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Cuadernos 15 - Los trotskistas contra Stalin

La resistencia

La resistencia

El último texto político presentado en la misma URSS por el conjunto de la Oposición fue la declaración de abril de 1930, redactada por Rakovsky y firmada igualmente por V. V. Kossior, N. I. Muralov y V. S. Kasparova92. La empresa, por otra parte, fue difícil, y un primer proyecto se perdió a causa de una requisa en la casa de Rakovsky. A partir de esa fecha, se sucedieron varias discusiones, pero los deportados ya no tuvieron la posibilidad de elaborar documentos colectivos. Pero esto no fue, como a principios de 1929, el síntoma de una crisis interna. Muy por el contrario, lo que había aparecido como el “último reducto” de la Oposición alrededor de Rakovsky se nutrió de nuevos reclutados, jóvenes y viejos, en deportación, y en las prisiones: en Siberia y en Asia Central, entre los deportados y prisioneros, la Oposición de Izquierda se desarrolló mucho. En los centros urbanos, por el contrario, recibió golpe tras golpe.
Podemos seguir el rastro de esas olas de represión casi semana a semana en la correspondencia de los “papeles de exilio”. Fue Víctor Serge quien, en mayo de 1930, contó la serie de pesquisas y de arrestos que acababan de afectar especialmente a los deportados Abramsky, Voskressensky, Antokolsky, a quienes se encontraría muy pronto en Verjneuralsk93. En mayo de 1931, fue una carta de Naville la que mencionó el arresto del último núcleo de los llamados “resistentes libres” y especialmente de su jefe “Michel” -un amigo de Andrés Nin-, que se mantuvo firme ante la GPU94. En octubre de 1930, Trotsky escribió con franqueza al americano Shachtman: la Oposición, como organización, no existe más95. En esta fecha, los jefes de la Oposición estaban en las “cárceles de aislamiento”, Verjneuralsk, Yaroslavl, Tobolsk, Suzdal, incluso en la siniestra “prisión central de la GPU” en Moscú, como el ex clandestino Yanuchevsky.
Pero los bolcheviques-leninistas no habían olvidado las lecciones de acción clandestina que les había enseñado la lucha contra el régimen zarista. La represión policíaca no permitía construir un centro en el interior: al no poder realizarse allí, se construía en el exterior, alrededor del Biulleten’ Oppozitsii, que en Rusia se convertiría en el eje del reagrupamiento de los oposicionistas, el organizador, al mismo tiempo que en una revista teórica y boletín de discusión.
El envío del Biulleten, del que varias decenas salían bajo una forma reducida que permitía el transporte clandestino, se hacía por mil y un canales distintos. El principal era el de los puertos que iban tocando los barcos soviéticos, Anvers y Hamburgo, lo que daba un rol particularmente importante a los militantes belgas y alemanes. La venta pública del Biulleten en los quioscos y librerías de la mayoría de las grandes ciudades de Europa permitía que les llegara a los soviéticos que viajaban al exterior y muchos de los cuales, precisamente, buscaban este tipo de publicación. De conjunto, el Biulleten continuaría entrando en la URSS, incluso en número reducido, hasta 1933 y probablemente hasta después, como lo prueban algunos elementos de información dados por Serge en 1936.
Pero el problema más difícil de resolver era el de la circulación en sentido inverso: de la Unión Soviética hacia Europa occidental, más precisamente hacia Berlín, donde Sedov había instalado el “centro”, la redacción del Biulleten. Interrumpiendo las comunicaciones en este sentido, la GPU mataría dos pájaros de un tiro: ¿qué sería de un Biulleten privado de información proveniente de la URSS? Por otra parte, las rigurosas condiciones de clandestinidad de este trabajo hacían que no quedara ningún rastro escrito, o que al menos, si quedaban, fueran difíciles de interpretar. Hechas estas reservas, indicaremos igualmente todo lo que nos parece fueron las grandes líneas de solución aportadas por Sedov a este espinoso problema.
En 1929, por ejemplo, Sedov había logrado conseguir contactos en Berlín y en París El de París era “Joseph”, en realidad, Solomon Kharin, miembro de la delegación comercial en París, del cual sabemos que no sólo siguió a Radek en su capitulación sino que dejó librados a la GPU los manuscritos del primer número del Biulleten96. En Berlín, el representante de la Oposición -en contacto con los oposicionistas alemanes y especialmente con Sacha Müller, que hablaba ruso- es designado en la correspondencia bajo la inicial “L”. Poco tiempo después, el rol de contacto y de “buzón” en Berlín sería jugado por una joven soviética de 20 años, que era también una vieja militante de la Oposición de Izquierda rusa, camarada de combate de León Sedov y propagandista ardiente de las ideas y tesis de la Oposición entre las juventudes comunistas, Nina V. Vorovskaia. Hija de un viejo bolchevique, obtuvo la autorización del Gobierno para ir a curarse a Europa Occidental su grave tuberculosis. Ella era de plena confianza, porque pertenecía al viejo núcleo dirigente, estaba relativamente protegida por el momento porque siendo hija de un mártir de la revolución, asesinado por los Blancos, conocía personalmente a todos los militantes importantes y corría menor riesgo de ser víctima de provocaciones. Pero no se quedó mucho tiempo. Los médicos decidieron primero una operación que la puso por algún tiempo fuera de circuito. Enseguida, apenas convaleciente, fue llamada por las autoridades rusas y volvió a Moscú, donde murió. Trotsky le consagró un emotivo artículo necrológico97. Los documentos alemanes la designaron bajo las iniciales “N.K.”98.
Durante varios meses, en el curso del año 1930, ya no hubo contacto permanente de la Oposición de Izquierda rusa en Berlín. El vacío, sin embargo, fue llenado a fin de año por un hombre del que Sedov escribió a su padre que era totalmente seguro99. Era, probablemente, el que Jean Meichler encontró en París y del que hablaba en una carta a Prinkipo: el “nuevo amigo”, el “Dr. H.K.”, pertenecía a la representación comercial soviética en Alemania, su especialidad era la madera, y tenía dos amigos en la representación soviética en París a los que había ido a buscar para las necesidades de acción y conexión100.
Nuestras informaciones sobre esta cuestión se interrumpen con la llegada de Sedov a Berlín. De allí en más, en efecto, el contacto sería él, el centro, la cabeza de la red, el hombre que mantenía y aseguraba todas las conexiones. Muchos rusos vivían en la capital alemana, emigrados de épocas diversas, también estudiantes. Sabemos que Sedov reclutó en Berlín a un estudiante ruso que tenía un pasaporte, Oskar Grossmann, quien, bajo el nombre de “Otto”, se transformó en uno de los dirigentes de los jóvenes de la Oposición alemana. Pero sabemos también que se reunía con muchos viajeros: era, aparentemente, por la vía de la delegación comercial en Berlín que transitaba la mayoría de los viajantes de la Unión Soviética, de los cuales una buena cantidad aportaba informaciones y documentos.
Además, León Sedov, viejo conspirador, tenía acceso a los “viajes especiales” de los cuales no sabemos prácticamente nada salvo que eran extraordinariamente difíciles de organizar, que siempre debía argumentar y convencer de su necesidad a aquellos que aceptaban hacerlos, que nunca se trataba de misiones “ida y vuelta”, sino solamente de una u otra, que las personas que habían llevado documentos no traían nada y viceversa101. Las escasas informaciones de que disponemos parecen indicar que, por supuesto, los “viajes especiales” no eran viajes turísticos, muy sospechosos ya que eran escasos en la época, sino que eran desplazamientos normales de militantes de los aparatos de la Internacional Comunista o del KPD (Partido Comunista Alemán) que simpatizaban con la Oposición de Izquierda y aceptaban convertir sus misiones en misiones especiales. Un solo testimonio tenemos sobre esto, aquel del alemán Karl Grohl, que aseguró para Sedov al comienzo de 1933, en febrero, una “misión especial” en Moscú, en ocasión de un viaje realizado por cuenta de la empresa de Münzenber102.
La correspondencia de la Unión Soviética que aparecía muy regularmente en el Biulleten era entonces en realidad una correspondencia de un tipo algo particular, heterogénea, formada a la vez por extractos de relatos auténticos de militantes rusos y de textos redactados por Sedov sobre la base de relatos orales, de cartas personales recibidas por sus contactos, etcétera.