Ediciones Ruedo Ibérico, pág. 18.

 

[7] El libro 1905 también fue conocido como Nuestra Revolución o Rusia en la revolución, será producto de una compilación publicada por primera vez en Rusia en 1906, pero que fue rápidamente confiscada por la policía. Para una edición alemana fue reescrita por Trotsky entre 1908 y 1909. Para la edición rusa de 1922 utilizó algunos manuscritos rusos y traducciones de la versión alemana.

 

[8] L. Trotsky, Mi Vida, Ediciones Antídoto, pág. 145.

 

[9] L. Trotsky, 1905, La huelga de octubre, Tomo 1, Ediciones Ruedo Ibérico, pág. 98.

 

[10] L. Trotsky, Conclusiones de 1905, pág. 50 de esta edición.

 

[11] L. Trotsky, Resultados y perspectivas, p. 96 de esta edición.

 

[12] 12. L. Trotsky, Prefacio de 1919 a Resultados y perspectivas, pág. 60 de esta edición.

 

[13] La nueva edición de Resultados y perspectivas de 1919, fue traducida a varios idiomas y según Trotsky se consideraba al libro como “Una especie de tratado oficial del partido, no sólo en Rusia, sino entre los comunistas de los países occidentales”.

 

[14] L. Trotsky, Resultados y perspectivas, pág. 124.

 

[15] L. Trotsky, Nuestras diferencias, pág. 153 de esta edición.

 

[16] L. Trotsky, La guerra y la Internacional.

 

[17] A. Brossat, El pensamiento político del joven Trotsky, pág. 117, Siglo veintiuno editores, 1976.

 

[18] L. Trotsky, En camino:acerca del avance de la revolución proletaria, pág. 189 de esta edición.

 

[19] L. Trotsky, Crítica al Programa de la IC, p. 317 de esta edición.

 

[20] En 1915, Trotsky plantea por primera vez la consigna de Estados Unidos de Europa. La guerra era el caldo de cultivo para nuevas revoluciones en tierra europea. Pero Lenin difiere de esta consigna, no estratégica sino tácticamente, ya que al no existir aún una dictadura proletaria en ningún país podía interpretarse como una revolución simultánea en toda Europa. Luego de la muerte de Lenin y anticipando la “teoría” del socialismo en un solo país, la camarilla stalinista utilizó las diferencias tácticas formuladas por Lenin para demostrar “las diferencias de principio” de Lenin con el “trotskismo”. Esta fue la justificación para quitar la consigna del programa de la IC.

 

[21] L. Trotsky, Crítica al programa de la IC, pág. 166.

 

[22] P. Broué, Historia del Partido Bolchevique, Editorial Ayuso, 1973, pág. 272.

 

[23] L. Trotsky, La Revolución Traicionada, Juan Pablos Editor, pág. 82.

 

[24] Con el fin de evitar la expulsión, los jefes de la Oposición se ven obligados a maniobrar. El 16 de octubre, se comprometen a continuar defendiendo sus posiciones sin formar fracciones dentro del Partido. Este es un compromiso obligado que Trotsky debe hacer, con la finalidad de continuar la lucha sin ser expulsado.

 

[25] L. Trotsky, Discurso al VII Pleno (ampliado) de la IC, pág. 298 de la presente edición.

 

[26] L. Trotsky, Discurso a la XV Conferencia, pág. 278.

 

[27] Estos documentos junto a los otros que Trotsky redactara en ocasión del VI Congreso, fueron publicados en 1930 como libro bajo el título de Stalin., El Gran Organizador de derrotas. La Internacional Comunista después de Lenin. Desde entonces, esta obra ha sido traducida a decenas de idiomas, y reimpresa en varias ocasiones en muchos países. Constituye un objeto de estudio ineludible para la comprensión de la teoría de la revolución permanente.

 

[28] L. Trotsky, Segunda Carta a Radek, pág.370 de la presente edición.

 

[29] Ibidem, pág. 372.

 

[30] L. Trotsky, Carta a Alsky, pág. 374.

 

[31] .L. Trotsky, Tercera carta a Preobrazhensky, pág. 392 de esta edición.

 

[32] L. Trotsky, La revolución permanente, pág. 430 de esta edición.

 

[33] Ibidem, pág.420 de esta edición.

 

[34] Ibidem, pág.517 de esta edición.