Logo
Logo
Logo

Cuadernos 15 - Los trotskistas contra Stalin

Provocación policíaca generalizada

Provocación policíaca generalizada

La GPU debía ser un instrumento de una obediencia total porque Stalin contaba con ésta para quebrar definitivamente y destruir a la Oposición. Uno de los principales medios utilizados, a partir de esa época, fue la provocación, la utilización de agentes de la GPU infiltrados en las filas de la Oposición, incluso “devueltos” luego de una interpelación o un arresto.
Evidentemente tenemos poca documentación concerniente a este tipo de asuntos, cuya prueba definitiva sólo se encuentra en los archivos de la policía al servicio del poder. Pero, no obstante, tenemos un cierto número de indicaciones que constituyen otras tantas presunciones. Y, en primer lugar, porque en este período Stalin, quien esperaba resultados más rápidos y sobreestimaba sin duda también sus propios procedimientos, trabajaba a corto plazo y quemaba agentes y hombres que hubiera podido aprovechar como agentes a largo plazo, con la vana esperanza de asestar a la Oposición un golpe definitivo -como lo hará, por otra parte, en la Internacional por lo menos hasta 1933-. Así, en 1929, jugó a varias puntas. En Moscú, si creemos en Víctor Serge, uno de los principales colaboradores de Boris Elzin en el “centro” era un tal Mikhail Tverskoy, cuyos volantes provocadores y denuncias permitieron detener a centenares de cuadros y militantes48. Parece que, siempre según Serge, llevó adelante un juego idéntico en Leningrado en 193049. En 1929, en París, Solomon Kharin, “Joseph”, ganado por los argumentos de Radek a favor de la capitulación, aceptó jugar el rol de informador de la GPU, a la que enviaba direcciones y documentos, especialmente el manuscrito íntegro del primer número del Biulleten’ Oppozitsii. Su traición no impidió la aparición del boletín, pero desenmascaró definitivamente a un hombre que Stalin hubiera querido conservar en el entorno de Trotsky para informarse.
Los corresponsales del Biulleten insistían en sus cartas en el hecho de que, de allí en más, los transportes de deportados estaban colmados de agentes, deliberadamente enviados, o deportados auténticos que, en el curso de los interrogatorios, habían aceptado jugar el rol de provocadores o de informantes para “redimirse”. Los más peligrosos eran, evidentemente, los viejos bolcheviques, de quienes nadie se atrevía a sospechar. Muchos testigos mencionaron el rol jugado en Verjneuralsk por uno de ellos, Surnov, antiguo Comisario del Pueblo en la Salud, en la república de Crimea, ubicado durante algún tiempo en la celda de Solntsev, quien logró desenmascararlo50. Ciliga contaba igualmente que, poco antes de su liberación, fue objeto de incitaciones por parte de otro agente provocador, también antiguo bolchevique, Artuk Solovian, que insistía para que mandara un mensaje destinado a Sedov y, sobre todo, para que este último le enviara “directivas”51.
Las primeras provenían, generalmente, de Moscú, pero también de Leningrado, Jarkov e incluso de Tachkent o de muchos lugares de deportación. Evidentemente, estaban firmadas con seudónimos, a veces con simples iniciales, y daban en general informaciones interesantes no solamente sobre la vida del Partido, las intrigas del aparato, el estado de ánimo de las masas y las condiciones de vida, sino también sobre la represión, el destino y la moral de los prisioneros y exiliados. En un primer período, estaban los relatos firmados “N.”, a partir de 1930, los “N. N.”, antes de que apareciera “T. T.”. ¿Quiénes eran estos hombres? Sin duda no lo sabremos jamás. Por otra parte hemos mencionado que uno de ellos era aparentemente el bolchevique de Moscú Andrei Konstanti- nov, Kostia, miembro del Partido desde 1916, detenido a fines de 1932, ulteriormente deportado a Arjangelsk, y luego a Vorkuta. Conocemos también al moscovita Yanuchevsky -Yan-, detenido sin duda en 1930, transferi- do de Verjneuralsk a la prisión central de la GPU de Moscú -donde desapareció para siempre-.
A esta primera categoría de “informes” más que a las cartas pertenecen los documentos referidos a la deportación y también a la vida en las “cárceles de aislamiento”, transmitidos por los responsables soviéticos a costa de miles de dificultades: así, el texto redactado en Verjneuralsk en junio de 1930 por Yakovin, Solntsev y Stopalov llegó a Prinkipo el 10 de octubre. La demora no fue mucho más extensa entre el comienzo de la primera huelga de Verjneuralsk en 1931 y la información que la describía en el Biulleten’ Oppozitsii, que publicó además la lista nominal de ciento diecisiete huelguistas de hambre distinguiendo “bolcheviques-leninistas” de “decistas”.
El segundo tipo de documentos se trata de cartas personales o extractos de las mismas que contenían informaciones concretas, o cartas fabricadas a partir de materiales recolectados por correspondencia o en conversaciones: a partir de confidencias de los responsables que viajaban al extranjero, establecían a menudo hechos interesantes, recogían los rumores que crecían al interior del aparato al principio de los años ’30, daban finalmente informaciones que fueron en general confirmadas, décadas más tarde, luego de la muerte de Stalin. Las más interesantes de entre ellas se encuentran en el período en el que la Oposición rusa comenzaba, a fines de 1932, a salir de su aislamiento y se preparaba a entrar en el “bloque de oposiciones”.