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Clásicos de León Trotsky online

La verificación de las ideas y de los individuos a través de la experiencia de la Revolución española

La verificación de las ideas y de los individuos a través de la experiencia de la Revolución española

24 de agosto de 1937

 

Este texto apareció por primera vez en el Boletín interior del partido socialista revolucionario belga, nº 9, noviembre de 1937, con las advertencias, «no publicar», y «exclusivamente para los militantes», «A todas las organizaciones adheridas a la IVª Internacional». En este boletín, el texto firmado por Crux está precedido por una declaración del Comité central del P.S.R., señalando que el retraso en su publicación se debe al hecho de que los editores han esperado la respuesta de Vereecken –mencionado en forma abreviada «Ver.», igual que en el texto- que no había podido redactar más que la primera parte. Ésta se encuentra reproducida en el boletín con el titulo: «La verificación de los individuos, las ideas, los medios y los métodos para hacer triunfar las ideas a través de la experiencia de la revolución española». Lo hemos utilizado ampliamente en estas notas. Hay que señalar que Vereecken no llegaría a acabar la redacción de su respuesta. T. 4200.

 

Para los obreros avanzados, la revolución española reviste un enorme significado, no sólo como acontecimiento histórico de importancia capital, sino como escuela superior de estrategia revolucionaria. Las ideas y los individuos han sido sometidos a una verificación excepcionalmente importante, infalible. Para todo marxista serio, es una obligación estudiar, no sólo los acontecimientos de la revolución, sino también las posiciones políticas que, nuestro propio seno, toman, diversos agrupamientos e individuos aislados frente a los acontecimientos españoles.

El camarada Vereecken y el camarada Sneevliet [1].,

En esta carta quisiera detenerme en un ejemplo particular, pero altamente instructivo, la posición del camarada Vereecken, uno de los dirigentes de nuestra sección belga. Vereecken fue el ponente sobre la cuestión española en la sesión del Comité Central del Partido Socialista Revolucionario a finales de junio de este año.[2] El acta de su informe, reproducido en el boletín interno de la sección belga de junio-julio, es muy breve, a lo más unas veinticinco líneas, pero da, sin embargo, un cuadro suficientemente claro de los errores del camarada Vereecken, errores muy peligrosos, tanto para nuestra sección belga como para toda la Internacional.[3]

El camarada Sneevliet, como se sabe dirigente del R.S.A.P. holandés, se ha solidarizado completamente con la política del P.OU.M., revelando así claramente cuanto se ha alejado del marxismo revolucionario. En lo que respecta al camarada Vereecken, las cosas son algo diferentes, Vereecken es algo más prudente. Sus razonamientos, tanto los pasados como los actuales, están llenos de reservas: «de una parte», «de otra parte». Ante el P.O.U.M. toma una posición «crítica», tomando numerosos argumentos de nuestro arsenal común. Pero en el fondo, su posición centrista, es mucho más susceptible de sembrar la confusión en nuestras propias filas [4] que la del camarada Sneevliet. Por ello es necesario someter las concepciones de Vereecken a una atenta crítica.

El fatalismo optimista, característica del centrismo Vereecken ha presentado su informe antes del aplastamiento del P.O.U.M. y antes del infame asesinato de su dirigente por los agentes de Stalin en España, Antonov-Ovseenko y otros. Defenderemos implacablemente la memoria de Nin contra las calumnias de los canallas de Moscú y de otros lugares. Pero su trágica muerte no puede modificar nuestras apreciaciones políticas, dictadas por los intereses históricos del proletariado, y no por consideraciones sentimentales. Desde hace mucho, el camarada Vereecken ha caracterizado al P.O.U.M. de forma totalmente errónea, pensando que, bajo la presión de los acontecimientos, este partido, por así decirlo, evolucionaría «automáticamente» hacia la izquierda, y que nuestra política en España debería limitarse a un «apoyo critico» al P.O.U.M. Los acontecimientos no han confirmado en absoluto este pronóstico fatalista y optimista, extraordinariamente característico del pensamiento centrista, pero en manera alguna del pensamiento marxista.[5]

Basta recordar aquí que de este mismo fatalismo optimista estaba impregnada toda la política del P.O.U.M., cuya dirección se habla adaptado a los dirigentes anarquistas, con la esperanza de que entrarían automáticamente en el camino de la revolución proletaria,' de la misma forma que Vereecken se ha adaptado a los dirigentes del P.O.U.M.
En lugar de reconocer abiertamente el carácter erróneo de su política, Vereecken intenta pasar subrepticiamente a una nueva posición, que no se distingue de la antigua mas que por una confusión todavía mayor.

Caracterización del P.O.U.M.

A diferencia de la C.N.T. y de la FA.I., que existen hace mucho -así comienza Vereecken su informe-, «el P.O.U.M. es reciente, heterogéneo, su izquierda es débil».Esta caracterización constituye una condena radical, no sólo de la política del camarada Sneevliet, sino de la anterior postura del propio Vereecken. ¿Dónde está la evolución hacia la izquierda que nos había prometido? Al mismo tiempo, esta caracterización del P.O.U.M. se distingue por una consciente imprecisión. «¿El ala izquierda?» La palabra «izquierda» no significa aquí nada. ¿Se trata de la fracción marxista del P.O.U.M., o de su fracción centrista de la izquierda?.[6] Vereecken se niega conscientemente a contestar a esta pregunta. Así pues, tendremos que responder por él: después de la expulsión de los trotskystas, no existe ninguna fracción marxista en el P.O.U.M. Incluso la fracción centrista de izquierda es débil, sobre este punto Vereecken tiene razón. De todas formas, esto significa que después de seis años de experiencia en la revolución, la política del P.O.U.M. está determinada por los centristas de derecha.[7] Ésta es la verdad sin disfraces.

El camarada Vereecken «critica» al P.O.U.M. Escuchemos ahora como Vereecken critica al P.O.U.M.: «Errores del P.O.U.M.: adhesión al Frente Popular en el momento de las elecciones. Repara este error el 19 de julio por medio de la lucha armada. Otro error: La participación en el gobierno y la disolución de los comités. Pero, después de su salida del gobierno, se operó una clarificación en el P.O.U.M.» A primera vista, todo esto parece una crítica marxista. De hecho, Vereecken utiliza fragmentos esterilizados de crítica marxista, no para desvelar, sino al contrario, para enmascarar la política oportunista del P.O.U.M., y la suya propia. Ante todo salta a la vista que para nuestro crítico se trata de «errores» aislados del P.O.U.M., no de una caracterización marxista del conjunto de su política. Toda organización puede cometer «errores»; Marx cometió errores, Lenin cometió errores, el partido bolchevique, en su conjunto, también cometió errores. Pero fueron corregidos a tiempo, gracias a una línea fundamentalmente correcta.

En el caso del P.O.U.M., no se trata de «errores» aislados, sino de una línea fundamentalmente no revolucionaria, centrista, es decir, en el fondo, oportunista. Dicho de otra forma: para un partido revolucionario, los errores son la excepción, para el P.O.U.M., la excepción son las posiciones correctas.

El 19 de julio de 1936

Vereecken nos recuerda que el P.O.U.M. el 19 de julio de 1936, participó en la lucha armada. ¡Evidentemente! Sólo una organización contrarrevolucionaria podía dejar de participar en esta lucha que inflamaba a todo el proletariado; ¡y ninguno de nosotros ha tratado al P.O.U.M. de «organización contrarrevolucionaria»! ¿Pero, de qué manera su participación en la lucha de las masas que impusieron su política a los anarquistas, a los socialistas y a los poumistas, podía «reparar» el «error» de haber participado en el Frente Popular? ¿Ha codificado el P.O.U.M. su línea política fundamental? De ninguna forma. La lucha del 19 de julio, a pesar de la victoria real de los obreros, terminó con un equívoco de dualidad de poderes, sólo porque no existía una organización con las ideas suficientemente claras y el coraje necesario para llevar la lucha hasta el final. La participación del P.O.U.M. en el Frente Popular no fue un «error» fortuito, sino la señal infalible de su oportunismo. Durante las jornadas de julio, sólo había cambiado la situación exterior, no el carácter centrista del partido. El P.O.U.M. se adaptó a la insurrección obrera de la misma forma que algunos meses antes se había adaptado a la mecánica electoral del Frente Popular. El giro a la izquierda completa, pero de ninguna forma repara el giro a la derecha. Durante su giro a la derecha, el P.O.U.M. conservó totalmente su posición híbrida, preparando de esta forma la futura catástrofe.
La participación en el gobierno «El otro error -escribe Vereecken-, fue la participación en el gobierno y la disolución de los comités.» ¿De dónde pudo venir este «nuevo error», si la participación en la insurrección de julio había «reparado» la política errónea del periodo precedente? De hecho, la participación en el gobierno constituyó un nuevo zigzag que derivaba de la naturaleza centrista del partido. El camarada Sneevliet ha escrito que él «comprendía» esa participación. Esta fórmula ambigua muestra únicamente que SneevIiet no comprende las leyes de la lucha de clases en la época de la revolución. Las jornadas de julio de 1936, cuando el proletariado catalán, con una dirección justa, podía haberse apoderado, sin esfuerzos ni sacrificios suplementarios, de todo el poder, abriendo en toda España la era de la dictadura del proletariado, han concluido, en gran medida por culpa del P.O.U.M., en un régimen de dualidad de poder, es decir en un reparto provisional del poder entre el proletariado -los comités- y la burguesía, representada por sus lacayos, los dirigentes estalinistas, anarquistas y socialistas. El interés de los obreros estaba en acabar lo antes posible con este peligroso equivoco, haciendo pasar todo el poder a los comités, es decir, a los soviets españoles. Por el contrario, la tarea de la burguesía era aniquilar los comités en nombre del «poder único». La participación de Nin en el gobierno constituyó una parte del plan de la burguesía contra el proletariado. Si Sneevliet «comprende» algo semejante, tanto peor para él. Por su parte, Vereecken es más prudente, ha escrito que la participación en el gobierno fue «otro error». ¡No está mal este «error», que consiste en sostener directamente el gobierno de la la burguesía contra el de los comités obreros!

»Pero -se apresura a añadir Vereecken para acortar la punta de su propia crítica- después de su salida del gobierno, se operó una clarificación en el P.O.U.M.»

Esto constituye una inexactitud manifiesta, ya refutada por el propio Vereecken, en su caracterización del P.O.U.M. Esto constituye una inexactitud manifiesta, ya refutada por el propio Vereecken, en su caracterización del P.O.U.M. citada anteriormente, como un partido «heterogéneo», en el que la izquierda era débil. ¿Cuál es pues esta clarificación después de la cual el centrismo de izquierda constituye en el partido una débil minoría? ¿O quizá hay que entender que la «clarificación» ha tomado la forma de... expulsión de los bolcheviques-leninistas?

La crítica del Secretariado Internacional

Pero Vereecken va aún más lejos en su camino de abogadillo del centrismo. Enumerando los «errores» del P.O.U.M., se apresura a enumerar a continuación, sin duda para conservar la simetría, los errores del Secretariado Internacional. Citémosle una vez más literalmente:
«Errores del S.I.: diez días después del 19 de julio, en París no se había adoptado posición. No se vio la importancia de los acontecimientos. No se ha asistido a la conferencia de Bruselas; se ha aplicado la resolución de París al pie de la letra. Se debería haber aprovechado esta ocasión para empujar al P.O.U.M. hacia una política revolucionaria. Se ha roto con Nin al publicar la carta de Trotsky.»

Duda uno de sus propios ojos leyendo esta acumulación de acusaciones: evidentemente el S.I. ha podido cometer tal o cual negligencia práctica, incluso tal o cual error político. Pero ponerlo al mismo nivel que la política del P.O.U.M., no puede ser posible más que para un hombre con postura de árbitro entre un partido que nos combate y nuestra propia organización internacional. El camarada Vereecken demuestra aquí -y no es la primera vez- una desesperante falta del sentido de la proporción. No obstante, examinemos más detalladamente sus acusaciones.

«Diez dias» después del 19 de julio, el S.I. no había adoptado una posición. Admitamos que sea cierto. ¿A qué se debe esto? ¿A la falta de información? ¿A una excesiva prudencia? Vereecken no dice nada. Por supuesto, es mejor tener «inmediatamente» una posición justa. El S.I. es la institución administrativa suprema. Debía ser muy prudente al tomar una posición política, y mucho más cuando no dirigía directamente -ni podía hacerlo- la lucha en España. Pero si el S.I. «diez días más tarde» aún no tenía posición, el camarada Vereecken, por su parte, un año más tarde, tiene una posición errónea, lo que es peor.

La conferencia de Bruselas

Observen que era necesario participar una vez más en la lamentable e insignificante conferencia de los centristas en Bruselas, para «empujar» al P.O.U.M. «hacia una política revolucionaria». Era necesario actuar en el P.O.U.M., no en Barcelona, sino en Bruselas. No delante de las masas revolucionarias sino en la sala cerrada de una conferencia. ¡Como si fuese la primera vez que veíamos a los dirigentes del P.O.U.M.! ¡Como si durante seis años no hubiéramos intentado «empujarlos» en el camino de la política revolucionaria! Hemos utilizado todos los métodos, todos los caminos posibles: abundante correspondencia, numerosos artículos y folletos enteros, contactos organizativos, envío de delegados, y por último, la crítica pública. Sin embargo, en lugar de entrar en la vía de la política marxista, los dirigentes del P.O.U.M., se aterrorizan ante las inexorables exigencias de la revolución, han entrado definitivamente en la vía del centrismo. Evidentemente, para Vereecken, todo esto no es mas que una casualidad carente de importancia, por el contrario, debía tener una enorme importancia... la conferencia centrista de Bruselas., en la que Vereecken, en presencia de uno o dos dirigentes del P.O.U.M., pronunciase un discurso que, en el mejor de los casos, no hubiera podido hacer nada más que repetir lo que ya estaba escrito centenares de veces antes de la conferencia. También esta vez, en el caso del camarada Vereecken, el centrista se transforma en sectario. ¡Para el sectario, el momento supremo de la existencia es aquel en el que se exhibe en su conferencia número 1001!

La carta de Trotsky

Para acabar, la última acusación, la publicación de la carta de Trotsky[8]. Por lo que yo sé, ésta no estaba destinada a la publicación. Pero, verdaderamente hace falta haber perdido los últimos restos de sentido político para ver en su publicación un importante factor en la determinación de nuestras relaciones con el P.O.U.M. La carta calificaba la participación en la alianza con la burguesía como «traición» al proletariado.[9] ¿Es correcto o no? Nunca hemos sospechado de la honestidad de las intenciones de Nin. Pero la apreciación política de su participación en el Frente Popular como un acto de traición era perfectamente justa. En estas condiciones, ¿de qué forma podía «cortarnos» con Nin la publicación de esta carta? Incluso antes de la publicación de la carta, estábamos bastante cortados con él, y no por casualidad: toda su política iba en sentido contrario a la nuestra. No fue por capricho el hecho de que Nin rompiera con nosotros tres años antes de la publicación de la carta de Trotsky. ¿A menos que Vereecken quiera decir que después de las elecciones Nin evolucionaba hacia nosotros y que la publicación de esa carta, cortó esta evolución?

Las palabras de Vereecken no pueden tener otro sentido, admitiendo que tengan alguno. De hecho, nosotros sabemos que Nin y sus amigos han seguido pensando que tenían razón al participar en el Frente Popular y posteriormente en el gobierno, y que ellos mismos reclamaron 1a renovación de esta participación. Y esto, no es un error, sino toda una línea política. En fin, incluso si se admite que el P.O.U.M. haya comprendido el «error» que constituyó su participación en el Frente Popular, ¿ de qué manera la publicación de esta carta, que contenía una caracterización tan viva de ese error, podía impedir la evolución del P.O.U.M.? ¿Quiere decir Vereecken -suponiendo que realmente quiera decir algo- que Nin se sintió tan ofendido por la carta que decidió volver a su errónea posición anterior? Ésta es una consideración demasiado injuriosa para Nin, que estaba guiado por ideas políticas, y no por estrechas consideraciones de amor propio.[10]

Éstos son los «errores del S.I.» que Vereecken coloca al mismo nivel que la política centrista del P.O.U.M. Al hacer esto, no hace más que demostrar que él mismo se sitúa en una postura de «árbitro» entre el centrismo y el marxismo.

La preparación de las jornadas de mayo de 1937

Vereecken pasa inmediatamente a los acontecimientos de mayo de este año:
«Se constata -dice- que el P.O.U.M. los esperaba y se armaba. La amplitud de los acontecimientos sorprendía al partido. Pero cualquier partido se hubiera visto sorprendido.»
Aquí no hay una sola frase que no sea un error -y no un error fortuito, sino el producto de una línea política incorrecta. «Prever» los Acontecimientos de mayo y prepararse para ellos, sólo podía hacerse de una manera, declarando una guerra implacable a los gobiernos de Cataluña y España, negándoles toda colaboración política, oponiendo su partido a todos los demás, es decir, a sus direcciones, en particular y ante todo a la dirección de la C.N.T. ¡No permitir ni un solo instante que las masas puedan confundir a los dirigentes revolucionarios con los lacayos de la burguesía! Una política intransigente de este tipo, evidentemente con la participación activa en la lucha militar y en los movimientos revolucionarios de las masas, hubiera asegurado al P.O.U.M. una inquebrantable autoridad entre los obreros anarquistas, que constituyen la gran mayoría del proletariado catalán. En vez de esto, el P.O.U.M. reclama la vuelta de sus dirigentes al gobierno contrarrevolucionario, mientras aseguraba en cada número de La Batalla que los obreros podían apoderarse del poder sin combate.[11] Con este mismo fin, el P.O.U.M. lanzó el proyecto de un congreso específico convocado por obreros y campesinos. [12] Precisamente ésta es la razón porla que el P.O.U.M. participó en el gobierno burgués a fin de... transmitir el poder a los obreros y campesinos." Precisamente ésta es la razón por la que el P.O.U.M. se ha visto sorprendido y por la que los acontecimientos de mayo no han constituido para él mas que una nueva etapa en el camino de la catástrofe. «¡Pero, exclama Vereecken, cualquier partido se hubiera visto sorprendido!» Esta frase increíble demuestra una vez mas que Vereecken ignora la diferencia entre un partido centrista y un partido marxista. Ciertamente se puede admitir que una insurrección que nace directamente de las masas puede desbordar, en mayor o menor medida, a cualquier partido revolucionario. Pero toda la diferencia reside precisamente en esta medida. Aquí también la cantidad se transforma en calidad. Un partido centrista se ve arrastrado por los acontecimientos, se ahoga en ellos, mientras que un partido revolucionario, al final, los domina, asegurando la victoria.

«Defensiva, no ofensiva»

«El 4 y el 5 de mayo, continúa Vereecken, su política (la del P.O.U.M.) fue justa: defensiva, no ofensiva. En aquellas circunstancias, ir hacia la toma del poder era una aventura. El gran error del P.O.U.M. fue sembrar ilusiones durante la retirada, haciendo pasar la derrota por una victoria.»

Se puede ver con qué precisión de boticario Vercecken pesa y equilibra las acciones «correctas» e «incorrectas» del P.O.U.M. Sin embargo, el conjunto de su razonamiento es falso. ¿Quién ha dicho -y dónde- que marchar hacia la toma del poder en mayo era una aventura? Para empezar, ésta no es la opinión del propio P.O.U.M. La víspera, aún aseguraba a los obreros que, si querían, se podían apoderar del poder sin combate. Los obreros «quisieron». ¿Dónde está aquí la aventura? El elemento de provocación traidora de los estalinistas, no tiene, desde el punto de vista que nos interesa, más que una importancia secundaria. Todos los informes publicados después de los acontecimientos demuestran que con una dirección mínimamente sería y con confianza en ella misma, la victoria de la insurrección de mayo estaba asegurada. En este sentido, el P.O.U.M. tenía razón cuando decía que los obreros podían tomar el poder si lo «querían». Solamente olvidaba añadir: « Desgraciadamente no tenemos una dirección revolucionaria.» El P.O.U.M. no podía llevar al proletariado catalán a la ofensiva revolucionaria porque –y únicamente por eso- toda su política anterior le había hecho incapaz de una iniciativa semejante.

Las «jornadas de julio» de 1917 y las «jornadas de mayo» de 1937

Aquí, sin embargo, el camarada Vereecken puede respondernos:
. «Pero si incluso los bolcheviques no se decidieron a apoderarse del poder, en julio de 1917, se limitaron a la ofensiva, haciendo salir a las masas del fuego con el menor numero de víctimas posible. ¿Por qué una política semejante no podía ser conveniente para el P.O.U.M.?». Examinemos el argumento. A los camaradas Sneevliet y Vereecken les gusta mucho repetir que «España no es Rusia», etc. Homilías abstractas de este tipo no dan una impresión seria. Bien o mal, durante los seis años pasados, nos hemos esforzado en analizar las condiciones concretas de la revolución española. Desde el principio advertimos que no había que esperar un desarrollo rápido de los acontecimientos, como ocurrió en Rusia. Por el contrario, utilizamos la analogía con la Gran Revolución francesa que comenzó en 1789, y tuvo que atravesar una serie de etapas hasta llegar a su punto culminante en 1791. Precisamente debido a que no somos dados a esquematizar los acontecimientos histó'ricos,, no creemos que sea posible aplicar la táctica de los bolcheviques en julio de 1917 en Petersburgo a los acontecimientos de mayo de 1937 en Cataluña. «España no es Rusia.» Las diferencias son demasiado evidentes.

La manifestación armada del proletariado petersburgués estalló cuatro meses después del inicio de la revolución, tres meses después que el partido bolchevique hubiera lanzado un programa verdaderamente bolchevique, la Tesis de Abril de Lenin. La inmensa mayoría de la población de este gigantesco país, apenas comenzaba a desligarse de las ilusiones de febrero. En el frente se encontraba un ejército de doce millones de hombres, que justo ahora, comenzaban a oír hablar de los bolcheviques. En estas condiciones, la insurrección del proletariado de Petersburgo, aislada, hubiera conducido irremediablemente al aplastamiento. Había que ganar tiempo. Ésta fue la circunstancia que determinó la táctica de los bolcheviques.

En España, los acontecimientos de mayo tuvieron lugar, no después de cuatro meses, sino después de seis años de revolución. Las masas de todo el país habían hecho una gigantesca experiencia. Hacía mucho que habían perdido las ilusiones de 1931, así como las ilusiones recalentadas del Frente Popular. Han podido demostrar en numerosas ocasiones, en todas las regiones del país, que estaban dispuestas a llegar hasta el fin. Si el proletariado de Cataluña se hubiera apoderado del poder en mayo de 1937, hubiera encontrado el apoyo de toda España. La reacción burguesaestalinista no hubiera encontrado ni siquiera dos regimientos para aplastar a los obreros catalanes.

En el territorio ocupado por Franco, no sólo los obreros, sino incluso, los campesinos, se hubieran colocado del lado de los obreros de la Cataluña proletaria, hubieran aislado al ejército fascista, introduciendo en é1 una irresistible disgregación. En tales condiciones, es dudoso que algún gobierno extranjero se hubiera arriesgado a lanzar sus regimientos sobre el ardiente suelo de España. La intervención hubiera sido materialmente imposible, o por lo menos peligrosa.
Evidentemente en toda insurrección existe un elemento imprevisto y arriesgado, pero todo el curso ulterior de los acontecimientos ha demostrado que, incluso en caso de derrota, la situación del proletariado español hubiera sido incomparablemente más favorable que la actual, sin tener en cuenta que el partido revolucionario habría asegurado su porvenir para siempre.
¿Pero, en qué funda Vereecken su categórica afirmación, según la cual, en aquellas circunstancias, la toma del poder en Cataluña hubiera sido una «aventura»? Absolutamente en nada, excepto en el deseo de justificar la impotencia del centrismo y de su propia política, que ha sido y sigue siendo solamente la sombra del centrismo.

Vereecken defiende la expulsión de los bolcheviques-leninistas

La conclusión de todo el informe está al mismo nivel que el resto del mismo:
«No existe democracia en el P.O.U.M., se dice, y sin embargo, si los bordiguistas[13] quisieran entrar en nuestra organización," contesta Vereecken, sin duda les aceptaríamos, pero sin derecho de fracción.» ¿Quién dice eso? ¿Un abogado del centrismo o un revolucionario que se encuentra en las filas de los bolcheviques-leninistas? No hay nada más fácil de entender... La democracia del P.O.U.M. satisface plenamente a Vereecken. Los oportunistas excluyen de su partido a los revolucionarios: Vereecken dice: los oportunistas tienen razón, ya que los malvados revolucionarios construían fracciones. Recordemos una vez más que Vereecken ha dicho del P.O.U.M. que es un partido «reciente», «heterogéneo», «la Izquierda es débil en él». De este partido heterogéneo, en el fondo constituido enteramente a base de fracciones y de subfracciones, el P.O.U.M. excluye, no a los reformistas demostrados, ni a los nacionalistas pequeñoburgueses catalanes, ni, evidentemente, a los centristas, sino únicamente a los bolcheviques-leninistas.[14] Sin embargo parece que está claro. Pero el «bolchevique-leninista» Vereecken aprueba los actos de represión reaccionaria de los centristas. Podéis observar como se preocupa por el aspecto jurídico del derecho a las fracciones y no por la cuestión política de su programa y de su táctica. Desde el punto de vista de un marxista, la existencia de una fracción revolucionaria en el interior de un partido centrista es un hecho positivo; la de la fracción sectaria u oportunista en un partido revolucionario es un hecho negativo. El hecho de que Vereecken reduzca la cuestión de las fracciones al simple hecho de su existencia, demuestra únicamente que ha borrado la línea de demarcación entre el centrismo y el marxismo. Un verdadero marxista diría: «Se dice que en-el P.O.U.M. no existe democracia. Falso. Allí existe la democracia, para los derechistas, para los centristas, para los confusionistas. Pero no para los bolcheviques-leninistas.» En otras palabras, la extensión real de la democracia en el P.O.U.M. queda limitada por el contenido real de la política centrista, radicalmente hostil al marxismo revolucionario.

Salida imperdonable

Pero Vereecken no se detiene ahí. En su interés por la defensa del P.O.U.M., recurre a una calumnia directa -imposible de calificarla de otra manera- contra nuestros camaradas de Cataluña. «La sección B.-L. de Barcelona, dice, está formada por carreristas y aventureros.».[15] ¡No puede uno creer lo que ven sus ojos cuando lee esta frase! ¿Quién ha escrito esto? ¿Un socialdemócrata? ¿Un estalinista? ¿Un enemigo burgués? No, esta frase ha sido escrita por un responsable de nuestra sección belga.

¡Aquí se ve lo que cuesta conservar los errores que han sido desvelados por todo el curso de los acontecimientos! Mañana, si el boletín belga cae entre sus manos, los agentes de la G.P.U. en Barcelona dirán: «Según confesión del propio Vereecken, los bolcheviques-leninistas son carreristas y aventureristas. ¡Hay que acabar con ellos por los medios apropiados! Creo que todas las secciones tienen el deber de declarar que rechazamos con indignación la inadmisible calumnia del camarada Vereecken, y que sostenemos con toda nuestra autoridad internacional a nuestra joven sección española. Yo añado: como queda demostrado por el llamamiento programático del 19 de julio último, nuestros camaradas de Barcelona han comprendido las tareas de la revolución con una profundidad y una seriedad infinitamente más grandes que Vereecken. El verdadero «error» del Secretario Internacional consiste en no haber condenado hasta ahora la declaración de Vereecken y no haber exigido a la sección belga que la condene ella misma.

Una vez más, hay que ayudar al camarada Vereecken a volver al camino correcto

No tenemos la más mínima intención de exacerbar .las diferencias. Hemos visto al camarada Vereecken en diversas circunstancias y en diversas etapas del desarrollo de la sección belga y de la organización internacional. Hemos sabido apreciar la abnegación del camarada Vereecken por la causa de la clase obrera, su energía, su interés en dar, desinteresadamente, todas sus fuerzas a esta causa. Los jóvenes obreros deben aprender todo esto del camarada Vereecken. Pero en lo que concierne a sus posiciones políticas, desgraciadamente se encuentran muy a menudo muchos metros a la derecha o muchos metros a la izquierda de la línea marxista, lo que no impide al camarada Vereecken atacar a los que se mantienen en esta línea. En el pasado, fue preciso combatir profundamente las tendencias sectarias del camarada Vereecken, que han causado bastante daño a la sección belga. Pero, incluso entonces, no era un secreto que el sectarismo no es más que la yema en la que puede abrirse la flor del oportunismo. Ante nosotros tenemos ahora una confirmación excepcional clara de esta ley de la botánica política. El camarada Vereecken ha demostrado su sectarismo en cuestiones de segundo orden, o en cuestiones formales de organización, para caer en el oportunismo en una cuestión política de trascendencia histórica.

La vida interna de la IVª Internacional descansa sobre los principios de la democracia. El camarada Vereecken emplea ampliamente esta democracia, incluso a veces de forma anárquica. Sin embargo, la superioridad del régimen democrático consiste en que la aplastante mayoría, apoyada sobre la experiencia y la discusión fraternal, puede formular libremente su opinión autorizada y llamar oportunamente al orden a una minoría que se lanza por una vía peligrosa. Éste es el mejor servicio que puede hacerse actualmente a nuestra sección belga, y al mismo tiempo a la sección holandesa.[16].

CRUX



[1] Vereecken protestaría en el texto mencionado en la nota precedente, contra la asociación establecida por Trotsky, entre Sneevliet y él. El R.S.A.P., partido de Sneevliet, había tomado parte en la conferencia de Bruselas, organizada por el Buró de Londres. A propósito de esto Gorkin habla escrito en La Batalla del 22 de noviembre de 1937, que él había «decidido mantenerse apartado del centro por la IVª Internacional, así como colaborar con el P.O.U.M., del que aprobaba sus posiciones políticas», sin provocar el desmentido de Sneevliet ni del R.S.A.P., La Lutte ouvriére del 5 de julio había publicado una declaración del Buró del Centro por la IVª Internacional, que hacía un balance pesimista de sus relaciones con el R.S.A.P., haciéndolas públicas. Vereecken estaba en minoría en su partido, y, sin embargo, no había transgredido la disciplina. Consideraba la entrada del P.O.U.M. en el Gobierno de la Generalitat como un error político grave, al contrario de Sneevliet, que lo aprobaba. Sin embargo, los dos hombres estaban muy próximos, como lo demostró la lucha obstinada del fiel Vereecken para que Sneevliet fuese «rehabilitado» por la IVª Internacional, después de la guerra, y retiradas las acusaciones que le había lanzado Trotsky

[2] El P.S.R., fundado en octubre de 1936,por la fusión de Action Socialiste Révolutionnaire, de Walter Dauge, tendencia excluida del Partido Socialista, en la que se encontraban los trotskystas «entristas» de León Lesoil- y del grupo Spartakus, de Vereecken, que se había escindido en el momento de la adopción de la política entrista, estaba adherido al Centro por la IVª Internacional

[3]No nos ha sido posible encontrar el texto de estas actas, de las que Trotsky ofrece abundantes citas en las líneas siguientes, sin que Vereecken discuta la autenticidad, incluso cuando discute la interpretación y sobre todo la brevedad. En su opinión se trataba de un resumen que rozaba la caricatura, redactadas por un secretario que no era imparcial.

[4] Desde el mes de septiembre de 1936, La Batalla publicó extractos de Nieuwe Fakkel, órgano del R.S.A.P., asi como un artículo de Sneevliet (21 de septiembre de 1936).

[5] Trotsky revela aquí su verdadera preocupación. Su postura -a pesar del precio que tenga que pagar en el plano de la amistad personal- no fue comprendida en las filas de la IVª Internacional, provocando algunas reticencias, cuando no verdadera resistencia. Desde este punto de vista, la matizada política de Vereecken frente al P.O.U.M. es más peligrosa que la incondicionalidad de Sneevliet.

[6] Por «fracción marxista», Trotsky no puede sino entender «fracción trotskysta»; por «fracción centrista», entiende lo que corrientemente se llamaba «la izquierda» del P.O.U.M., o sea, Juan Andrade y los dirigentes de la J.C.I. alrededor de Wilebaldo Solano.

[7] Vereecken responde que el error de Trotsky consistía en haber creído que el P.O.U.M. «no podía desembarazarse de su derecha», y que la política sectaria del S.I. y del Movimiento por la IVª Internacional había reforzado considerablemente la derecha del P.O.U.M. Explica más detalladamente su punto de vista cuando escribe: «El P.O.U.M., por la política de sus dirigentes, era centrista, pero por su composición social y por la presión de los acontecimientos, era capaz de convertirse en un partido susceptible de conducir a las masas al poder». Aparentemente, ésta era la idea de Trotsky en julio-agosto de 1936, sin embargo, éste no se atrevió a seguir esperando desde abril de 1937

[8] Según el texto de Trotsky, se trataría de la carta del S.I. publicada en La Lutte ouvriere del 15 de agosto de 1936. Pero, Vereecken, en su respuesta, habla de «la carta que Trotsky envió no hace mucho a la sección de Madrid». De hecho, todas estas cartas vuelven sobre el tema de lo que Trotsky llamaba la «traición» del P.O.U.M., expresada por vez primera en un artículo publicado en el New Militant, del 15 de febrero de 1936

[9] Aun admitiendo que «objetivamente» la participación electoral del P.O.U.M. en el Frente Popular era una traición, al término de la prolongada discusión sobre la «traición objetiva» y la «traición subjetiva», Vereecken concluyó en su respuesta, que esta calificación de «traición» era «falsa en el fondo y poco diplomática en la forma».

[10] Vereecken niega la interpretación de su pensamiento dada aquí por Trotsky: «Lo que nosotros pretendemos es que los calificativos empleados en esta carta han sido sacados a relucir de todas las formas posibles, y que en este sentido, no han hecho sino daño a nuestro movimiento» Dos años más tarde, en un folleto titulado La Revolución española asesinada, Jean Rous, que había sido el enviado por el S.I. a España en 1936, escribirá, «rememorando los hechos»: «No estamos seguros que, frente al P.O.U.M., una determinada forma de exponer las condiciones formales, de exigir garantías por adelantado, no hubiera producido más daño que beneficio a las ideas bolcheviques leninistas». Juicio más señalable, ya que algunas líneas antes evoca la salida «de los grupos sectarios típicos, al estilo de Vereecken».

[11] . Efectivamente, ya hemos visto cómo este era el tema central de los discursos de Nin en el período precedente a las jornadas de mayo: «En las actuales circunstancias, el proletariado puede tomar el poder sin recurrir a la insurrección armada» (14 de marzo). «La clase obrera, con las posiciones que conserva, puede tomar el poder sin recurrir a la violencia» (21 de marzo).

[12] Hemos visto antes que el Comité Central del P.O.U.M. del 30 de marzo de 1937 había reclamado la convocatoria de este «congreso» por un «gobierno constituido por representantes de todas las organizaciones políticas y sindicales de la clase obrera». El 10 de abril, Nin reclamaba un «gobierno obrero y campesino» que convocaría este congreso y elegiría «el gobierno con plena autoridad que se ha hecho necesario para la guerra y la revolución». A esta confusión se añadían las que introducían los órganos de prensa del P.O.U.M., al interpretar a su aire este texto. La Lutte ouvriere del 9 de abril de 1937 oponía de esta forma el programa del P.O.U.M., a los comentarios del semanario de este mismo partido en Barcelona. «Al mismo tiempo, en La Hora se hablaba de la participación en un gobierno en el que había menos burgueses La Hora publicó a finales de febrero una editorial pidiendo la reintegración en el gobierno «con mejor representación que la primera vez, y con menor representación de la Esquerra».Ésta es su idea del gobierno obrero y campesino. ¿Es necesario añadir que la campaña por un congreso de los comités no podía concebirse sin una campaña paralela, incluso previa, para la creación de los comités, y que en nuestra opinión, no se hizo nada en este sentido, particularmente donde el P.O.U.M. era mayoritario? Por otra parte puede resultar extraño que Trotsky no haya experimentado la necesidad de llevar una polémica con la fórmula empleada otras veces por Nin (por ejemplo, en Los problemas..., pp. 179, 198) de «cortes Constituyentes de los Comités», etc. En su carta dirigida en 1930 a los «tres» dirigentes italianos (Tresso-Blasco, Leonetti-Feroci, Ravazzoli-Santini) que acababan de ser excluidos del partido comunista italiano escribía: «Usted me recuerda que critiqué en su época la consigna de "Asamblea republicana basada en los comités obreros y campesinos", consigna lanzada antiguamente por el partido comunista italiano. Quisiera deciros por qué creo que esta fórmula es errónea, o por lo menos equívoca. La "Asamblea republicana", evidentemente forma parte del aparato de estado burgués. Entonces, ¿qué son los comités obreros y campesinos? Es evidente que en alguna medida equivalen a los soviets obreros y campesinos. Entonces lo que hay que hacer es decirlo. Estos organismos de clase de los obreros y los campesinos pobres, que usted llama soviets o comités, constituyen siempre organizaciones de lucha contra el estado burgués, posteriormente se transforman en organismos insurreccionales, para transformarse, después de la victoria, en organismos de la dictadura de proletariado. ¿Cómo es posible, en estas condiciones, que una Asamblea republicana -órgano supremo del estado burgués- tenga como "base" las organizaciones del estado proletario?» (León Trotsky; «Respuesta a los camaradas de la nueva oposición del P.C.I.», 14 de mayo de 1930. La Lutte de classes, no 23, julio de 1930 pp. 520-529-

[13] Este término, derivado del nombre de Amadeo Bordiga, uno de los fundadores del P.C.I., dirigente, desde 1921, de su «izquierda antiparlamentaria» y hostil al frente único, se había convertido, bajo la pluma de Trotsky, en sinónimo de «ultraizquierdista».

[14] Julián Gorkin escribió en La Batalla del 24 de abril de 1937 que si los trotskystas se negaban a entrar por la puerta grande del P.O.U.M., que estaba abierta para ellos, serían «arrojados por la ventana».

[15] Vereecken no era el único que mantenía una posición severa respecto a los miembros del grupo bolchevique leninista de Barcelona; se, pueden encontrar otras semejantes en los escritos de los dirigentes del P.C.I., francés o del grupo de Fosco. La personalidad y el carácter de Munis, principal dirigente de los B-L.españoles, era muy discutida; sin embargo, ni las críticas más severas, aunque llegaron a tratarle de «aventurerista», jamás hablaron de «carrerismo» en un hombre cuyo coraje, cuya devoción, se cuentan por años de cárcel. Nadie ha rechazado la personalidad de Winter, llamado Moulin, asesinado por la G.P.U. durante el mismo verano de 1937; Katia Landau escribió de él que: «los camaradas del P.O.U.M. siempre le estimaron como un revolucionario puro y devoto» (Katia Landau, El Estalinismo en España, P. 47). Aquí, más que en otras partes, hay que culpar a la violencia verbal de las polémicas y al abuso probablemente inevitable de los epítetos. Los últimos dirigentes B.-L. en España, Moulin y Carlini, fueron arrestados a comienzos de 1938, y culpados del asesinato de un agente de la G.P.U., León Narwitch, que probablemente habría sido liquidado por los militantes del P.O.U.M. Munis, evadido de la prisión durante el desastre republicano en Cataluña, llegaría a Francia a comienzos de 1938, mientras que Carlini, evadido en las mismas circunstancias, no llegó a Francia hasta 1940. Posteriormente Munis se refugió en México, Carlini moriría deportado en un campo de concentración alemán

[16] La ruptura entre el Centro por la IVª Internacional y el R.S.A.P. se consumará en enero de 1938. La polémica se envenenaría a partir del asesinato de Ignace Reiss y de León Sedov. Trotsky habla reprochado a Sneevliet y a Víctor Serge los errores y las imprudencias en sus contactos con Reiss, y se había indignado por las acusaciones lanzadas contra los allegados de León Sedoy por Sneevliet. En un texto ya mencionado Vereecken posteriormente subrayó el papel exacto jugado por el agente estalinista Zborowsky, colaborador de León Sedov. La viuda de Ignace Reiss, Elsa Poretsky, en su libro de memorias (Les Nótres, pp. 268-279) da por supuesta la responsabilidad de Etienne-Zborowsky, y acusa de hecho a Victor Serge de haber cometido imprudencias en indiscreciones que habrían facilitado la tarea del agente de la G.P.U. En cuanto a Vereecken -su dimisión del partido socialista revolucionario belga, que le había elegido para el comité central desde su fundación en octubre de 1936- fue aceptada por el segundo congreso en julio de 1938.



Escritos sobre España - Tomo I y II