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Cuadernos Nº 14 (Noviembre 2010)

Defensa y Contraproceso en Francia

Defensa y Contraproceso en Francia

Gérard Roche

 

Traducido de “Cahiers Léon Trotsky nº 3”, número especial, “Los Procesos de Moscú en el mundo”, julio/sept. de 1979 por Rossana Cortez.

 

 

El anuncio de la apertura del proceso contra Zinoviev, Kamenev y sus catorce compañeros, en agosto de 1936, llenó de estupor a militantes obreros e intelectuales: era muy difícil creer que los hombres de la vieja guardia bolchevique, los compañeros de Lenin, hubiesen caído al grado de abyección que mostraban sus confesiones públicas. Pero pronto la prensa del Partido Comunista Francés se dedicó a movilizar todas sus fuerzas para difundir y dar crédito a las acusaciones lanzadas por el procurador Vyshinsky. Se hizo un esfuerzo especial con relación a los intelectuales: a los virulentos artículos de Jacques Duclos, Marcel Cachin, Etienne Fajon[1] en L´Humanité responden en Commune, órgano de la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios, los de Louis Aragon y Georges Sadoul[2].
Frente a este enorme aparato de propaganda, las fuerzas de quienes se niegan a creer en las confesiones de Moscú y aceptan los riesgos que implican tal posición pública se manifiestan muy reducidas. Es que, ante todo, la conciencia de los trabajadores está obsesionada por el ascenso del fascismo en Alemania y en Italia. Sus ojos están puestos en España, en donde trabajadores y campesinos luchan heroicamente contra Franco y los mercenarios de Hitler y Mussolini. Como escribirá mucho más tarde Alfred Rosmer: “no era el momento de dividir las fuerzas antifascistas, uno se mantenía alejado de las preguntas que era necesario hacerse y las confesiones eran un cómodo pretexto para evadirse”[3].
En este contexto, un puñado de militantes y algunos intelectuales iban a organizar la defensa de Trotsky y, a pedido de él, participar en la contra investigación internacional encargada de demostrar las maquinaciones policíacas de Stalin.

El “Llamado a los Hombres”

El primer texto de protesta contra los Procesos de Moscú, firmado por diez organizaciones —entre ellas la Gauche Révolutionnaire de la SFIO, las JS de la Seine, el grupo Que faire?, el PUP, la Révolution prolétarienne, el POI y las JSR[4]—, fue publicado por primera vez en septiembre de 1936. Dirigido a la Federación Sindical Internacional[5] y a la Internacional Obrera Socialista[6], pedía a ambas organizaciones que fuesen más allá de su primera protesta y que contribuyesen a la constitución de una comisión obrera internacional de investigación, presentando “todas las garantías de imparcialidad, es decir, independencia de Stalin”.
En la Révolution prolétarienne, el poeta Marcel Martinet, en un texto muy emotivo, denuncia “la sangrienta farsa” del primer juicio, la cual provocó, según él, una reacción de estupor y de disgusto mezclada con vergüenza en la conciencia de esos revolucionarios. Escribe:

“Políticamente, no somos trotskistas. Pero esta obsesión por el trotskismo, que ha dominado y sigue dominando el asunto, pone su sello en la operación y revela su sentido exacto: es necesario destruir lo que queda de Octubre, salvo la idolatría petrificada”.

Para él, con Trotsky vivo, “la tradición de Octubre sigue estando terriblemente viva, a pesar de todo”[7].

Victor Serge[8], recientemente liberado gracias a una campaña que llevaron adelante los medios occidentales, dedica mucha energía a escribir artículos en La Wallonie, La Flèche, La Révolution prolétarienne en donde hace crónicas permanentes. Informa sobre la personalidad de los acusados y de las víctimas de la GPU. Denuncia la sangrienta ejecución de los dieciséis, la liquidación de la Vieja Guardia bolchevique por parte de Stalin. Para él también, mientras Trotsky viva, la tradición de Octubre vivirá, y no hay “peor remordimiento, peor peligro para la reacción estalinista”. Según él, el “trotskismo” en la URSS “es un pretexto, como el antisemitismo en Alemania; para Stalin, lo esencial es acabar con los viejos bolcheviques, aterrorizar al aparato del partido”[9].

El grupo surrealista también es uno de los primeros en alzar la voz. Henry Pastoureau toma contacto con Marcel Martinet para pedirle que redacte una protesta contra el proceso Zinoviev. Martinet anota en sus apuntes: “¿Tendré la fuerza de escribir algo? Estoy lleno de odio”[10]. Finalmente, redacta ese texto el 2 de septiembre de 1936 y se lo envía a Pastoureau.
Este texto, fechado el 3 de septiembre de 1936, es firmado por diez miembros del grupo surrealista y leído por André Breton en el mitin de la sala Wagram[11]. Este denuncia el proceso como una “desgracia espantosa” que golpea al socialismo en todo el mundo, acusa a Stalin, “el gran negador, el principal enemigo de la revolución proletaria”. Los firmantes se comprometen a combatir en él al “falsario” y al “más inescrupuloso de los asesinos”. La declaración —que toma distancia frente a la consigna trotskista de “defensa incondicional de la URSS”— se termina con un llamado de solidaridad por la defensa de León Trotsky:

“Saludamos nuevamente a la persona de León Trotsky, desde ya por fuera de toda sospecha. Reclamamos para él el derecho de vivir en Noruega y en Francia. Saludamos a este hombre que ha sido para nosotros, haciendo abstracción de las opiniones no infalibles que ha sido llevado a formular, un guía intelectual y moral de primer orden y cuya vida, en este momento amenazada, es tan preciosa como la nuestra”[12].

Estas protestas preparan el terreno para un agrupamiento. En Estados Unidos, en octubre de 1936, se había constituido un Comité Provisorio por la Defensa de León Trotsky, que se daba como objetivo la obtención del derecho de asilo para Trotsky y la formación de una comisión internacional de investigación.
En Francia, León Sedov es el incansable constructor de la agrupación que dio nacimiento al Comité francés para la Investigación sobre los Procesos de Moscú. Hace esfuerzos enormes, establece los contactos, vence las reticencias, todo esto ocurre con dificultades. A la manera de los norteamericanos, quiere reunir personalidades del mundo científico y literario lo suficientemente conocidas por no pertenecer, incluso por ser hostiles hacia el trotskismo. Prioritariamente, él también se dirige a Marcel Martinet, relacionado a Trotsky desde la época de La Vie ouvrière, y pionero del comunismo en Francia.
Sedov apura a Martinet para que redacte un llamado:

“Armándonos con vuestro texto, pensamos hacer una ofensiva muy enérgica sobre todos los intelectuales que haya en Francia y que no estén totalmente podridos”[13].

Precisa su concepción sobre el llamado: “Este debe ser muy moderado en su forma, con el objetivo de reunir la mayor cantidad de firmas posibles”. El texto de los surrealistas le parece demasiado “violento”. El objetivo, según él, es “dirigirse a la opinión pública proletaria democrática mundial” con el fin de crear una comisión de investigación que tendrá la autoridad necesaria para “escuchar los testimonios y examinar los documentos del expediente”.

Martinet emprende esta redacción en los primeros días de octubre de 1936. El llamado será, de hecho, el fruto de la colaboración de otros militantes. El 1 de octubre, recibe la visita de Marguerite Rosmer “con la misión (para él) de redactar el llamado contra los Procesos de Moscú”. Agrega en sus apuntes: “Fue un parto trabajoso que terminará recién el viernes al mediodía”[14]. El proyecto también es discutido con Michel Alexandre y Pierre Monatte, quienes lo aprueban. Martinet se encarga entonces de conseguir las primeras firmas, se lo envía sobre todo a Maurice Wullens y a Roger Hagnauer. Paul Rivet, uno de los fundadores del Comité de Vigilancia de los Intelectuales Antifascistas, está entre los primeros firmantes.
El texto, con el título “Llamado a los Hombres”[15], aparece en el órgano del POI, La Lutte ouvrière. También se difunde como volante. Entre las treinta primeras firmas, se destacan los nombres de personalidades literarias y jurídicas, en su mayoría muy alejadas del trotskismo, como el filósofo Alain, Paul Rivet o incluso los escritores Jean Giono y Victor Margueritte. Aunque muy moderado en su forma y en sus propuestas, al documento no lo firman todos íntegramente. Gaston Bergery y Georges Izard, por ejemplo, se asocian con reservas sobre algunos términos, pero dando su acuerdo con la conclusión. Otro grupo de tendencia cristiana, con Marc Sangnier, Georges Hoog, Maurice Lacroix, Jacques Madaule, hace su propia declaración, no aprueba los términos del “Llamado”, pero apoya sus propuestas[16].
Un grupo de abogados y juristas, reunidos alrededor de Gérard Rosenthal (que incluía a Betty Brunschwig, Maurice Delépine, Georges Izard, Maurice Paz, André Weil-Curiel) publica una declaración que anuncia que ellos se constituyen como una “comisión jurídica” con el fin de “proceder al examen profundo y sistemático” de todos los materiales del proceso.

El Comité por la Investigación sobre los Procesos de Moscú y por la defensa de la libertad de opinión en la revolución.

El comité francés se forma a partir del “Llamado”. La enorme presión de la propaganda del PCF y la influencia del Frente Popular sobre la gran mayoría de los intelectuales constituyen serios obstáculos. Incluso entre los mismos firmantes del “Llamado”, son pocos los que aceptan ir más allá de una simple protesta y se comprometen a trabajar activamente en la constitución de una comisión internacional de investigación. Como le indica Sedov a Martinet, se trata de un “intento desesperado para reunir a una parte de la intelligentsia, al menos”.
Entre los firmantes, muchos desconfían de los trotskistas y surgen serias dificultades a partir de los primeros contactos para poner en pie un comité. Magdeleine Paz, que goza de una autoridad real, acrecentada aún más por el rol que jugó en la campaña por la liberación de Serge, fue requerida. Pero ella tiene un pasado conflictivo con Trotsky, es militante del Partido Socialista: piensa limitar la influencia de los trotskistas todo lo posible. Por eso propone hacer entrar en el comité al menchevique Dan, exiliado en París y quien, según ella, posee una documentación muy rica. Sedov se opone enérgicamente a esta propuesta, insiste con Marcel Martinet para que use su influencia en ese sentido:

“¿Para qué ser prudente, eliminar a Souvarine, si ponen a Dan? Poner en este comité a una personalidad política tan marcada equivale a desfigurarlo completamente, no darle un carácter apartidario compuesto por personalidades literarias, científicas, intelectuales en general; equivale a transformar este comité en un comité de Dan y una empresa que en todas partes se consideraría menchevista. Así, estoy convencido, se matará al comité, se desacreditará su trabajo antes de haberlo empezado.”[17]

Por su parte, Magdeleine Paz alerta a Martinet contra la tentativa de los trotskistas de constituir un comité:

“Usted va a recibir la visita de un trotskista (probablemente el hijo de Trotsky). Esto con respecto a las deportaciones, detenciones en la URSS. Ya hace meses que me solicita emprender una campaña respecto a esto. Le he respondido […] que no lo haría mientras sólo cuente con informaciones fragmentarias y no verificadas.”[18]

Magdeleine Paz destaca que toda la información proviene sólo de los trotskistas: el comité debe asegurarse primero su propia fuente. En la medida en que Serge ha aportado una vasta cantidad de información, ¿es verdaderamente serio el argumento? En realidad, sus motivos parecen más precisos: no quiere la influencia de los trotskistas en el comité y le escribe a Martinet:

“Ayer vinieron a verme dos trotskistas para pedirme si podía formar un comité. Para mí, lo haría si se pudiera formar un comité que tenga un prestigio, si pudiera hacer que este no apareciera como una maquinaria de guerra trotskista y si finalmente, desde adentro, no son los trotskistas los que se aprovechan de nosotros con un objetivo político.”[19]

Finalmente, Magdeleine Paz se une al comité, pero a Sedov le preocupa su ideología, ya que cree que “puede constituir una fuente de nuevas dificultades en el futuro”[20]. Porque, si bien Magdeleine Paz se compromete activamente, no por eso abandona su desconfianza y su hostilidad respecto a los trotskistas. Pierre Naville, en una carta a Hervert Solow escribe que “Magdeleine Paz y Marcel Fourrier colaboran con el objetivo de socavar nuestra influencia para beneficio de Blum y cía.”[21]

De hecho, entre Sedov y Magdeleine Paz existe una profunda divergencia de orientación. Para Sedov, luego de la ejecución de los dieciséis, es urgente desenmascarar las groseras falsedades de la GPU. Piensa, al igual que Trotsky, que imponer una comisión internacional de investigación, es darle un golpe mortal a la política de Stalin. Magdeleine Paz está horrorizada por los métodos de Stalin, pero lo que cuestiona fundamentalmente, más allá del estalinismo, es al propio bolchevismo. Escribe a Martinet luego del primer proceso:

“Lo que es más repugnante, porque no hay nada más ni nada menos en este asunto, no es tanto la maquinación estalinista ni la monstruosa grosería de sus acólitos, sino la servil ‘complacencia’ de los acusados al participar en la maquinación. El régimen ha corrompido a esta gente hasta las tripas, verdugos y víctimas son compadres y compañeros, tan podridos, tan comprometidos tanto unos como otros. Por los demás, para defenderlos, hay que rechazar con disgusto a las víctimas, sacarlas de la escena.”[22]

El Proceso la “obsesiona” y la “conmociona”, no solamente en sí mismo, sino por lo que inaugura y lo que significa. Para ella, el “mal mayor”, es “el comunismo desde el punto de vista de la podredumbre y la fascistización a las que ha llegado”, que se vuelve “el enemigo nº 1, el peligro mayor”[23].
Sedov se queja ante Martinet de que el asunto Dan-Paz ha hecho “perder un mes, quizás más” para constituir el comité. Este realmente se forma a fines de octubre, principios de noviembre. Está compuesto por 22 miembros. Trotsky escribe a Gérard Rosenthal que los firmantes del “Llamado” “no son todos conocidos en el extranjero” y que habría que “preparar una lista con las características de cada uno.”[24]
En él se encuentran escritores: André Breton, Galtier-Boissière, Marcel Martinet, Henry Poulaille, Victor Serge; pacifistas, periodistas o docentes: Félicien Challaye, Léon Emery, Georges Michon, Georges Marthe Pichorel, Maurice Wullens; sindicalistas o militantes políticos: la propia Magdeleine Paz, el diputado socialista de Rhône, André Philip; representantes de La Révolution proletarienne y de su “núcleo”: Pierre Monatte y Ferdinand Charbit; Daniel Guérin, que representa a la Gauche Révolutionnaire de la SFIO. Alfred Rosmer aporta su autoridad moral, su experiencia. Una joven docente miembro del POI, Andrée Limbour, es la secretaria del comité. Gérard Rosenthal, abogado de Trotsky y miembro del POI, se mantuvo apartado, pero mantiene relaciones permanentes[25]. Jean van Heijenoort, ex secretario de Trotsky, que acaba de ser expulsado de Noruega, asiste a Sedov en su trabajo por la comisión de investigación, en relación con el abogado, que es el “centro” de la actividad.[26] La cohabitación de estas diversas personalidades y de las distintas organizaciones no siempre es fácil y Andrée Limbour da testimonio de esto.[27] Pierre Monatte colabora sin disimular su hostilidad hacia “los trotskistas”[28]. Marcel Martinet y Alfred Rosmer son, sin duda, los menos antitrotskistas y colaboran lealmente. Naville escribe a Solow:

“Hasta el momento, en el comité hay una cierta lucha por arrancarle el control a nuestro partido y transmitírselo a los blumistas. El argumento era: ‘No hay que aparecer como demasiado trotskistas´”.[29]

André Breton es uno de los más activos. Durante años, se negó a tomar partido entre la Oposición de Izquierda y los estalinistas. Pero el Congreso de Escritores por la Defensa de la Cultura en junio de 1935[30] marcó su ruptura definitiva con el PC, y la de sus amigos también. Se acercó a los trotskistas, que no lo consideraban muy confiable y Naville escribe sobre él que es “políticamente poco claro”. Pero asiste asiduamente a las reuniones y a los mítines, trabaja mucho según el testimonio de Van Heijenoort:

“Cuando se trata de hacer tareas prácticas, llevar cosas, ver gente, Breton tenía la mejor voluntad”[31].

El comité goza también del apoyo nada despreciable que le aportan los pacifistas por intermedio, sobre todo, de Georges Pioch, colaborador de La Patrie humaine y de Félicien Challaye[32], de la Liga Internacional de Combatientes por la Paz (LICP), cuyo órgano, Le Barrage, había protestado contra los Procesos. En el interior del país, los pacifistas se unen a los militantes del POI para organizar reuniones públicas.

La adhesión de Marthe Pichorel aporta implícitamente la adhesión del Sindicato de Docentes, del que era su secretaria[33]. El ex secretario de la Federación Unitaria de la Enseñanza, Gilbert Serret, toma posición en École émancipée, apoyando al comité y publicando sus textos.[34]

Finalmente, el auditorio del comité recibe un refuerzo importante con el compromiso de Maurice Wullens que anima junto con Maurice Parijanine[35] una pequeña revista literaria, Les Humbles. Como docente, Wullens colabora en École émancipée. Andrée Limbour escribe que él es “independiente de los partidos y del dinero y se opone a él violentamente”.[36] Goza de una autoridad real entre los docentes y en los grupos revolucionarios, y, sobre todo, con Les Humbles, aporta la posibilidad de que el comité se exprese más allá de la influencia limitada de los trotskistas. En Bruselas, se encontró con Serge, “literalmente conmocionado” por el proceso Zinoviev[37], quien le sugiere consagrar un número de la revista a las “matanzas de Moscú”. Wullens le envía el plan a Martinet, y aparece con el título Dossier des fusilleurs[38]. Por su parte, Serge escribe un folleto desgarrador Seize fusillés (Dieciséis fusilados), en quince días. René Lefeuvre, el director de la revista Masses lo publica en los Cahiers Spartacus con un bello prólogo de Magdeleine Paz.[39]

Victor Serge recién pudo regresar a Francia en diciembre de 1936. Participa irregularmente en las reuniones del comité. Destaquemos que en Mémoires d´un Révolutionnaire, él cuenta que a propuesta suya se adoptó la segunda parte del título del comité: “Por la defensa de la libertad de opinión en la revolución”, porque, decía, “también tendremos que defender la revolución española del totalitarismo ruso, que intentará deshacerse de los hombres con libertad de opinión”.[40]

Los intelectuales franceses en la “mística del Frente Popular”.

La palabra “intelectual” apareció en Francia en el momento del “affaire Dreyfus”[41]: designaba a los escritores y hombres de letras que se alinearon tras la causa defendida por Zola[42]. Con el “Manifiesto de los Intelectuales” publicado por Aurore el 14 de julio de 1898, la corriente antipartidarios de Dreyfus se identificó con la corriente antiintelectual[43]. Paradójicamente, la gran mayoría de los intelectuales franceses se revelaron antipartidarios de Dreyfus[44] en el momento de los Procesos de Moscú.
El ejemplo más tristemente célebre es el de Romain Rolland[45], quien, para muchos intelectuales, encarnaba al escritor que en 1914 había elegido negarse a que su escritura sirviera a la unión sagrada y se había ubicado “por fuera del combate”. En 1934, había tomado una firme posición en contra de la expulsión de Trotsky, diciendo:

“Será un oprobio eterno para la democracia francesa haber negado el asilo que León Trotsky le ha solicitado. Es la vergüenza de Europa que Turquía le dé una lección de honor y de dignidad.”[46]

Sin embargo, en 1935, había adoptado las tesis de los estalinistas contra Zinoviev y Kamenev en las columnas de L´Humanité, lo que le había valido la doble interpelación de Marcel Martinet y del propio Trotsky[47]. En 1936, Parijanine, su admirador de siempre, como Martinet, le había dirigido en el Dossier des fusilleurs una carta que permaneció sin respuesta. En la víspera del segundo Proceso, fue Serge quien le escribió:

“Demasiadas mentiras, opresión y sangre —todo este estalinismo que usted aprueba con tanta obstinación— nos separan.”

Serge le recuerda a Rolland la gran responsabilidad que asumió “al aprobar ostensiblemente el terror blanco iniciado luego del asesinato de Kirov” y le asegura que sólo se dirige a él por su autoridad moral, que le permite intervenir y conseguir que “al menos no se derrame más sangre”. Esta carta, fechada el 23 de enero de 1937, aparece en La Flèche con este comentario de su autor:

“Ignoro si le ha llegado mi carta a Romain Rolland. Ignoro si Romain Rolland ha hecho lo que debía. Trece hombres, entre ellos dos camaradas de Lenin y tres combatientes de la generación de Octubre han sido fusilados. Si Romain Rolland le ha escrito a Stalin, Stalin y la más humana de las Constituciones sabrán a qué atenerse.”[48]

Varios testigos han relatado que Romain Rolland, conmovido por los Procesos, habría protestado y le había hecho llegar una carta a Stalin en ese sentido. Pero esta intervención nos parece tener más de leyenda que de historia. En 1938, el autor de Jean-Christophe confiaba a una corresponsal inglesa:

“No tengo ninguna razón para dudar de las condenas que caen sobre Zinoviev y Kamenev, personajes despreciados desde hace mucho tiempo, que renegaron dos veces y traicionaron la palabra dada. No veo cómo puedo rechazar como inventadas o arrancadas a declaraciones que hicieron públicamente los acusados… Lamento no poder compartir vuestra confianza en las diatribas vengativas de Victor Serge —al que no estimo para nada— porque su condena no tenía nada de trágico… y él la ha exagerado ridículamente.”[49]

En octubre de 1936, en Dossier des fusilleurs, Wullens había tomado la iniciativa de una investigación, dirigiéndoles a decenas de personalidades, escritores, artistas y revistas de izquierda (Le Canard enchaîné, Europe, La Nouvelle Revue Française, Vendredi, Vigilance) un cuestionario sobre los Procesos de Moscú. Publica los resultados en el número de Les Humbles de enero de 1937. El informe de las respuestas es insignificante, pero refleja bastante bien la actitud de la mayoría de los intelectuales franceses: “Seis en contra de Stalin: Duhamel, Goldstein, Hubermont, Jolinon, Lalou y Paulhan. Seis a favor, más o menos claramente y con más o menos precauciones: Dujardin, Freinet, Gromaire, Hamon, Prenant, Prévost.”[50]

Los seis “en contra de Stalin” no por eso están dispuestos a alguna acción a favor de la comisión de investigación. Es el caso de Georges Duhamel, que se negó ante Martinet a firmar el “Llamado”, porque anunció públicamente que no firmaría nada más “con la calurosa aprobación de Gide”. También se niega a publicar el “Llamado” en Mercure y escribe a Martinet:

“Quizás es demasiado fácil escapar de ciertos debates de conciencia con una firma benévola. Para mí, mi conciencia no está comprometida en el asunto. Hace mucho tiempo que ya no deposito ninguna esperanza en el gobierno de Moscú.”

Por su parte, Jean Paulhan escribe a Wullens que firmaría el “Llamado” si fuese comunista:

“Como no lo soy, me temo que así le quito toda importancia a la repugnancia que pueda experimentar por todos los procedimientos de Moscú.”

En cuanto al famoso pedagogo Célestin Freinet, “no ha tenido tiempo de contestar el cuestionario sobre los Procesos de Moscú” y deja a los demás la preocupación de dar su opinión sobre una cuestión de la que “no desconoce la importancia, pero que demandaría de su parte una extensa precisión.” En el mismo momento, mientras se defiende de cualquier reticencia partidaria, se niega a publicar un artículo de Serge en L´Éducateur prolétarien, que él dirige.

Los que se pronuncian “a favor de Stalin”, en general invocan la “defensa de la URSS” y la necesidad de la lucha contra el fascismo, que les parece prohibir toda crítica a la URSS. Augustin Hamon explica que, “en la lucha entre los capitalistas fascistas y los anticapitalistas demócratas, hay que estar de un lado o de otro de la barricada”, y agrega:

“Aun cuando me demostraran que los dieciséis fusilados del Proceso de Moscú fueran inocentes, sería un defensor de la URSS y de su gobierno, porque creo que construye el socialismo.”

El profesor Prenant no admite “que perjudiquen traicioneramente a la URSS, principal fuerza de paz y de libertad en el mundo”. En cuanto al novelista Jean Prévost, hostil a la razón de Estado en el affaire Dreyfus, invoca a Stendhal[51] para justificar los Procesos de Moscú. Que la razón de Estado “golpea despiadadamente a los enemigos declarados y peligrosos, aún cuando en otro momento han servido de mucho, es el principio de Stendhal: es necesario asesinar a tres hombres para salvar a cuatro.”[52]

La mayoría de los intelectuales que piensan como él han preferido no contestar. Wullens ataca a Paul Langevin, el único de los tres fundadores del CVIA que no firmó el “Llamado a los Hombres”. Louis Guilloux, autor de Sang noir, partidario del Frente Popular, que frecuenta a Aragon, “no se contiene en decir en la intimidad que el Proceso de Moscú lo ha llenado de espanto, pero se cuida bien de escribirlo”[53]. En efecto, cree que no tiene derecho a “criticar a la URSS”, actitud que es también la del semanario Vendredi, fundado, escribe su director, en el “movimiento místico del Frente Popular”.

André Gide[54], la URSS y los procesos de Moscú

Gide y sus compañeros (Jef Last, Schiffrin, Eugène Dabit, Pierre Herbart y Louis Guilloux[55]) viajaron a la URSS como entusiastas adeptos en agosto de 1936, en el mismo momento en que se iniciaba en Moscú el Proceso de los dieciséis. Para el gran escritor, fue una cruel decepción. Escapando de las recepciones y de las procesiones oficiales, pudo ver miseria y opresión, y volvió desencantado. En su Retour de l´URSS (Regreso de la URSS), sin dejar de señalar los progresos realizados por la revolución de Octubre luego de la supresión de la explotación capitalista, denuncia el régimen burocrático que refuerza la maquinaria estatal, muestra que las conquistas de la revolución están amenazadas por la burocracia que restaura la vieja familia, instaura el culto al jefe, ahoga toda creación intelectual independiente. La Lutte ouvrière, órgano del POI, escribe que su libro constituye “un maravilloso complemento psicológico de la obra fundamental de Trotsky, La revolución traicionada.”[56]
La publicación de Retour de l´URSS estalla en el cielo sereno de los intelectuales compañeros de ruta y “Amigos de la URSS”. Hasta ayer, considerado un prestigioso personaje del Frente Popular, ahora Gide es rechazado como una oveja descarriada. Ehrenbourg[57], que se había procurado el manuscrito, fomenta telegramas “espontáneos” de los milicianos españoles que le exigen a Gide que renuncie a publicarlo. Romain Rolland escribe en L´Humanité que este libro es “mediocre, pobre, superficial, pueril y contradictorio.”[58]
André Gide no firma ningún texto de protesta contra los Procesos de Moscú: desde su regreso de la URSS ha decidido no firmar nada. Sin embargo, en octubre de 1936 aceptó escribirle a León Blum para que Trotsky, el “gran proscripto”, se beneficie con una visa de tránsito en Francia y se dirija a México, en donde gozará del derecho de asilo[59]. Pero los procesos lo conmueven. Además, la aparición de Retour de l´URSS reconforta la autoridad del comité. Wullens, que dice irónicamente que Gide “es demasiado noble para responder en Les Humbles y para firmar el ‘Llamado a los Hombres’”, reconoce que ha escrito “un libro valiente y desinteresado [porque había más para ganar con la Gosisdat (Editorial del estado de la URSS. NdeT) que con las ediciones burguesas, nuestros amigos de la URSS lo saben bien]”:

“Este libro nos causa placer porque envenena a nuestros estalinistas obligados a quemar precipitadamente lo que hasta ayer adoraban. Y llega a un público al que nosotros no llegaríamos nunca, diciendo con bastante precisión lo que nosotros decimos.”[60]

Pierre Naville, cuyo padre es un viejo amigo de Gide, está en contacto con él después de largos años. Le pide que adhiera al comité y el escritor, celoso de su independencia, se niega, pero Naville confía a Herbert Solow:

“Gide no es adherente del comité y no quiere adherir a ningún comité. Colabora ‘clandestinamente’, pero su acción intelectual es más eficaz que la de las 3/4 partes de los miembros del comité.”[61]

Al llegar a Bélgica, Victor Serge le escribe a Gide una larga carta reprochándole su adhesión tardía a la URSS. Magdeleine Paz lamenta esta iniciativa que podía comprometer el viaje de Gide a la URSS. Le hace saber a Serge que “Gide ahora está de acuerdo con usted” y le gustaría encontrarse con usted, pero “en el mayor de los secretos”, porque no quiere que se sospeche de ninguna manera que se ejerció ninguna influencia sobre él durante la redacción de su libro. Serge, en sus Carnets, apunta acerca de este encuentro:

“Hemos hablado de los Procesos de Moscú. Ninguna ilusión en esta maldad y esta crueldad. Me llevo la impresión de un hombre extremadamente escrupuloso, conmovido hasta el fondo de su alma, que quería servir a una gran causa y no sabía cómo.”[62]

Gide quiere dar su testimonio, pero también conservar su libertad de acción. En sus Retouches à mon retour de l´URSS (Retoques a mi regreso de la URSS), precisa que recién después de haber escrito su primer libro, había leído los libros de Serge, Yvon y Trotsky. Serge destaca la desconfianza de Gide con respecto a él y “un temor más general al trotskismo que sólo conoce a través de Pierre Naville” y hace notar que el temor “de ser influido es fuerte en él: una influencia es un golpe a la personalidad.”[63]

Trotsky se pone contento con el libro de Gide, subraya su independencia de pensamiento, que contrasta fuertemente con la personalidad de Malraux.[64]

Gide y Malraux se encontraron varias veces en 1937: su amistad se vio sacudida por sus posiciones divergentes. Gide le cuenta a sus íntimos que Malraux “se muestra estalinista íntegro, aún en el tema de los Procesos, y trata a Trotsky de loco.”[65]

La lucidez y el coraje manifestados por Gide ante los Procesos de Moscú contrastan con la actitud de los intelectuales “Amigos de la URSS” que se volvieron defensores de la política del Frente Popular. La polémica entre Gide y Guehénno[66] sobre esto es esclarecedora. Vendredi, dirigida por este último, ha adoptado la misma actitud que The Nation o The New Republic, esos viejos “oráculos” que Trotsky trata de “predicadores de la verdad a medias”[67]. Jean Guéhenno expresa su “angustia durante la lectura de los horribles procesos”, pero conserva “toda su estima por la gran obra socialista que el gobierno de Stalin está por culminar”. Se niega a dar ventaja a víctimas y verdugos.

“Toda empresa para paralizar o destruir este admirable trabajo parecerá siempre criminal y si el trotskismo es esta empresa, el trotskismo es un crimen. Pero semejante proceso deshonra al hombre, a los acusados y a los jueces. Hay en este asunto demasiadas trampas y misterio.”[68]

En un artículo titulado “La Mort inutile”, Guéhenno afirma:

“En cuanto a nosotros, no debemos ser ni estalinistas ni trotskistas, estos son asuntos específicamente rusos”.

Gide le contesta que se equivoca:

“Y usted, como todos los demás, tarde o temprano estará obligado a pronunciarse. Pero yo declaro que se puede desaprobar a Stalin sin convertirse inmediatamente en trotskista”.

Rechazando el argumento de “Trotsky-objetivamente-aliado-al-fascismo”, escribe:

“Él [Trotsky] es mucho más enemigo del fascismo que Stalin, y como revolucionario y antifascista denuncia los compromisos de este último. Pero háganle entender esto a un pueblo ciego”[69]

Gide le dirije a Guéhenno una carta documento de Kléber Legay a Magdeleine Paz sobre el “absurdo de las acusaciones hechas en los procesos a los “saboteadores” de Novosibirsk.”[70] Guéhenno se niega a publicarla en Vendredi, así como una conclusión en la que André Gide responde a un ataque de Ilya Ehrenbourg, quien en Izvestia, acaba de calificarlo de “nuevo aliado de los marroquíes y de los Camisas Negras”, de “viejo maligno”, “renegado con la conciencia sucia”, “el llorón de Moscú-André Gide”.

Gide certifica que Vendredi reduce su rol al de “espejo del Frente Popular, cuando podía y debía ser su conciencia.”[71] Su supuesta “neutralidad”, su negativa a cuestionar las confesiones, lo llevan a aceptar “la culpabilidad de los acusados”: Jean Guéhenno había justificado su negativa a firmar el “Llamado a los Hombres”, diciendo que “había que recordar que los acusados habían asesinado a Kirov”… Victor Serge le contesta, en La Révolution prolétarienne:

“Vuestro corazón tan grande le jugará una mala pasada, la sangre de los Procesos de Moscú, evidentemente, es muy difícil de digerir (…) ¡Oh, triste Caliban enchaîné!”[72]

Elie Reynier[73] vio en la polémica entre Gide y Guéhenno el signo de la definitiva descomposición del dreyfusismo:

“Guéhenno, Guéhenno, usted merece la Cruz de Honor que había pedido y la redacción en jefe del diario estalinista ¡Oh, dreyfusismo descompuesto!”[74].

Crisis en la Liga de los Derechos del Hombre

La Liga de los Derechos del Hombre había tenido una actitud hostil hacia la URSS luego de la revolución de Octubre, y hacia el partido bolchevique de Lenin y Trotsky, condenando en varias oportunidades el terrorismo bolchevique, que violaba “los derechos del hombre y las libertades ciudadanas”. Sin embargo, en 1935, cambió su política respecto al régimen estalinista a partir del momento en que adhiere al Rassemblement Populaire[75], cuyo presidente, Victor Basch[76], se convirtió en portavoz del mismo.
El 18 de octubre de 1936, el Comité Central de la Liga designa una comisión de tres miembros encargada de realizar un informe sobre el Proceso de Moscú. Este informe fue redactado por el abogado Rosenmark “el más eminente jurista de la Liga”[77], según Victor Basch. Se publicó rápidamente en los Cahiers des droits de l´homme del 15 de noviembre con el título “Opiniones libres”. Empieza con un cierto número de reservas: los acusados no tuvieron defensores y “cosa curiosa”, escribe Rosenmark, “no se escuchó a ningún testigo”. Y el eminente jurista expresa algunas quejas acerca del lenguaje del procurador, el que, según su opinión, carece de serenidad. Por lo demás, Rosenmark se contenta con seguir el informe oficial de los procesos y los análisis del abogado británico Pritt[78]. Como este último, se niega a poner en duda “la espontaneidad” de las confesiones, lo que constituiría, según él, “una falta absoluta de espíritu científico”, “contraria a todas las reglas en materia de pruebas”. Excluye la posibilidad de confesiones arrancadas bajo tortura o por otros medios en los dieciséis casos. Admite que la energía que ponen los acusados en degradarse puede parecer sospechosa, evoca la psicología de los héroes de las novelas de Dostoievsky y Tolstoi. Instalado en el terreno jurídico, afirmando que las confesiones están allí y que “ningún motivo de hacer abstracción de ellas puede ser forzado por la ley”, llega a afirmar:

“La obsesión que tenemos todos por el error judicial sólo existe si el acusado niega su crimen, si grita su inocencia hasta el final […] Si el capitán Dreyfus se hubiera confesado culpable […] no habría existido el ‘affaire’ Dreyfus.”

Declara no haber sido “particularmente afectado” por la argumentación que demuestra que el supuesto encuentro entre Sedov y Holtzman en un hotel demolido hace casi veinte años es un error grosero. Según él, tales argumentos son evidentemente “para producir un efecto en la audiencia”, pero puede tratarse nada más que de “un error de la lapicera del estenógrafo, un simple lapsus del acusado o una confusión sin mayor relevancia.”
El abogado de la Liga llega a la conclusión de que los acusados son culpables:

“Del proceso surge la complicidad indiscutible de Alemania que, sobre todo, por medio de la Gestapo, ha suministrado un pasaporte del Estado de Honduras para permitirle a uno de los acusados regresar a Rusia.”[79]

Para terminar, propone una investigación suplementaria.

El informe de Rosenmark, el desprecio con el que manejó las informaciones de las que disponía, el tono categórico de sus afirmaciones, provocan una sincera indignación en Trotsky. En un artículo que titula “¡Vergüenza!”[80], afirma que el informe Rosenmark es “uno de los documentos más despreciables de nuestra época” y su publicación, “una mancha indeleble que infecta el nombre de la Liga de los Derechos del Hombre en Francia”:

“Llegamos a la conclusión de que se trata de algo mucho peor que el simple producto de los afanes intelectuales de un filisteo estrecho, multiplicado por el cretinismo jurídico.”[81]

Por su parte, el 5 de enero de 1937, León Sedov dirige al comité central de la Liga una rigurosa requisitoria[82]. Subraya que la Liga no lo ha escuchado, ante a un pedido formulado por él a principios de noviembre, que la Liga ha decidido publicar el informe Rosenmark sin haberlo escuchado, así como a otros testigos. La Liga, escribe, ha tomado posición “con tanto partido, con tanta ligereza, con tanto descuido sobre los hechos y sobre los documentos existentes que compromete a fondo toda eventual acción, toda la investigación de la Liga respecto a esto, a la propia Liga”. Después de haber analizado punto por punto el informe Rosenmark, concluye:

“Marx pudo ser acusado de agente de Bismarck. Lo mismo ocurrió durante la revolución francesa […] Cromwell también fue acusado de ser agente extranjero ¡La Historia se repite! Y siempre encuentra suficientes imbéciles que creen en las calumnias más bajas y más estúpidas.”[83]

Los dirigentes de la Liga no le prestan ninguna atención a la carta de Sedov[84]. Recién cinco meses después del primer Proceso, la Liga lo invita a presentarse ante su comisión y él lo rechaza, por supuesto, con altura[85]. Ninguna otra versión, más que la de Rosenmark, fue publicada por los Cahiers de la L.D.H., cuya redacción rechaza un artículo documentado de Magdeleine Paz en respuesta al informe[86]. La comisión, ampliada a dos miembros suplementarios, no se reunió ni una sola vez. Cuando, el 27 de abril de 1937, Félicien Challaye apela a la Liga para que intervenga contra la amenaza del nuevo Proceso que apunta a Bujarin y Rakovsky y para que solicite garantías formales de que los derechos de los acusados sean respetados en todos los casos, su propuesta se choca ante la negativa categórica del secretario de la Liga, Emile Kahn, quien afirma:

“El sr. Challaye habría deseado que la Liga se asociara a los trabajos de la Comisión de Investigación sobre los Procesos de Moscú. Pero esta comisión, compuesta por amigos de Trotsky y por adversarios de la Rusia estaliniana, ha demostrado su parcialidad desde el principio. Ha empezado denunciando el crimen de Moscú. Esta es una actitud singular para una comisión de investigación que busca la verdad. La Liga ha estimado que no tiene nada que hacer en ella.”[87]

La sesión del Comité Central de la Liga por los Derechos del Hombre del 17 de junio de 1937 es muy agitada. Los minoritarios (Georges Pioch, Félicien Challaye, Magdeleine Paz, Georges Michon) se chocan con una desestimación de la demanda de la comisión. Challaye, excedido, afirma:

“La mayoría del Comité Central está bajo las órdenes de Moscú, lo demostraré en el Congreso.”

La crisis estalla abiertamente en el Congreso de la Liga, que tiene lugar en Tours del 17 al 19 de julio de 1937. A la entrada, la minoría distribuye un texto titulado “La Liga del ‘affaire’ Dreyfus ante los Procesos de Moscú”, con un resumen histórico del asunto, el artículo de Magdeleine Paz que no fue publicado en los Cahiers, la carta de dimisión de la “comisión especial” de Maurice Paz. Se realiza el debate, desde la discusión sobre el informe moral, al final de la jornada del 17. La minoría dispone en total de 40 minutos.
Su primer orador es Félicien Challaye. Para él, el informe Rosenmark, al justificar la requisitoria, carga a la Liga con su parte de responsabilidad:

“[...] en la seguidilla de crímenes que se suceden y se aceleran en la URSS y también en Cataluña, donde los estalinistas aplican los métodos de Moscú a los anarquistas y a los miembros del POUM.”[88]

Luego de que Georges Pioch y Albert Goldschild tomaran la palabra en nombre de la minoría, Rosenmark sube a la tribuna para defender su informe. Afirma, una vez más, que las confesiones, “cuando tienen lugar en el transcurso de la audiencia” y provienen de individuos “mentalmente sanos”, son consideradas como una prueba decisiva. Un congresista escribe:

“Muchos no olvidarán tan rápidamente este rostro cerrado de jurista ofendido y fustigado sin tomar partido. Se tenía el ingrato sentimiento de tener delante, sostenido y cubierto por la gran mayoría del comité central, al eterno antipartidario de Dreyfus.”[89]

Emile Kahn y Victor Basch a su turno, le rinden homenaje a Rosenmark. Victor Basch admite que al principio se vio conmovido por el proceso, pero que el informe le ha parecido jurídicamente “fascinante”, aunque no haya entendido nada “psicológicamente”… Para el presidente de la Liga, ante este drama a lo Dostoievsky, hay que considerar varias hipótesis…

A la moción de Félicien Challaye condenando los Procesos de Moscú, la mayoría del comité central le opone un texto que solicita la continuación de la investigación, y obtiene 1.428 mandatos. La minoría obtiene 255, y hay 53 abstenciones. Al final del congreso, Bergery, Challaye, Emery y Pioch renuncian al Comité Central, imitados pronto por Magdeleine Paz y Elie Reynier.[90]

La actividad del Comité por la Investigación sobre los Procesos de Moscú.

El comité se reunía regularmente en un café de la calle Odéon. A partir de enero de 1937, edita un Boletín mensual, del que se publican diez números y un suplemento en un año. Luego, la aparición será más irregular. El primer número de la segunda serie está totalmente dedicado al “affaire” Reiss[91]. También publica folletos, como el titulado Dix-huits questions, dix-huits réponses (Dieciocho preguntas, dieciocho respuestas), que fue redactado por León Sedov. El grueso de las tareas del comité (tesorería, correspondencia, publicación y expedición del Boletín, etc.) descansa en Andrée Limbour[92], ayudada en los primeros meses por Marguerite Rosmer que pronto debe interrumpir su colaboración por razones de salud. Una joven militante de las JSR, Georgette Itkine —su hermano, el comediante Sylvain Itkine está muy relacionado con el POI—, también contribuye en las tareas prácticas[93]. El comité mantiene una correspondencia continua con los demás comités constituidos en los otros países[94].
Uno de los ejes de su actividad es la propaganda a favor de la formación de una comisión internacional de investigación. El 13 de diciembre de 1936, el comité convoca en la sala del Petit Journal, con la presidencia de Maurice Wullens, un importante mitin que es un éxito: más de 2500 personas se juntan para escuchar a Maurice Chambelland[95], de La Révolution Prolétarienne, a Fred Zeller[96], de la JSR, André Breton, que lee un mensaje para Trotsky afirmando: “Tu lugar, Trotsky, es en Barcelona”, y que es muy ovacionado. Gaston Ferdière, que interviene en nombre del comité de vigilancia, lee un poema de Victor Serge, también muy aplaudido. Lucie Colliard[97], en nombre del Comité por la Investigación sobre los Procesos de Moscú, lanza un llamado para obtener diez mil firmas para la defensa de Trotsky. También hablan Lucien Weitz, de la JS; Walter Dauge[98], dirigente del PSR belga; Pierre Naville por el POI; Félicien Challaye, con mandato de la LICP, basa su intervención en el testimonio de Gide. Como conclusión del mitin, Félicien Challaye hace que la sala mande un saludo al comité norteamericano que debe tener su mitin el 18 de diciembre[99].
El comité también contribuye a organizar mítines, conferencias y reuniones privadas en todas partes de Francia. En marzo de 1937, con la presidencia de Rosmer, asistido por Betty Brunschwig y con la participación de Félicien Challaye y Michel Alexandre, le da la palabra a León Sedov ante 300 personas, quien refuta las acusaciones lanzadas en el proceso Pyatakov. Se organizan dos reuniones del mismo tipo en el año, durante el Proceso Bujarin y la publicación de las conclusiones de la Comisión Dewey.
Apoyado en las células del POI, el comité extiende sus esfuerzos a las provincias. El 8 de febrero, organiza en Lyon un mitin que reúne a 1200 personas, en la sala Émile Zola, en donde hablan sucesivamente Gérard Rosenthal, Savorel, de la Unión Anarquista, André Philip, diputado socialista, Léon Emery de la LDH y Henri Colliard del POI[100]. El 14 de febrero, en Saumur, hablan Fred Zeller y Marcel Beaufrère[101]. Había más de 150 personas. Desde el auditorio, el veterano Louis Bouët contesta enérgicamente a un rentado del PCF, que debe retirarse entre silbatinas, sin haber podido arrastrar a sus camaradas a sabotear la reunión[102].
En Bordeaux, otra ex PC, Marthe Bigot[103], es quien habla ante 400 personas. Gérard Rosenthal hace una gira en abril y toma la palabra en Toulon, La Seyne y Marseille, finalmente, ante 400 personas. Todas estas reuniones adoptan órdenes del día reclamando la pronta constitución de la comisión internacional de investigación.
Pero desde fines de marzo, la actividad va a modificar su eje primitivo. Trotsky ha decidido jugar su última carta en la comisión que va a nacer —que puede nacer— en Nueva York. En una carta a Pierre Naville, fechada el 17 de marzo, insiste en que el comité francés se subordine al de Nueva York y en que lo apoye en el camino de la constitución de la comisión de investigación[104]. Esta se constituye y el 2 de abril envía a México una subcomisión dirigida por John Dewey. El comité francés ha enviado por telegrama a Nueva York “sus plenos poderes a la comisión norteamericana por la investigación internacional” e invita a los comités locales a seguir su ejemplo,[105] asegurando que enviará a Nueva York un delegado “especialmente calificado y que goza de su más entera confianza”.
Este delegado es Alfred Rosmer, pero, a principios de abril, el comité sólo ha logrado reunir una suma de 900 francos, cuando los gastos de viaje y de estadía durante tres meses se estiman en 3.780 francos. Este aspecto de la situación inquieta a Trotsky, que escribe a Jean Rous:

“Los felicito por vuestro éxito. Por otra parte, sorprende que ustedes siempre tengan las mismas dificultades financieras […] Lo mismo para el comité. Los norteamericanos tienen los mayores gastos, sobre todo en relación a la comisión de investigación, y toda Europa no puede cubrir los gastos mínimos que le incumben”[106]

Esta crítica de Trotsky puede parecer severa. El comité francés tiene muchas dificultades para financiar su actividad. Sin embargo, Andrée Limbour, Rosmer, Gérard Rosenthal y el pequeño núcleo activo no ahorran esfuerzos. El balance financiero establecido por el comité el 31 de julio de 1937 muestra un déficit de 700 francos, cubierto provisoriamente por “adelantos hechos por amigos del comité”[107]. El dinero proviene de una suscripción permanente y de una venta de cartas de apoyo vendidas a 2 francos. Las contribuciones provenientes de organizaciones afiliadas son débiles. Los abonos y la venta del Boletín no dan nada; según nuestra evaluación, a fines de 1937, no había más de cien abonados. Por el contrario, el comité tuvo grandes gastos. Además del viaje de Rosmer, sin tener en cuenta sus gastos de estadía en Nueva York, los gastos para la comisión rogatoria se elevaron a 1.629 francos, a cargo de miembros y amigos del comité[108].

Los trotskistas y el Contraproceso en Francia

En los hechos, lo esencial de la actividad se basa en el POI y los militantes trotskistas. Las personalidades del comité no son por sí mismas el motor del trabajo del Contraproceso. Pierre Naville precisa:

“Algunos intelectuales que han aceptado patrocinar el comité casi no se ocupaban del trabajo por hacer. Pero nosotros estábamos muy aislados y sus nombres, a pesar de las diferencias políticas que solíamos tener con ellos, nos sacaban un poco de nuestro aislamiento”[109].

En la concepción de Trotsky, los comités con personalidades sólo pueden ser eficaces si los trotskistas preservan su propia independencia e identidad, evitando adaptarse al estado de ánimo de los intelectuales liberales. Desde este punto de vista, critica vigorosamente la actitud de sus camaradas norteamericanos y la tendencia a “ceder a las influencias pequeñoburguesas, académicas y literarias”. Según él, era necesario enmarcar el comité con “delegados de agrupamientos obreros, con el fin de crear canales que vayan del comité a las masas”[110]. Nos parece que, en este punto, los militantes del POI lo habían logrado mejor que sus camaradas norteamericanos.

Sin embargo, la actividad de los trotskistas franceses estaba obstaculizada debido a sus divisiones internas. Una grave escisión los

había dividido en 1935, y luego de un breve período de reunificación, los partidarios de Raymond Molinier fueron expulsados del POI en octubre de 1936 y resucitaron el Partido Comunista Internacionalista (PCI) y su periódico La Commune. El PCI le reprocha al POI, en un volante, que tiene una posición equivocada sobre la cuestión de los Procesos de Moscú y, además, que busca mantenerlo oculto. Según este texto, “el método de creación de comité de individualidades es inútil […] la acción de los agrupamientos obreros, aunque sea modesta, si es perseverante, hará mucho más que los mítines brillantes”[111].
La profunda fosa que separa al PCI del POI y los violentos conflictos personales dificultan la actividad por el Contraproceso. El propio Trotsky no entiende cómo, sobre una cuestión tan fundamental como la recolección de testimonios, no sea posible ningún contacto entre las dos fracciones. El 18 de febrero escribe a Erwin Wolf:

“Acabo de recibir un telegrama de León (Sedov) que afirma que las relaciones personales hacen imposible toda colaboración con Henri (Molinier). No entiendo nada. Si se tratase de un juicio, la invitación a los hermanos Molinier sería absolutamente indispensable y ellos no podrían recusarse. Por el momento, sólo se trata de una comisión de investigación, pero es el preludio a un eventual proceso. Hay circunstancias que sólo los hermanos Molinier y Meichler[112] pueden precisar y confirmar…”[113]

Trotsky le encarga a Erwin Wolf que se contacte oficialmente con Henri Molinier, dirigiéndose directamente a él varias veces. Se necesita urgentemente el testimonio de este hombre por el que, por otra parte, más allá de las divergencias políticas, ha conservado una profunda estima y una real amistad. Para combatir el proceso de Moscú, le hace falta destruir las acusaciones de Holtzman, Berman-Yurin y Fritz David sobre el encuentro en Copenhague. También le hace falta demostrar que no se pudo encontrar con Vladimir Romm a fines de julio de 1933 en el Bois de Boulogne. Para esta tarea, los hermanos Molinier son testigos indispensables. Son ellos quienes alquilaron la casa en donde se alojó en Copenhague y los que se ocuparon de su instalación en Francia. Es Raymond Molinier quien alquiló en Cassis la embarcación que permitió que Trotsky y Natalia desembarcaran de incógnito. Es Henri, junto con Sedov, quien se encargó del alquiler de la villa “Les Embruns” en Saint-Palais .
Con respecto a Copenhague, Trotsky precisa a Henri Molinier:

“La tarea de los testigos es simple: hay que explicar quién ha alquilado la casa y cómo; el orden interno de la misma, cómo podían entrar los visitantes, en qué cuarto trabajaba yo, si me quedaba solo en la casa, si salía solo, etc.”[114]

En lo que concierne a la estadía de 1933 en Francia, hay que encontrar los testimonios de los visitantes que puedan certificar que Trotsky, enfermo, se quedó en “Les Embruns” y que se fue recién el 9 de octubre. También hay que establecer que fue directamente de Marseille a Royan, sin pasar por París. Así, le será posible demostrar que la supuesta entrevista con Romm en el Bois de Boulogne no pudo haber sucedido y que no es más que una fabulación de la GPU. Para todo esto, se necesita la colaboración de los hermanos Molinier. Si Trotsky se dirige a Henri es, como nos precisa Pierre Frank, porque aún siendo miembro del PCI, estaba menos comprometido que su hermano Raymond en las polémicas públicas: “Dirigirse a él no podía dar lugar a ninguna interpretación pública en cuanto a la posición de Trotsky en el diferendo PCI-POI”[115]. Por intermedio de Henri Molinier, los testimonios de Pierre Frank y de Raymond Molinier llegaron a la comisión de investigación.
Pero la persona esencial en el trabajo por el Contraproceso en Francia es León Sedov. Con la ayuda de Erwin Wolf, a partir del mes de enero se dedica a reunir la enorme masa de documentos, cartas, declaraciones, testimonios, que necesitará la comisión investigadora de Nueva York para sus trabajos. Uno puede darse una idea de la amplitud de este trabajo consultando la lista de los setenta visitantes de Royan y Copenhague a los que se ha dirigido Erwin Wolf[116].
En marzo, luego de las discusiones con Sedov, Henri Molinier, Naville y Rosmer, Wolf decide crear una comisión especial encargada de examinar y de hacer legalizar las firmas de los testimonios recogidos en Europa. Esta comisión de autenticación, en principio debía estar formada por Rosmer, Charbit[117] y Challaye. Este último no estaba disponible y Rosmer debió buscar un tercero; propondrá finalmente a André Breton. La razón de ser de la comisión es, por un lado, a causa de la dificultad de hacer legalizar las declaraciones por los comisarios de barrios y los notarios, procedimiento largo y costoso; por otro lado, el hecho de que los testimonios se toman a emigrados políticos —alemanes, sobre todo— y no se pueden publicar su identidad y su dirección: la comisión funciona un poco como un jurado de honor, bajo la responsabilidad moral de Rosmer. Wolf indica a Trotsky que, para la comisión de Nueva York, una declaración de Rosmer “tiene, al menos, un valor igual, sino mayor, que una legalización por un notario, porque es sabido que bastante a menudo, con el procedimiento oficial, uno se enfrenta a engaños, mientras que con una certificación de Rosmer […] esto me parece que queda excluido”[118].

En París, se pone en pie otra comisión bajo la dirección de Sedov para recolectar los testimonios. Está compuesta por el propio Sedov, Paulsen (Lola Estrine)[119] y Jean Beaussier[120]. Lola era la secretaria de Sedov. Jean Beaussier había estado en Royan en 1933, había asegurado la guardia y la discreta vigilancia del PC local, había llevado ante Trotsky al ferroviario Gourbil, había escoltado a Malraux y otros visitantes. Poco después, solidario con el “grupo judío” contra Molinier, había dejado la Liga Comunista y se había unido a la Unión Comunista. Pero luego del estallido de esta última, devenida, por un tiempo, en Unión Comunista Unificada (UCU), retomó su contacto y se unió al POI en 1936. Tenía la enorme ventaja de no haberse mezclado en la lucha fraccional de 1935 y de no haberse empapado en ella durante la escisión; además, conocía perfectamente las condiciones de estadía en Royan. Sedov lo solicita porque, aunque no sea para nada “molinierista” —muy por el contrario— es uno de los raros miembros del POI que puede tener relaciones con el PCI. Por otra parte, como los dirigentes del POI desconfían de Sedov, al que creen influido por su compañera Jeanne Martin des Pallières, que es miembro del PCI, la situación de Beaussier, el hombre-contacto, no es fácil y es, según su propia expresión “rehén y garantía a la vez”[121]. Erwin Wolf lo presenta a Trotsky como “extremadamente escrupuloso y principal responsable”: debe ser “el mentor del comité”[122].
De hecho, las cosas no son simples. Para que Beaussier pudiese consagrar el grueso de su tiempo al trabajo con Sedov, Wolf tuvo que obtener una resolución del buró político del POI que determinase sus tareas[123].
La comisión de trabajo Sedov-Paulsen-Beaussier tiene una enorme tarea. Se trata de reunir todos los testimonios, eventualmente ir a buscarlos, hacer los contactos, perseguir los testimonios, verificar el contenido de las declaraciones, fotocopiar documentos y cartas, etc. Wolf la considera como una tarea política de primer orden, pero también como una tarea técnica, porque se trata de presentar a la comisión de autenticación (Rosmer, Charbit, Breton) un dossier “completo y listo, impecablemente ordenado, para que lo examinen y lo juzguen”[124].
El 14 de marzo, ya habían tenido dos reuniones de trabajo con Sedov, Beaussier, Henri Molinier, Leprince y Wolf. Se estableció un plan de acción. Jean Beaussier, que es maestro en un internado, aprovecha el feriado de Pascuas para hacer un viaje al sur con Leprince, quien había llevado a Trotsky en 1933; reconstruir, etapa por etapa, el itinerario de Marseille a Royan y recoger en el camino los testimonios necesarios. Leprince no es trotskista, es empleado de la sociedad de cobranzas de Raymond Molinier y fue chofer en 1933: los hermanos Molinier lo ponen a disposición de la comisión, lo que no es capital porque el POI no puede financiar el viaje, y probablemente sean ellos los que se hagan cargo de los gastos del viaje —alquiler del auto, estadías en hotel, etc. Leprince reconstituye el itinerario y Beaussier “materializa” la investigación recogiendo los testimonios. A veces hay que volver para atrás, porque Leprince no siempre está seguro del discreto recorrido que había seguido cuatro años antes. Pero finalmente todo sale bien y los dos hombres encuentran en Tonneins, cerca de Marmande, el hotel en donde Trotsky pasó la noche[125].
Se resuelve otro punto central con la reconstitución, mediante los testimonios, de la fecha y de las circunstancias de la llegada a la villa “Les Embruns”, el 25 de julio de 1933. Ese día, se había producido un incendio en el jardín de la villa, encendido por las chispas de una locomotora. Beaussier recoge el testimonio del capitán de bomberos Soulard y del brigadier André que atestiguan que el fuego se había declarado a las tres de la tarde y fue extinguido a las cuatro y media. Entonces notaron “la llegada de un hombre en automóvil que venía a vivir a la villa. Más tarde supieron que ese hombre era Trotsky”. Sus testimonios son legalizados por el alcalde de Saint-Palais. También se recogen otros testimonios valiosos, el de la Sra. Renaulaud y el de su hija, a quien Henri Molinier alquiló la villa, el del ferroviario Jean Gourbil, legalizado por el alcalde, que atestiguó que Trotsky estaba enfermo y no pudo haber ido a París en julio[126].
El 21 de marzo, Wolf anuncia a Trotsky que ya se enviaron 25 testimonios. El 22, Trotsky telegrafía a París, a la comisión:

“Comisión norteamericana bajo dirección Dewey emprende investigación aquí el 4 de abril. Envíen documentación, sobre todo declaraciones policiales, hotelero, propietario. Exactitud meticulosa indispensable. Representante comité francés extremadamente deseable”.

De hecho Trotsky se impacienta, se irrita por la lentitud del Contraproceso y sobre todo por la imprecisión de los testimonios, porque encuentra que algunos son descuidados. Escribe a Jean Rous:

“Los camaradas que han estado al corriente de nuestro viaje a Saint-Palais por Raymond Molinier, Lastérade, Leprince, León Sedov u otros no hacen ninguna mención de esto y, por lo tanto, las declaraciones pierden el 99% de su valor”[127].

Insiste especialmente para que las discusiones que tuvo con los militantes de la Liga sobre la defensa de la URSS, se resuman en los testimonios, permitiendo demostrar así lo absurdo de las acusaciones de sabotaje de la economía de la URSS y de la ligazón con el fascismo. Recuerda a Rous que “los camaradas franceses” son “los más calificados” para hacer esos testimonios, a causa de las discusiones que tuvo con Yvan Craipeau y Lastérade, ambos en desacuerdo con la consigna de defensa incondicional de la URSS. Quiere que estos testimonios se redacten de nuevo en este sentido[128]. La declaración de Lastérade es importante, porque residió varias semanas en Saint-Palais. Luego rompió con Trotsky y siguió al grupo judío durante la escisión de 1933 y la creación de la Unión Comunista. En marzo de 1937, estaba en el servicio militar, pero sin embargo hizo llegar su testimonio, autentificado por Rosmer, firmado con el transparente seudónimo de Laste.
Trotsky también le escribe a Naville —con copia para Wolf, Held, Nelz y Dauge— que se sentía “golpeado por la extraordinaria apatía” con la que se redactaban las declaraciones:

“Le he escrito varias veces a León y a los demás. Espero que se vuelvan a hacer la mayor parte de las declaraciones con la precisión necesaria”[129].

Le informa a Naville que espera un rendimiento pleno de él y de los demás y que los camaradas que “demuestren descuido o apatía deben ser considerados como absolutamente ajenos a nuestra causa”.
Esta carta de Trotsky a Naville va a constituir el detonante de una grave crisis que amenaza paralizar totalmente toda la actividad por el Contraproceso. León Sedov, cansado y abatido por un trabajo incesante, con los nervios agotados, toma a mal las críticas y reproches de su padre. En esta carta dirigida a Naville y la propuesta a Naville de que tome la dirección, ve una desaprobación a su propio trabajo. Por otra parte, Naville le escribe a Wolf:

“Pienso que has recibido copia de la carta de L.D. dirigida a mí, con respecto al comité. En conclusión, tuve que aceptar ocuparme de esto. Hemos constituido un subcomité formado por Gérard, Beaussier y yo”[130].

Sedov protesta ante Wolf:

“En lugar de consultarnos sobre el tema y ayudarnos, en especial, de participar en el trabajo de nuestro pequeño comité, Naville quiere tomar el asunto en sus manos. Él y Gérard harán todo el trabajo, reunirán los testimonios, etc., en resumidas cuentas, no quieren tener nada que ver con nosotros. Sólo actuarán directamente con L.D. o con Norteamérica. Es verdaderamente imposible hacer algún trabajo de esta manera. No hay ninguna razón para creer que Naville hará esto mejor que nosotros”[131].

Sedov acusa a Naville de haber actuado “con espíritu de intriga”. Le reprocha que no le haya informado sobre la carta de Trotsky y que se sirva de ella para sembrar “el desorden”, lo que desemboca en la desmoralización de Beaussier, a punto tal que este último “ya no sabe con quién ni cómo trabajar”[132]. Sedov, de hecho, siente muy intensamente los reproches de su padre como una injusticia, ya que el enorme trabajo realizado hasta ese momento para la comisión de investigación ha descansado sobre sus hombros. Wolf defiende la causa de Sedov ante su padre, subraya que “Liova está muy cansado. Ha hecho todo, todo lo que ha podido”[133].
Por otra parte, en este punto de nuestra exposición, nos parece necesario hacer algunas observaciones con respecto a la interpretación que Georges Vereeken da sobre este incidente, en su intento por reconstruir la historia de la defensa de Trotsky en Francia[134]. Sobre la base de una parte de los documentos del dossier Wolf, Vereeken sostiene que la defensa de Trotsky y la acción ante el Contraproceso fueron saboteadas por el agente estalinista Etienne (Mordka Zborowski), colaborador cercano de Sedov. Escribe que los documentos dejados por Wolf “demuestran cómo la GPU obligó a sus militantes a gastar su energía en futilidades”[135]. Según él, la comisión encargada de la recolección de los testimonios estaría formada por Sedov, Beaussier, Paulsen y Etienne. Ahora bien, este último prácticamente no aparece en los archivos de Wolf, y no figura para nada en la comisión en cuestión: la lista de los 62 testimonios para recoger en el reparto del trabajo dentro de la comisión —verdadero gráfico de orientación de la actividad para el Contraproceso— no menciona ni una sola vez el nombre de Etienne. Todo el trabajo está repartido entre Gil (L. Sedov), Paulsen (Lola Estrine), Braun (Wolf) y Beaussier, responsable personalmente de casi un tercio de los testimonios. Vereeken explica la negativa de Naville a comunicarle las cartas de Trotsky a Sedov y “la exigencia de tomar el toro por las astas y cortar toda relación con la comisión que dirige Sedov”[136] como la manifestación de su desconfianza respecto a Zborowski. Esta interpretación no está descartada, pero sin embargo, nos parece un poco forzada.
Vereeken ve una prueba suplementaria de “la desconfianza que reina en la cúpula de la organización” en el hecho de que Trotsky le habría encargado “a Rosmer y a su esposa que reuniesen los documentos valiosos y que los hiciesen llegar a América”[137]. Esta afirmación es poco seria. Hemos demostrado que Rosmer no estaba encargado de reunir los documentos, sino que había sido designado como responsable de la comisión de autenticación por una decisión unánime de Wolf, Sedov y Naville, y había sido enviado por el comité como delegado a Nueva York. Pensamos que una lectura atenta del dossier de Wolf no deja ninguna ambigüedad sobre este tema.
Hoy no hay ninguna duda de que el rol de agente de la GPU desempeñado por Etienne alrededor de Sedov lo condujo a la muerte. Pero nos parece excesivo atribuirle al delator Etienne un rol central en un supuesto “sabotaje” de la defensa de Trotsky, del que no hemos encontrado rastros. Las divisiones internas, los conflictos personales, el aislamiento del pequeño núcleo de militantes, así como la presión de los acontecimientos y los factores materiales son ampliamente suficientes para explicar las dificultades que ocurrieron sin que sea necesario hacer intervenir a la GPU aquí.

La comisión rogatoria

La sesión de Coyoacán, en el transcurso de la cual Trotsky dio su testimonio del 10 al 17 de abril, no constituía —contrariamente a una idea bastante extendida— más que una sesión preliminar. La comisión de investigación la juzgó indispensable, al igual que la declaración oral de los testigos franceses, tarea que fue confiada a una “comisión rogatoria”.
Por pedido de la comisión Dewey, el 22 de abril de 1937, el comité francés adopta una resolución que declara “constituir una comisión rogatoria ligada a la investigación internacional emprendida por el comité americano”[138], que debía estar formada por “personalidades autorizadas y calificadas”, con el fin de escuchar de manera imparcial a algunos testigos, entre los cuales, el más importante era León Sedov.
Una segunda resolución del comité, con fecha del 12 de mayo de 1937, anuncia que se ha constituido la comisión rogatoria. Está compuesta por Maurice Délépine, presidente de la Asociación de Abogados Socialistas; Giuseppe Emmanuele Modigliani, ex abogado en la corte de Roma, miembro del Comité Ejecutivo de la Internacional Obrera Socialista; Marthe Chabrun, presidente del Comité de Ayuda a los Prisioneros Políticos; Mathé, antiguo responsable del sindicato nacional de PTT, destituido por Laval; Jacques Madaule, escritor católico; Jean Galtier-Boissière, escritor, editor de Crapouillot[139]. El comité delega a su secretaria y a su buró, y a Félicien Challaye y Maurice Wullens como ayudantes, para seguir los trabajos de la comisión rogatoria, ante la cual Andrée Limbour recibirá el mandato de presentar el comité. La Lutte ouvrière, dando cuenta de su composición, escribe:

 “Como se ve, se trata de personalidades que no son ni “trotskistas” ni “estalinistas”. Algunos incluso son nuestros adversarios directos en el terreno político”[140].

El comité solicita al embajador de la URSS en París y al PCF delegar a sus representantes para seguir los trabajos de la comisión. El 6 de mayo, en nombre del comité, Andrée Limbour se dirige al secretario general de la Liga de los Derechos del Hombre, Emile Kahn, para pedirle que delegue a un miembro de la Liga para seguir los trabajos de la comisión. Ni la embajada soviética ni el PCF responden. El 22 de mayo, la dirección de la L.D.H. responde al comité que, al haber designado ella misma una comisión de investigación “sin consideración de personas y sin ninguna consideración de partido y de tendencias” para investigar la verdad sobre los Procesos de Moscú, ha estimado “superfluo participar en estos trabajos”[141].

La comisión rogatoria sesiona del 11 al 22 de mayo de 1937 y procede a escuchar los testimonios durante once sesiones. Sus actas son firmadas por su presidente Modigliani, conocido por el escrupuloso carácter jurídico de sus iniciativas, y son enviadas inmediatamente a Nueva York. Los interrogatorios son realizados por Modigliani, quien otorga a los miembros de la comisión todas las facilidades para hacer preguntas complementarias. Se dedican ocho sesiones completas a escuchar a León Sedov, que ha declarado comparecer “no como acusado, sino como acusador”. Lo interrogan sobre las acusaciones realizadas en su contra en el curso de los dos Procesos de agosto de 1936 y de enero de 1937. Los puntos esenciales sobre los que se refieren las preguntas son, evidentemente, su encuentro con Ivan Smirnov, sus relaciones con Olberg y su supuesto viaje a Copenhague en noviembre de 1932. Pero también es interrogado sobre sus supuestas entrevistas con Holtzman, sus relaciones con Romm y la entrevista que este último dijo haber tenido con Trotsky en el Bois de Boulogne a fines de julio de 1933.

Para apoyar sus declaraciones, Sedov da pruebas irrefutables ante la comisión rogatoria, destruyendo las fabricaciones de la GPU durante los dos Procesos. Sobre todo, pone a disposición de los miembros de la comisión dos libretas escolares de la Technische Hochschule, el instituto de matemáticas en donde estudiaba en Berlín: los documentos firmados por sus profesores, del 25 y 27 de noviembre, atestiguan que él no pudo haber estado en ese entonces en Copenhague. También pone a disposición de la comisión las cartas que dirigió desde Berlín a su madre a Copenhague, así como las visas de su permiso de estadía en Alemania, con las fechas inscriptas en su pasaporte[142].
Ante la comisión, Sedov se expresa con una gran precisión, aunque no sin la reserva natural que lo caracteriza. Evocando ese episodio, Gérard Rosenthal cuenta:

“Sedov respondió a todas las preguntas con precisión y pertinencia. Pero su pasado de joven revolucionario y su existencia casi reclusa, finalmente, su caracter tímido y salvajón lo disponía mal para exhibir arrogancia ante el grave tribunal. Tocándose su larga barba gris, Modigliani me llamó aparte: ‘¿Es usted quien ha escrito su Libro rojo?’ Yo lo saqué del error enérgicamente”[143].

En el transcurso de las otras sesiones, la comisión escucha a Victor Serge, quien aporta una serie de datos precisos concernientes a los métodos de instrucción secreta de la GPU, tales como los pudo descubrir durante su detención en Orenburg. También da testimonio de la suerte reservada por la burocracia para los opositores que él conoció, tales como Eleazar Solnzev. El escritor alemán Franz Pfemfert y su mujer, Alexandra Ramm, con quienes Sedov ha vivido en Berlín, certifican el fracaso de sus intentos de encontrarse con sus padres en Copenhague. Su testimonio sobre Olberg refuerza el de Erwin H. Ackernecht (apodado Eugen Braun), quien se separó de Trotsky en 1934. Además, su testimonio demuestra que, contrariamente a las “confesiones” de los acusados de Moscú, Berman-Yurin, los hermanos Lurye y Fritz David, no hay ninguna relación entre la organización trotskista alemana y estos últimos.
Así, la comisión rogatoria terminó la tarea que le había asignado el comité: su trabajo indiscutible ha sido esencial para la continuación de los trabajos de la Comisión Dewey en Nueva York y tuvo un gran peso en el veredicto final de esta última.
A la propuesta de sus camaradas norteamericanos de disolver el comité, Trotsky retrucaba que, por el contrario, era necesario transformarlo en un organismo de defensa permanente, lo cual no se hizo[144]. En Francia, al contrario, la actividad contra los Procesos de Moscú, de alguna manera, estuvo realzada naturalmente por la acción contra la represión estalinista en España. Por iniciativa del comité, apareció el folleto El asesinato de Ignace Reiss y es éste el que convoca en la Mutualité, el 3 de diciembre de 1937, a la reunión que debía decidir la creación de Secours International –Solidarité-Liberté (SISL), que iba a extender su actividad a la defensa de los acusados de los Procesos ulteriores, Bujarin y Rakovsky, o de los militantes perseguidos de las colonias, como Messali Hadj o Ta Thu Thau[145].

¿Una acción histórica?

Se sabe que Trotsky consideró una victoria de alcance histórico la conclusión de los trabajos de la Comisión Dewey y hemos indicado más arriba las reservas que inspira esta apreciación al historiador norteamericano del Contraproceso Thomas R. Poole. La valoración referida al balance del comité francés está en función de la apreciación general referida al del Contraproceso en general. Y no tenemos para nada la intención de encarar este debate aquí, en el final de este artículo.
Nos conformaremos con indicar que hemos quedado sorprendidos por la amplitud de los resultados obtenidos en el trabajo del comité francés para demoler la maquinación policial de Moscú: el trabajo técnico de investigación del comité francés tiene un lugar muy importante en el balance final de los trabajos de la Comisión Dewey, que ha constituido finalmente —al mismo nivel de los archivos de Trotsky— uno de los soportes materiales indispensables.
Por lo demás, deseamos haber contribuido a borrar aquí las impresiones erróneas que los lectores o los militantes habrían podido concluir de la lectura de la interpelación de Vereeken o habrían podido inferir del silencio que han mantenido sobre este período de su vida y hasta este momento aquellas personas que han dado lo mejor de sí a esta tarea oscura en condiciones políticas y psicológicas muy difíciles. El comité francés, aunque opacadamente, ha contribuido de manera poderosa a desenmascarar la impostura estalinista de la que se han servido, durante años, muchos intelectuales que sólo veinte años más tarde descubrieron los “crímenes de Stalin” y el famoso Gulag[146].



[1]Jacques Duclos (1896-1975), miembro del Partido Comunista Francés. Durante la Segunda Guerra Mundial, fue responsable del movimiento comunista declarado clandestino por el régimen de Vichy y perseguido por las fuerzas de ocupación del Tercer Reich. Marcel Cachin (1869-1958) Fue partidario de la III Internacional y uno de los fundadores del Partido Comunista en Francia, al que representó por primera vez en el Senado (1935-1940). Colaboró en la resistencia contra la ocupación nazi y volvió a ocupar un escaño parlamentario desde 1946 hasta su muerte. Étienne Fajon (1906-1991). Docente y hombre de prensa, ocupó varios cargos en el Partido Comunista Francés.
[2] Ver sobre todo de Louis Aragon “Trois livres” (“Tres libros”) en Commune de octubre de 1936. Louis Aragon (1897-1982) y Georges Sadoul (1904-1967), el primero, poeta y el segundo, crítico cinematográfico, defendían las posiciones del PCF sobre los Procesos. (Nota de la edición en francés).
[3] Alfred Rosmer, “John Dewey, homme d´action”, (John Dewey, hombre de acción ) Preuves nº 17, julio de 1952. (Nota de la edición en francés).
[4] Gauche Révolutionnaire de la SFIO (Izquierda Revolucionaria de la SFIO), organización fundada por Marceau Pivert en 1935, luego de romper con Batalla Socialista; JS de la Seine, ala izquierda de la Juventud Socialista de la SFIO; Grupo Que faire?, grupo clandestino de oposición dentro del PC y cuyos dos dirigentes principales eran André Morel, apodado Ferrat, nacido en 1901, ex miembro del BP del PC y el polaco Georges Kagan (1898-1943); PUP, Partido de Unidad Proletaria, cuyo antecesor fue el POP (Partido Obrero y Campesino), Révolution proletarienne, Periódico sindicalista fundado por Monatte en 1924, después de haber dejado el Partido Comunista, POI (Partido Obrero Internacionalista) era el partido de la sección francesa de la Oposición de Izquierda Internacional, en el momento de los Procesos de Moscú estaba separado del PCI de Molinier, JSR (Juventud Socialista Revolucionaria) era la organización trotskista de la juventud en Francia. 
[5] La Federación Sindical Internacional, también conocida como Internacional de Amsterdam, funcionó desde 1913 hasta 1945.
[6] La Internacional Obrera y Socialista fue fundada en 1923 por la fusión de la Segunda Internacional y la Union de Partidos Socialistas para la Acción Internacional. Dejo de funcionar al comenzar la Segunda Guerra Mundial. Su secretario fue Friedrich Adler, hasta 1939.
[7] Marcel Martinet, “Qu´avez-vouz fait de la révolution d´Octobre?” (¿Qué hicieron de la revolución de Octubre ?). La Révolution prolétarienne nº 230 del 10 de septiembre de 1936. Marcel Martinet (1887-1944), ex alumno de la ENS de la calle Ulm, poeta y colaborador de La Vie ouvrière, se había ligado a Trotsky durante la Primera Guerra Mundial en París. Defensor de la revolución de Octubre, había participado en el primer núcleo comunista y dirigido en 1921-1922 la página literaria de L´Humanité. Desde 1923, tuvo que abandonar la actividad política por razones de salud. Gozaba de una gran autoridad moral y había conservado una relación personal con Trotsky. (Nota de la edición en francés).
[8]Victor Serge (1890-1947) Militante belga, de padres rusos, fue anarquista en su juventud, lo que le valió cinco años de cárcel. Después de la revolución fue atraído por el bolchevismo; emigró a la URSS y trabajó para la Comintern. Como militante de la Oposición, fue arrestado en 1928, posteriormente liberado, y arrestado nuevamente en 1933. Gracias a una campana de los intelectuales franceses se le puso en libertad y se le permitió abandonar la URSS en 1936. Poco después rompió con la Cuarta Internacional a raíz de sus diferencias políticas. Es autor de varios trabajos históricos importantes: El año uno de la revolución rusa, De Lenin a Stalin, Memorias de un revolucionario, además de una biografía de Trotsky y de varias novelas.
[9] Victor Serge, “Cauchemar stalinien” (Pesadilla estalinista), La Révolution prolétarienne nº 229, agosto de 1936. (Nota de la edición en francés).
[10] Marcel Martinet, Carnets, (Apuntes) (Archivos Jean Prugnot). (Nota de la edición en francés).
[11] Declaración leída el 3 de septiembre de 1936 en el mitin de la sala Wagram por André Breton, “Dossier des fusilleurs. Pour une commission d´enquête” (Dossier de los fusiladores. Por una Comisión de Investigación), Les Humbles, sept-oct. 1936, cuadernos 9/10, p. 10-11. El texto fue firmado por Adolphe Acker, André Breton, Georges Hénein, Maurice Henry, Georges Hugnet, Marcel Jean, Léo Malet, Georges Mouton, Henry Pastoureau, Benjamin Péret, Guy Rosey, Yves Tanguy. (Nota de la edición en francés).
[12] Ibidem. (Nota de la edición en francés).
[13] Carta de Sedov a Martinet, 16 de septiembre de 1936, Fonds Marcel Martinet, Bibliothèque Nationale. (F.M.M, B.N.). (Nota de la edición en francés).
[14] Carnets, op. cit., 1 y 2 de octubre de 1936. (Nota de la edición en francés).
[15] Traducido especialmente para este boletín electrónico.
[16] “El movimiento por la comisión de investigación se amplía”, La lutte ouvrière nº 17. 20 de octubre de 1936. Emile Auguste Chartier, apodado Alain (1868-1951), filósofo, radical. Paul Rivet (1876-1958), habían sido cofundadores del Comité de Vigilancia de los Intelectuales Antifascistas (CVIA). Jean Giono (1873-1952) y Victor Margueritte (1866-1942) eran novelistas pacifistas. El ex radical Gaston Bergery (1892-1974) animaba el Frente Común, Jacques Madaule (1898-1993) encarnaba una sensibilidad “de izquierda” del ambiente católico intelectual. Michel Alexandre (1888-1952), profesor de filosofía, era discípulo de Alain y miembro del CVIA. (Nota de la edición en francés).
[17]Carta de Sedov a Martinet, septiembre de 1936. Magdeleine Paz (1889-1973) había sido miembro del PC, cercana a la Oposición de Izquierda y había entrado en la SFIO a comienzos de los años ’30. Maurice Paz no pudo confirmarnos la iniciativa de Magdeleine Paz en lo concerniente a la entrada de Dan en el comité. No pudimos encontrar ni los archivos personales de Magdeleine Paz ni las cartas que le escribió a Martinet. Fedor I. Gurvitch, apodado Dan, (1871-1947), médico, emigrado desde 1922, era uno de los dirigentes mencheviques en el exilio. (Nota de la edición en francés).
[18] Carta de M. Paz a M. Martinet, 4 de septiembre de 1936. F.M.M, B.N. (Nota de la edición en francés).
[19] Ibidem. Subrayado por Paz. (Nota de la edición en francés).
[20] Carta de Sedov a Martinet, 22 de octubre de 1936. F.M.M, B.N. (Nota de la edición en francés).
[21] Carta de Naville a Solow, 1 de marzo de 1937, Papiers Solow, Hoover Institution on War, Revolution and Peace, Stanford University (Traducida para este boletín NdeE.). Marcel Fourrier (1895- 1966), ex PC y de la Oposición de Izquierda, acababa de entrar en la SFIO. (Nota de la edición en francés). Traducida especialmente para este boletín electrónico.
[22] Carta de M. Paz a Martinet, 1936. F.M.M, B.N. (Nota de la edición en francés).
[23] Ibidem. (Nota de la edición en francés).
[24] Carta de Trotsky a Rosenthal, 12 de noviembre de 1936; en G. Rosenthal, Avocat de Trotsky, p. 169. (Nota de la edición en francés).
[25] Gérard Rosenthal a Gérard Roche el 1 de febrero de 1979: “Yo no figuraba entre los dirigentes del comité para respetar la libertad de acción mutua”. (Nota de la edición en francés).
[26] Entrevista a Jean van Heijenoort, 30 de octubre de 1977: “El que era el centro de todo era Gérard Rosenthal, y detrás de él, Léon Sedov. Ni Sedov ni yo éramos figuras públicas. Todo se articulaba alrededor de Gérard Rosenthal que hacía la transmisión entre nosotros, Trotsky y Liova”. (Nota de la edición en francés).
[27]Carta de Andrée Limbour a Gérard Roche, 6 de marzo de 1979: “Hubo discusiones y dificultades para constituir un comité que reunía a personas de opiniones diferentes, que se tenían desconfianza entre ellos y todos tenían desconfianza de los trotskistas –y, también al comienzo, para hacer funcionar el comité. Magdeleine Paz venía a título personal y no representaba al PS, que quedaba por fuera; estaba movilizada por la indignación que le habían causado los Procesos y pudimos entendernos con ella. Las dificultades fueron mayores cuando un partido delegaba teóricamente un representante, y con los escisionistas del PS y los “primos” franceses del POUM español los contactos fueron difíciles, a veces eran más una máquinaria de guerra contra el “comité trotskista” que una colaboración”. (Nota de la edición en francés).
[28] Carta de Pierre Monatte a Martinet, 4 de septiembre de 1936. F.M.M, B.N. Monatte escribe: “No pude resistir la tentación de ir a la calle Cadet al mitin de los trotskistas. Una sala colmada de 1.500 personas. Tres cuartas partes eran jóvenes; eso más bien vibraba, no pedía otra cosa más que vibrar. Los oradores hablaban más de su partido y de asuntos de aquí que de los asesinos de Moscú. Esta variedad de pequeños políticos se interesaban en ellos sólo en la medida en que encontraban un pretexto para hablar de su partido. Sólo hubo un grito apasionado, el de Breton”. Agrega: “Debemos empujar a los camaradas como Paz a ir lo más lejos posible”. (Nota de la edición en francés).
[29] Ver nota 22. (Nota de la edición en francés). (Traducida para este boletín).
[30] Influidos por el espíritu militante alentado en Moscú, el 21 de junio de 1935 se inauguró en la Sala de la Mutualité, en París, el Primer Congreso Internacional de Escritores. Entre los intelectuales que participaron se encontraban Malraux, Aragon, Alberti, Romain Rolland, Jean Giono, Ilia Ehrenburg, Jean Cassou y Alexei Tolstoi. De ese Congreso emanó la decisión de fundar la Asociación Internacional para la Defensa de la Cultura con una junta directiva de doce miembros entre los cuales se hallaban Valle Inclán, Thomas Mann, Gorki, Bernard Shaw, Aldous Huxley y Sinclair Lewis.
[31] Entrevista con Jean Van Heijenoort, 30 de octubre de 1977. Van Heijenoort Sept ans auprès de Trotsky, 1978, p. 135. (Con Trotsky. Desde Prinkipo a Coyoacán. Testimonio de siete años de exilio (Nueva Imagen, México, 1979, tr. Tununa Mercado). Destaquemos que Van Heijenoort se asombra al ver que Breton agrega con tinta verde, en caracteres muy pequeños, bajo su apellido la palabra “escritor” debajo de las cartas colectivas. Breton, en sus Entretiens dará cuenta de las dificultades con los dirigentes del POI. Hablando de su actividad contra los Procesos de Moscú, le confiesa a André Parinaud: “Esta protesta, en esa época, no tuvo otro recurso que el de expresarse en los volantes y hay que decir claramente que los dirigentes del POI (trotskista), y en primera, fila nuestro ex amigo Pierre Naville, no estaban para facilitárnosla. En septiembre de 1936, en el mitin “La verdad sobre los Procesos de Moscú”, sólo pude expresar mi sentimiento y el de mis amigos gracias a la intervención de Victor Serge, quien acababa de escapar de las prisiones de Rusia, y, retenido en Bruselas, insistía por telegrama para que me dieran la palabra” (Entretiens 1913-1952, p. 179). Naville contestó a la versión de Breton y escribió en su libro Trotsky vivant que, al contrario, gracias a él, Breton pudo leer su declaración. La versión de Naville fue confirmada por G. Rosenthal. André Breton (1896-1966), poeta y ensayista, ex PC, era el líder de los surrealistas. (Nota de la edición en francés).
[32] Georges Pioch (1873-1953), poeta y periodista, antes había sido miembro del PC. Félicien Challaye (1875-1967) era desde 1932 “pacifista íntegro”; era escritor y profesor de filosofía. (Nota de la edición en francés).
[33] El Sindicato de Docentes, surgido de la antigua “amistad” de antes de la guerra y marcado por la influencia del Partido Socialista, hasta la reunificación de 1936 era adherente a la CGT. Marthe Collard de Pichorel (1878-1968) era muy representativa en él. (Nota de la edición en francés).
[34] La Federación de la Enseñanza, surgida del “sindicato” de pre guerra, durante el período de escisión, había estado afiliada a la CGTU. Su dirección surgió de una “mayoría federal” formada por ex militantes del PC, antiestalinistas. Durante la reunificación, la École émancipée, ex órgano de la Federación Unitaria había subsistido como revista pedagógica y órgano de tendencia. Gilbert Serret (1902-1943), docente en Ardèche, fue expulsado del PC en 1930 y había sido secretario de la Federación Unitaria de 1930 a 1932. (Nota de la edición en francés).
[35]Maurice Wullens (1894-1945) era pacifista y cercano a la corriente libertaria. Maurice Donzel, apodado Parijanine (1885-1937) había sido el traductor principal de Trotsky al francés. (Nota de la edición en francés).
[36] Entrevista con Andrée Limbour, 3 de diciembre de 1978. (Nota de la edición en francés).
[37] Carta de Wullens a Martinet, 2 de septiembre de 1936. F.M.M, B.N. (Nota de la edición en francés).
[38] « Après le 30 juin de Staline. Dossier des fusilleurs. Pour une commission d´enquête » (Después del 30 de junio de Stalin. Dossier de los fusiladores. Por una Comisión de Investigación). André Breton, Georges Henein, Marcel Martinet, Maurice Parijanine, Magdeleine Paz, Jean-Paul Samson, Victor Serge, Maurice Wullens. Les Humbles 9/10, sept./oct. 1936. (Nota de la edición en francés).
[39] Victor Serge, Seize fusillés à Moscou, Spartacus, 1936 (reeditado en nov./dic. de 1972) (Dieciséis fusilados en Moscú). El ex albañil Joseph apodado René Lefeuvre (1902-1988) editaba la revista Masses en donde estaban los miembros de la Gauche Révolutionnaire de la SFIO y dirigía las ediciones Spartacus. (Nota de la edición en francés).
[40] Victor Serge, Mémoires d´un Révolutionnaire. 1951, p. 361 (Memorias de un revolucionario). Le hemos preguntado a Andrée Limbour sobre esto, ella no recordaba que la propuesta haya emanado de Serge. Ella precisó: “En este tema, la acción se había adelantado a la fórmula. No hubo discusión a fondo, simplemente era reconocer lo que sucedía. Eran los graves acontecimientos de la revolución española; los arrestos de militantes no comunistas (POUM, trotskistas, anarquistas), las inexplicables desapariciones, finalmente, los arrestos directos de la GPU y la aparición de sus propias prisiones, sustraídas a los españoles, los que motivaron nuestras protestas y nuestra intervención […] Hay que precisar bien que el agregado no se hizo en relación a nuestro primer objetivo, los Procesos de Moscú, sino en relación a la nueva situación creada por los acontecimientos de España”. (Carta del 6 de marzo de 1979). (Nota de la edición en francés).
[41] El “affaire” Dreyfus tuvo como origen un error judicial, sobre un trasfondo de espionaje y antisemitismo, en el que la víctima fue el capitán Alfred Dreyfus (1859-1935), de origen judío-alsaciano, y que durante doce años, de 1894 a 1906, conmocionó a la sociedad francesa de la época, marcando un hito en la historia del antisemitismo. Las consecuencias fueron de gran importancia, impactando en todos los aspectos de la vida pública francesa: política[], militar, religiosa, social (en su transcurso se creó la Liga Francesa para la defensa de los Derechos del Hombre y el Ciudadano), jurídica, los medios de comunicación, diplomática y cultural (el término "intelectual" fue acuñado precisamente durante el “affaire”).
[42] La revelación del escándalo en Yo acuso (J'accuse), un artículo de Émile Zola en 1898, provocó una sucesión de crisis políticas y sociales inéditas en Francia. Dividió profunda y duraderamente a los franceses en dos campos opuestos, los dreyfusards (partidarios de Dreyfus) y los antidreyfusards (opositores a Dreyfus). Reveló también la existencia en la sociedad francesa de un núcleo de violento nacionalismo y antisemitismo difundido por una prensa sumamente influyente. El “affaire” se convirtió en símbolo moderno y universal de la iniquidad en nombre de la razón de Estado. Émile Zola (1840–1902) fue un escritor francés, considerado como el padre y el mayor representante del Naturalismo. [] 
[43] Maurice Paléologue, Journal de l´Affaire Dreyfus, 1955, p. 90-91 (Diario del Affair Dreyfus) y Louis Bodin, Les Intellectuels, 1964, p. 6-9. (Nota de la edición en francés).
[44] El 15 de enero de 1898, Le Temps publicó una petición reclamando la revisión del juicio. Figuraban los nombres de Émile Zola, Anatole France, Émile Duclaux, el director del Instituto Pasteur, Daniel Halévy, Fernand Gregh, Félix Fénéon, Marcel Proust, Lucien Herr, Charles Andler, Victor Bérard, François Simiand, Georges Sorel, luego el pintor Claude Monet, el escritor Jules Renard, el filósofo Émile Durkheim, el historiador Gabriel Monod, y otros. En L'Aurore del 23 de enero, Clemenceau, en nombre de una «revuelta pacífica del espíritu francés», instaló positivamente el término «intelectuales». El anti-intelectualismo se convertiría en el tema principal de los intelectuales de derecha, que acusaban a los dreyfusards de reflexionar más allá de los intereses de la nación, argumento que se encontraría a lo largo de los años que siguen, y que constituyó el fondo del debate público: la preferencia entre Justicia y Verdad o defensa de la nación, conservación de la sociedad y la razón superior del Estado. Roche en el artículo hace referencia a que la mayoría los intelectuales franceses, durante los Procesos de Moscú, se ubicaron como defensores de la URSS más que como defensores de la Verdad y la Justicia.
[45] Romain Rolland (1866-1944), escritor, novelista, dramaturgo, había sido el portavoz del internacionalismo pacifista durante la guerra, pero había sido muy hostil a la revolución de 1917. (Nota de la edición en francés).
[46] Declaración fechada el 25 de abril de 1934, Les Humbles, número especial “A Léon Trotsky”, cahiers 5/6, mayo/junio de 1934. (Nota de la edición en francés).
[47] Romain Rolland, “Réponse aux calomniateurs” (Respuesta a los calumniadores), L´Humanité, 23 de octubre de 1935; L. Trotsky “Romain Rolland exécute une mission” (Romain Rolland cumple una misión), La Vérité, 20 de noviembre de 1935, (en español Escritos, 31 de octubre de 1935, NdeT.) con la referencia al texto de Marcel Martinet, “1922-1935. Réponse à Romain Rolland” (1922-1935. Respuesta a Romain Rolland), La Révolution prolétarienne nº 195, 25 de marzo de 1935. (Nota de la edición en francés).
[48] “Une appel de Victor Serge à Romain Rolland” (Un llamado de Victor Serge a Romain Rolland), La Flèche nº 52, 6 de febrero de 1937. (Nota de la edición en francés).
[49] Madame Brunelle, “Le vrai Romain Rolland” (El verdadreo Romain Rolland), La Pensée, enero/febrero de 1952, p. 52, citado por David Caute, Le Communisme et les intellectuels français, p. 154. (Nota de la edición en francés).
[50] “Après les procès de Moscou: Appel aux Hommes. Réponses des intelectuels” (Luego de los Procesos de Moscú : Llamado a los Hombres. Respuesta de los intelectuales), Les Humbles, cahier 1, enero de 1937. Georges Duhamel (1884-1966), médico y novelista, en 1935 había entrado a la Academia francesa. Joseph Jolinon (1885-1971), escritor, René Lalou (1899-1960), crítico y ensayista; el belga Joseph Jumeau, apodado Pierre Hubermont (1903-1989), Jean Paulhan (1884-1968), director de la Nouvelle Revue Française, Marcel Gromaire (1892-1971), pintor, Edouard Dujardin (1861-1949), escritor, pertenecían a la izquierda de la intelligentsia. (Nota de la edición en francés).
[51] Marie-Henri Beyle (1783–1842), más conocido por su seudónimo Stendhal, fue un escritor francés. Valorado por su agudo análisis de la psicología de sus personajes y la concisión de su estilo, es considerado uno de los primeros y más importantes literatos del Realismo. Es conocido sobre todo por sus novelas Rojo y negro (Le Rouge et le Noir, 1830) y La cartuja de Parma (La Chartreuse de Parme, 1839).
[52] Ibidem, p. 11 a 18. Célestin Freinet (1896-1966), pedagogo de vanguardia, Augustin Hamon (1862-1945), el biólogo Marcel Prenant (1893-1983) y el novelista Jean Prévost (1904-1944) eran “compañeros de ruta” del PC en esa época. (Nota de la edición en francés).
[53] En una entrevista reciente (con Bernard Pivot en Antenne II, el 2 de junio de 1978), Louis Guilloux (1899-1980) ha intentado justificar su actitud pasada: “En el momento en que se abrieron los juicios de Moscú, no se sabía nada de lo que pasaba en la URSS. Sucedía la manifestación del Frente Popular del 14 de julio. En España, estaba Franco. Esto era mucho al mismo tiempo. Se partía de una razón excelente: la URSS era el país en donde los soviets habían tomado el poder y lo habían conservado”. Agrega que, a pesar de las informaciones que le llegaban, sobre todo de los trotskistas, había “una barrera que no podía franquear” y se negó siempre a tomar parte por los trotskistas o por los estalinistas. El físico Paul Langevin (1872-1946) había sido el tercer fundador del CVIA y estaba muy acercado al PC. (Nota de la edición en francés).
[54] André Gide (1869-1959) Escritor francés. Inició estudios preparatorios de Filosofía en el liceo Henri V. Viajó por el norte de África, en donde conoció a Oscar Wilde, y viajó de nuevo por Alemania, Túnez, Argelia, Italia y Suiza, y publicó por primera vez en 1891. En 1908, fue cofundador de la Nouvelle Revue Française, y años más tarde, viajaría de nuevo a África como enviado ministerial a las colonias francesas. Durante un periodo, participó de las ideas comunistas, hasta que tras un viaje a la URSS, las abandonó. Pasó la Segunda Guerra Mundial en Túnez. Asumió su condición homosexual, y fue defensor de los derechos de los homosexuales, estando en contra de las restricciones morales impuestas. En el año 1947, obtuvo el Premio Nobel de Literatura.
[55] Jef Last (1898-1972) Escritor holandés. En 1931 viajó a la Unión Soviética, tras este viaje, se unió al Partido Comunista de los Países Bajos. Volvió a la Unión Soviética en 1936 con su amigo André Gide. En España, Last se enroló en el batallón Sargento Vázquez y combatió, durante el otoño de 1936, en diferentes lugares del frente madrileño, hasta el verano de 1937 en que fue destinado a Albacete como instructor de las Brigadas Internacionales. Su postura crítica hacia el Partido Comunista provocó su salida de España en septiembre de 1937. Eugène Dabit (1898-1936) Escritor francés. Autor representativo de la llamada literatura proletaria. Entre sus obras destacan El hotel del Norte (1929), Pequeño Luis y Villa Oasis o los falsos burgueses. Pierre Herbart (1903-1974) Novelista y ensayista francés. Durante la Segunda Guerra Mundial, forma parte de la Resistencia. Louis Guilloux (1899-1980). Escritor francés. Sus novelas principales son La casa del pueblo, La sangre negra, El pan de los sueños, El juego de paciencia.
[56] “André Gide denuncia al estalinismo, y a la vez afirma su fe por la causa del proletariado mundial”. La Lutte ouvrière Nº 17, 20 de octubre de 1936. (Nota de la edición en francés).
[57] Ilia Ehrenbourg (1891-1967) fue un escritor y periodista soviético de familia judía. Publicó poemas, cuentos, libros de viaje, ensayos, y varias novelas. Durante la Guerra Civil Española fue corresponsal de Izvestia y escribió los libros No pasarán (1936) y Guadalajara: una derrota del fascismo (1937).
[58] L´Humanité, 18 de enero de 1937. (Nota de la edición en francés).
[59] G. Rosenthal, op. cit., p. 180-181. Según Rosenthal, Gide tomó la iniciativa luego de una gestión de Magdeleine Paz. (Carta del 1 de febrero de 1979). (Nota de la edición en francés).
[60] Wullens, loc. cit., p. 19. (Nota de la edición en francés).
[61] Ver nota 22. (Nota de la edición en francés). (Traducida para este boletín,).
[62] Victor Serge, Carnets 19, p. 12. (Nota de la edición en francés).
[63] Ibidem, en las fechas 8 y 18 de mayo, p. 22. La desconfianza y el temor que tenía André Gide nos fueron confirmados por Pierre Naville en una carta del 3 de mayo de 1979: según él, Gide no quería “dejarse enrolar, sobre todo, en una pequeña organización. A menudo tuve la ocasión de intentar hacerle entender nuestro punto de vista en los años ’30. Incluso sucedió que él me llamó por teléfono para verme y que le explique nuestra posición sobre tal o cual suceso. En 1932, traté de hacerle leer los folletos de Trotsky en alemán sobre la situación que amenazaba a Alemania. Se negó, diciéndome que conocía muy poco del idioma alemán para leer los folletos. Yo le había dicho de antemano que regresaría desencantado de Moscú… cuando regresó, me escribió para decirme que no intente verlo antes de que haya redactado su pequeño libro de acuerdo a sus notas. No quería parecer influenciado y nosotros discutimos mucho sobre eso después”. (Nota de la edición en francés).
[64] En una carta a Rosenthal fechada el 12 de noviembre de 1936 (Rosenthal, op. cit. p. 169), Trotsky escribía: “El prefacio de Gide muestra el esfuerzo enorme que hace para orientarse. Esto no es como la senilidad beata y conformista de Romain Rolland, ¡ah, no!” En La Lutte ouvrière del 9 de abril de 1937, escribía: “Malraux, como André Gide, forman parte de los ‘Amigos de la URSS’. Pero hay una enorme diferencia entre ellos, y no solamente en la envergadura del talento. André Gide tiene un carácter absolutamente independiente, posee una gran perspicacia y una honestidad intelectual que le permite llamar a cada cosa por su verdadero nombre”. (Nota de la edición en francés).
[65] Cahiers André Gide (1937-1945) nº 6, 1975, p. 13. Se trata de notas casi cotidianas reunidas por Maria Van Rysselberghe, publicadas en los Cahiers André Gide nº 5 y 6 con el título “Cahiers de la petite dame”. (Nota de la edición en francés).
[66] Marcel, apodado Jean Guéhenno (1890-1977), profesor, siempre había buscado mantener la relación entre su actividad de intelectual y sus orígenes proletarios. Era el autor del libro Caliban parle (Habla Caliban) y director de Vendredi, en donde se expresaban los intelectuales ganados para el Frente Popular. (Nota de la edición en francés).
[67] Trotsky había acusado a André Malraux de haber venido a New York en 1937 para contrarrestar, con la ayuda de The Nation, la actividad de la comisión internacional de investigación. Malraux lo había desmentido y había declarado que “no estar de acuerdo con Trotsky sobre la cuestión española no equivalía necesariamente a ser un agente de Stalin”. También había lamentado “la indiferencia de Trotsky en suministrar a los fascistas franceses armas contra él” (New York Times, 17 de febrero de 1937 y “André Malraux attaqué par Trotsky”, Commune nº 43, marzo de 1937). Durante una cena ofrecida en su honor por The Nation, había declarado que “así como la Inquisición no alcanzó la dignidad fundamental del cristianismo, los Procesos de Moscú no han disminuido la dignidad fundamental del comunismo” (citado por Jean Lacouture, André Malraux, une vie dans le siècle, 1973, p. 219). (Nota de la edición en francés).
[68] Jean Guéhenno, “Devoirs de la France” (Deberes de Francia), Vendredi, 16 de octubre de 1936. (Nota de la edición en francés).
[69] Jean Guéhenno, “La mort inutile”, (La muerte inútil) Vendredi, 5 de febrero de 1937. Ver también Journal d´une Révolution 1937-1938, 1939, p. 241-248. (Nota de la edición en francés).
[70] André Gide, “Carta a Jean Guéhenno”, 17 de febrero de 1937, Littérature engagée,(Literatura comprometida) 1950, p. 155-156. Kléber Legay era un sindicalista, minero de carbón. (Nota de la edición en francés).
[71] Ibidem, p. 126. (Nota de la edición en francés).
[72] Maurice Wullens, “Trois mots à Jean Guéhenno” (Tres palabras a Jean Guéhenno), F. MM, B.N., y Victor Serge “Post-Scriptum à Jean Guéhenno”, La Révolution prolétarienne, nº 233, 25 de octubre de 1936. (Nota de la edición en francés).
[73]Elie Reynier (1875-1953), profesor de escuela normal, había sido el pionero del sindicalismo docente en Ardèche (y el maestro de Gilbert Serret), secretario de la UD.CGT en 1920-21, y miembro del PC, lo había dejado en 1924. Después, fue presidente de la Federación Departamental de la Liga de los Derechos del Hombre. (Nota de la edición en francés).
[74] Elie Reynier, “La décomposition du dreyfusisme”, L´École émancipée nº 7, 1 de noviembre de 1936. (Nota de la edición en francés).
[75] Nombre del Frente Popular, alianza entre el PCF, la SFIO y el partido radical.
[76]Victor Basch (1863-1944), profesor de alemán, primer profesor de Estética en la Sorbona en 1918, era presidente de la Liga de los Derechos del Hombre desde 1926. (Nota de la edición en francés).
[77]Hermann llamado Raymond Rosenmark (1885-1950), había adherido a la Liga a los 17 años, en el momento del affaire Dreyfus. Abogado en 1906, durante 20 años fue el colaborador de René Viviani. Había defendido el divorcio entre Sacha Guitry y Jacqueline Delubac, luego la liquidación de la sucesión del perfumista François Coty. (Nota de la edición en francés).
[78]El abogado británico Denis Nowell Pritt (1887-1973), consejero del rey en 1927, diputado laborista en 1934, era considerado como un “compañero de ruta” del estalinismo. Había ido a Moscú en vísperas de la apertura del primer proceso, e inmediatamente, había publicado artículos y un folleto en que defendía el procedimiento y la validez de las confesiones. (Nota de la edición en francés).
[79] Cahiers des Droits de l´Homme, 15 de noviembre de 1936. (Nota de la edición en francés).
[80] L. Trotsky, “¡Vergüenza!”, 18 de diciembre de 1936 (Archivos L. Trotsky, Biblioteca de la Universidad de Harvard, La Lutte ouvrière, 12 y 16 de febrero de 1937). (Nota de la edición en francés).
[81] Ibidem. (Nota de la edición en francés).
[82]León Sedov, “Carta al Comité Central de la Liga de los Derechos del Hombre”, Boletín de informaciones y prensa del comité por la investigación sobre el Proceso de Moscú, suplemento al nº1, enero de 1937, 18 páginas. (Nota de la edición en francés).
[83] Ibidem. (Nota de la edición en francés).
[84]En sus Cahiers nº 8, 15 de abril de 1937, la Liga publica la siguiente nota: “La comisión tomó conocimiento de la carta de Sedov. Es un asunto en el que no hay expediente. No hubo expediente en el proceso, pero hay un expediente de instrucción muy voluminoso, y es este el que hay que consultar”. (Nota de la edición en francés).
[85] Esta es la respuesta de Sedov: “Con gran sorpresa he recibido vuestra convocatoria del 1 de febrero. Yo les envié el 5 de enero un documento bastante largo en el que preciso mi actitud respecto de vuestra comisión de investigación. En estos días, no he sabido de hechos nuevos que me permitan revisar mi actitud respecto de esta comisión a la que estimo descalificada por la publicación del escandaloso informe del Sr. Rosenmark en vuestros Cahiers.” (Ibidem). (Nota de la edición en francés).
[86]Magdeleine Paz, « En marge du procès de Moscou » (Al margen del Proceso de Moscú), La Flèche, 26 de diciembre de 1937. La cuestión sólo volverá al orden del día del comité central de la L.D.H. el 11 de febrero, con Emile Kahn precisando ahora que ha rechazado la publicación de este artículo por su carácter polémico y los ataques que contiene contra el informe de Rosenmark. Para los dirigentes de la Liga, se trata de reunir documentación, no de “instituir polémicas entre los miembros de las ligas”. (Nota de la edición en francés).
[87]Cahiers des Droits de l´Homme nº 14, 15 de julio de 1937. Emile Kahn (1876- 1958), profesor, miembro del PS antes de la guerra y del CC de la L.D.H. en 1909, fue su vicepresidente desde 1929, y su secretario desde 1932. (Nota de la edición en francés).
[88] “Los Procesos de Moscú en el Congreso de la Liga de los Derechos del Hombre”, Boletín de informaciones y de prensa del comité por la investigación sobre el proceso de Moscú nº 7, julio de 1937. Nuestro relato del Congreso se basa en este documento. Georges Michon (1882-1945), doctor en Letras, pacifista, también era miembro de la SFIO. (Nota de la edición en francés).
[89] Ibidem. (Nota de la edición en francés).
[90] “Declaración de los renunciantes”, Cahiers des Droits de l´Homme nº 21, 1 de noviembre de 1937. (Nota de la edición en francés).
[91]“La U.R.S.S. y el crimen político. El asesinato de Ignace Reiss” dossier por Victor Serge, Alfred Rosmer, Maurice Wullens, París, 1938, 96 p. La parte sobre la instrucción del “affaire”, firmada por Wullens, había sido redactada en verdad por Gérard Rosenthal. (Nota de la edición en francés).
[92] Andrée Limbour (nacida en 1901), profesora del liceo, había adherido en 1926 a la Federación Unitaria y en 1931 a la Liga Comunista. Era miembro del POI. (Nota de la edición en francés).
[93] Entrevista con Andrée Limbour, 3 de diciembre de 1978. (Nota de la edición en francés).
[94]Se había formado un comité en Holanda, animado por el RSAP de Sneevliet, del que se sabe poco, así como del comité de Bélgica. En Gran Bretaña, en octubre de 1936 se formó el Provisional Committee for the Defence of Leon Trotsky, cuyo llamado constitutivo, firmado por diez personas, fue publicado en el Daily Herald y el Manchester Guardian: su secretario provisorio era el trotskista Harry Wicks. El primer secretario del definitivo British Committee for the Defence of Leon Trotsky fue un intelectual trotskista angloamericano, Hilary Sumner-Boyd (1911-1976), nieto del célebre abolicionista Charles Sumner e hijo de Fred Boyd, el amigo de John Reed. Con el comité francés mantuvo una correspondencia y una colaboración activa. Sumner-Boyd vino a París a encontrarse con Sedov (Carta de Harry Wicks del 9 de mayo de 1979) y le dio la carta manuscrita confiada por Trotsky en noviembre de 1932 en Copenhague a Harry Wicks para permitirle contactar a los rusos cercanos a la Oposición con los que él había tomado contacto. Trotsky pudo así demostrar ante la subcomisión preliminar de Coyoacán que se trataba de un documento político, y no de instrucciones conspirativas. Hugo Dewar, así como Harry Wicks, nos han suministrado valiosos elementos sobre la actividad del comité británico. El comité francés tuvo relaciones más estrechas aún con el American Committee for the Defence of Leon Trotsky y con el Comité Checoslovaco por el Derecho a la Verdad que presidía el escritor y veterano comunista Hugo Sonnenschein apodado Sonka (1890-1953), y que había reunido una pléyade de conocidos intelectuales y varios dirigentes sindicales. El comité de Praga había esperado algún tiempo para poder organizar el Contraproceso. Animado en sus primeros meses por Jan Frankel, había realizado un gran trabajo, demostrando mediante su investigación que el famoso pasaporte hondureño del que hablaba Olberg no provenía de la Gestapo y asegurándose el testimonio del director de la Biblioteca eslava de Praga, Vladimir Tukalevsky. Su material fue publicado en el Boletín francés. Recordemos que dos importantes dirigentes del PC checoslovaco, Josef Guttman, ex miembro del buró político, expulsado en 1933 y Zavis Kalandra, redactor en jefe de Rudé Pravo, habían condenado públicamente el Proceso de agosto de 1936. El comité checoslovaco fue herido de muerte por la provocación de la GPU montada contra el militante alemán Anton Grylewicz, uno de sus miembros más activos. (Nota de la edición en francés).
[95] Maurice Chambelland (1901-1966), ex militante del PC, del que se fue en 1924, secretario del sindicato CGT de correctores, era desde entonces la mano derecha de Pierre Monatte. (Nota de la edición en francés).
[96] Frédéric Zeller (1912-2003), estudiante de Bellas Artes, secretario de la Alianza de la Juventud Socialista de la Seine, había sido expulsado de la JS en 1935 y había visitado a Trotsky. Era dirigente de la JSR y del POI. (Nota de la edición en francés).
[97] Lucie Colliard (1877-1961), maestra, había formado parte del núcleo internacionalista durante la Primera Guerra Mundial y había asegurado clandestinamente la ligazón con Suiza. (Nota de la edición en francés).
[98]Walter Dauge (1907-1944), ex dirigente de las Jóvenes Guardias Socialistas del Borinage, y de la Acción Socialista Revolucionaria, era el principal dirigente del Partido Socialista Revolucionario, adherente al movimiento por la IV Internacional. (Nota de la edición en francés).
[99] La Lutte Ouvrière, 25 de diciembre de 1937. (Nota de la edición en francés).
[100] Boletín de información y de prensa nº 2/3, febrero/marzo de 1937, y testimonio del Sr. y la Sra. Bardin. Henri Colliard, estudiante de derecho, había tomado la palabra en un mitin del PCF y había sido bajado de la tribuna por el servicio de orden. (Nota de la edición en francés).
[101] Marcel Beaufrère (1914-1998), auxiliar de correo, se había unido a los trotskistas en 1934. (Nota de la edición en francés).
[102] Louis Bouët (1880-1969), maestro, había sido el verdadero animador del sindicalismo revolucionario entre los maestros, luego de la federación que devino en Federación Unitaria, pero que entonces se denominaba “Federación Bouët”. Socialista en 1906, había sido elegido en el primer comité director del PC en su fundación. Estaba ligado a Trotsky desde 1915, pero siempre mantenía su distancia con los trotskistas. El relato de esta reunión por el Boletín (ver nota 99) nos fue confirmado por Fred Zeller durante una entrevista del 14 de abril de 1979. (Nota de la edición en francés).
[103] Marthe Bigot (1878-1962), docente sindicalista y socialista antes de la guerra de 1914, había jugado un rol importante en el núcleo internacionalista de 1914-18, antes de ser una de las dirigentes del joven PC y su secretaria femenina de 1921 a 1922. En 1929 había llamado a la creación de La Vérité, pero militaba en el “núcleo” de la Révolution Prolétarienne. (Nota de la edición en francés).
[104] Carta de Trotsky a Naville, 17 de marzo de 1937, Dossier Wolf, archivos Vereeken (DW, AV.), Bruselas. (Nota de la edición en francés).
[105] Boletín de información y de prensa nº 4, abril de 1937. (Nota de la edición en francés).
[106]Carta de Trotsky a Jean Rous, 26 de marzo d 1937, DW, AV. El comité norteamericano se había beneficiado con donaciones importantes de algunos de sus miembros que tenían una fortuna personal: así Margaret de Silver, la compañera de Carlo Tresca, había donado la considerable suma de 5.000 dólares. (Nota de la edición en francés).
[107] Boletín de información y de prensa nº 7, julio de 1937. (Nota de la edición en francés).
[108] Ibidem. (Nota de la edición en francés).
[109] Carta de P. Naville a G. Roche, 3 de mayo de 1979. (Nota de la edición en francés).
[110] L. Trotsky Défense du marxisme, p. 199. (Nota de la edición en francés).
[111] « Comment faut-il lutter pour sauver les révolutionnaires d´URSS ? Lettre aux organisations participant au comité pour l´enquête sur le procès de Moscou » (¿Cómo hay que luchar para salvar a los revolucionarios de la URSS ? Carta a las organizaciones participantes en el comite por la investigación sobre el Proceso de Moscú). volante del PCI fechado el 7 de diciembre de 1937. Archivos CERMTRI. (Nota de la edición en francés).
[112] Meichler, Jean (1898-1941) Uno de los fundadores de la Oposición de Izquierda en Francia, miembro del CC del Grupo Bolchevique-Leninista y del PCI antes de la guerra, director de "Unser Wort". Arrestado el 3 de julio de 1941, fusilado como rehén el 6 de septiembre.
[113] Carta de Trotsky a Wolf, 18 de febrero de 1937, DW, AV. (Nota de la edición en francés).
[114] Carta de Trotsky a Henri Molinier, 16 de febrero de 1937, DW, AV. (Nota de la edición en francés).
[115] Carta de Pierre Frank a G. Roche, 20 de abril de 1979. (Nota de la edición en francés).
[116] Dossier Wolf, AV. (Nota de la edición en francés).
[117] Ferdinand Charbit (1892-1985), tipógrafo, también ex PC, era miembro del núcleo de la Révolution Prolétarienne. (Nota de la edición en francés).
[118] Carta de Wolf a Trotsky, 21 de marzo de 1937, DW, AV. (Nota de la edición en francés).
[119]Lilia Ginzberg de Estrine, apodada Lola o Paulsen (1898-1981) nacida en Rusia, abogada y conocedora de cinco idiomas, había emigrado a Francia en 1934 y trabajaba para el Instituto de Historia de Nicolaievsky, el dirigente menchevique. Estaba ligada a Sedov en 1935 y había empezado a trabajar para él como secretaria a tiempo parcial y era miembro del grupo ruso. Como Sedov, tenía gran confianza en Zborowski. (Nota de la edición en francés).
[120] Jean Beaussier (1912-1984), en 1928 se había unido a la JC, luego a la Liga Comunista sin pasar por el PC. (Nota de la edición en francés).
[121] Entrevista con Jean Beaussier, 19 de mayo de 1979. (Nota de la edición en francés).
[122] Carta de Wolf a Trotsky, marzo de 1937, DW, AV. (Nota de la edición en francés).
[123] Esta resolución, fechada el 20 de marzo de 1937, firmada por Bardin, Vilain (Naville), Clart (Rous) y Julien (P. Tresso) estaba redactada así: “El BP decide que el camarada Beaussier se ocupará principalmente del trabajo relativo a la Comisión de Investigación sobre el Proceso de Moscú bajo control del SI y cualquier otra actividad estará subordinada al cumplimiento de su tarea principal”. (Nota de la edición en francés).
[124] Carta de Wolf a Trotsky, marzo de 1937, DW, AV. (Nota de la edición en francés).
[125] Entrevista con Jean Beaussier, 19 de mayo de 1979. (Nota de la edición en francés).
[126] Estos testimonios están citados y parcialmente reproducidos en Not Guilty, p. 221. (Nota de la edición en francés).
[127] Carta de Trotsky a Jean Rous, 26 de marzo de 1937, DW, AV. (Nota de la edición en francés).
[128] Carta de Wolf a Trotsky, 21 de marzo de 1937. La lista de testigos preparada por Wolf precisa:“Lastérade (b) Royan). Ha firmado las dos copias de nuevo para la legalización; entre tanto, llegaron las observaciones de L.D. sobre su testimonio. Es necesario hacer un nuevo documento o una nota adjunta. Encargado de hablarle: Beaussier;Craipeau (b) Royan). Debe completar su testimonio. Hacer 5 copias de las cuales dos firmadas y autentificadas. Encargado: Beaussier” (DW, AV);Yvan Craipeau (1911-2001), miembro de la Liga Comunista desde su fundación y dirigente del POI, había estado en Saint-Palais al mismo tiempo que Jean de Lastérade de Chavigny (1910-1986), estudiante de medicina que había roto en 1933 para participar de la fundación de la Unión Comunista. (Nota de la edición en francés).
[129] Carta de Trotsky a Naville, 17 de marzo de 1937. DW, AV. (Nota de la edición en francés).
[130] Carta de Naville a Wolf, sin fecha (marzo de 1937), DW, AV. (Nota de la edición en francés).
[131] Carta de Sedov a Wolf, 11 de abril de 1937, DW, AV. (Nota de la edición en francés).
[132] Carta de Sedov a Wolf, 16 de abril de 1937, DW, AV. Jean Beaussier no recuerda haber estado “desmoralizado” durante este trabajo, cuyas dificultades ya conocía cuando lo había aceptado. (Nota de la edición en francés).
[133] Carta de Wolf a Trotsky, sin fecha, 1937. DW, AV. (Nota de la edición en francés).
[134] Georges Vereeken, “El sabotaje criminal de la defensa de Trotsky”, La GPU en el movimiento trotskista, París, 1975, p. 201-208. Georges Vereeken (1898-1978), uno de los fundadores de la Oposición de Izquierda en Bélgica, dirigente del PSR belga en 1937, al que pronto iba a renunciar, ha escrito este libro en los últimos años de su vida con la obsesión de la intervención de la GPU en el movimiento. Mordka (Marc) Zborowski (1908-1990) había emigrado en los años ´20. Sin dudas, en 1935 la GPU lo había reclutado por la Unión para la Repatriación y lo envió al del movimiento trotskista en donde fue conocido como Etienne. Su conocimiento del idioma ruso le había facilitado el contacto con Sedov, que le tenía confianza. Fue desenmascarado mucho tiempo después de ocurrida la muerte de Sedov y de Trotsky. (Nota de la edición en francés).
[135] Ibidem, p. 212. (Nota de la edición en francés).
[136] Ibidem, p. 214. (Nota de la edición en francés).
[137] Ibidem, p. 213. (Nota de la edición en francés).
[138] Boletín de información y de prensa nº 6, junio de 1937. (Nota de la edición en francés).
[139] Maurice Délépine (1883-1960), abogado en París, también era dirigente del grupo de abogados socialistas y colaborador del Populaire. Giuseppe Modigliani (1872-1947), el hermano del pintor, había sido con Turati uno de los fundadores del PSI y dirigente de su ala reformista. Abogado de la viuda de Matteotti, tuvo que emigrar a Francia en 1926. Marthe Chabrun (1888-1973) era la viuda del ex ministro Céssar Chabrun, muerto en 1935. Jean Galtier-Boissière (1891-1966), dibujante, escritor y periodista, había fundado en 1915 Le Crapouillot. Jean Mathé (1896-1973) también era pacifista y fuertemente anticomunista, había sido destituido por el gobierno Laval por su actividad sindical. (Nota de la edición en francés).
[140] La Lutte ouvrière, 14 de mayo de 1937. (Nota de la edición en francés).
[141] Boletín de información y de prensa nº 6, junio de 1937. (Nota de la edición en francés).
[142] Not Guilty, p. 83-85. (Nota de la edición en francés).
[143] G. Rosenthal, op. cit. p. 187. (Nota de la edición en francés).
[144] Carta de Trotsky a “Queridos camaradas”, 30 de diciembre de 1937, archivos Cannon, BHS, Nueva York. (Nota de la edición en francés).
[145]Ahmed Messali Hadj (1889-1974), ex militante del PC, luego dirigente de la Estrella Negra Africana (ENA), había sido apresado en agosto de 1937, por “reconstitución de liga disuelta”, por haber formado el Partido del Pueblo argelino en marzo de 1937, luego de la disolución de la ENA. Ta Thu Thau (1906-1944) estudiante, trabajador indochino, en Francia había fundado el Partido de la Independencia, luego se une a la Oposición de Izquierda en 1929. Expulsado de Francia en 1930, había regresado a Indochina en donde fundó la Oposición Comunista y dirigido el periódico La Lutte. Detenido en 1935, liberado luego de una huelga de hambre, fue arrestado nuevamente en mayo de 1937 y condenado en julio a dos años de prisión. (Nota de la edición en francés).
[146] Queremos agradecer aquí a todos aquellos que han aceptado responder amablemente a nuestras preguntas y a quienes este trabajo debe mucho: John Archer, Colette Audry, Jean Beaussier, Marguerite Bonnet, Ferdinand Charbit, Hugo Dewar, sra. y sr. Alfred Beucler, Pierre Frank, Daniel Guérin, Andrée Limbour, Maurice Nadeau, Pierre Naville, George Novack, Maurice Paz, Jean Prugnot, Gérard Rosenthal, Alan Wald, Harry Wicks, Fred Zeller. Agradecemos también por sus consejos y su ayuda en nuestra investigación a Milorad Drachkovitch, director de archivos en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford, Michel Dreyfus, conservador en la BDIC, Jean-Claude Orveillon, responsable del CERMTRI y especialmente a la sra. Paupy, nieta de Marcel Martinet, quien nos ha autorizado a reproducir las cartas de León Sedov a Martinet y la de este último a Trotsky. (Nota de la edición en francés).