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Boletines y Cuadernos

"Clase obrera: formas de lucha y organización"

"Clase obrera: formas de lucha y organización"

por Alicia Rojo

Importantes conceptos se plantearon alrededor de luchas dadas por la clase obrera argentina y sobre los nuevos procesos que se están dando al día de hoy. En nuestra presentación, decíamos “Frente a estas lecciones que nos da la clase obrera, los intelectuales que nos planteamos como función social aportar a las luchas de los trabajadores, recuperar viejas experiencias, estudiar y generalizar las experiencias actuales, los intelectuales que no nos consideramos neutrales, que definimos nuestro compromiso con la clase obrera, la lucha de las trabajadoras de Brukman nos están ofreciendo una oportunidad que es la oportunidad de ofrecerlas a ellas y, en general, a los trabajadores, las armas de la crítica, de la ciencia y de la investigación. Las trabajadoras de Brukman nos dan la oportunidad y nos imponen la obligación de ponernos a su servicio”. Intentábamos definir así nuestro rol como intelectuales comprometidos y nuestro papel en los procesos que vive la clase obrera en la actualidad.

Alejandro Schneider (historiador y docente de la UBA, autor con Pablo Pozzi, de "Combatiendo al capital" y "Los setentistas") hizo un importante aporte en este sentido, acercándonos una de las experiencias más importantes de la clase obrera argentina, las ocupaciones de fábricas que tuvieron lugar en la década del 60 y que nos aportan lecciones claves. “Me parece que es importante rescatar el papel de la clase, rescatar las luchas que ha llevado a cabo y en este caso, como historiador comprometido con los movimientos sociales, con el proletariado en particular, me interesa ver algunos lineamientos que se fueron transmitiendo a través de la experiencia, a través de la tradición y que se reflejan en los acontecimientos que posteriormente experimentó la clase obrera en 1970 y hoy, nuevamente, lo podemos ver en todas estas luchas....” Schneider resaltó como una particularidad del proceso el hecho de que las ocupaciones fueron organizadas desde la base, surgieron desde las comisiones internas de fábricas, de los cuerpos de delegados, defendiendo la fuente de trabajo y contra los despidos de trabajadores. Esto marca un rasgo importante que es la solidaridad que existía al interior de la propia clase. Otra característica de estas ocupaciones de fábrica es que se realizaban con toma de rehenes y la planificación de la ocupación desde tareas de defensa, organización y las tratativas con las autoridades. Sobre esta organización “subterránea” se basa después el plan de lucha que la CGT convoca y que tiene su pico en 1964. Este plan involucró a 11 mil establecimientos fabriles que abarcó a 3.900.000 trabajadores. “Después de este plan de lucha continúan las ocupaciones de fábricas pero la dirección la CGT ya no las lleva a cabo, continúan por debajo. La ocupación no era simplemente tomar la fábrica sino que era toda una organización que implicaba planificar la vida de los obreros durante esos días o durante esa jornada, la búsqueda de comida, qué hacer con los rehenes, qué hacer con las guardias, la autodefensa, la difusión... buscar la solidaridad con los barrios y las fábricas adyacentes. Todo se realizaba en un permanente estado de asamblea. La puesta en producción implicaba que los patrones no eran necesarios para hacer funcionar una fábrica. Se invertía la relación de patrón-trabajador y ahora era trabajador-patrón. la solidaridad, la organización, la concientización que generaba esto retroalimentó, no sólo a la experiencia posterior, sino a todas aquellas organizaciones que trabajaban junto con la clase obrera y que, en última instancia, trataban de marcar una línea que, como dijo Alicia recién, se remonta a las primeras organizaciones obreras en las cuales, al igual que en las primeras organizaciones obreras, era mucho más importante la expresión, la voz de los trabajadores de base que lo que podía decir la propia dirigencia sindical”. Daniel Campione, investigador y docente de la UBA, ubicó el proceso de ocupación de fábricas junto con la “consolidación y emergencia” del movimiento piquetero, en el marco de la respuesta a la ofensiva del gran capital desde mitad de la década del 90, e invitó a pensar “sobre la discusión sobre la autonomía de las clases subalternas en general y de los trabajadores en particular respecto al estado, a los patrones y a los propios partidos políticos”. Esta respuesta hablaría de signos de “reversión” que tiene “en el tema de las fábricas recuperadas, algo particularmente importante porque es plantear la desmentida sobre el terreno de la supuesta desaparición o debilitamiento definitivo del movimiento obrero y, para colmo, o para mejor desde nuestro punto de vista, se ha dado más específicamente en empresas industriales, en empresas productivas, en aquellos lugares donde, precisamente, se suponía que se había diluido por completo el rol de transformación social de la clase obrera”.
El proceso de recuperación de fábricas coloca en primer plano “la idea de la autoorganización del colectivo de trabajadores para producir por si mismo, negando no sólo la figura del patrón propietario sino la figura del patrón o de la dirección supuestamente indispensable por su saber, su capacidad intelectual, su disponibilidad incluso financiera para hacer funcionar la fábrica. Esta idea ha vuelto a aparecer con fuerza y me parece que hay que darle un valor muy especial y que la discusión sobre las fábricas recuperadas, o la reflexión, tiene que partir de valorar este hecho: los trabajadores nuevamente plantándose en el lugar de la autonomía, plantándose en el lugar de que pueden producir como colectivo laboral, sin patrones, sin capataces, sin jefes, al margen de la burocracia sindical, al margen de los que eran dueños de la fábrica”.

Naomi Klein (periodista y escritora canadiense, autora de "No Logo" y referente del movimiento anticapitalista, estudia en nuestro país el proceso de recuperación de fábricas), abrió con sus planteos una interesante polémica alrededor del rol de los intelectuales frente a las luchas sociales. Tras remarcar que “creo que es muy importante el rol de los historiadores en recuperar en experiencias pasadas para que no quede la impresión de que estamos empezando de cero”, afirmó que “Creo que hay algo equivocado sobre la idea de que varios intelectuales discutamos sobre estos temas. En la manera en que está enmarcado me parece un poco paternalista y me parece que es algo que tiene mucho que ver con lo disfuncional que hay en la izquierda de hoy. Si hay algo que podemos aprender de las asombrosas mujeres de Brukman es que la clase obrera ya sabe cómo luchar y organizarse”.
Preguntándose precisamente acerca del rol del intelectual en este proceso, afirmó “me parece que no hay mucho rol”. Sintetizó una crítica a los intentos intelectuales “de imponerles significado y estructura a lo que está ocurriendo” calificándolos de “excesivamente dogmáticos y rígidos, imponiendo un lenguaje alienante y sin vida por sobre movimientos que están muy vivos y vibrantes”. Tomó como ejemplo de sus afirmaciones su propia experiencia en Neuquén junto a los trabajadores de Cerámicas Zanón y el MTD: “lo que más me llamó la atención fue la mezcla, donde coexistían los trotskistas de vieja escuela con los autonomistas más jóvenes, los partidos junto con los movimientos sociales. Lo más interesante es que los bordes, las fronteras entre estos movimientos, estaban, afortunadamente, no muy bien patrulladas. Lo que vimos fue algo muy raro, que eran personas pensando juntas, negociando y cambiándose los unos a los otros...”
Esta experiencia le permitió redondear así su visión acerca del rol de los intelectuales: “Creo que podemos empezar admitiendo con humildad que nos hemos vuelto irrelevantes, que la teoría no está influenciando la acción sino que la acción está influenciando a la teoría”.
La forma de volverse relevantes sería la de “ser puentes, mejorados, que conectan los movimientos aislados con el pasado y entre sí”, “brindar asistencia práctica y concreta a estas luchas” y la “protección” y defensa frente a la represión. Nuevamente Zanón es ejemplo: “porque una de las cosas que ocurrió es que la relación entre la universidad y Zanón no es que los intelectuales iban para estudiar la fábrica. Esto es lo más emocionante, los estudiantes de la universidad estaban ayudando en cosas muy específicas como desarrollar planes de venta y comercialización, con los diseños, a establecer programas de radio y diarios”.

 Josefina Martínez, estudiante de Historia y docente en la Universidad Nacional de Rosario, que forma parte de un colectivo de investigación sobre las experiencias de control obrero en Zanón y Brukman, nos presentó una síntesis de los principales aportes de estas experiencias como indicios de la constitución inicial de un nuevo movimiento obrero clasista en nuestro país. Frente a los planteos de Klein acerca de la intelectualidad y el rol de la izquierda en los procesos de control de la producción, Josefina Martínez afirmando su objetivo de ser una intelectual de izquierda al servicio de la clase obrera, resaltó como ejemplo, el trabajo de investigación que en forma conjunta con los trabajadores de Zanón y Brukman están realizando, recogiendo sus experiencias y conclusiones a la luz de las experiencias históricas y de la teoría acerca de las formas de control obrero de la producción.
En primer lugar resaltó los métodos de democracia obrera y de acción directa. Reseñó el proceso de recuperación de la comisión interna de Zanón y la conformación de una en Brukman poco después de ser recuperada apuntando a la unidad de los trabajadores en la fábrica. Remarcó el funcionamiento regular en asambleas de fábrica ha garantizado desde el primer momento el fortalecimiento de esta unidad conquistada, y los métodos democráticos de base para la toma de todas las decisiones respecto a la lucha o a la producción como parte de esta misma lucha. Otro de los métodos recuperados por los trabajadores de Zanon y Brukman fue la implementación del fondo de huelga para sostener a las familias obreras. Finalmente como parte de los métodos de acción directa destacó la formación de guardias obreras para la autodefensa de la fábrica, frente a los intentos de desalojo por las fuerzas represivas, y contra los carneros enviados por la patronal. Resaltó también la lucha contra la burocracia de los sindicatos y la unidad con los desocupados y las asambleas populares. Destacó el papel de la Coordinadora Regional del Alto Valle que agrupa, además de Zanón y el MTD, al Sindicato de Televisión, trabajadores de la importante Rama Salud de ATE (hospitales públicos), docentes, organismos de derechos humanos, delegados de otros gremios y partidos de izquierda. En esta coordinadora, que intenta superar las barreras de las organizaciones sindicales, se implementa el método de la democracia obrera, contemplando los mandatos de las asambleas de fábrica y establecimiento para las decisiones. En el caso de la textil Brukman de Capital Federal en su ocupación y en los sucesivos enfrentamientos a los desalojos, ha sido muy importante la coordinación con otros sectores de la población, como las asambleas populares de esa ciudad.
La producción bajo control obrero es uno de los más importantes aportes de las experiencias de los trabajadores de Zanon y Brukman. Los primeros vienen desplegando una gran capacidad y creatividad para poner en funcionamiento bajo gestión obrera directa una empresa ceramista de las más modernas de América Latina, de alta complejidad, desde hace más de un año y medio. El control obrero se muestra como una escuela de planificación económica a escala de la empresa. Por último, mencionó la lucha por la estatización o nacionalización bajo control obrero, para poner la producción al servicio de la comunidad y crear trabajo genuino y la creación del periódico Nuestra Lucha resuelto en último Encuentro de Fábricas Ocupadas y trabajadores, mediante esta herramienta se pretende acceder a miles de trabajadores en las principales fábricas y gremios del país. Como conclusión “podemos afirmar que han surgido tendencias a nuevos fenómenos de conciencia y organización en una fracción del movimiento obrero argentino; lo que denominamos tendencias hacia la constitución de un nuevo movimiento obrero, clasista y antiburocrático. El desarrollo particular de cada una de estas experiencias todavía está por verse, pero ya se han convertido en un hito importante para el futuro de la clase trabajadora en nuestro país”.

Pablo Pozzi (historiador y profesor en la UBA, autor de "Oposición Obrera a la dictadura" y "Los Setentistas", entre otros), centró su intervención en dos temas, el papel del proletariado como sujeto de transformación social y por otro lado el rol del intelectual comprometido con la clase obrera, entrando en polémica con los planteos de Naomí Klein acerca de la relevancia de los intelecutales. En primer lugar despejó la cuestión de la “desaparición” del proletariado. “Ha habido revolución industrial en los últimos 30 años en China, en el sudeste asiático, Corea, Taiwán, Brasil, en buena parte de América Latina, en ... países como es México, cuya industrialización es nueva. No hay algunos cientos de miles de obreros industriales nuevos, hay millones, nunca antes en el mundo hubo tantos obreros a nivel internacional como en el día de hoy... Esto es notable porque cuando los intelectuales dicen que no y hablan del adiós del proletariado lo que están haciendo es una declaración política. Lo que están diciendo es... No va a haber revolución socialista, señores. No va a haber ¿Por qué? Porque la gente que la quería hacer no hay y se han gastado durante los últimos 30 años buscando nuevos sujetos históricos: jóvenes, marginales, estudiantes, intelectuales...”
Acerca de la relevancia de los intelectuales afirmó “No somos irrelevantes... en el caso de la Argentina además me sorprendería que los argentinos aceptemos este tipo de cosas en un país donde tenemos cuentos y miles de intelectuales desaparecidos por tener un compromiso político. Nosotros podemos pensar que los intelectuales son irrelevantes, la burguesía está segura que no lo son. Creo que sí, la función y la relación entre intelectual y la clase no es una función en la cual el intelectual dirige pero no somos irrelevantes para la clase, cumplimos una función social fundamental. Parte de nuestros problemas, al día de hoy, en términos de la clase obrera, los trabajadores y el cambio social, es que tenemos muy pocos, o muy pocos intelectuales propios. Nosotros necesitamos gente que estudie, que analice, etc. Sin ánimo de ofender, otra vez, ella misma [Naomi Klein] tiene una contradicción: somos irrelevantes pero los compañeros de la Universidad de Neuquén cumplen un rol fundamental en términos de Zanón. Bueno, lo que está en disputa, en discusión y en crisis es el rol del intelectual, ahí estamos de acuerdo. Ahora habemos intelectuales que no solo no somos irrelevantes sino que decimos que no lo somos y que apuntamos a tener un compromiso social... El tema es que tenemos que cotejar con la gente permanentemente”. “Pero si nosotros no recuperamos el valor del socialismo, si no volvemos a tener la capacidad de discutir cómo es la sociedad mejor que queremos, la tenemos que discutir en la teoría, en la práctica, en la poesía... Si volvemos a tener capacidad transformadora lo que dice Naomi es correcto porque nuestra creatividad va a ser canalizada positivamente, en función social.”

Los valiosos aportes que se hicieron en la charla que reseñamos nos plantean muchas reflexiones. Algunas de las afirmaciones vertidas, son particularmente polémicas. Específicamente, se plantea el debate acerca del rol del intelectual. Estamos muy lejos de considerar "disfuncionales" o "irrelevantes" a cientos de intelectuales que han aportado y aportan a la lucha de la clase obrera considerando su papel de gran relevancia en tanto se proponen poner sus energías y sus conocimientos al servicio de la clase, con el compromiso de recuperar la experiencia histórica de la clase obrera y la teoría revolucionaria como guía para la acción revolucionaria. No cerramos aquí esta polémica, por el contrario, abrimos el debate. Es uno de los propósitos de esta reseña, contribuir a esta reflexión que iremos enriqueciendo con futuros aportes.