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Escritos de León Trotsky (1929-1940)

Tras la capitulación de Rakovski

Tras la capitulación de Rakovski

Tras la capitulación de Rakovski[1]

 

 

19 de abril de 1934

 

 

 

TASS [la agencia noticiosa de la Unión Soviética] publica el segundo comunicado del mes sobre la capitu­lación de Rakovski ante Stalin.

Una fuente absolutamente autorizada nos informa que las cosas sucedieron de la siguiente manera. A principios de 1929 el viejo presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo de Ucrania y embajador sovié­tico en París fue deportado a Barnaul, en Asia Central, donde permaneció más de cinco años. La GPU lo encerró en un circulo cada vez más estrecho. Durante los últimos dos años se privó a su esposa, que compartía su exilio, de la posibilidad de escribirse con su hijo, un joven médico que ejerce su profesión en París.

A fines de 1929 el viejo revolucionario intentó audazmente la fuga y, pese a que se desató contra él una persecución nunca vista, logró llegar hasta la frontera, donde lo hirieron los guardias soviéticos.

Fue en ese entonces que toda la prensa mundial habló de la enfermedad e incluso de la muerte de Rakovski. En realidad se internó al herido en el hospital del Kremlin. Aquí, aunque se le aplicó un tratamiento cuidadoso, se ejerció sobre él una formidable presión moral.

Pero Rakovski no cedió.

Con su herida apenas cicatrizada, se lo envió de vuelta a Barnaul y se lo puso bajo guardia reforzada... Se había perdido toda posibilidad. Amargado por el fracaso de su intento, enfermo, con la moral quebrada, el anciano de sesenta y un años firmó la declaración de capitulación. Mientras Rakovski estaba en Barnaul sus amigos de los círculos llamados "trotskistas" no quisieron divulgar estos hechos para no causarle al deportado ningún daño.

Hoy, cuando los hechos ya están consumados, estos mismos amigos desean dar a conocer cómo se logró realmente la capitulación de Rakovski.

Mañana las autoridades soviéticas posiblemente presionarán a Rakovski para que niegue estos hechos. No será la primera vez que Stalin haga cosas como éstas. Pero ya nadie se engaña.



[1] Tras la capitulación de Rakovski. The Militant, 19 de mayo de 1934. Sin firma.



Libro 3