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Boletín Nº 2 (Mayo 2003)

La lucha de los pueblos coloniales y la revolución mundial

La lucha de los pueblos coloniales y la revolución mundial

Los movimientos revolucionarios en las colonias después de la Segunda Guerra Mundial

El Congreso contó con 50 delegados provenientes de 19 países diferentes, que representaban a 22 organizaciones. En él se discutieron tres puntos centrales: la situación mundial desde el final de la guerra y las tareas de los revolucionarios, un análisis del stalinismo a la luz de la política de la URSS en el curso de la guerra e inmediatamente después de ella, y "La lucha de los pueblos coloniales y la revolución mundial". Este último punto fue presentado como un documento escrito por Pierre Frank y es el que publicamos a continuación, siendo una traducción inédita al español. Como plantea el mismo P. Frank en su Prefacio al Tomo 3 de Les Congrès de la Quatrième Internationale: "Partiendo de las nuevas relaciones de fuerzas entre los Estados capitalistas, este documento subrayaba que Estados Unidos tendía a tomar el relevo de los antiguos imperios debilitados, que se habían vuelto incapaces de mantener su dominación bajo la forma que ella había tenido en el pasado. Destacaba que así como estos imperialismos, al menos algunos de ellos, procedían a un retiro estratégico en un importante número de países coloniales donde ellos substituían a las formas de dominación directa por las nuevas formas de dominación indirecta con la ayuda de capas poseedoras indígenas a las cuales restablecían formalmente el poder político, siempre conservaban, casi totalmente, su supremacía económica. El congreso comprendía así, desde el inicio del proceso, una orientación de los imperialismos en el dominio colonial que más tarde recibió el nombre de neo-colonialismo".
Más allá de las enormes diferencias con la situación actual, creemos que este documento puede ser un importante aporte para analizar los cambios en la política de dominación imperialista en el siglo XX y su política actual en función de las distintas relaciones de fuerzas en la lucha de clases, de las distintas relaciones interestatales y frente a distintos momentos de la economía mundial, el rol de las burguesías nacionales y el de las direcciones reformistas como la socialdemocracia y el stalinismo, tanto en los países oprimidos como en las metrópolis, en las luchas por la liberación nacional de las colonias y semicolonias, y la política de los revolucionarios en las mismas.
R. Prager

La lucha de los pueblos coloniales y la revolución mundial

 

El fin de la Segunda Guerra Mundial ha sido testigo de una serie de violentas irrupciones de luchas por la emancipación nacional en los países coloniales. Estas luchas que expresan la crisis del imperialismo en la época del capitalismo decadente han puesto en primer plano con un relieve muy marcado los principales problemas de los países coloniales y semicoloniales, problemas que, hasta el momento, habían quedado en gran medida en un segundo plano de las luchas históricas de este siglo, a pesar del hecho de que tres cuartos de la población mundial habitan en estas regiones, y que la superexplotación de estas vastas masas humanas constituye el fundamento real del desarrollo material y cultural, en Europa en particular.Las luchas coloniales de postguerra en Extremo Oriente han demostrado que el desarrollo de la conciencia política en los países atrasados fue tan rápido y de una amplitud tal que las luchas en estos países se han elevado a niveles comparables al nivel de la lucha de clases en Europa. Los hechos en Vietnam y en Indonesia en particular tienen una significación histórica. Pues en estos países las luchas que se produjeron efectivamente no tendían únicamente a liberar al país del imperialismo, ellas se orientaban también y sobretodo hacia la conquista del poder. En esto reside uno de los rasgos característicos de las luchas de los países coloniales y semicoloniales en nuestra época, a saber, la necesidad de tomar el poder del estado para liberarse.Por otro lado, la historia de las luchas en Vietnam y en Indonesia ha verificado la teoría de la revolución permanente, aunque bajo una forma negativa. Esto es que las luchas antimperialistas de liberación nacional sólo pueden claramente alcanzar una salida verdadera bajo la dirección del proletariado, por poco numeroso que este sea y que las burguesías en las colonias no sólo son incapaces de arrancar a los países coloniales de la órbita del imperialismo, sino que están obligadas a mantener a estos países dentro del marco del imperialismo y entenderse con el mismo imperialismo contra el que ellas estaban en lucha en las primeras etapas, con el fin de apaciguar, de frenar brutalmente e incluso de aplastar las luchas revolucionarias de los obreros y los campesinos.Las luchas de postguerra en Extremo Oriente, particualrmente en Java (Indonesia) y en Vietnam, han verificado por otro lado la validez de la revolución permanente revelando el carácter combinado de la revolución mundial, este salto delante de las luchas en los países atrasados que permite a medida que avanzan las revoluciones coloniales alinearse cada vez más al compás de las luchas revolucionarias en las metrópolis, e incluso, en ciertos momentos a sobrepasarlas. Esto es completamente evidente cuando se compara los hechos revolucionarios al fin de la Segunda Guerra Mundial con los del fin de la Primera. Así, al fin de la Primera Guerra Mundial, por un lado los obreros tomaron el poder en Rusia y violentas luchas por el poder sacudieron una serie de países europeos y, por otro lado, en Africa y en Asia, durante el inmediato período de postguerra, las luchas que tomaron la forma de huelgas y manifestaciones no alcanzaron sin embargo el plano de la lucha por el poder. Esta situación ha cambiado dramáticamente y es casi opuesta al fin de la Segunda Guerra Mundial. Por un lado, en Europa, hubo grandes movimientos de resistencia que se escindieron en sus componentes de clase y las luchas de clases que se produjeron en cada uno de los países fueron reprimidas por el imperialismo en Europa occidental y por el stalinismo en Europa oriental, antes que estas luchas hayan alcanzado el plano de la lucha por el poder del Estado, o bien en el momento en que llegaban a este plano. Por otro lado, en Vietnam y en Indonesia, las luchas de masas contra el imperialismo se elevaron rápidamente y con una enorme energía al plano de la lucha por el poder del estado y, de hecho, durante un cierto período, el poder fue arrancado de las manos de Francia y de Holanda y sostenido por las fuerzas nacionalistas. El hecho de que la lucha de los países coloniales y semicoloniales formen una parte esencial y mayor de nuestra época de guerras y revoluciones, que en realidad contienen ellas mismas las fuerzas necesarias para adueñarse del poder (como lo demuestra la teoría de la revolución permanente) fue puesto poderosamente en relieve por las luchas reales por la conquista del poder y por su conquista temporaria en Vietnam e Indonesia. Es la ausencia de un partido verdaderamente revolucionario lo que no ha permitido a estas luchas lograr la realización de sus objetivos.Estos acontecimientos, colocados en el conjunto de las luchas de Extremo Oriente –la guerra civil en China, los movimientos en Birmania y en las Indias, etc.- muestran no sólo el peso específico acrecentado de las luchas coloniales, no sólo su importancia creciente, sino también su significación internacional, a la vez para el imperialismo y para la lucha mundial por la emancipación y por el socialismo.Los factores siguientes han jugado un rol determinante para dar un impulso más grande a la crisis que maduraba después de mucho tiempo en los países coloniales y semicoloniales resultado de una larga acumulación de factores internos, de orden económico, social y político.

a) El prestigio de los dominadores imperialistas ha declinado considerablemente luego de los agudos reveses que han sufrido. Los pueblos aterrorizados hasta entonces por salvajes represiones han comprendido que sus dominadores estaban lejos de ser invencibles y su voluntad de emancipación se encontró considerablemtne acrecentada.

b) Las vicisitudes de la guerra han acarreado un relajamiento importante –y en ciertos casos una ruptura completa- de las relaciones entre las colonias y las metrópolis. Nuevos ocupantes han tomado el lugar de los opresores tradicionales, perturbando en diversos grados el antiguo orden establecido. Es así que en Vietnam y en Indonesia, los japoneses, antes de capitular, favorecieron la constitución de gobiernos nacionales reclamando la “independencia”.

c) La guerra ha relajado las relaciones económicas entre las viejas potencias imperialistas (Inglaterra, Francia, Holanda) y algunas de sus colonias, y ha entorpecido en particular la provisión de equipamientos por los países metropolitanos a las colonias. Al mismo tiempo, estas potencias han mantenido su dominación económica y militar, bloqueando así, en una medida variable, la compra de equipamiento y el comercio en general con otras potencias. Esto agravó la situación económica en las colonias y reveló con más agudeza el estado de crisis crónica que el imperialismo produjo en las colonias.

d) El debilitamiento absoluto y relativo de las viejas potencias imperialistas por un lado y el ascenso del imperialismo americano por otro, engendraron en algunas burguesías coloniales la esperanza de sacar provecho de las contradicciones interimperialistas en el marco de su dependencia hacia las viejas potencias imperialistas. 

Resalta de esta rápida enumeración que la conmoción sufrida por el mundo colonial está lejos de ser conyuntural.

Ya la Primera Guerra Mundial y la revolución de Octubre habían sido el punto de partida de un despertar de las masas oprimidas de los países coloniales y semicoloniales. Sin embargo, la amplitud de los movimientos, el rol específicamente autónomo del proletariado y los sacudimientos sufridos por las metrópolis en esta época se habían reducido incomparablemente en relación a la amplitud de las luchas actuales, en el rol jugado por el proletariado en estas luchas y en la conmoción profunda de los viejos imperios coloniales hasta el presente.

Luego de la Primera Guerra Mundial, se asistió a movimientos en un número limitado de países, y en algunos casos únicamente varios años después del fin de la guerra (India en 1921, 1930 y 1932, China en 1926, Marruecos en 1926, etc.) El proletariado todavía débil fue detrás de los partidos burgueses (Congreso panindio, Kuomintang). Los imperialismos inglés, francés, holandés mantuvieron casi intacto e inalterado su viejo sistema de dominación. El fin de la Segunda Guerra Mundial fue marcado por una crisis revolucionaria afectando a todos los países coloniales y semicoloniales del Extremo Oriente, de Indonesia, del Próximo Oriente, todos los países árabes y también, aunque con una amplitud y características diferentes, los países del Africa del Norte, mientras que en Africa meridional se producía un despertar nacional. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, los pueblos coloniales y semicoloniales –que constituyen la aplastante mayoría del género humano- han cesado de ser lo que eran al inicio del siglo XX, es decir, objetos pasivos de la política del capitalismo mundial; se convierten cada vez más en un factor determinante de la política mundial. Si el siglo XIX fue marcado por el despertar y la afirmación de las nacionalidades en Europa, el siglo XX será, en su segunda mitad, el de las reivindicaciones nacionales en las viejas naciones del Asia y del Norte de Africa, y aquel donde se despierte y afirme una conciencia nacional en los inmensos países negros del continente africano.Una de las características principales del período que se ha abierto con el fin de la Segunda Guerra imperialista es la dislocación de los grandes imperios coloniales. Esta dislocación constituye uno de los elementos esenciales en la inestabilidad presente del mundo capitalista.En el desarrollo de la revolución mundial, teniendo en cuenta que combina las luchas de clases en las metrópolis con las luchas sociales y nacionales de los pueblos coloniales y semicoloniales, la Segunda Guerra mundial y sus consecuencias han considerablemente aumentado el peso específico de las luchas de los pueblos coloniales y semicoloniales en relación a las luchas de los proletariados de las grandes potencias imperialistas. La profundidad de la crisis de estos viejos imperialismos se mide especialmente en el hecho que una gran parte de los superbeneficios que le permitían corromper a una capa de sus proletariados ha desaparecido y que no les es más posible mantener su equilibrio económico interno sin proceder a grandes disminuciones del standard de vida de los proletarios de las metrópolis.Más que nunca se manifestó el carácter internacional de la revolución mundial a la luz de las grandes luchas revolucionarias al fin de la guerra. El desarrollo de las revoluciones en los países coloniales y semicoloniales que, al día siguiente de la guerra, ha tomado una amplitud considerable en una serie de países (Vietnam, Indonesia), procede actualmente a una pausa y a retrocesos. ¿El imperialismo logrará restablecer completamente su dominio sobre los pueblos coloniales y semicoloniales? Los profundos cambios acontecidos en las relaciones económicas y políticas mundiales y en la conciencia de las grandes masas coloniales excluyen todo retorno al antiguo estado de cosas. El imperialismo está forzado a buscar nuevas formas de dominación colonial. Pero el estado actual de las relaciones mundiales, la debilidad de los viejos imperialismos, la imposibilidad para el imperialismo americano de suplantarlos o de sostenerlos en todas partes, la debilidad de la base de la burguesía indígena, la ausencia de organizaciones reformistas tradicionales enraizadas, todas estas condiciones hacen que las contradicciones en los países coloniales sean aún mucho más profundas que en las metrópolis. Es por ello que, incluso un aplastamiento del movimiento obrero en las metrópolis (aplastamiento que no podría ser conquistado rápidamente) no podría impedir que el período revolucionario salido de la Segunda Guerra mundial no se prolongue por mucho tiempo en las colonias, que la dominación imperialista tenga todavía allí aún durante un largo período un carácter de inestabilidad profunda. Crisis aún numerosas plantearán a la vez la lucha por la independencia contra el imperialismo y la lucha por el poder de los obreros y de los campesinos contra la burguesía indígena que se apoya en el imperialismo. En consecuencia, los países coloniales constituyen uno de los centros más importantes de trabajo de la IV Internacional para formar allí los partidos revolucionarios de masas indispensables para la victoria de los explotados de las colonias.Los reveses sufridos por la revolución en Vietnam e Indonesia son el producto del aislamiento de estos movimientos, aislados debido a la insuficiente ayuda de las metrópolis, a la traición de los stalinistas, a la debilidad de los partidos revolucionarios y especialmente al desarrollo desigual de los procesos revolucionarios en los dos países más importantes del Extremo Oriente: China e India.

El desarrollo desigual de las luchas en Extremo Oiente tiende a ser superado por su carácter combinado. Por otro lado, el desarrollo de estas luchas es afectado por el desarrollo de las luchas en Japón donde una agitación incesante en la clase obrera se produjo después de la derrota del imperialismo japonés.

 

El reparto del mundo y las nuevas rivalidades entre las potencias en las colonias

La guerra conmovió violentamente las relaciones internacionales tradicionales. En el mundo colonial y semicolonial, Inglaterra que detentaba una posición preponderante vio su potencia profundamente arruinada en provecho de los Estados Unidos y se encuentra forzada a elaborar una nueva estrategia imperialista. En su marcha hacia la dominación mundial, los EEUU fueron obligados a ocuparse de manera muy particular de los países coloniales y semicoloniales donde titubean las antiguas dominaciones y que son más interesantes por más de una razón: posición estratégica, recursos naturales (petróleo, uranio,etc.), vastos mercados, campos de inversión de capitales. El rol de EEUU se vuelve de hecho cada vez más preponderante.El ensanchamiento de su posición en los países coloniales y semicoloniales es al mismo tiempo dirigido por la voluntad de impedir la expansión de la influencia rusa y de asegurar posiciones decisivas en caso de conflicto con la URSS. 

 

El retroceso de Gran Bretaña 

a) Es en Extremo Oriente donde el retroceso de Gran Bretaña aparece hasta ahora con más claridad. En 1939 aún, los intereses comerciales y las inversiones británicas en China (diez mil millones de dólares) eran superiores a los de todas las otras potencias. Pero con la guerra, la ingerencia americana ha suplantado ampliamente la de Gran Bretaña que renunció a casi todas sus ventajas en China. Ella guarda esencialmente a Hong Kong, posición muy importante pero que se encuentra aislada. En forma general, la influencia inglesa cuenta poco en el Pacífico que se transforma en un inmenso lago americano.

b) Durante décadas, el Próximo y el Medio Oriente fueron el lugar de una influencia británica casi exclusiva. Gran Bretaña consideraba el control de estos países como vital para su imperio de Extremo Oriente cuyo camino jalonaban. La importancia de estas regiones se encuentra acrecentada por el descubrimiento de los yacimientos de petróleo. Aún hoy , las posiciones de Gran Bretaña permanencen fuertes en este sector, pero tienden a ceder ante la penetración americana. Al mismo tiempo, su influencia cambia de forma. En Irak y Transjordania residen los pilares del imperialismo inglés en Medio Oriente. Por el contrario, en Irán, ella vio su influencia reducirse luego del juego de rivalidades internacionales. La amplitud de la presión soviética sobre Irán precipitó la ingerencia americana; los EEUU no cuentan sólo con Inglaterra para vallar el camino a la URSS. De ahora en adelante, Inglaterra estrecha su influencia a la región de los pozos de petróleo del sur, en el borde del golfo Pérsico.Las posiciones inglesas en Egipto son, al momento actual, completamente precarias. El desarrollo económico que este país conoció durante la guerra hace que las contradicciones sociales sean allí más fuertes que en otros países árabes. La presión popular contra la dominación imperialista alcanzó una violencia que obligaría a Gran Bretaña a desplazar enormes fuerzas militares para mantenerse al precio de represiones sangrientas. Ante una solución tan costosa y peligrosa, Inglaterra es llevada a considerar en un plazo relativamente corto la evacuación total de Egipto.Es también su incapacidad para mantenerse en presencia de las perturbaciones de postguerra y del levantamiento de los sentimientos antiimperialistas, de la disminución de los recursos imperiales y por lo tanto, de la necesidad de reducir sus gastos, lo que ha empujado a Inglaterra a retirar sus tropas de Palestina.

c) De este examen, resulta que nos encontramos a la vez frente a una modificación de las formas de influencia y de la explotación colonial inglesa y frente a un cambio radical de la estrategia imperial. Obligada a restringir su potencial militar, Gran Bretaña ya no busca imponerse por la presencia de sus tropas. Ella es llevada a buscar el mantenimiento de sus intereses económicos y financieros en el Medio y el Próximo Oriente por medio de una alianza con estos países semicoloniales. Es una política paralela a la que fuera realizada en las Indias y en Birmania.
Desde el punto de vista estratégico, Inglaterra renuncia de hecho al control positivo del Mediterráneo, limitándose al mantenimiento de algunas bases decisivas: Malta, Chipre, Gibraltar y los puertos de Libia (Tobruk y Benghazi). En forma general, los EEUU están en camino de hacer el relevo de Inglaterra en el Mediterráneo.

d) Según los planes de la Oficina de Guerra, Inglaterra se repliega sobre África negra. Estratégica y económicamente. El centro de la defensa imperial ha sido establecido en Kenya, cerca de Nairobi. Paralelamente está previsto un desarrollo de todos los recursos de África. Una valorización intensiva debe permitir a la vez compensar las pérdidas sufridas en otras partes del imperio y dar al bloque africano la autonomía económica indispensable para su rol estratégico. Inversiones elevadas de capitales elevándose a más de cien millones de libras esterlinas por año han sido realizadas en las minas y las industrias de la Unión sudafricana. Un gran número de empresas británicas han creado allí al mismo tiempo filiales, conforme al plan general de descentralización industrial de la metrópoli y de consolidación del imperio africano. A más pequeña escala, un desarrollo análogo se efectúa en la África oriental inglesa. 

 

La expansión norteamericana

Los EEUU se encuentra favorecidos en sus relaciones con los países coloniales y semicoloniales por su omnipotencia económica y financiera; por otro lado, ellos no sufrieron el descrédito que se atribuye a las viejas potencias coloniales. 

 

En Extremo Oriente 

El hundimiento de la potencia japonesa ha dejado a los EEUU como el amo indiscutido en el Pacífico. Al ocupar ellos solos Japón, tienden a transformarlo en su bastión principal en Extremo oriente. Restablecen ciertos sectores de la industria nipona; en particular la industria textil que funciona a pleno rendimiento, con la gran inquietud de Inglaterra y China. Ellos quieren hacer del Japón de nuevo el principal centro industrial de Extremo oriente. La posesión del inmenso mercado de la China es uno de los objetivos esenciales del imperialismo norteamericano. Para lograrlo, los EEUU ponen por delante el principio de “puertas abiertas”, es decir de la no división de China en zonas de influencias y la libertad de la iniciativa privada. La aplastante supremacía económica de los norteamericanos les permitiría así acaparar la totalidad del mercado chino. Pero la realización de esta política se tropezó desde el fin de la guerra con grandes dificultades: guerra civil, inflación, robos, corrupción, etc. y el antagonismo entre los EEUU y la Unión Soviética en Extremo Oriente, donde los rusos tienen posiciones estratégicas importantes (Port Arthur, derechos rusos sobre Daïren, ferrocarriles).Desde octubre de 1945 hasta el verano de 1946, los norteamericanos acordaron una ayuda militar masiva a China. Esta ayuda militar se explica por el regreso de la guerra civil y el peligro constituido por la instalación de fuerzas comunistas chinas en Manchuria, aprovechando la evacuación de las tropas soviéticas.El general Marshall, enviado especial de Truman en enero de 1946, se esforzó en poner término a la guerra civil buscando un acuerdo entre Chang Kai Shek y los comunistas, mediante la formación de un gobierno de coalición haciendo un lugar para estos últimos. Esta tentativa norteamericana era dictada por la necesidad de terminar con la división del país y una guerra civil endémica que excluyen una reconstrucción económica seria de China y hacen dificultosa la realización de los planes de penetración de Wall Street. El fracaso de la misión Marshall por un lado y, por otro, la resistencia de Chang Kai Shek al embargo completo de los capitales norteamericanos sobre la economía china, han ocasionado a partir de septiembre de 1946 la brutal interrupción de la ayuda militar norteamericana. Pero los EEUU no pueden sin embargo desinteresarse de China y permitirle a la influencia soviética extenderse en un país de esta importancia. Los graves reveses sufridos por las tropas gubernamentales que, privadas de municiones, ya no pueden servirse de su armamento norteamericano, llevan a Washington a considerar una nueva ayuda urgente y masiva.La instalación de EEUU en un gran número de territorios del Pacífico concluye su dominación en este sector. La independencia fue formalmente acordada a las Filipinas el 4 de julio de 1946, pero nada ha cambiado en el dominio del archipiélago. Además, los objetivos norteamericanos sobre la Melanesia y la Polinesia no van a realizarse sin provocar algunas fricciones con Inglaterra, Australia y Nueva Zelandia. 

 

Penetración en los antiguos imperios 

La supremacía norteamericana en Extremo Oriente conduce a los EEUU a usurpar terrenos de los antiguos imperios coloniales de esta parte del mundo. Las posesiones más vulnerables son evidentemente las de los imperialismos débiles o arruinados como Holanda o Francia. La ayuda aportada por los EEUU a la restauración de la dominación de estas potencias sobre Indonesia y Vietnam se salda con un fortalecimiento de la hipótesis norteamericana sobre el Sudeste asiático. Los EEUU han favorecido sus intereses en Indonesia imponiéndose como árbitro omnipotente durante las últimas negociaciones entre los nacionalistas indonesios y los Países Bajos. En Vietnam, su intervención entre bastidores influye cada vez más sobre las negociaciones. Su presión se ejerce esencialmente en el sentido de eliminar de Vietnam la influencia stalinista y de poner rápidamente fin al conflicto.Por otro lado, las posesiones francesas del Pacífico (Nueva Caledonia, islas del Océano) son, desde la guerra, ampliamente atraídas a la órbita económica norteamericana. En fin, el interés de los EEUU no escatima las posesiones portuguesas en Extremo Oriente y en particular Macao donde los norteamericanos querrían eventualmente establecer una base naval cuya importancia estratégica es evidente. La influencia norteamericana se hace sentir también en África. En África del Sur, los intereses norteamericanos no hacen más que crecer. El capital norteamericano participa ampliamente en la industria del Transvaal y adquirió nuevas posiciones en las minas de oro. El capital norteamericano se interesa también en los mercados de la África negra francesa. En la África del norte francesa, la penetración norteamericana se hace principalmente en Marruecos, bajo la forma de inversiones privadas norteamericanas, por el aporte de material o de capitales. Los EEUU se han vuelto desde la guerra el principal proveedor del imperio jerifiano. Una tendencia semejante, aunque menos acentuada, se manifiesta en el comercio exterior de Argelia y Túnez. 

 

La política mediterránea de los Estados Unidos 

La ingerencia norteamericana en el Mediterráneo oriental se ejerce de manera más directa. Las leyes de ayuda a Grecia y a Turquía en mayo de 1947 y el discurso del presidente Truman en la misma época marcan un giro decisivo de la política norteamericana en este sector. El préstamo de cien millones de dólares a Turquía, préstamo consagrado únicamente a los objetivos militares y estratégicos (construcción de rutas, de vías férreas, de aeródromos, modernización de puertos, motorización del ejército turco), hace de Turquía un bastión norteamericano avanzado contra la URSS.El control militar del ejército iraní recientemente adquirido por los EEUU completa las medidas de seguridad tomadas en este sector en las fronteras mismas de la URSS.En Siria y el Líbano, la partida de Francia y las malas relaciones con Inglaterra permitieron a los EEUU desarrollar fuertemente sus relaciones comerciales; estos dos países han sido inundados de mercaderías norteamericanas. Por su política hábil, desde el inicio del reino de Ibn-Saud, los norteamericanos lograron asegurarse en Arabia Saudita concesiones exclusivas sobre la mayor parte del territorio. El enfeudamiento de Ibn-Saud a las grandes compañías petroleras es total.Así, en todas partes del mundo, el imperialismo norteamericano se lleva la parte del león. Su aplastante superioridad económica y financiera sobre todas las otras potencias del mundo que salieron debilitadas o arruinadas de la Segunda Guerra Mundial favorece cada día su penetración sobre nuevos puntos del globo. Pero esta penetración se desarrolla de forma desigual. Mientras que los capitales norteamericanos han virtualmente eliminado a Inglaterra de China y de América del Sur, este proceso es mucho más largo y más difícil en las Indias y en África.La intervención norteamericana en los países coloniales presenta un doble aspecto: ayuda, por un lado, a los imperialistas cuyas bases son sacudidas a restablecer el orden y la dominación capitalista allí donde estas son directamente amenazadas, pero aprovechando al mismo tiempo para implantarse en este país y preparar allí su toma de sucesión. La ayuda así aportada a las viejas potencias colonizadoras es para éstas un arma de doble filo. En otras partes, la riqueza de los EEUU ejerce un atractivo innegable sobre las burguesías débiles de los países coloniales y semicoloniales y tiende por ello a minar los antiguos imperios. El imperialismo norteamericano puede ofrecer a estas burguesías una perspectiva de dependencia económica y de aparente independencia política. Esta pretendida independencia política significa ante todo el derecho para las burguesías a explotar más intensamente por su propia cuenta a las masas indígenas y la obligación de quedarse en la órbita de la política norteamericana. 

 

Las regiones de rivalidad internacional

El nuevo hecho de la expansión norteamericana ha conmovido al antiguo mapa de las rivalidades entre las grandes potencias. El antagonismo dominante en los países coloniales y semicoloniales del Extremo y del Medio Oriente es el que opone a la URSS y a los EEUU.

a) En Extremo Oriente, la URSS y los EEUU se chocan en particular en China y en Corea. Después de haber evacuado Manchuria, la Unión Soviética intenta conservarla en su zona de influencia por el intermedio de los ejércitos de Mao Tse Tung, que se libran allí a renovadas ofensivas. Corea, que ha sufrido desde 1905 la dominación japonesa, vio reconocer oficialmente su independencia en el Cairo en 1943 por China, los EEUU y Gran Bretaña, y luego por la URSS en 1945 en la Conferencia de Moscú. Esto no ha impedido a los nuevos vencedores de librarse en este país, al fin de la guerra, a un verdadero carrera de velocidades que ha escindido la península coreana en dos mitades rigurosamente estancas: los rusos ocupan el Norte industrial (carbón, hierro, electricidad) mientras que los norteamericanos se han instalado en el Sur, la parte más poblada y esencialmente agrícola. La vida económica del país se encuentra de esta forma completamente desorganizada.El Próximo y el Medio Oriente son el teatro de una competición en la que las apuestas son el petróleo y el control del Mediterráneo oriental. Sobre estos dos terrenos, los EEUU ganaron puntos en el último período. Las posiciones ganadas por los EEUU en Irán y en Turquía son igualmente retrocesos para la URSS. La actitud tomada por la URSS en el reparto de Palestina se funda en la esperanza que brinda al Kremlin conseguir penetrar en el Próximo Oriente aprovechando la situación desordenada que creará el retiro británico.

b) Aunque los EEUU y Gran Bretaña hagan todo lo posible para alinear su política frente al peligro ruso, graves puntos de fricción subsisten entre estas dos potencias. Los EEUU en Extremo Oriente, y particularmente en Japón, persiguen una política antiinglesa que va a preocupar mucho a los dueños de la City. En general, Inglaterra se muestra inquieta con la empresa económica norteamericana sobre sus dominios y colonias. En efecto, durante la guerra, partes importantes del imperio británico (Canadá, Australia, Antillas, África del Sur) se encontraron cada vez más atraídas a la órbita norteamericana. Gran Bretaña intenta hoy remontar la corriente de la penetración norteamericana manteniendo y consolidando el régimen de la preferencia imperial, a pesar de las exigencias norteamericanas, y reforzando la solidaridad económica del Imperio en su conjunto y reduciendo sus posesiones africanas (rechazo de readmitir al Trusteeship de la ONU al África del Sudoeste, plan panafricano, etc.). 

 

La búsqueda de nuevas formas de dominación imperialista

Las nuevas condiciones obligan a los imperialistas a revisar sus formas de dominación tradicionales. Se vuelve imposible continuar reinando con toda libertad sobre los pueblos sojuzgados como en el pasado. Para evitar peder todo, son llevados cada vez más a acordar una independencia nominal cuando las aspiraciones de las masas han tomado una fuerza demasiado grande. En todos los casos, para prevenir y retrasar la lucha abierta, se esfuerzan en camuflar su dominación bajo apariencias democráticas. El objetivo común de todas estas tentativas, es por un lado, la búsqueda de un apoyo más amplio en la burguesía colonial para frenar a los movimientos de masas y, por otro lado, el aliento o incluso la creación artificial de divisiones en el seno de esta burguesía y de estos países.El imperialismo intentó incluso al día siguiente de la guerra dar una fórmula jurídica internacional en el marco de la ONU a estas nuevas formas de dominación coloniales, el “trusteeship”. Pero ésta fórmula se ha revelado hasta el momento como desprovista de todo contenido, los viejos imperialismos se rehúsan en general a convertir en “trusteeship” sus colonias y sus mandatos. Por otro lado, la ONU, lejos de buscar mostrar la menor inclinación a la realización de una fórmula demagógica y a oponerse a las intervenciones imperialistas en las colonias, ha mostrado al Consejo de seguridad como un instrumento precioso al servicio de los imperialismos. Este fue especialmente el caso en el momento de la intervención de la ONU en Indonesia donde se hizo portavoz de las voluntades del imperialismo yanqui contra las aspiraciones de los pueblos indonesios.Los imperialismos tienden cada vez más a recurrir a una dominación indirecta por medio de una colaboración mayor y de compromisos más numerosos con las burguesías nacionales en los países donde la reivindicación de la independencia no puede ser más eludida. Estos medios políticos tienden a disfrazar tanto como es posible el mantenimiento de un embargo aún extremadamente grande, de hecho decisivo sobre la economía del país a quien la “independencia” es acordada por las metrópolis. El imperialismo continúa dominando por el simple peso de su influencia sobre la economía de estos países.

Los imperialismos, por otro lado, tienden cada vez más a buscar asegurarse el medio de mantener su dominio sobre las colonias que se rebelan creando divisiones y particiones artificiales. Mientras que los defensores del colonialismo en el pasado ponían frecuentemente por delante el rol unificador jugado por estos en una serie de países, el capitalismo en su declive, para mantener su dominación, se ve conducido a poner término a este rol “unificador” y a crear un nuevo separatismo (Pakistán, Indonesia, Vietnam, Palestina). Este proceso no se desarrolla de una manera paralela en todas las colonias. Es particularmente acentuado en ciertos países del Extremo oriente, del Próximo Oriente. Por el contrario, se asiste a un fortalecimiento de las posiciones de los viejos imperialismos en África central y meridional donde la evolución de las luchas antiimperialistas y sociales recién comienza y donde, aunque procediendo a grandes pasos, está aún retrasada con relación a los países de Extremo Oriente.Los viejos imperialismos de ninguna manera aplican sus nuevas formas de dominación de una forma sistemática. Por el contrario, proceden empíricamente, por tentativas, por zigzags, de una forma variable de un país a otro, en función de la presión que sufren y de las relaciones de fuerzas, como se lo puede constatar por un examen de las políticas de estos diversos imperialismos. 

 

La política de Gran Bretaña

 La guerra sacudió seriamente al secular imperio británico. En Asia, las posiciones inglesas ya habían sufrido en el dominio económico y social serias embestidas del Japón en los años que precedieron a la guerra. El ataque militar de Japón sobre el continente asiático sólo fue la continuación lógica de su ofensiva económica. Cuando, después de la capitulación japonesa, los ejércitos ingleses volvieron a Birmania y Malasia, encontraron a los países económicamente desorganizados bajo el efecto de la guerra y de la ocupación y políticamente sublevadas por una gran corriente de esperanzas nacionalistas. Si las Indias pudieron ser mantenidas bajo el yugo británico durante toda la guerra, si el aplastamiento de la sublevación de agosto de 1942 inauguró una era de verdadera dictadura militar, las fuerzas de la revuelta dejaban de acumularse entre las masas; ellas estallaron en noviembre de 1945, cuando el imperialismo británico lleva a juicio a los antiguos combatientes del Indian National Army de Chandra Bose. La ola de manifestaciones y de huelgas que entonces sublevó a todo el país, en febrero de 1946, la revuelta de la Marina real india, sostenida en su lucha por los obreros de Bombay, sonaron en las oídos del imperialismo como una señal de alarma.

Inglaterra no podía encontrar solución en un fortalecimiento de su aparato militar y represivo; su situación económica definitivamente disminuida al salir de la guerra se lo impedía. La buscó en una independencia nominal, espectacularmente marcada por el retiro de las tropas inglesas, pero dejando sensiblemente intactas las bases de la dominación británica. Es en las Indias donde esta maniobra aparece más claramente. Creando dos estados tan artificiales como Pakistán y el Industán, sin unidad geográfica ni económica, Inglaterra mató dos pájaros de un tiro: por un lado, satisfacía superficialmente las aspiraciones nacionalistas de las masas, que desviando en luchas entre comunidades religiosas su hostilidad contra el imperialismo; por otro lado, debilita irremediablemente al país, prohibiéndole todo desarrollo económico serio y se prepara un amplio terreno de maniobra haciendo jugar a uno contra el otro a los dos Estados indios. Inglaterra impondrá tanto a uno como a otro su voluntad y podrá salvaguardar la posesión de sus minas, de sus plantaciones, de sus industrias y de sus bancos. La independencia de las Indias significa entonces que el imperialismo ya no domina al país directamente sino por medio de la burguesía y de los señores feudales indígenas y la división de las Indias garantiza a Inglaterra la sumisión de las burguesías hindúes o musulmanas a sus voluntades.

En Birmania, quien sólo perdió su independencia en una fecha relativamente reciente (1886), la hostilidad de las masas con respecto a sus explotadores británicos se tradujo en el curso de la guerra en el rechazo de los birmanos a participar en las hostilidades del lado de los Aliados y, luego de la capitulación japonesa, por una larga serie de revueltas, de manifestaciones separatistas y de agitación nacionalista. Los ingleses han debido, allí también, buscar una solución: la han encontrado negociando con los líderes de la Liga antifascista, en el origen de un vasto movimiento nacionalista que incluía al partido comunista, al partido socialista, a los sindicatos de Rangoon, a las uniones de campesinos, y que luego fue purgado en 1946 por su dirigente Aug San, transformándose en el arma reaccionaria de las clases poseedoras. La independencia servirá en realidad para devolver a las clases poseedoras birmanas la carga de oprimir a las masas en beneficio del imperialismo. Al mismo tiempo, la situación endémica de guerra civil que reina en Birmania y las disensiones internas que causan estragos en las capas burguesas y semifeudales obligan a los elementos del poder a llamar al ejército británico.

En Malasia, Gran Bretaña acuerda una más amplia participación política a la burguesía indígena, pero mantiene allí una firme dominación de las bases militares y navales.En África, cuyo desarrollo permanece de lejos atrasado frente al de las colonias de Extremo Oriente, el imperialismo británico mantiene sus formas tradicionales de dominación. Se esfuerza por extender e intensificar su poder por medio de una vasta exportación de capitales que se hace desde de la guerra en dirección al Africa meridional y en menor medida hacia África occidental. Efectuando así su retiro en el Medio y Extremo Oriente, el imperialismo inglés supera la desigualdad de su desarrollo, pero de una forma tal que produce también un sincronismo cada vez más grande entre el Este y África y que cava la tumba de su monstruoso imperio africano. 


La unión francesa

 Mientras que Francia estaba ocupada, la “Francia libre” dirigida por De Gaulle debió apoyarse ampliamente sobre las colonias de Africa. De Gaulle fue así llevado a prometer el mejoramiento del destino de los indígenas para poder arrastralos al esfuerzo de guerra. Estas promesas están contenidas en las declaraciones hechas en la Conferencia de Brazzaville que, a principios de 1944, planteó los grandes ejes de la futura organización colonial de postguerra. Fue esta conferencia la que lanzó la fórmula de la Unión francesa, reemplazando a la del imperio francés. Ella proponía una fórmula de asociación libremente consentida de los pueblos de ultramar con Francia. Las decisiones más relevantes fueron la abolición del trabajo forzado, la concesión del derecho sindical y la creación de un colegio de no-ciudadanos que daba a los indígenas el derecho de voto y les aseguraba una representación –limitada- en las Asambleas parlamentarias de la metrópoli.En realidad estas decisiones tuvieron un alcance restringido y no han modificado en nada el sistema de explotación colonial. El trabajo forzado es reintroducido por diversos subterfugios, el derecho sindical no cesa de ser atacado por la administración y los colonos. En cuanto al derecho de voto, el envío de algunos diputados indígenas al Parlamento francés no vuelve más suave al colonialismo. Finalmente, por todos los medios de presión, de intimidación y de corrupción, la administración y los colonos, todopoderosos, vuelven imposible en la mayoría de los casos la elección de representantes auténticos de las masas coloniales.

Bajo el emblema democrático de la Unión francesa, la represión fue en realidad más feroz y más sangrienta que nunca, como testimonian las masacres de Argelia en mayo de 1945, las matanzas de Madagascar y la guerra de Vietnam. La Asamblea de la Unión Francesa, instaurada por la nueva constitución, sólo es una parodia. Tiene como único poder el de emitir sus aspiraciones y no es el producto de ningún sufragio, ya que la mitad de ella está formada por elementos enviados por los representantes locales, según los deseos de la buena aprobación de la administración.La política de la Unión francesa se emparienta con la política actual de Gran Bretaña en que ella tiende a utilizar más ampliamente que en el pasado a las burguesías indígenas como correas de transmisión de los intereses imperialistas. Pero ella difiere en que Francia, económicamente más débil y golpeada que Inglaterra, dispone en sus concesiones de un margen de maniobra más reducido. Por otra parte, Francia no encuentra en ningún lado ante ella una burguesía colonial tan desarrollada como la de las Indias. Las concesiones francesas no pasan del otorgamiento de la independencia “en el marco de la Unión francesa”, marco que equivale en realidad a una sujeción: la diplomacia, el ejército quedan en manos de Francia; las finanzas y el conjunto de la economía permanecen sometidas a los intereses de la metrópolis, etc. En estas condiciones, hablar de independencia es una apuesta o una ironía. 

 

La política de Holanda

La riqueza de la burguesía holandesa deviene desde hace cerca de tres siglos de la explotación furiosa de los pueblos indonesios que, sometidos a los regímenes más brutales, comenzaron desde antes de 1914 a afirmar sus aspiraciones autónomas. Ocupando Indonesia desde febrero de 1942, los japoneses favorecieron antes de capitular la formación de un gobierno independiente, presidido por el doctor Sukarno. Los holandeses se encontraron al fin de la guerra ante un hecho consumado: la independencia indonesa. No podía tratarse para ellos, incluso con la ayuda de las tropas inglesas, de intentar una reconquista militar de un país completamente sublevado contra su dominación y tampoco podía ser cuestión de dejar escapar esta fuente de ingresos holandeses.El gobierno neerlandés anunció en diciembre de 1942, por una declaración de la reina Wilhelmine, su intención de crear, después de la guerra, un Commonwealth donde metrópoli y colonias gozarían de un status de igualdad. En el curso de las negociaciones tumultuosas llevadas con el gobierno nacional indonesio, el sentido de esta “igualdad” apareció claramente. La política del imperialismo holandés es, en sus líneas esenciales, semejante a la del imperialismo francés en Vietnam; Holanda busca también apoyarse en la burguesía indonesa; pero su debilidad y la importancia vital que tiene para ella la explotación de las riquezas indonesias le impiden ir más lejos en el camino de las concesiones. Rechazando de hecho la independencia a la República indonesia, se esfuerza en encerrar al nuevo Estado con dobles cadenas: por un lado integrándolo en los llamados Estados Unidos federados de Indonesia comprendido por la República de Borneo y el Este indonesio (pequeñas islas de la Sonda, Célebes, Molucas, Nueva Guinea) constituido bajo el alto patronazgo holandés; por otro lado, creando un Commonwealth neerlando-indonesio, finalmente, como Francia lo intentó con la Cochinchina, Holanda se esfuerza en dividir a la burguesía indonesa creando literalmente movimientos separatistas en diversas partes del país.

El nuevo ataque militar de julio de 1947 estaba destinado a acabar con el estrangulamiento de la República. Conviene subrayar que Holanda sólo logra mantener sus posiciones en Indonesia gracias a la intervención militar inglesa en agosto de 1945 y al complemento del material militar anglo-norteamericano, los EEUU teniendo intereses en el petróleo indonesio y en el comercio del caucho y del estaño. 

 

La burguesía colonial y las nuevas formas de dominación imperialista

Todas estas formas de dominación indirecta sólo tienen un valor relativo y pasajero. Dando a la burguesía colonial un mayor lugar, el imperialismo sólo prepara luchas sociales más agudas, dirigiendo más directamente a las clases laboriosas contra sus explotadores indígenas. Las masas serán conducidas a constatar que ellas sólo pueden liberarse totalmente del dominio imperialista derribando a la burguesía indígena y tomando ellas mismas el poder. La burguesía indígena industrial y comerciante que se encontraba ligada y a veces confundida con los propietarios hacendados y cuya fuerza numérica era débil, en el pasado sólo manifestaba una oposición timorata al imperialismo con el objetivo de ampliar su base de beneficio y explotación. Ella necesitaba, para llevar una lucha contra el imperialismo de un apoyo de masas, pero temía al mismo tiempo a los movimientos de estas masas, especialmente a la revolución agraria, y se mostraba siempre ansiosa de encontrar un compromiso con el imperialismo. Con las nuevas formas de dominación que los imperialistas tienden a adoptar, con estas formas de dominación indirecta donde la burguesía indígena ocupa un lugar mayor, la burguesía indígena se vuelve más firmemente aliada del imperialismo y más directamente opresora de las masas, siempre volviéndose al mismo tiempo menos capaz de jugar un rol oposicionista serio. En cuanto a los países donde el movimiento revolucionario tomó una gran amplitud como en Indonesia y Vietnam, la burguesía demostró que no duda en estar a disposición de los imperialistas contra las masas trabajadoras.

La Segunda Guerra mundial redujo prácticamente a casi nada a las voluntades de lucha antiimperialista de las burguesías de los países coloniales y semicoloniales. En ciertos países, la burguesía sólo se muestra presta a llevar la lucha para ponerse a disposición de un imperialismo más sólido, que sea capaz de protegerla contra los movimientos de masas; este parece el caso para un cierto número de colonias francesas, especialmente en Marruecos donde la penetración del capitalismo norteamericano es cada vez más considerable.Existe un desarrollo exterior aparente de las burguesías indígenas que están bajo la corte del imperialismo británico. Es así como Egipto emite pretensiones serias sobre Libia y principalmente sobre el Sudán anglo-egipcio. Estas tendencias no expresan la fuerza o la independencia creciente de las burguesías indígenas con relación al imperialismo sino que expresan, de hecho, la incapacidad de la parte industrial de competir con el imperialismo en los mercados principales y, por consiguiente, su búsqueda de mercados en los países más débiles así como el carácter comprador de la burguesía en tanto que intermediaria para las mercancías imperialistas a la búsqueda de nuevos mercados y en general la subordinación de la burguesía indígena a la vieja potencia imperialista. En la medida en que ella lucha por reforzar sus posiciones con relación a esta potencia, ella expresa su transformación creciente en víctima de la competencia y de las rivalidades interimperialistas. Los partidos burgueses expresan los diversos caracteres de esta clase en función de los diferentes países.El China, el Kuomintang está descompuesto actualmente en múltiples cliques rivales y las manifestaciones a favor de reformas son ante todo tentativas, hasta el momento vanas, de reformar el Kuomintang en provecho de los capitalistas chinos más fuertes. Al capitular ante el imperialismo norteamericano, el Kuomintang pierde cada vez más su base popular y sufre reveses continuos ante los ejércitos rojos campesinos. Ligado al imperialismo norteamericano, el Kuomintang juega un rol contrarrevolucionario acabado hacia todas las masas chinas. El carácter comprador de la burguesía del Kuomintang nunca había sido tan evidente como en su capitulación abyecta ante el imperialismo norteamericano. Las fricciones existentes entre la burguesía china y el imperialismo norteamericano se vuelven cada vez más subordinadas al antagonismo URSS-EEUU y a la lucha de clases en China.En Indonesia, la división de la República encuentra su expresión en el campo de los dirigentes nacionalistas burgueses. En enero de 1948, Sjahrir y los suyos rompieron con el partido socialista y mostraron tendencias cada vez más capituladoras, mientras que el nuevo gobierno, aceptando la responsabilidad del tratado que abandona un gran territorio a los imperialistas, reagrupa bajo la dirección de Mohamed Hatta, al Masjoemi musulmán, al Partido indonesio del presidente Sukarno, a los partidos socialista y stalinista.En las Indias, la transición de la dominación directa a la dominación indirecta no cambia cualitativamente el carácter de explotación imperialista. El imperialismo domina por el peso puro de su economía sobre los países en su conjunto y por su control del océano Indico. Todos los bancos de cambio así como la mayor parte del comercio exterior están en las manos del imperialismo. Este posee de lejos los sectores más decisivos de la economía (minas, plantaciones, yute, transportes salvo los ferrocarriles, compañías de seguros y una parte del textil). La burguesía india sin ninguna duda aumentó su parte de beneficios entre las dos guerras, especialmente en la textil, pero su parte en todas las demás esferas de la economía es secundaria e incluso en los dominios donde el capital indio ha penetrado, es más o menos impotente para modificar decisivamente la preponderancia del capital británico; está en peligro de ser aplastada y eliminada a pesar de algunas medidas de desinversión del capital británico, que son más que compensadas por un impulso a la intensificación de la explotación de los obreros. Las industrias de base continúan sin ser desarrolladas. La burguesía es incapaz de realizar la industrialización del país. Así como había tenido ciertos progresos en la industria pesada –tal como el hierro, el acero- la premisa más esencial para una expansión industrial, la electrificación, no está aún desarrollada. Todo rol independiente importante de la burguesía india implicaría una industrialización pujante del país, especialmente el desarrollo de las industrias de base, imposible bajo el imperialismo. No es posible hablar del rol independiente de la burguesía india sin una industrialización pujante de este país que, en el marco del capitalismo decadente, es excluido. Así será imposible para la burguesía india extender un comercio independiente en lo que concierne a la compra de máquinas útiles, con países con fuerte divisa. Combinado con los factores de más arriba, el hecho es que, a pesar del retiro del ejército de ocupación, el océano Indico permanece como un lago británico desde donde Inglaterra es capaz de imponer su voluntad a la burguesía de la India y de Pakistán.Aunque la burguesía de las Indias se ha elevado sobre la escala del status colonial, no pasó del status colonial a la escala del status independiente.

El Congreso panindio es el partido político de la burguesía india. Explotó la combatividad de las masas para obtener concesiones del imperialismo inglés. Desde su acceso al poder, el Congreso demostró su naturaleza de clase ejerciendo la represión más brutal.

La Liga musulmana dirigida por Jinnah pudo desarrollar una base de masas, en regiones campesinas atrasadas, como resultado de la política agraria de los ministros del Congreso indio que no procedieron a ninguna reforma seria y protegieron a los grandes propietarios hacendados. La Liga musulmana agrupa a la vez a los feudales que ven allí una defensa para sus privilegios, a la burguesía musulmana crecientemente ahogada entre los capitalistas hindúes y a las capas campesinas atraídas por el apoyo demagógico dado a la reforma agraria. Su llegada al poder en Pakistán no impedirá hacer estallar este heterogéneo conglomerado. En el Medio oriente, la Liga árabe, fundada por la instigación de Inglaterra, asocia por un lado a los jefes de Estado con intereses divergentes y, por otro lado, a capas sociales opuestas: los viejos jefes feudales directamente vendidos a los imperialistas y las jóvenes burguesías buscando extender su influencia y su mercado. De esto resulta que la Liga árabe no presenta ninguna homogeneidad real y que sólo llega a escucharse en casos excepcionales. Ni el feudalismo decadente ni la burguesía árabe, condenados a permanecer como un aborto, son capaces de unificar al mundo árabe. 

 

El campesinado y el proletariado de las colonias

El capitalismo introdujo en los países coloniales elementos de economía capitalista que ocasionaron la ruina de la antigua estructura social. Este movimiento se aceleró en el curso de la Segunda Guerra Mundial que volvió necesario el desarrollo de los recursos económicos de toda una serie de países coloniales (Egipto, Palestina, Manchuria, Corea, algunas regiones de China...)A pesar de estos desarrollos económicos, la economía conserva un carácter campesino preponderante en las colonias. Hay que distinguir dos categorías principales:

a) Las naciones donde existía una cierta conciencia nacional desde hace mucho tiempo, como las Indias, China, Vietnam, Manchuria, Corea, Indonesia, los países del Medio oriente, Egipto, África del Norte, cuya estructura de conjunto es comparable y los problemas paralelos, a pesar de tener grandes diferencias debidas esencialmente al nivel variable de desarrollo económico. El campesinado en todos estos países constituye una mayoría muy fuerte de la población. Él vive en condiciones extremadamente miserables y precarias, sobre parcelas muy reducidas que no le permiten subsistir, mientras que en el otro polo, un puñado de grandes propietarios hacendados se dividen la gran mayoría de las tierras. En estos países, la usura es uno de los flagelos que castiga sin cesar a la población campesina. En todas partes el hambre amenaza en forma más o menos crónico. Todas estas condiciones ponen al campesino en una situación de verdadera servidumbre y hacen de la revolución agraria el motor de la lucha revolucionaria contra el imperialismo. La cuestión agraria se vuelve aún más aguda por la existencia de contradicciones rurales extremadamente fuertes, en particular en Extremo oriente. De esto resulta un carácter particularmente explosivo de las relaciones de clases en el campo.

b) Los países donde comienza a despertarse la conciencia nacional, especialmente en los países de la África negra. Estos países están caracterizados por una diferenciación social mucho menos avanzada y por la supervivencia de la antigua estructura tribal (África ecuatorial, Congo belga, África occidental y oriental portuguesa, posesiones británicas en África occidental y oriental). La gran masa de la población se libra a la cultura en condiciones arcaicas, frecuentemente de forma colectiva sobre la base de la aldea. Lo que ellos sufren, son los abusos de la administración colonial (limitación del derecho de cultura, venta forzada de sus productos en el rumbo fijado por la administración, impuestos, trabajos forzados...) 

La gran propiedad terrateniente es sobretodo el resultado de las compañías coloniales. Sólo hay un principio de burguesía, esencialmente comerciante, aplastada desde sus orígenes por la competencia de las grandes compañías (prohibición de importar o exportar sin pasar por el intermediario de ellos). Los individuos que se elevan por encima de las masas son generalmente los jefes de las aldeas nombrados y pagados por la administración que los utiliza especialmente como cobradores de impuestos. El proletariado es extremadamente reducido en torno de algunas empresas de transportes (ferrocarriles, correos).Todas las luchas en los países coloniales han confirmado, por experiencias frecuentemente costosas para las masas oprimidas de estos países, el carácter permanente de la revolución. Las revueltas y sublevaciones campesinas con el objetivo de obtener la tierra para aquellos que la trabajan, problema al cual está ligado el de la independencia nacional, no pudieron triunfar hasta el momento dada la ausencia de una alianza con el proletariado. Como lo expresaba la resolución del congreso de fundación de la IV Internacional de 1938 sobre “La lucha de clases y la guerra en Extremo oriente”, “Sobre los hombros del proletariado reposan las tareas gemelas de dar solución a los problemas nacionales, y de abrir el camino para la reconstrucción socialista de la sociedad, al elevarse a sí mismo al estado de clase dirigente en alianza con todas las masas explotadas de las ciudades y de las aldeas”.

La revolución agraria es permanente en su carácter. Ella comprende toda una serie de medidas y transformaciones de naturaleza económica y social de tal magnitud que sólo pueden constituir una parte de la reconstrucción socialista de la sociedad. Estos cambios no pueden ser concebidos en una época de declive catastrófico del capitalismo, en el marco de la propiedad y de relaciones sociales capitalistas en el campo. La revolución agraria implica la expropiación de grandes propietarios hacendados, la nacionalización de las tierras, la división de esta tierra nacionalizada entre los campesinos sobre una base igualitaria y la anulación de las hipotecas y otras deudas como forma de comienzo, la conversión de la parte de las tierras que, al momento de la nacionalización, estaba organizada sobre una base capitalista moderna en arrendamientos del Estado, el establecimiento de formas colectivas sobre el otro sector de la tierra, la mecanización e industrialización de la agricultura, el desarrollo de manera armoniosa de la cultura a pequeña escala hacia la cultura del estado, siempre dando al mismo tiempo la ayuda más completa al campesinado pobre por medio de abonos y de equipamientos a bajo precio, la nivelación del abismo económico y cultural entre la ciudad y el campo y el desarrollo de las relaciones existentes entre los obreros de las ciudades y los pequeños arrendatarios.La revolución agraria puede ser considerada así como una parte integral de la reconstrucción de la sociedad sobre una base socialista. De esto procede la necesidad de la dictadura del proletariado en alianza con el campesinado, en un gobierno obrero y campesino, es decir en general un Estado armado por la realización de tareas complejas de la revolución agraria como una parte de su política económica general. La alianza del proletariado y del campesinado no sólo es indispensable para una lucha consecuente contra el feudalismo, el semifeudalismo y la opresión capitalista del campesino; el proletariado no es sólo la única clase que puede llevar al campesinado dividido, inestable, vacilante y dependiente sobre el camino de la revolución agraria introduciendo la lucha de clases en el campo, sino que ésta alianza bajo la dirección del proletariado debe ser perseguida bajo la forma de un gobierno obrero y campesino. El poder del Estado en manos de la clase obrera dirigente es una condición previa a la persecución y a la realización de la revolución agraria.

Los cambios introducidos por la guerra aceleraron el desarrollo numérico del proletariado, su concentración y también su toma de conciencia como clase. Si la debilidad numérica por un lado y también la inexistencia de industrias de base por otro, juegan en contra del proletariado de las colonias, por el contrario su unión con las capas más pobres del campesinado se vuelve extremadamente fácil por el hecho de sus orígenes campesinos recientes y de sus lazos todavía más potentes con las aldeas.

En numerosos países coloniales de Extremo Oriente existían, desde la creación de la III Internacional, movimientos comunistas y revolucionarios que habían penetrado profundamente en las masas obreras y por su intermedio en algunas capas campesinas. Pero el hecho más saliente de los progresos realizados por los proletarios de los países coloniales en tanto que clase es el potente desarrollo del movimiento sindical desde la Segunda guerra mundial. Su constitución es un gran factor de educación de las masas y favorece la elevación del nivel de las luchas. En Extremo oriente, la caída de la dominación japonesa condujo a la constitución de potentes movimientos sindicales en el mismo Japón y en Corea. Estos movimientos han dado prueba de un gran espíritu reivindicativo y de un gran espíritu combativo. Corea conoció la primera huelga general de su historia en marzo de 1946; en Japón, los movimientos son incesantes. En China también, las luchas proletarias volvieron a los grandes centros industriales. En las Indias, el fin de la guerra vio también un gran desarrollo de luchas sindicales en los grandes centros industriales, en particular en Madras y en Bombay. Es característico que la influencia de masas de los trotskistas indios haya podido desarrollarse principalmente a través de la lucha sindical y reivindicativa.En los Estados reaccionarios semifeudales del Próximo y Medio oriente, los trabajadores tiene mayores dificultades para imponer el reconocimiento de su derecho sindical o del derecho a constituir una central sindical. En Irak donde desde 1941 hasta 1944 se desarrolló un fuerte movimiento sindical, el gobierno emprendió una vasta represión. Los sindicatos también tomaron un gran vuelo en Egipto donde desde 1945 oleadas de huelgas incesantes se han desarrollado, arrastrando a decenas de miles de obreros (seguidores de Shubra-al-Kaïma), por lo que el gobierno egipcio desató la represión más feroz. Únicamente Siria y el Líbano conocen un desarrollo legal del movimiento sindical que se afirmó allí.En Africa del Norte, el movimiento existía bajo la forma de filial de la CGT francesa. En Túnez, la filial adherida a la CGT decidió en octubre de 1946 constituirse en central autónoma directamente afiliada a la FSM. En Marruecos, el derecho sindical todavía no es reconocido a los marroquíes y la ley que castiga con prisión a todo marroquí sindicalizado, aunque generalmente no es aplicada, permanece en vigor. Los sindicatos se desarrollaron a pesar de estas dificultades y dirigieron importantes huelgas en el último período.

En África negra francesa, el derecho sindical recién fue acordado en 1945. Los sindicatos tomaron enseguida un amplio vuelo que permitió un verdadero salto de la conciencia política de capas importantes en regiones que hasta entonces eran totalmente atrasadas como Camerún. En septiembre de 1945, se tomó la decisión de formar organizaciones sindicales entre los indígenas. Se desarrollaron especialmente en la metalurgia, los transportes, la construcción y entre los empleados administrativos. En África del Sur, donde domina el problema del color, los sindicatos africanos tienen una existencia apenas legal y subsiste una represión feroz: sin embargo se desarrollan (250.000 miembros en 1947). En agosto de 1946, 125.000 mineros entraron en huelga; la represión fue sangrienta. El desarrollo del movimiento sindical continúa a pesar de nuevas amenazas legales de ilegalizar completamente al movimiento.Destacamos finalmente, la celebración en Dakar en abril de 1947 de una Conferencia sindical panafricana bajo la égida de la FSM donde cincuenta delegados representaban a veintiuna organizaciones sindicales agrupando a un total de 800.000 sindicalizados. La independencia del movimiento sindical en las colonias francesas de África fuera del control de la CGT de Francia es una condición indispensable de un desarrollo libre y completo. La necesidad de esta independencia se combina con la necesidad de una centralización creciente de los sindicatos en centrales sindicales en función del desarrollo mismo del movimiento sindical. 


El stalinismo y la socialdemocracia frente al problema colonial

 El stalinismo en las colonias 

Es en los países coloniales y semicoloniales donde el stalinismo comenzó en 1925 a llevar adelante una política de colaboración de clases y a elaborar una justificación teórica (bloque de las cuatro clases en China); para hacerlo tuvo, entre otras cosas, que idealizar el rol de la burguesía indígena. La degeneración del stalinismo en la colaboración con la burguesía encontró una de sus expresiones más repugnantes en el curso de la guerra donde, para satisfacer plenamente a los aliados imperialistas, los partidos comunistas se pronunciaron por la aceptación del colonialismo. Es así como los stalinistas de las Indias se pronunciaron contra el levantamiento de 1942 y por la guerra a ultranza del lado del imperialismo inglés y bajo sus órdenes. Es así también como en 1945 los stalinistas argelinos aprobaron las masacres del imperialismo francés y condenaron las manifestaciones de masas argelinas como un ardid fascista. Es así también como los stalinistas vietnamitas (que estaban disueltos en el Viet-minh) han preconizado, contra la voluntad de las masas obreras y campesinas de su país, la inclusión del Vietnam en la Unión francesa.De hecho la política de los stalinistas –en las colonias como en todas partes- era dictada ante todo por los intereses nacionales de la burocracia de Moscú. En China, subordinaron la guerra contra el imperialismo japonés a la lucha interior contra Chang Kai Shek a la alianza de guerra de la burocracia soviética con el imperialismo. La intervención de los stalinistas en Vietnam también está dictada por la necesidad para la diplomacia soviética de ocupar una posición estratégica importante al sur de China. La política de los partidos stalinistas en Medio oriente y en Egipto también está dictada por las rivalidades de la URSS con los EEUU y Gran Bretaña.En los países de África donde están poco en juego los intereses directamente, los stalinistas indígenas se alinean en base a las necesidades de la política de los stalinistas de las metrópolis, mucho más que en base a los intereses de las masas explotadas.La política pro-colonialista de los stalinistas concluyó con consecuencias tan desastrosas para estos partidos que han sido conducidos a dar un giro, correspondiente más o menos al que eran conducidos a dar en Europa luego de la tensión de las relaciones entre la URSS y los EEUU. Es así como los stalinistas argelinos buscaron una combatividad mayor con respecto al imperialismo al aproximarse a nuevas formaciones nacionales (Amigos del Manifiesto, PPA) pero rechazan pronunciarse por la ruptura con la metrópoli y siguen siendo defensores de la Unión francesa.Una de las tendencias de la política de los stalinistas en las colonias es orientarse más hacia el campesinado, no hacia las capas más pobres sino hacia ciertas capas medias. El ejemplo más característico es el de los territorios soviéticos chinos. Los “soviets chinos” comenzaron por ser levantamientos campesinos consecutivos a la revolución que fue aplastada en 1926-27; estos levantamientos han conducido a la constitución de bandas que terminaron por fijarse más o menos en algunas regiones del norte de China. En los “territorios soviéticos”, la política de los dirigentes stalinistas (Mao Tse Tung) se orientó hacia la constitución de una capa de campesinos acomodados. El programa agrario del Viet-minh constituido por los stalinistas apunta a mantener el apoyo de los propietarios hacendados desde el principio de la revolución: los dirigentes del Vietn-minh prohibieron el reparto de las tierras, se rehusaron a abolir las deudas e hipotecas y a suprimir la usura.Los stalinistas de los países coloniales sostienen la teoría de la revolución por etapas, la necesidad de desarrollar un capitalismo autóctono antes que pueda estar en cuestión luchar por el socialismo (declaración de Ho Chi Minh).

 

Los partidos stalinistas de las metrópolis y las colonias 

La política de los partidos stalinistas en los países metropolitanos en lo que concierne a las colonias es idéntica a la política de una agencia del imperialismo. Especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, los partidos stalinistas en las metrópolis defendieron una política colonial que no podía ser diferenciada de la política colonial tradicionalmente reaccionaria de la socialdemocracia. Funcionando en el marco de la colaboración de clases con el imperialismo, resultado de las teorías gemelas del “socialismo en un solo país” y de la “coexistencia pacífica de la URSS y del capitalismo mundial”, los partidos stalinistas de las metrópolis se subordinaron completa y absolutamente, adaptando y aferrando su política en las colonias a la política del Kremlin con su propio imperialismo y a las propias relaciones que tenían en consecuencia con esta potencia imperialista. Así, desde 1939 a 1941, los stalinistas de las metrópolis levantaron de vez en cuando su bandera manchada por la independencia de las colonias, no haciéndolo sin embargo en función de estimular la liberación de las colonias, sino con el fin de molestar al imperialismo y de preparar el terreno para una acercamiento, para una colaboración y para las intrigas entre las potencias imperialistas del Oeste y del Kremlin, limitando estrictamente su propaganda a su política fundamental de colaboración de clases. Desde 1941 a 1945, los stalinistas de las metrópolis tiraron totalmente por la borda la consigna de la independencia y se esforzaron extremadamente en atar y comprometer a las colonias y semicolonias a Roosevelt y a Churchill. En los años siguientes a 1945, cuando los stalinistas, en una serie de países de Europa, entraron en los gabinetes burgueses, la medida completa de su actitud de traición a las colonias e incluso a sus partidos hermanos en algunas colonias (Vietnam) se volvió muy visible. Los ministros y diputados del PC francés ayudaron a reprimir el levantamiento argelino, votaron los créditos de guerra para la infame campaña contra la lucha de Vietnam por su independencia, se pronunciaron por la “Unión francesa”, participaron en la administración de la dominación colonial en África negra francesa. Los diputados del PC italiano levantaron la voz no para pedir la independencia sino para obtener una restauración parcial del imperio africano perdido por Italia. Los stalinistas holandeses no movieron un dedo para ayudar a Indonesia, sino por el contrario, intentaron ahogar a Indonesia en el marco del “Commonwealth holandés”, condenaron las luchas heroicas de Tan Malakka1 y de los revolucionarios y de los nacionalistas intransigentes, votaron por el tratado de Lingadjati y patrocinaron la colaboración entre los burgueses indonesios capituladores y el gobierno neerlandés. Tal ha sido, en grados diversos, el rol vergonzoso del stalinismo de las metrópolis desde el momento del rechazo de la independencia de Marruecos durante la guerra civil española pasando por su campaña traidora de “sanciones” en cuanto a la lucha de Abisinia contra la dominación fascista, hasta las traiciones sin precedentes en lo que atañe a las colonias de parte de los stalinistas en los países metropolitanos después de la Segunda Guerra mundial. La suma de su política colonial demuestra su función de agentes del imperialismo sobre la base de la colaboración de clases en su propio país y de la política exterior de colaboración de clases del Kremlin.

 

El giro “izquierdista” de 1947 y las colonias 

La creación del Kominform marcó el inicio de un “giro izquierdista” del stalinismo. El giro de 1947 abre una nueva fase de actos de traición política por los partidos stalinistas en los países coloniales así como en las metrópolis. Prosiguiendo un cuarto de siglo de repetidas traiciones, la conducción y la dirección stalinista de las luchas bajo el “giro izquierdista” deben inevitablemente revelar sus límites, su incapacidad para completar la revolución agraria en China y en Indochina; su rol de freno (aceptación de compromisos con los holandeses en Java y con los franceses en Vietnam) y su carácter contrarrevolucionario abierto (asesinato de trotskistas y de militantes, calumnias, encarcelamientos, intervención militar contra las masas...). El stalinismo continúa mostrándose como en el pasado completamente incapaz de realizar las tareas principales en los países coloniales y semicoloniales, es decir, la revolución agraria, la solución de la cuestión nacional, la lucha por la democracia total, el derribamiento del imperialismo.Sin embargo, los partidos comunistas, particularmente en las colonias, tienen un rol doble y contradictorio: la ideología y la política stalinista por un lado y una gran base obrera y de masas por el otro. La base de masas debe entrar en varias ocasiones en conflicto con la ideología del “bloque de clases” y de la “revolución por etapas”. En el período futuro, de carrera entre la revolución y una tercera guerra mundial, los partidos stalinistas deben estar sujetos por un lado a aferrarse con tenacidad a su base de masas y a comprometerla en las luchas y por el otro, limitar cuidadosamente estas mismas luchas conforme a los nuevos acuerdos y mercados pasados entre los EEUU y el gobierno soviético. En las crisis revolucionarias en las colonias, los stalinistas a la cabeza de las luchas deben entrar en conflicto con el impulso de las masas, aunque en ciertos momentos las impulsen. Este auge revolucionario, impulsado por las aspiraciones de las masas, encontrará una expresión en la base de los diferentes PCs. Si un partido de la IV Internacional falta, estos combatientes de base del PC serán destruidos físicamente por el aparato stalinista o, aislados, caerán en la confusión y en la desmovilización. La intervención de un partido revolucionario en tales crisis no sólo salvará a millones de militantes del PC del terror stalinista y de la desesperanza, sino que los reunirá en un verdadero partido revolucionario. Participando de lado a lado con los millones de valientes militantes comunistas de los países coloniales o semicoloniales en su lucha contra el imperialismo; exponiendo, atacando despiadadamente la política y la ideología stalinistas, introduciendo cada vez más profundamente el ángulo de su programa entre los militantes y los dirigentes de los partidos stalinistas, la IV Internacional se volverá, en los países coloniales y semicoloniales donde el stalinismo es fuerte, capaz de sobrepasar el obstáculo del stalinismo y de encontrar un puente hacia las masas y hacia partidos de acción de masas. En el período de la lucha colonial, se producirán, sin ninguna duda, otras ocasiones para ganar a los militantes de base de los PCs. Combinando una oposición rígida, inflexible, implacable contra el stalinismo con las tácticas más flexibles para aproximarse a los miembros de base del PC, los partidos de la IV Internacional en los países coloniales y semicoloniales superarán al stalinismo y conducirán al proletariado en alianza con el campesinado y todos los oprimidos hacia la realización de las tareas de la revolución permanente en las colonias. 

 

La socialdemocracia 

La socialdemocracia tradicional no ha logrado enraizarse en las colonias. Una formación tal que el Partido socialista de las Indias, aunque opera esencialmente sobre la base de concepciones reformistas, no surgió como un ala de la socialdemocracia metropolitana sino como el ala izquierda pequeño-burguesa de la burguesía nacional sobre la base del movimiento de emancipación nacional.El rol de la socialdemocracia en las metrópolis tuvo sin embargo un significado efectivo para los oprimidos de las colonias. En lo que atañe a las colonias, la socialdemocracia, ya sea el Partido Laborista de Gran Bretaña o los partidos socialistas de Francia, Holanda, Bélgica, etc. siempre apareció y funcionó como una agencia del imperialismo. La socialdemocracia no difiere en nada fundamentalmente en su política de la política colonial de los stalinistas tanto en los casos mencionados como en forma general. Sin embargo, mientras que la base de la traición stalinista es la colaboración de clases resultante de sus lazos con el Kremlin, la base de la traición y de la reacción socialdemócrata a las colonias es la colaboración de clases resultante de los lazos materiales con la burguesía y con la aristocracia obrera engendrada por la superexplotación imperialista de las colonias. Este factor distingue a la socialdemocracia del stalinismo en cuanto a las colonias otorgando a la política colonial de la socialdemocracia una continuidad, una igualdad y una estabilidad mayor. Un ejemplo típico es el de la socialdemocracia francesa que, desde la Liberación, brindó al imperialismo francés la mayor parte de sus cuadros dirigentes (ministerio de las Colonias hasta 1947, gobernadores generales, etc.) que presidieron represiones sangrientas contra los pueblos coloniales (Texier, Chataigneau, Naegelen en Argelia, de Coppet a Madagascar, Mons en Túnez).El caso clásico es el del Partido Laborista británico que par un lado nació de la aristocracia británica ascendiente y que, por otro lado, se volvió más fuerte cuando en Imperio británico se encuentra más profundamente sacudido y debilitado. Radicalizada en último análisis por el profundo hecho de la dislocación y el retroceso del imperialismo británico en el Extremo Oriente, la clase obrera británica llevó al poder, con el fin de resolver sus problemas, a este partido, hijo histórico de la superganancia imperialista, que debe esforzarse inevitablemente para restablecer la dominación del imperialismo en sus colonias y que es, en consecuencia, totalmente incapaz de liberar a la clase obrera inglesa del beneficio de la explotación colonial. Esta liberación es la precondición de la emancipación del proletariado británico del asalariado.El Partido Laborista demostró a las masas coloniales que él continúa la política de dominación británica. A los trabajadores metropolitanos, el Partido Laborista le demostrará cada vez más el hecho tan importante de que la revuelta del proletariado británico privilegiado de Europa occidental, contra el esclavismo colonial, su rechazo a toda ganancia y de toda tajada en las colonias es una condición fundamental de su propia emancipación de clase.Por otro lado, la lección de la socialdemocracia en general y del Partido Laborista en particular no sólo es que la clase obrera metropolitana debe romper con el imperialismo para derribar sus propios patrones capitalistas y ver en su propia clase capitalista una clase imperialista, sino que en la misma medida en que ella rompe con el imperialismo, la clase obrera metropolitana debe ligarse al proletariado y a los oprimidos de las colonias. El vínculo esclavista del imperialismo entre la metrópoli y la colonia no sólo debe ser resueltamente quebrado, sino que debe ser reemplazado por un vínculo de clase de solidaridad y de lucha combinada entre los trabajadores de las metrópolis y de las colonias. El desarrollo histórico contribuye a este proceso, pero cuanto más se vuelve conciente, más rápidamente se liberará el proletariado metropolitano. En general, esta tarea toma la forma de una ruptura con la socialdemocracia en las metrópolis con el fin de entenderse con las masas trabajadoras de las colonias para el derribamiento del imperialismo. Es la lección principal a sacar de medio siglo de experiencia con la socialdemocracia en lo que respecta a las colonias.


La IV Internacional y las colonias

El programa de la IV Internacional en las colonias y semicolonias es el resultado de una comprensión de las leyes del desarrollo desigual y combinado y de la teoría de la revolución permanente.En los países metropolitanos, la tarea del partido revolucionario es la de sostener incondicionalmente las luchas antiimperialistas de las colonias y de luchar concretamente y ayudar por todos los medios a las masas coloniales para su independencia total del yugo imperialista, de llevar la lucha de clases en “su propio país” contra el capitalismo, como el mejor medio de ayudar prácticamente a los movimientos, las luchas y revoluciones coloniales en las mejores tradiciones del internacionalismo proletario.Cuando los ejércitos imperialistas ocupan un país colonial o semicolonial, el partido revolucionario de la metrópoli, en estrecha colaboración con la sección del país colonial, lucha por el retiro de las tropas imperialistas. Al mismo tiempo, prosigue una propaganda revolucionaria colaborando con la sección del país colonial para llevar la solidaridad de los soldados de la metrópoli hacia la lucha del pueblo colonial y para su fraternización con las masas combatientes de los países coloniales y semicoloniales. En el caso de una guerra de una potencia imperialista contra un país colonial o semicolonial, la sección de la metrópoli debe trabajar por la derrota militar del país imperialista.La tarea general en los países coloniales y semicoloniales es luchar por la expropiación y el derrocamiento del imperialismo, por la independencia y la autodeterminación nacional de cada país y nacionalidad colonial oprimida. En esta lucha, la revolución agraria juega un rol motor en las colonias y semicolonias donde el campesinado es preponderante (Extremo Oriente, Medio oriente, Próximo Oriente, África del Norte), mientras que en África meridional el principal factor dinámico de la lucha antiimperialista es el movimiento contra la opresión racial y de color y por la igualdad y los derechos democráticos. Los partidos de la IV Internacional adaptan a las condiciones de cada país el Programa de Transición y aprecian la madurez de las luchas en la aplicación concreta de las consignas transitorias más avanzadas.Los partidos de la IV Internacional luchan por la defensa de los intereses de los jóvenes proletarios de los países coloniales y semicoloniales, reivindicando especialmente una legislación obrera (horas de trabajo, delegados obreros, seguridad social, etc.).En ciertos países coloniales y semicoloniales, como China, una seria catástrofe del régimen puede crear una situación revolucionaria planteando la cuestión de la revolución armada. La IV Internacional se prepara para la movilización del proletariado para tal desarrollo apelando a la organización de los obreros, campesinos y soldados en los comités, al armamento de estos comités y a un gobierno obrero y campesino basado en estos comités armados. En China, la IV Internacional se pronuncia contra la intervención y la dominación imperialistas (es decir de los Estados Unidos), contra la burguesía compradora del Kuomintang y los propietarios hacendados en su embestida combinada con el apoyo del imperialismo contra los obreros y campesinos de la China “roja” y de la China del Kuomintang mismo. Mientras que participa y apoya toda lucha de masas contra Chang Kai Shek y sus sostenedores imperialistas, la IV Internacional lleva una lucha determinada contra la política y el terror stalinistas, hace el llamado a una alianza del proletariado y del campesinado con el objetivo de realizar la revolución agraria y de conquistar la liberación nacional y luchar por un gobierno obrero y campesino.El partido revolucionario en China “apoya a los ejércitos campesinos controlados por los stalinistas y combate enérgicamente a los propietarios hacendados del Kuomintang que quieren restablecer el antiguo orden en las aldeas. Declara que, a pesar de la dirección reaccionaria del partido stalinista, su política de magra reforma agraria posee sin embargo una importancia progresiva y la defensa por parte de los campesinos de estas pobres ganancias es evidentemente justa. Es por ello que los trotskistas en los territorios “liberados” combatirán sin vacilar del lado de los campesinos para resistir a la ofensiva reaccionaria del Kuomintang y al mismo tiempo, en el curso de la resistencia, denunciarán los compromisos y las traiciones del partido stalinista y combatirán su política reaccionaria. A la retaguardia de los ejércitos de Chang Kai Shek, los trotskistas ponen por delante la consigna de un armisticio incondicional y apoyan todo movimiento de masas anti-guerra y por la paz” 2 (Resolución de la Liga Comunista de China, 13 de febrero de 1948). Los trotskistas chinos luchan por impulsar todas las reformas emprendidas tímidamente por los stalinistas hasta su conclusión lógica e insistiendo en que la reforma agraria es imposible sin una sólida alianza entre el proletariado y el campesinado. Ellos luchan por una democratización de los ejércitos rojos y para que en los territorios “liberados”, el poder se encuentre en las manos de los comités de soldados y campesinos democráticamente elegidos.En Vietnam, la IV Internacional está por la lucha contra le imperialismo francés como el enemigo número uno. Siempre participando y sosteniendo toda lucha real contra la dominación francesa, denuncia las maniobras contrarrevolucionarias y la monarquía nacionalista de Bao Daï que apunta a apoyarse sobre el imperialismo norteamericano, denuncia constantemente la política de compromiso y el carácter débil de compradora de la burguesía y del Viet-minh dirigido por los stalinistas y rechaza toda aceptación de la Unión francesa, lucha contra todo oportunismo y contra todo compromiso corrupto, lucha por la revolución agraria, por una ruptura completa de las relaciones con Francia, por la unidad del Vietnam y por un gobierno obrero y campesino.En Indonesia, la IV Internacional considera al imperialismo holandés como el enemigo principal, combate todo camino reaccionario de los partidos burgueses indígenas con los dominadores imperialistas y opone sistemáticamente al “Commonwealth holandés” la lucha por la independencia de Indonesia.En las Indias, la IV Internacional toma como tarea principal el derrocamiento del imperialismo inglés (lo que implica la expropiación de todas las empresas extranjeras) y de sus colaboradores burgueses indios. Ella considera que la burguesía indígena de la India y del Pakistán ya no es capaz de jugar un rol progresivo en la lucha antiimperialista. Se esfuerza en ganar la dirección del proletariado en sus luchas sociales contra la burguesía indígena y sus jefes imperialistas. Llama a la revolución agraria y ve en el proletariado en alianza con el campesinado la única clase capaz de resolver la cuestión de la tierra. El campesinado no puede jugar un rol independiente y dirigente. La sección india de la IV Internacional está por la más completa democracia en las Indias, en Pakistán y en Ceylan y contra toda pseudo Asamblea constituyente. Está por la independencia total y denuncia toda forma de dominación imperial como el status de dominio. Lucha por el derecho a la autonomía de la India basado en el derecho a la autodeterminación y a la secesión. Denuncia la arbitraria división entre India y Pakistán y se dirige hacia los Estados Unidos socialistas de las Indias, con los derechos más completos de autodeterminación para cada nacionalidad.En los Estados árabes del Medio y del Próximo Oriente y en África del Norte, las secciones y grupos de la IV Internacional están por la unificación de los países árabes en Federaciones de repúblicas árabes libres. Estas secciones luchan por la eliminación del imperialismo –británico y francés- contra la intervención imperialista de los EEUU, contra los propietarios terratenientes cómplices de los imperialistas, contra su instrumento: la Liga árabe; por Asambleas constituyentes y por la más amplia democracia.Con relación particularmente a Palestina, la IV Internacional rechaza como utópica y reaccionaria la solución “sionista” a la cuestión judía; declara que el repudio total del sionismo es la condición sine qua non para una fusión de las luchas de los obreros judíos con las luchas emancipatorias, sociales y nacionales de los trabajadores árabes. Declara que es profundamente reaccionario exigir una emigración judía en Palestina, como es reaccionario llamar a la inmigración de los opresores en los países coloniales en general. Sostiene que la cuestión de la inmigración y de las relaciones entre judíos y árabes sólo puede ser convenientemente decidida después de la expulsión del imperialismo, por una Asamblea constituyente libremente elegida con plenos derechos para los judíos como minoría nacional.En el continente africano, el partido revolucionario lucha por una África libre. Lucha por los plenos derechos democráticos para todos. Lleva de manera intransigente una lucha contra la discriminación y la segregación racial y contra las barreras de razas en todos los dominios de la existencia. Lucha por organizar sindicalmente y por ganar la dirección del joven y potente proletariado que crece rápidamente, siendo la única clase capaz de llevar a los trabajadores de las tribus y los campesinos en su revolución agraria, y la única clase que puede llevar a la liberación nacional y a la libertad de las masas africanas, realizando así las grandes luchas que su gran despertar de la conciencia nacional anuncia al mundo entero. Lucha por el derrocamiento y la expulsión total de los imperialismos inglés, francés, belga, español y portugués. Lucha por la independencia y la autodeterminación de los trabajadores de todos los Estados de África.

Las tareas complejas de los revolucionarios en las colonias no tienen solución posible sin la dirección de un partido revolucionario basado sobre la teoría marxista y los métodos de organización del bolchevismo. Los únicos partidos en las colonias construidos sobre estos dos pilares gemelos son las secciones de la IV Internacional. Pero estos partidos, siempre poseyendo las concepciones y los métodos teóricos, políticos y organizacionales indispensables, se encuentran siempre ante la tarea de transformarse en partidos de masas del proletariado. La historia de las luchas coloniales mostró muchas veces, por la negativa, la necesidad de un partido revolucionario para dirigir estas luchas hasta la conclusión victoriosa de sus tareas. La construcción de partidos de masas de la IV Internacional en las colonias no puede tener lugar como una prolongación de las secciones de las metrópolis; sino sobre la base de las condiciones, de las particularidades, de las complejidades de los problemas indígenas en las cuales ellas se integran y a las cuales adaptan el programa mundial de la IV Internacional. El partido revolucionario no se orienta hacia las capas de la población que están ligadas a los privilegios y a las relaciones sociales políticas con el imperialismo y sus aliados. Por el contrario, estos partidos se orientan hacia los que son más explotados y a los más oprimidos, social y nacionalmente en la ciudad y en el campo. El partido revolucionario está basado en primer lugar sobre el proletariado de las grandes ciudades y sobre el desarrollo de la alianza del proletariado de las ciudades con los trabajadores agrícolas y de los dos con el campesinado pobre y los oprimidos en general. El partido se propone llevar a la victoria a la lucha de todos los trabajadores y a todos los oprimidos de estos países. Los partidos de la IV Internacional se orientan en esta dirección y orientan su actividad en particular entre los trabajadores organizados en los sindicatos cuyos mejores elementos deben constituir sus cuadros más sólidos en este camino. En todos lados donde el movimiento sindical se desarrolló, las secciones de la IV Internacional se esfuerzan en ganar la dirección de los trabajadores organizados; ellas emprenden la organización de los trabajadores desorganizados, siendo ésta orientación la única garantía para evitar al partido las ilusiones nacionalistas pequeñoburguesas en las colonias y semicolonias. En todos lados donde los trabajadores son divididos por consideraciones raciales, de casta o religiosas, las secciones de la IV Internacional llevan una lucha intransigente contra el racismo y los prejuicios de casta apoyándose en el destino histórico del proletariado en general y en particular en esta sección del proletariado que nada tiene que perder más que sus cadenas.

Es a la IV Internacional a la que incumbe la tarea de construir los primeros verdaderos partidos obreros en los países coloniales y semicoloniales. Su misión es ahorrar a los proletariados de estos países las dolorosas derrotas de los proletarios europeos. Es la primera internacional que efectivamente reunió en su dirección a los representantes más calificados del joven proletariado colonial. Sus ideas pueden extenderse hoy por encima de la cortina de hierro, las selvas y los océanos, con una rapidez sorprendente, del África negra al Japón, de Corea a Egipto. La IV Internacional preparará sobre estas tierras vírgenes de derrotas obreras los trastocamientos más radicales que la historia ha conocido hasta nuestros días.Por medio de revoluciones seguidas bajo la dirección del proletariado, los países coloniales y semicoloniales del mundo serán conducidos al nivel de la industria y de la cultura de los países avanzados. Por luchas revolucionarias complementarias combinadas en América, en Europa, en Asia y en África, el sistema del capitalismo mundial con su esclavismo imperialista y colonial será arrojado al pasado y hará lugar a la reconstrucción socialista de todos los continentes modernos y atrasados. 

 

Texto rechazado

Moción sobre la cuestión nacional presentada por la minoría de la comisión colonial del congreso (Bergson)

Moción sobre la cuestión nacional presentada por la minoría de la comisión colonial del congreso (Bergson) Siempre reafirmando la teoría de la revolución permanente, el congreso mundial reconoce que la etapa actual de conflicto imperialista y de la revolución colonial, la movilización de la IV Internacional y particularmente de sus secciones en los países coloniales no puede cumplirse sin:

1. Un análisis económico de la naturaleza de las revoluciones agrarias y particularmente de los movimientos campesinos tales como aquellos que mostraron una vitalidad inesperada, por ejemplo, en China y que se puede extender en el período próximo a otros países coloniales. Este análisis económico debe aplicar el método que Lenin utilizó en su análisis del movimiento campesino en Rusia y que le permitió hacer frente políticamente a los cambios de forma del movimiento agrario en las etapas decisivas en el desarrollo de la revolución proletaria.Según la tradición leninista, el congreso mundial rechaza la teoría menchevique según la cual los objetivos de la revolución agraria pueden ser cumplidos por un nuevo reparto del suelo a los campesinos. Contrariamente a esto, reconoce como “base material” para el movimiento campesino la necesidad económica de reconstruir todas las relaciones de propiedad terrestre y en la agricultura sobre una base nueva, conforme a las nuevas condiciones de la economía nacional y mundial. El congreso mundial reconoce que, en la etapa actual de la economía nacional y mundial, la tarea de la IV Internacional consiste en poner constantemente frente a las masas el carácter esencialmente socialista de las relaciones económicas que el proletariado, dirigiendo la revolución contra le imperialismo, debe establecer en los países coloniales.

De tal análisis económico debe resultar también la distinción política entre los campesinos pobres y los kulaks, que es decisiva para el desarrollo de la revolución proletaria y para su defensa contra la contrarrevolución. De este análisis económico debe dimanar finalmente, el análisis de las raíces nacionales económicas y sociales de los stalinistas en la pequeño burguesía rural y urbana y las razones de la adhesión de estos elementos pequeño burgueses al Kremlin.

El congreso mundial rechaza categóricamente la teoría esencialmente burguesa, según la cual el movimiento campesino y la guerra civil, por ejemplo en China, son únicamente el resultado de la política del Kremlin y de la política del imperialismo.

2. Un análisis de la nueva etapa del imperialismo mundial, resulta de la composición orgánica actual del capital a escala mundial y de la falta de capital disponible en los países avanzados. En los países coloniales, esto se expresa por: a) la crisis insoluble de las burguesías indígenas, incluso y particularmente en los países semicoloniales y su incapacidad absoluta de realizar la reconstrucción económica de los países coloniales; b) la necesidad para el Estado en las regiones coloniales y semicoloniales de nacionalizar las industrias claves y de estatizar los sindicatos. Cualquiera sea la oposición de tal o cual sección de la burguesía indígena o extranjera o de los propietarios hacendados, esta nacionalización y esta estatización constituyen una reacción a la presión del capital mundial y no representan una etapa de la revolución proletaria; c) la necesidad para los imperialismos dominantes de centralizar grandes cantidades de capital por medio de su expansión y de conflictos estratégicos y militares. En su análisis de este fenómeno en los países coloniales, la IV Internacional es guiada por un análisis ajustado de los medios empleados por los imperialismos japonés y norteamericano durante la Segunda Guerra Mundial en Asia oriental.

El congreso mundial reconoce que una catástrofe militar, financiera o política de gran envergadura en una región como China podría transformar la situación prerrevolucionaria en una situación revolucionaria. El congreso reconoce también que una movilización de masas del proletariado por las reivindicaciones más inmediatas puede plantear la cuestión de la revolución armada. La IV Internacional se prepara y prepara al proletariado para tales desarrollos a través de una propaganda revolucionaria incesante, por la movilización de los obreros en sus propios comités, por comités campesinos, por comités de soldados y por el armamento de estos comités, para formar la base de un gobierno obrero y campesino.El congreso mundial rechaza sin reserva toda teoría según la cual la reconstrucción económica de un país colonial es una precondición para la revolución proletaria. El congreso mundial reconoce que en el período actual, el capitalismo internacional puede emplear y empleará al movimiento campesino contra la revolución proletaria en los países coloniales. Sin rechazar el apoyo del movimiento campesino, la IV Internacional se opone sin embargo al peligro de tal utilización internacional y contrarrevolucionaria del movimiento campesino, la acción internacional del proletariado en los países coloniales y en regiones como Asia oriental, y subraya siempre la importancia estratégica y decisiva del proletariado revolucionario japonés.

El congreso mundial rechaza la teoría según la cual, en el período actual, la independencia política ofrece una perspectiva histórica cualquiera a las economías nacionales o a las burguesías indígenas de los países coloniales. Reconoce por el contrario que, en la época actual de conflicto imperialista y de guerra total, los países coloniales, con algunas excepciones importantes, están incesantemente ante la amenaza de una ocupación armada por las fuerzas de las potencias dominantes, directamente o por los ejércitos campesinos. Basándose en este análisis, la IV Internacional en los países coloniales y la vanguardia del proletariado mundial se dirigen incesantemente a través de una propaganda revolucionaria socialista a los soldados de los ejércitos de ocupación y a los campesinos pobres de los ejércitos campesinos. Por la misma razón, la IV Internacional en los países coloniales se distingue de la III Internacional en que coloca constantemente frente a las masas coloniales las perspectivas revolucionarias concretas en los países opresores.

Basándose en las necesidades económicas del movimiento campesino, en el desarrollo del movimiento proletario y en la bancarrota actual de las economías nacionales y mundiales, la IV Internacional, siempre reafirmando que sólo el proletariado puede dirigir la lucha por la independencia nacional y sin por esto rechazar las consignas de la revolución democrática, pone constantemente la reconstrucción socialista económica de los países coloniales a escala continental e internacional, como único medio de: a) realizar las aspiraciones materiales del movimiento campesino; b) realizar las reivindicaciones inmediatas del proletariado; c) realizar o mantener la independencia nacional de los países coloniales o semicoloniales.El congreso mundial elige una comisión internacional encargada de preparar una resolución sobre la cuestión colonial, basada en el análisis y las perspectivas descriptas más arriba, teniendo en cuenta las diferentes condiciones geográficas e históricas de los diferentes países coloniales.

 

* Traducción inédita al español realizada por el CEIP LT de la versión publicada en Les Congrès de la Quatrième Internationale, Tomo 3 (1946-1950), R. Prager compilador, Ed. La Brèche, 1988, Francia.

1. Ibrahim Tan Malakka (1897-1949), docente, miembro de la primera organización socialista indonesia (ISDV) fundada por Sneevliet en 1914, uno de los fundadores del PC indonesio en mayo de 1920. Asistió al IV Congreso de la IC en Moscú en 1922. Rompe con el PC y la Comintern en 1927. Adopta posiciones próximas al trotskismo y es calificado como tal por sus adversarios. Arrestado el 17 de marzo de 1946 por las tropas nacionales burguesas indonesias, fue ejecutado en 1949.

2. Esta última frase parece contradecir el contenido de la política expresada en el párrafo inmediato anterior. Sin embargo, no podemos confirmarla o rectificarla, debido a que no contamos con otro texto original (NdT, CEIP LT).