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Red Internacional

Vaticano. El papa y el comunismo

El Papa encabezó ayer el Encuentro Mundial de los Movimientos Populares en el Vaticano.

Miércoles 29 de octubre de 2014

En el Encuentro estuvo presente también Evo Morales y delegaciones de distintos países, 150 organizaciones de base entre ellas seis argentinas. El Papa se refirió al Encuentro como un hecho importante, denunció la pobreza y destacó la lucha de los jóvenes y los movimientos de los pueblos pobres: "Vinieron a poner en presencia de Dios, de la Iglesia, una realidad muchas veces silenciada: ¡los pobres no sólo padecen la injusticia sino que también luchan contra ella!".

Definió con la palabra “solidaridad” la historia de los movimientos populares. Y hasta criticó: "Jesús les diría hipócritas" a quienes abordan el "escándalo de la pobreza" con "estrategias de contención que únicamente tranquilice y convierta a los pobres en seres domesticados e inofensivos".

Al abordar las cuestiones vitales de los pueblos manifestó: "Tierra, techo y trabajo, es extraño pero si hablo de eso, para algunos resulta que el Papa es comunista". En realidad lo sorprendente es que al Papa no se le haya ocurrido ninguna otra ideología más acorde a su pensamiento que él pudiera reivindicar como ejemplo del logro de estas necesidades tan sentidas por las masas. Pero el Papa no se equivoca ya que no podría haber dicho “Tierra, techo y trabajo y creen que soy socialdemócrata, reformista, liberal, populista, kirchnerista, petista o de Evo morales"…a confesión de partes relevo de pruebas.

Sin embargo, existen las pruebas. Y el Papa hace un reconocimiento sin quererlo de la perspectiva del comunismo, asociando las consignas que llevaron al triunfo de la revolución rusa de 1917, bajo la dirección del Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky, que hizo realidad la “Paz, pan y tierra” para los obreros y campesinos. León Trotsky, en el libro recientemente publicado por Ediciones IPS-Ceip, "La revolución traicionada", realiza una pormenorizada investigación sobre las contradicciones y límites del primer Estado obrero de la historia desde el triunfo de la revolución hasta 1936, pero también sobre sus logros resultado de las conquistas de la revolución que conmovieron al mundo, como tituló en aquel momento el periodista norteamericano John Reed. Allí el revolucionario ruso dice : “Los inmensos resultados obtenidos por la industria, el comienzo prometedor de un florecimiento de la agricultura, el crecimiento extraordinario de las viejas ciudades industriales, la creación de otras nuevas, el rápido aumento del número de obreros, la elevación del nivel cultural y de las demandas culturales, son los resultados indiscutibles de la Revolución de Octubre en la que los profetas del viejo mundo creyeron ver la tumba de la civilización…el socialismo ha demostrado su derecho a la victoria, no en las páginas de El Capital, sino en una arena industrial que constituye la sexta parte de la superficie del globo; no en el lenguaje de la dialéctica, sino en el del acero, el cemento y la electricidad. Incluso en el caso de que la URSS sucumbiera como resultado de las dificultades internas, los golpes del exterior y los errores de dirección –cosa que esperamos firmemente no ver– quedaría, como prenda del porvenir, el hecho indestructible de que la revolución proletaria fue lo único que permitió a un país atrasado obtener en menos de veinte años resultados sin precedentes en la historia”1.

Trotsky cuenta también las implicancias de la Revolución en torno a las cuestiones de la mujer, la juventud y la familia, entre otros temas. Es un libro que permite dar cuenta de la verdadera historia, teñida de contradicciones, del surgimiento de un régimen despótico, que se fortaleció en base al aislamiento de la revolución pero sobre la base de conquistas enormes sin parangón con ningún país del mundo capitalista y que desmiente las falsificaciones tanto de los escribas del capitalismo –endemoniándolo– como las del estalinismo –endiosándolo–. El fundador de la IV Internacional demuestra que muy distinta hubiese sido la realidad soviética si la revolución se hubiese hecho en un país avanzado como Alemania o Estados Unidos ya que el socialismo se basa en la abundancia de medios de producción y de consumo.

Para el Papa Francisco la salida a la pobreza se basa en pugnar por un mundo capitalista humanizado donde los pobres sean dignos y se recluyan en Dios: "Se rinde un culto idolátrico al dinero y se globaliza la indiferencia. El mundo se ha olvidado de Dios que es padre y ha quedado huérfano porque ha puesto a Dios de lado". Sus palabras tienen la sagacidad de dar cuenta de la movilización de los oprimidos y la juventud en el mundo, con el fin de erigirse como un líder espiritual para millones, esforzándose por alejarlas de cualquier idea de emancipación y canalizando el viento de las luchas para "que se transforme en vendaval de esperanza"...en Dios. "Los cristianos tenemos algo muy lindo -dijo el Papa argentino- una guía de acción, un programa, podríamos decir, revolucionario. Les recomiendo vivamente que lo lean, que lean las bienaventuranzas’’ que como se sabe premia a los pobres, a los sin tierra, a los mansos pero en el "reino de los cielos".

El capitalismo da sobradas muestras de su incapacidad para otorgar la más mínima de las demandas vitales para las masas y por el contrario las lleva, cada vez más, al desempleo y al hambre. Heráclito afirmaba que en la lucha está el origen de todas las cosas. Lejos de la esperanza en Dios, está la fuerza y lucha de los trabajadores, quienes junto a los oprimidos constituyen la gran mayoría de la nación, son los que demostraron que pueden hacer girar la rueda de la historia en base a su propia experiencia, sus logros, fracasos y conquistas históricas, que interesadamente la burguesía intenta ocultar: "El propósito del comunismo -escribe Trotsky- de someter la naturaleza a la técnica, y la técnica a un plan para obligar a la materia a que dé al hombre todo lo que éste necesita, y mucho más, es una idea que se propone un fin más elevado: el de liberar para siempre las facultades creadoras del hombre de todas las trabas, limitaciones o dependencias humillantes. Las relaciones personales, la ciencia, el arte, ya no tendrán que sufrir ningún ‘plan’ impuesto, ninguna sombra de obligación"2.

1. Trotsky, La revolución traicionada, ediciones IPS-CEIP, p. 40-41.
2. Ídem p. 259.


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