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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

Una verdadera conquista

Una verdadera conquista

Una verdadera conquista[1]

 

 

24 de enero de 1934

 

 

 

La transformación de Unser Wort en semanario es una gran conquista, no sólo para el sector revolucionario de la emigración alemana, no sólo para el nuevo partido del proletariado alemán que se está constru­yendo sino también para la Cuarta Internacional. La fuerza de Unser Wort reside en que sirve simultáneamente a objetivos nacionales e internacionales.

Algunos sabihondos que no entendieron nada del carácter de nuestra época y no aprendieron nada de los triunfos y derrotas del proletariado pretenden razonar de este modo: primero, construiremos un partido nacional y luego, sobre bases sólidas y seguras, erigiremos la internacional. Este argumento suena muy serio, circunspecto y sólido pero en realidad demuestra una filistea falta de perspectivas. Cuando el movi­miento obrero resurge no empieza de nuevo la historia; tiene un pasado colosal, similar en sus rasgos generales en todos los países. El proletariado de todo el mundo estuvo unido durante décadas en la Segunda Interna­cional y en los sindicatos. Después de la guerra la vanguardia proletaria se unificó bajo las banderas de la Tercera Internacional. Tanto la crisis mundial, el fascismo, el peligro de guerra como la decadencia de la Comintern son de carácter internacional. Es evidente que bajo la influencia de las mismas causas comunes los elementos proletarios avanzados de todos los países tienen que buscar orientarse en la misma dirección. Siendo así, ¿pueden rehusar en las primeras etapas de su tarea el establecimiento de conexiones internacionales, la elaboración de las cuestiones programáticas y estratégicas, el intercambio de expe­riencias políticas y, finalmente, el apoyo práctico mutuo?

Algunos sabios que se mueven muy lentamente van todavía más lejos y dicen: "No queremos dividirnos a causa de problemas como el del carácter del estado soviético, la estrategia de la Comintern en la revolu­ción china, la política del Comité Anglo-Ruso, etcétera. Simplemente queremos ayudar a los trabajadores de nuestro país a llevar adelante la lucha de clases." Así razonan, por ejemplo, los fundadores del nuevo Partido Norteamericano de los Trabajadores (CPLA-­Muste et al.).[2] De la misma opinión son los dirigentes del Partido Comunista Independiente de Suecia (Kil­bom y otros), del ILP británico (Fenner Brockway y otros), etcétera. Los autores del folleto alemán Neu Beginnen [Comenzar Otra Vez] están todavía menos ubicados respecto a este problema. ¿Se puede imaginar a un médico que diga que no le interesan las teorías básicas de la anatomía, la fisiología o la patología, que no quiere discutir las teorías más recientes sobre el cáncer o la malaria, que "simplemente" prefiere tratar a los pacientes de su localidad? Ningún obrero que piense un poco le confiaría a tan lamentable zopenco la vida de su hijo o la suya propia. Por otra parte, ningún capitalista le confiaría la construcción de una fábrica a un ingeniero que no dominara completamente las teorías fundamentales de la tecnología. Sólo en el terreno de la política, incluso de la política "revolucionaria", el charlatanismo ignorante continúa argumentando tan pretenciosamente contra el método científico. ¡A veces cuesta creer que el Manifiesto Comunista se haya escrito hace ochenta y cinco años!

Los problemas en discusión que dividen en este momento al movimiento obrero mundial no son episódicos ni tácticos; son problemas de principios, estra­tégicos, y por esta misma razón de carácter interna­cional. Por específicas que puedan ser las peculiari­dades de tal o cual país, en nuestra época sólo deter­minan la táctica, no la estrategia de la clase obrera. Por supuesto, la táctica es muy importante; en última instancia toda la estrategia se expresa en una táctica. Pero no podemos dar un solo paso táctico correcto sin una brújula estratégica en la mano. No podemos orientarnos en la situación nacional sin caracterizar teóricamente la situación mundial, sin sacar conclu­siones de la experiencia internacional de la clase obrera, sin delinear una perspectiva internacional es decir, sin un programa para una nueva internacional.

Cuando los profundos pensadores nos dicen: "No se apuren, no es momento para la Cuarta Internacional", con el mismo éxito podrían decir: "No se apuren, no es momento para la lucha de clases". No se trata de la "proclamación" formal de la nueva internacional sino de la construcción de un nuevo partido, no como entidad nacional aislada sino como parte de la internacional.

El pequeño Unser Wort es ahora el único periódico del movimiento obrero alemán que comprende correcta y seriamente, a la manera marxista, la relación entre táctica y estrategia, entre el partido nacional y la nueva internacional. Esta es precisamente la garantía de su éxito. En una época como la actual, de disolución, fermento y confusión, la indiferencia política puede lograr a veces grandes éxitos muy sorprendentes y enceguecedores; pero no son de fiar, desaparecen junto con la coyuntura política que les dio vida. Los éxitos de Unser Wort son diferentes; son producto del método, del sistema, de la claridad marxistas; son sólidos.

Los amigos de Unser Wort no deben escatimar esfuerzos para garantizar la publicación semanal del periódico, enriquecer su contenido, aumentar su tamaño y circulación y facilitar su penetración en Alemania. Deben prepararse para publicar junto con Unser Wort un órgano teórico mensual para la elabo­ración de los principales problemas de nuestra época, es decir del programa de la Cuarta Internacional.

¡Calurosos saludos a los directores, al personal, a la administración, a los lectores y amigos del semanario Unser Wort!



[1] Una verdadera conquista. The Militant, 10 de febrero de 1934.

[2] La conferencia por la Acción Obrera Progresiva (CPLA) se fundó en 1929 para promover dentro de la Federación Americana del Trabajo la militancia, la democracia sindical y la agremiación por industria. Uno de sus fundadores fue A.J. Muste (1885-1967), ministro protestante pacifista que se ligó al movi­miento obrero durante la Primera Guerra Mundial. En 1933 la CPLA organizó el American Workers Party (AWP, Partido Norteamericano de los Trabajadores), un grupo centrista que se orientaba hacia la izquierda. A fines de 1934 el AWP se fusionó con la Communist League of America (CLA, Liga Comunis­ta Norteamericana) para formar el Workers Party of the United States (WP­US, Partido de los Trabajadores de Estados Unidos), del que Muste fue secretario. En 1936, cuando el WPUS votó entrar al Partido Socialista, Muste rompió con el marxismo y volvió al pacifismo y a la Iglesia. En la década del 50 fue uno de los pocos que defendieron a las víctimas de la caza de brujas y fundó el Foro Norteamericano para la Educación Socialista, a fin de impulsar el inter­cambio sistemático de opiniones entre los grupos radicales. En la década del 60 jugó un rol dirigente en la construcción del movimiento contra la guerra.



Libro 3