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Escritos Latinoamericanos (compilación, 3ra. edición)

Política cubana

Política cubana

Artículo publicado en Clave Nro. 8/9, segunda época, pág. 220. abril-mayo de 1940. Sin Firma.

 

Para hacer una estimación de la situación política de Cuba en el momento presente, debemos retrotraernos a las elecciones celebrada el 15 de noviembre último para elegir delegados a una Asamblea Constituyente. El país, después de vivir un período de dictadura militar abierta a partir de 1934, confrontó, por primera vez, las fuerzas electorales de los partidos gubernamentales y las de ciertos sectores oposicionistas (PRC y ABC) que se habían abstenido de participar en todas las mascaradas precedentes.

 

Estas elecciones para una Asamblea Constituyente han estado determinadas por la necesidad del imperialismo norteamericano de darle un STATUS jurídico al régimen gubernamental presente, a fin de evitar toda posibilidad de explosiones violentas en vísperas de guerra.

Combinados los factores de odio declarado del pueblo contra Batista y su régimen y de excesiva confianza de éste en su aparato, dieron por resultado un ligero margen de mayoría para el bloque de partidos oposicionistas frente al conjunto de los partidos batistianos: 41 delegados oposicionistas y 35 gubernamentales.

Pero hay que analizar la composición de ambos bloques, para llegar a un juicio adecuado. El bloque oposicionista, unido en el llamado “pacto de los cuatro”, estaba compuesto por los partidos Revolucionario Cubano (PRC) presidido por Grau San Martín, ABC, vocero de la burguesía comercial y las clases medias reaccionarias, Acción Republicana (AR) conjunto heterogéneo de viejos políticos, mandado por el ex presidente Gómez, y por último, Partido Demócrata Republicano (PDR) de Menocal, fuerza esta última estrechamente ligada a los hacendados azucareros y al capital financiero yanqui. El partido de Grau, dentro del conjunto, representa el de mayor influencia en las masas obreras y campesinas, aunque la ideología de su dirección fluctúa entre los márgenes del conservadurismo pequeño burgués y el nacionalismo revolucionario de tipo cardenista.

Del cuadro anterior se deriva que la oposición, en cuanto a su contenido esencial, no presenta diferencias fundamentales, sino de grado, respecto del bloque gubernamental, compuesto por el viejo partido de Machado (Partido Liberal) y una serie de CLAQUES, formadas al calor del proceso de la dictadura militar (Partido Nacionalista, Conjunto Nacional Democrático, etc.) más el Partido Comunista, convertido en agente de Batista en las filas obreras.

Dado el cariz de las elecciones, Batista decidió, puesto ya en plan de candidato presidencial, precipitar las elecciones generales, para hacerlas con antelación a la reunión de la Constituyente. Pero ante la amenaza del bloque oposicionista de no asistir a dichas elecciones, se llegó a una inteligencia, y la Asamblea Constituyente se reunió en febrero último.

La Asamblea Constituyente se inauguró bajo la presidencia de Grau San Martín y con la mayoría “oposicionista” señalada. Sin embargo, pronto se vio que los “oposicionistas” estaban en plan fabiano, adoptando una actitud de extrema conciliación hacia los machadistas miembros de la Asamblea. Esto llegó a su clímax cuando un miembro del PRC, desde su escaño de constituyente, hizo la defensa y panegírico del tristemente célebre Orestes Ferrara, consejero íntimo de Machado, que habiendo sido electo delegado a la Asamblea temía concurrir a la misma. Detrás de este orador, abundaron sobre el tema, los líderes del ABC y del PDR, siendo finalmente recibido en el seno de la Asamblea el responsable de una de las épocas más negras de la historia cubana.

La Asamblea Constituyente se ha desenvuelto a un ritmo extremadamente lento e intrascendente. En medio de este proceso, Batista ha logrado una gran jugada política: atrajo a Menocal a su lado y ahora, bajo el marbete de “Coalición Socialista-Democrática”, tenemos, bajo la presidencia de Batista, comiendo en el mismo plato, a los stalinistas y a Menocal, a quien Blas Roca, hacía sólo unos días, había prometido escupir las barbas.

Hasta la fecha en que escribimos estas notas, aún no ha sido presentado al pleno de la Asamblea el proyecto de Constitución elaborado por las distintas comisiones; pero podemos augurar que el resultado final será decepcionante para el pueblo: la gran mayoría de la Asamblea está ahora bajo el control de Batista, que representa las fuerzas e intereses del imperialismo, y toda su decisión estará condicionada por esta característica. El Pacto Batista Menocal, cuyo panegírico ha hecho Blas Roca en un folleto especial, tiene toda la aprobación del Departamento de Estado yanqui.

Las elecciones generales están señaladas para el 14 de julio próximo. Hasta la fecha, los partidos PRC, ABC y AR llevan como candidato presidencial a Grau San Martín2. Las posibilidades en cada lado son aún difíciles de precisar. Sin embargo, Batista tiene a su favor el aparato del Gobierno (Congreso, burocracia, gobiernos provinciales y municipales, el ejército y la policía, que difícilmente permanecerán neutrales), recursos económicos ilimitados, la presión sobre los sindicatos a través de sus lacayos stalinistas y un mayor dominio sobre las pandillas que lo apoyan.

Grau, por otra parte, afronta una grave crisis interna en su partido, por cuestión de aspiraciones personales; y sus asociados del ABC y de AR sacan ventajas de la situación. En tanto, el pueblo se muestra desorientado, pero no hay duda de que los próximos meses señalarán un definitivo realineamiento en las fuerzas que actúan en el tablero político cubano y que las masas trabajadoras, derivando la experiencia de todo el proceso, darán el paso firme hacia una política propia, fuera de las tutelas corrompidas del stalinismo y de los partidos pequeñoburgueses.

 

1. Artículo publicado en Clave Nro. 8/9, segunda época, pág. 220. abril-mayo de 1940. Sin Firma.

2. Nota de la Revista Clave: Después de esta nota, Grau ha renunciado a su candidatura. La situación es indecisa. Él se da cuenta de que está haciendo el juego a Batista; y no puede remediarlo porque al programa reaccionario de éste, sólo opone él el “programismo” pequeño-burgués.